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ElCapitan

Bharbo

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Nombre: Bharbo Bargstrom

Raza: Humano

Sexo: Hombre

Edad: 32 inviernos

Altura: 1'78m

Peso: 71Kg

Lugar de Nacimiento: Valdecuervo (Crestagrana)

Ocupación: Cazador

Descripción: Se trata de un hombre más bajo que alto. Sin demasiado poderío físico, pero sí con una agilidad bastante aceptable. De melena pajiza y una barba espesa y descuidada. Un parche de cuero oculta una horripilante cicatriz. Por lo general no parece un hombre que aprecie demasiado su aspecto físico. Viste harapos de cuero endurecido para proteger las zonas vitales y tener la mayor flexibilidad posible. A la espalda se amarra el escudo y la lanza. Y al cinto siempre lleva su aljaba de flechas y un cuchillo de desuello.

 

 

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Historia

En aquellos días Valdecuervo era una aldea tranquila perdida en las colinas de Crestagrana. La mayoría de sus habitantes eran cazadores, curtidores, pastores o criadores de caballos. Era tan remota y tan pequeña, que ni siquiera los orcos habían sido capaces de encontrarla. Y por eso pasó desapercibida durante tanto tiempo.

 

Bharbo nació y se crió allí, rodeado de hombres y mujeres que habían dedicado prácticamente toda su vida al pastoreo y la caza. Nunca aprendió ni a leer ni a escribir. Y no conoció más tierra que la suya. En cuanto tuvo el arrojo y la fuerza necesaria, empezó a seguir a su padre durante sus largas jornadas de caza. Aprendió lo que vió y nada más. Cuando cumplió los trece, su madre le bendijo con un hermano. Pero desgraciadamente, el parto acabó con su vida, y su padre no tuvo más remedio que adoptar el papel de madre y padre.

 

Las colinas y los escarpados riscos de Crestagrana se convirtieron en su hogar. Conoció cada rincón de la región, y con el tiempo aprendió a interpretar los mapas y a encontrar el camino cuando el sol se ponía. Entrenó con la lanza, y sobre todo aprendió a usar el arco y a montar. Para la vida que llevaba no necesitaba nada más, y nunca mostró interés en otra cosa. Era una buena vida dentro de lo que cabía, y con el tiempo supo hacer de esa rutina su forma de vida. Los meses de verano los pasaban casi todos fuera, con la esperanza de reunir todo lo necesario para pasar el invierno. Cuando se helaban los picos la cosa cambiaba. Apenas salían de la choza de Valdecuervo, y si la caza había ido bien, podían permitirse llenarse los estómagos como unos señores. Sabían tratar las pieles como es debido, así que frío tampoco pasaron nunca.

 

Cuando contó los veinte, su padre murió en un accidente de caza. Un oso demasiado grande se topó en su camino y acabó con su vida. Y a Bharbo le despojó de la vista de un ojo. No tuvo más remedio que hacerse cargo de su hermano, que apenas contaba los siete. A partir de ese día los hermanos forjaron un lazo que sería eterno.

 

Los años siguieron pasando, y su rutina no cambió nada. Sin las enseñanzas de su padre habrían estado perdidos, pero por fortuna no fue así. Siguieron dedicándose a lo que se habían dedicado durante toda su vida, hasta que los forajidos de la región empezaron a hacer de las suyas.

Tras la reconstrucción de la capital, muchos desertores, violadores y maleantes habían encontrado un refugio perfecto en las solitarias colinas de Crestagrana. Desde allí, algunos grupos de forajidos empezaron a dedicarse al saqueo de las aldeas aledañas. Valdecuervo en esta ocasión no fue una excepción. Y tras uno de los ataques, el hermano pequeño de Bharbo resultó muerto. Con una sed insaciable de venganza, Bharbo se unió a un reducido grupo de hombres que había decidido hacer frente a esos despojos. Se habían cobrado demasiadas vidas inocentes, y el ejército imperial no tenía ni el tiempo ni los recursos suficientes para prestar ayuda a una aldea olvidada en las montañas. Así que no les quedó más remedio que plantar cara ellos mismos a la amenaza. No eran más que cazadores venidos a menos, no eran soldados, pero aquella sí que era su tierra. Y eran sus familias. Todo lo que tenían estaba en Valdecuervo, y no iban a dejar que les humillasen de esa manera. Bharbo combatió un tiempo junto a ellos, pero cada mes era peor que el anterior. Empezaron siendo veinte, y cinco meses después apenas quedaban seis.

 

A día de hoy Bharbo aún sigue en Valdecuervo. Tratando inútilmente de hacer frente a una amenaza demasiado grande para sus escasos recursos.

Editado por ElCapitan
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