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  • Nombre: Gustagus Intedex8522bcb076b974640fd2e9a9a2bb8c44.jpg
  • Raza: Gnomo
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 60
  • Altura: 90 centímetros
  • Peso: 25 kilogramos
  • Lugar de Nacimiento: Gnomeregan
  • Ocupación: Genio drogadicto sin propósito

 

Descripción Física: Gustagus es un gnomo de avanzada edad, con una altura promedio para su raza. Es delgado y una vida entera de malvivir entre alcohol y drogas hace que aparente más edad de la que realmente tiene, y aunque ello ha deteriorado enormemente su estado físico, una vida entera entre conflictos mantienen afinada su puntería tanto con armas como con su fiel llave de tuerca.

Descripción Psíquica: Intedex es un genio incluso para el promedio de su raza, y le encanta proclamarse como tal. Sin embargo, toda su vida ha malgastado su inopacable intelecto en una vida de mierda: conflictos, droga y alcohol, justificando que la existencia misma no tiene propósito.
Muchas veces dice cosas sin sentido, y algunas veces le cuesta distinguir la fina barrera que separa la realidad de las alucinaciones, especialmente cuando se encuentra bajo efectos de estupefacientes o alcohol… O ambos.
No se toma la vida en serio, ni la suya ni la de nadie, por lo que muchas veces no mide riesgos en nada y acaba con vidas inocentes sin que esto le importe demasiado.

 

 

Historia

 

 

. . .

 

Los pasos de aquel diminuto ser avanzaban con lentitud. Una pistola aferrada al cinto de cuero y la munición al otro lado del mismo subían y bajaban con cada paso dado, al igual que la pequeña mochila vieja deshecha colgada a sus espaldas. En su mano derecha iba aferrada una botella a la que sin dudarlo mucho le dio un trago. Los pasos del diminuto ser seguían avanzando con lentitud.
A sus espaldas, las llamas ardían con lentitud entre los restos de una caravana y las ondas de sonido provenientes de los gritos agónicos de los comerciantes llegaba a los oídos del gnomo. Solo eran eso, ondas de sonido emitidas por la vibración de unas pocas cuerdas en la garganta que finalmente llegaban a sus oídos.
Ellos tenían una pieza que necesitaba. Ellos no se la dieron.

. . .

 

 

 

 

Prólogo: La Presa…

 

Un humano se movía de un lado al otro. Dio una calada al cigarrillo y observó el techo.
La habitación era sencilla. Parecía estar bajo tierra y las paredes y suelo eran de plana piedra gris. Una mesa de madera y dos sillas, una en frente de la otra. Una ocupada, un gnomo permanecía en ella, despojado de todas sus pertenencias. Solo había una puerta que salía de la habitación, observando silenciosamente al problemático ser captivo.
Su interlocutor exhaló el humo y bajó la mirada. Se dio la vuelta y se quedó observando fijamente al gnomo.
-Sin armas, sin máquinas y sin trucos mágicos. No eres tan rudo ahora, ¿no?- El humano tenía una expresión dura e ilegible. Su cabello era de un castaño oscuro, corto y bien peinado. Una leve barba de dos o tres días decoraba la cara de la persona que le mantenía captivo, seguramente de entre 30 y 35 años.
El gnomo se limitó a sonreír y, tras unos segundos, eructó mientras observaba detalladamente a su interrogador. Lo analizaba. El humano se limitó a fruncir el ceño y, tras unos segundos, volvió a hablar.
-No creo que seas consciente de la desventajada posición en la que te encuentras-
-Lo sé. Por eso no me importa- 
El humano suspiró exasperado. Su ceño permanecía fruncido.
-Mira, ya sabes cómo funciona esto. Sé que no querrás hablar por lo que…- El humano dejó un pequeño libro sobre la mesa. A su lado un simple lápiz. -Quizás seas más del tipo que escribe. Comienza desde el principio. Volveré en media hora. Lo quiero todo- Y sin nada más, el humano se había dado la vuelta y marchado. La sala era calurosa y asfixiante, por lo cual seguramente se encontraban en un sitio especialmente caluroso. La llave se oyó. Volvía a estar encerrado y despojado de todo, probablemente con una fuerte vigilancia al otro lado.
Con desinterés el diminuto ser acercó su mano al lápiz y la otra al cuaderno, abriéndolo… Y comenzó desde el principio.

 

Capítulo 1: Origen

 

“Gustagus Intedex es el gnomo más listo que jamás se ha concebido. Nació en Gnomeregan pero no duró demasiado allí. No, él estaba destinado a más. Cuando tuvo edad suficiente se marchó tras opacar a muchos de sus maestros y eh… Bueno se fue y no volvió a ese agujero por lo que no le importa que ahora esté hecho mierda.
La cosa es que… Ah sí, se fue y no volvió y eso. Estuvo un tiempo en Dun Morogh pero hacía mucho frío y tal y también se marchó. Lo intentó un tiempo en Forjaz pero ese sitio era otro agujero de mierda en una montaña, pero JODER que sabían beber allí. Aunque eso sí, vaya cerveza de mierda tenían, sabia a tierra y rocas. Supongo que por eso no duró mucho y se fue también de allí.
Vagó un tiempo por el reino ese humano, los tíos del león dorado, ya sabes, antes de que formasen una cutrada de imperio o yo que sé. Estoy bromeando, obviamente sé cómo se llamaba pero son tan cutres que ni merecen mención, ¿sabes a lo que me refiero, ah?
Ah sí, la cosa. Es que ese sitio da asco y el pueblo medio es más idiota que una mula, o sea venga ya, era una marabunta de analfabetos con deficiencia mental en el mejor de los casos.
O sea o sea, escucha esto, que unos le querían quemar de hereeejeee, ¡jajaja! ¡porque dijo que la luz era solo una energía como la magia! ¿t-te lo puedes creer? ¿Y te puedes creer que esos idiotas montan grupos sociales para matar cosas y ganas dinero? O sea era como algo popular y de moda entre granjeros analfabetos que creían darle un sentido a la futilidad e inutilidad de su vida. Es increíble que sigan manteniendo ese caos de confederación o imperio o lo que sea, ¿no? ¡Ni los hombres son originales sabes a lo que me refiero!
Bueno y por eso no duró mucho y huyó de ese sitio y ah bueno, acabó en la jungla y tal. Y LUEGO… llegó la bahía de los mocos verdes. Ya sabes, esa que huele a pescado podrido todo el día. Allí vivió mucho tiempo y se metió en muchos problemas y cosas chungas. ¡incluso mató gente y allí a nadie le importaba! Y todo era sexo y drogas, aunque la cerveza no era mejor que en forjaz, yo diría que seguramente era peor pero joder, no estaba mal para alguien como Intedex, ¿eh?
Y bueno, no necesitas saber mucho más que eso sobre la bahía de los mocos verdes coño. Que es solo eso, droga y sexo, ¿lo pillas? Nada más. Fin. Muchos años haciendo locuras por ahí.

 

Y bueno eh… Bueno luego vino Trinquete, sí… Creo”

 

 

Capítulo 2: El Secreto

 

“Eh… Trinquete sí. Bueno. La cosa es que el gran genio cometió algunos errores y luego había matones por todos lados buscándole y eh… Huyó. Sí, huyó, ¿qué esperabas? No es un guerrero joder.
Trinquete era otro sitio de mierda lleno de mocos verdes. Y fue ahí donde el gran Gustagus Intedex descubrió El Secreto. Y luego había más mamones siguiéndole en ese sitio de mocos porque sabía El Secreto y ellos lo querían. Como si fuese su culpa que ellos sean tan idiotas como para no descubrirlo por sí mismos, ¿no? Vaya mamones. Mamones son. MAMONES DIJE.

 

Así que Gustagus siguió huyendo. No sin antes hacer volar tooooodo un puto local lleno de esos mamones en el que estaba el hermano de un mamón obsesivo que luego le perseguiría por todos lados y no sé qué mierdas. No mató a su hermano por nada personal, es que el puto mamonazo le quería muerto, ¿verdad? Todos harían lo mismo joder todos coño.
Así que Gustagus siguió huyendo y cruzó un sitio con más leones y orcos apestosos que árboles y sombra solo para llegar a un sitio con aún menos árboles y hombres vaca y hombres-  no no, MUJERES pájaro y unas con muy mala leche, que tenían la regla o algo sabes. Y además de los hombres vaca y las mujeres pájaros en ciclo menstrual estaban los hombres caballo que coño, al menos podrían haberle dado un aventón visto su edad y sus pequeñas piernas débiles, pero NO, NO joder tenían que perseguirle todo un puto tramo. Por suerte el gran Gustagus es pequeño y puede esconderse fácil entre las rocas, ¿eh? JAJAJA MENOS MAL o estaría muerto el muy cabronazo que no puede correr ni medio metro sin morirse asfixiado y esos eran putos caballos del desierto.

 

Luego llegó al desierto ese de NaCl y estuvo unos meses para cruzar el puto sitio interminable sabes o sea casi se queda sin puta agua y comida. Por suerte tenía bastantes eh... Estimulantes para pasar el rato cuando se detenía junto al camino a acampar y eso mh... Oye, ¿te he contado ya que durante una de esas acampadas el condenado gnomo se petó a estimulantes y vio a un mensajero de los cielos? Sisi tal cual o sea mira, se le apareció un encapuchado en uno de esos sueños psicodélicos diciendo algo de ser el primo del nieto de un tal Jayno Turalyon III, creo que el encapuchado se llamaba eh... Jayno Ardas'Tuzad IV, sí, eso mismo. ¡Y va y le dice que tiene que conseguir una eh... ¿cómo se llamaba? Bueno una cosa... Acababa con Safal fijo.
Bueno luego sucede que de tanto avanzar y llegó... A otro desierto, pero de arena no de NaCl aunque era igual de mierda e insoportable y creo que casi muere un par de veces en el camino por el calor o algo que el pobre mierdas no está hecho para largos viajes, mucho menos en un puto desierto cojones sabes lo que digo, por suerte el cuerpo gnomo es diminuto y requiere consumir menores cantidades de H2O que el resto eh jajajaajJAJAJJA bueno lo importante es que llegó vivo (casi) a una aldea en el desierto, Gadgetzan creo.
Pero antes de llegar a la ciudad el puto obsesivo que le perseguía le tendió una emboscada y bueno luego le llevaron sedado a un sitio donde le tienen puto cautivo joder y quieren El Secreto pero no les diré una mierda ¿me oyes? UNA MIERDA UNA MIERDA JAJAJJAAJAJJAJAJAJAJAJ”

 

 

Prólogo: … Y el Depredador

 

El humano volvió a entrar a la sala. Observó el cuaderno abierto y escrito sobre la mesa con una retorcida sonrisa. Cerró la puerta a sus espaldas y se aproximó para tomar el libro mientras le daba un rápido repaso.
-Cuando dije “Todo” no me refería a toda tu puta vida. Pero mientras digas El Secreto…-
El Gnomo eructó. El humano siguió leyendo, y su sonrisa desapareció para pasar a una cara de frustración al llegar al final.


-Tiene que ser una broma-
-Nop- 
Se limitó a responder el gnomo. Y antes de que su interlocutor pudiese reaccionar, un rápido movimiento de manos y sus pies se habían despegado del suelo por el tiempo suficiente para que el gnomo pudiese levantarse de su silla y echar a correr hacia la puerta.
-¡Já, IDIOTAAAA! ¡El encantamiento discruptor de magia que has colocado sufre una desestabilización cada 12 segundos Y MEDIOOO!- Se oía el grito a través del pasillo, pero pronto fue rodeado por un enano y un goblin claramente más robustos y preparados que él. Esperó unos segundos y cuando creían tenerlo -¡12 SEGUNDOS PERRAS!- Y con dos rápidos movimientos de manos ambos enanos se despegaron del suelo el tiempo suficiente para darle una ventaja en la carrera al agotado gnomo, mientras el humano salía gritando con enfado de la sala en la que antes se encontraba captivo el gnomo.
El gnomo claramente no estaba en condiciones de correr a ningún sitio con su edad y su estado físico, por lo cual rápidamente fue alcanzado por la espalda por el enano, el goblin y el humano, que lograron dejarle tumbado y hacerle rodar de una sola patada. Un intenso dolor recorría la zona impactada del gnomo mientras sus enemigos se acercaban. Eructó y rápidamente se apresuró a vociferar…
-¡¡12, HIJOS DE PERRA!!- Y con dos veloces movimientos su pistola y su munición había vuelto a sus manos, un solo disparo preparado a la rodilla del humano que gritó de dolor. El enano y el goblin se abalanzaron sobre él mientras trataba de correr de nuevo mientras recargaba pero una vez más fue alcanzado, placado y tumbado mientras un fuerte dolor recorría el débil cuerpo del gnomo, que soltó un alardido. Pero una sonrisa burlona se dibujó incluso entre sus muecas de dolor, y sus perseguidores lo entendieron. 12 Segundos. Sus pies se volvieron a despegar del suelo. La pistola apuntó a la cabeza del enano y abrió fuego, fulminándolo en el corto período de tiempo que duró el hechizo. El goblin volvió a tocar el suelo, su jefe se arrastraba cojeando por el suelo a sus espaldas, aferrado a la pared para no caer y con una bala enterrada en la rodilla, y como es nato en su raza consideró que no valía la pena, echando a correr en dirección contraria al pasillo y dejando al anciano gnomo atrás.
-¡Nunca tendrás El Secreto, perraaaa!- Y con una risa tonta y un eructo de por medio el gnomo se dio la vuelta y se dirigió con lentos y agotados pasos a las escaleras que ascendían fuera de ese sitio con los gritos iracundos del humano a sus espaldas. La trampilla para salir del sitio estaba bloqueada y el humano iracundo aún se arrastraba en su dirección dejando un rastro de sangre, su determinación era incuestionable. Rápidamente tomó uno de los proyectiles de su pistola. Esperó unos segundos hasta poder detectar que la energía del campo discruptor se debilitaba y rápidamente transmutó la pequeña pieza metálica en una ganzúa. La insertó en el candado y tras varios segundos de intentos estaba abierta. Una ráfaga de viento y arena se coló dentro mientras el gnomo se cubría la cara. Antes de salir, volvió a cargar un último proyectil en la pistola. Observó detrás y jalando rápidamente el gatillo acabó con la miseria de su persecutor, que ya se encontraba a apenas poco más que un metro de él.
Y afuera, Gadgetzan.

 

-Entonces, ¿cuál era El Secreto como para costar tantas vidas y persecución? - Preguntó el enano en aquella taberna de mala muerte en Gadgetzan. Un viejo conocido de la Bahía de los Mocos Verdes que había encontrado hace años, ahora más endurecido por los años. El gnomo dio un trago a la botella y soltó un profundo eructo. -Creí que lo habrías adivinado. No tengo ningún eh… Secreto importante o lo que sea- El enano se le quedó mirando confuso por varios segundos. -No lo pillo, pero si te han perseguido desde Trinquete por El Secreto…- El gnomo sonrió y se tambaleó ebrio sobre el alto taburete. -Un día probé una innovadora comida en Trinquete llamada… “Pizza”. La receta era secreta según el cocinero. Así que hice algunas eh… Pruebas y eso y descubrí la receta. Tuve que comerme algunas ah… Bastantes. Y bueno luego esto… Se corrió el rumor de que yo sabía el…- Gustagus dio un trago a la botella y eructó, antes de seguir hablando -S-secreto, sabes lo que digo? Y luego estaban estos tíos con mala hostia que creo que acumulan conocimientos secretos de todo tipo de cosas, armas y eh… magia supongo y todo eso. Supongo que oyeron que yo soy un puto genio de los cojones o algo y creyeron que tenía el elixir de la inmortalidad o algo, yo que sé- El gnomo dio otro trago a la botella. El enano lo miraba entre confuso y sorprendido. -Gustagus, ¿has matado a toda esa gente por un secreto que no existe? ¡JODER! Si serás mejor enano que muchos en Forjaz- El enano estalló en risas, pero Intedex no parecía inmutarse. Para él sonaba normal. -Iban a morir de todos modos tarde o temprano o sea… Sabes a lo que me refiero y eso- Con torpeza de ebrio el gnomo dejó la botella sobre la barra, que acabó por caer de lado y rodar hasta el suelo donde se hizo añicos. El gnomo escaló en descenso el taburete para bajarse, ya experto en no matarse estando ebrio. -Eh, Gustagus. ¿Y ahora a dónde vas?- Preguntó el enano desde la cima de su taburete. Gustagus se limpió un rastro de alcohol cerca de la boca con el brazo y echó a andar entre tambaleos fuera de la taberna. -A buscar un modelo de sacacorchos que solo venden en la Bahía de los Mocos para eh… Ah… Mi próximo experimento sí…- Y así sin más, el Gnomo desapareció tras el umbral de la salida de la posada de mala muerte.

 


. . .

 

 

 

Los pasos de aquel diminuto ser avanzaban con lentitud. Una pistola aferrada al cinto de cuero y la munición al otro lado del mismo subían y bajaban con cada paso dado, al igual que la pequeña mochila vieja deshecha colgada a sus espaldas. En su mano derecha iba aferrada una botella a la que sin dudarlo mucho le dio un trago. Los pasos del diminuto ser seguían avanzando con lentitud.
A sus espaldas, las llamas ardían con lentitud entre los restos de una caravana y las ondas de sonido provenientes de los gritos agónicos de los comerciantes llegaba a los oídos del gnomo. Solo eran eso, ondas de sonido emitidas por la vibración de unas pocas cuerdas en la garganta que finalmente llegaban a sus oídos.
Ellos tenían una pieza que necesitaba. Ellos no se la dieron.

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