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Stannis the Mannis

Mekumi - Épicos viajes y encuentros aleatorios

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~Mekumi de Shattrath~
«Una aventura sin ser disfrutada, no merece llamarla aventura.»

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Créditos de la imagen: Aquí
 

Detalles varios:

Edad: 123 años (Cumpleaños en abril)

Altura: 1,93m

Peso: 90kg

Lugar de nacimiento: Shattrath

Ocupación: Multiusos y aprendiz de joyera

Clase: ¿Proto-Maga de Batalla?

 

Descripción física:

De piel impoluta e inmaculada de una tonalidad azul claro. Sus cabellos, pestañas y cejas tienen un tono azul acero y sus labios un azul grisáceo. Sus ojos entre celeste y azul Capri.

Sus tentáculos que brotan tras la oreja y llegan a los hombros, están adornados por aros dorados con inscripciones al igual que su cola que está adornado por uno con el icono de Argus tallado en el dorado aro.

En el lóbulo de la oreja derecha tiene un pendiente que va encadenado a un piercing en el hélix.

Su nariz es pequeña y respingona. Sus labios son carnosos y su boca no muy ensanchada, lo que pronuncia más sus labios gruesos.

Largas pestañas, cejas perfiladas, finas, que coronan las órbitas oculares y sus grandes ojos.

Es una Draenei de actividad física, aunque nada en demasía, lo justo para estar sana y tener un cuerpo firme y bonito. Caderas anchas y cintura no muy estrecha. Vientre plano y con algo de forma. Busto prominente. No sobresale en su estatua pues es bastante joven y tampoco en peso a no trabajar los músculos en resistencia o ser sedentaria. 

 

 

 

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Descripción psicológica:

Es torpe como un Elekk dando saltos, lo cual la avergüenza e intenta remediar con actividades como el baile o la talla de joyas -aunque no controle bien ninguna de estas dos cosas-

Es decidida, amable, risueña y con un humor que algunos lo tomarían como ofensa, pero ella no lo hace con malas intenciones. Arrogante también, vanidosa, creída incluso… Pero no siempre o al menos no quiere dejarse llevar por eso. De carácter altivo y juguetona, bromas de todo tipo y sibilina en algunos aspectos.

No busca la soledad y prefiere las compañías de otros a quedarse sola. De todas formas puede tener un pensamiento independiente y la voluntad para actuar por su cuenta.

Puede estar en cualquier sitio y sentirse bien, pero en lugares como ciudades se ahoga si se mantiene por mucho tiempo, pues es inquieta por naturaleza.

Sus gustos por los bienes materiales y el conocimiento se compagina a la voluntad de curiosidad por el mundo y los seres que habitan en él.

De amplio pensamiento por la juventud que tiene y despreocupación, también por la edad.

No dejaría a nadie atrás, no los abandonaría con sus problemas y nunca retrocedería.

 

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Editado por Stannis the Mannis

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Historia

Fuego. Cenizas. Gritos. Agonía. Llantos. Desesperación.

 

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La boca sabe a tierra y sangre. La garganta reseca atora las palabras que no son pronunciada. El humo brota de los incendios hasta alcanzar los cielos con dedos largas y finos. Caen edificios al consumirse por el fuego, grandes torres y jardines desaparecen entre el imperioso fuego.

Una Draenei yace en el suelo, observando su alrededor como los Orcos embaten con hachas y mazas escudos dorados, cráneos, cuernos y corazas.

El suelo tiembla por los pisotones de decenas de Elekks que chocan contra las filas Orcas y algunos Draeneis rezagados.

La Draenei es retirada del suelo por manos firmes, alejada del combate que se produce en una plaza que poco a poco es más visible mientras el humo se disipa y deja ver una de las puertas de Shattrath destrozada, Orcos entrar por ella y proyectiles pasar por encima.

-          ¡Tienes que irte al otro extremo de la ciudad, Mekumi! ¡Hazme caso y deja de intentar matarte! Ya perdimos a nuestros padres… alguna tendrá que vivir y te toca a ti, hermana.

 

 

Dos Draeneis quedaban mirándose a los ojos, entre jadeos, lágrimas, sangre y sudor. Una era Mekumi: la cual había seguido las enseñanzas arcanas, era el ánimo, la despreocupación, el desinterés y todo lo contrario a su hermana mayor: Tristia.

Tristia era tan alta que su padre, que había fallecido en Karabor tiempo atrás. Era un hombre fe inquebrantable, de carácter jovial y desfalleciente. Tristia tenía lo primero y lo tercero, pero no lo segundo pues era seria, dura y fría, de carácter reservado y reacio al sentimentalismo.

 

 

 

 

-          No me voy … ¡A NINGUNA PARTE! -Tristia le soltó tal bofetada con la mano enguantada que Mekumi soltó sangre y acabó en el suelo de nuevo

 

 

 

Vete al otro extremo de la ciudad, con suerte podrás sobrevivir. Sea como sea nos volveremos a ver de una forma u otra. Pero uno de las dos tiene que ser la que sobreviva y le prometí a madre que serías tú-         

 

 

 

 

Mekumi quedó con la mejilla contra el suelo empedrado, pensando en su madre, en su padre, su hermana y su mundo mucho antes de que los Orcos perdieran la razón… mucho tiempo atrás… ¿Cien años atrás? No era tan mayor, era bastante joven, inexperta, imprudente…

 

 

 

Recuerdos fragmentados

 

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-          Discutir no resolverá nada. Mekumi, si tu hermana no quiere jugar no tienes por qué tirarle de los cuernos. ¿Lo comprendes? No tienes por qué hacerle daño.
 

Homulku sostenía a sus dos pequeñas hijas en cada brazo, como si fueran sacos de cereales. Su piel de azul intenso, su barba perfilada y bigotes alargados eran motivo de risas de sus hijas.

-          Pero papá, es como una Elekk. Grandota y fuerte… puede cargarme pero es mala y no quiere.

-          Mira ¿Sabes lo que haremos? Yo seré el Elekk, Tristia el pastor y tú subirás a la espalda de este viejo y tonto Elekk.

Las risas llegaron hasta el balcón de la casa, en la cual se encontraba Ayuki, la madre de las dos niñas y esposo del defensor de Shattrath que ahora era un Elekk que emitía ruidos absurdos cual animal que parodiaba. Tristia iba al frente y agitaba el bastón adornado de Ayuki, el cual además emitía leves destellos de luz provenientes de una joya verdosa que coronaba tal bastón.

 

 

-          Veo que os lo pasáis muy bien… pero esto no es un juguete, Tristia. -Dicho eso, le arrebató el bastón y cuando la pobre niña Draenei se agarraba la cola con aparente tristeza… la madre provocó figuras arcanas aldedor de ella, que le producían cosquillas al toque.

 

 

Mekumi saltó de la espalda de su padre y correteó tras las figuras que rodeaban a Tristina.

-          ¡Mami, mami! ¡Yo también quiero hacer eso! ¿¡Cuándo podré!?

-          Cuando seas más alta y tus cuernos más firmes. Venga, ahora id a jugar a otro lado y dejadnos a solas a vuestro padre y a mi.

-          ¡Tristia, atrápalos, rápido que se escapan!

-          ¡No se escaparán si los aplasto antes! ¡Waaargh! -Y las dos hermanas fueron corriendo, haciendo resonar sus pezuñas contra el suelo, persiguiendo las figuras arcanas. y dejando a los dos adultos contemplando la bella y pura Shattrath.

 

 

Pero de eso hace muchos años… dos vidas de un humano por lo menos.

Tristia siguió los pasos de su padre: se enfocó en ser un baluarte de rectitud, marcialidad y sacrificio para su pueblo. Un ejemplo del compromiso de los Draenei con el pasado, el futuro y más en especial: de todo el pueblo. Era admirada por su familia que poco a poco dejó de verla tanto como antes -salvo por su padre- su hermana se sentía orgullosa por ella, la quería imitar, pero no era capaz.

Ayuki y su hija Mekumi pasaban la mayor del tiempo juntas. La hija le transmitía sus pesares, sus ilusiones, sus sueños. Quería ser como ella, una maga versátil, quería llevar la palabra de los Naaru a las cuatro esquinas de Draenor, que todos recelaran de ella… Mekumi no era tan humilde como su hermana.

Con el paso del tiempo, Ayuki vio descubriendo que su pequeña hija tenía más intereses en despuntar por motivos personales y que en pensar en el colectivo. Ayuki se esforzó en enseñarle ser comedida, en controlar su arrogancia, en cómo el pasado era más que una muestra de que no había que dejarse llevar por tales sentimientos. Pero Mekumi era joven y creía ya saberlo todo y más.

Ayuki terminó por pasarle el relevo a su marido: Homulku, que esperaba que con algo de marcialidad suya pudiera encauzar a Mekumi y mostrarle la importancia de ser humilde y altruista.

Homulku le transmitió las enseñanzas que le habían dado a él como defensor de los Draenei. El trabajo en equipo, en creer en tus compañeros, en la voluntad de los Naaru, en que la arrogancia de uno puede condenar a todos los demás... ¿Logró que Mekumi fuera mejor o más parecida a su hermana mayor? La respuesta es: No mucho.

Mekumi no comprendía a sus padres, no comprendía por qué le enseñaban artes que luego no podía usar como convenía, no comprendía muchas cosas… Su hermana le apremió a que marchara de Shattrath, que fuera a otros puntos de Draenor, que aprendiera y que volviera cuando tuviera una idea clara de qué quería ser.

 

 

 

Mochila al hombro, mapa en mano, patas firmes.

 

 

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Sus padres no se negaron a que iniciara su viaje, todo lo contrario, la ayudaron. Le compararon suministros, la orientaron, rezaron y pusieron velas en el templo de Karabor.. incluso su hermana Tristia la acompañó durante unos kilómetros cuando marchó de Shattrath.

-          Madre lloró. Y no disimulaba muy bien. Y no lo niegues pero tú has venido porque no te fias en que no acabe metida en una laguna con el agua por los cuernos.

-          Mekumi, no es ningún secreto de que eres más torpe que un Elekk cojo.

-          ¡Eh! La que me saca dos cabezas eres tú. Mi dedicación por el baile me ayudó a desenvolverme mejor.

-          Te enredaste con las tiras de la mochila.

-          ¡No sabía que hablaba con una Eredar de Argus!

-          Sólo quiero que sepas que te quiero y que tienes mis bendiciones. Espero que aprendas algo y te lo pases bien… te quiero hermana.

 

 

Mekumi marchó… cayó… se levantó y volvió a marchar. Paraba en algún puesto Draenei y allí aprendía algo de la zona.  Escuchaba alguna historia, observaba una nueva criatura y seguía… En Nagrand comprendió la importancia por los otros seres vivos que vivian allí en armonía y salvajes, en Talador que hasta el hogar puede tener misterios y que siempre hay que aprovechar el salir y conocer dónde estás. Por último, llegó al Valle Sombraluna donde se topó con un minero Draenei que buscaba joyas para llevarlas a Shattrath donde pulirlas y darle hermosas formas.
 

 

 

-          Si tan difícil son de encontrar y trabajar ¿Por qué no te quedas para ti las joyas?  -Mekumi se había comprometido con el joyero para aprender y porque viajar sola no le hacía realmente gracia.

-          ¿De qué me sirve tener mil joyas? ¿No te parecen hermosas? Incluso sin trabajar… ¿No es mejor que todos las vean y se esfuercen por conseguirlas? Obtener cosas sin más no reporta nada y quedártelo todo para ti sin que nadie pueda tenerlas o mirarlas hace que te vuelvas tacaño, amargado y reservado, negando de todos y ponzoñándose en la propia miseria.
 

 

Durante un tiempo estuvieron viajando por el Valle Sombraluna, Mekumi y el joyero. Pasaron por el imponente Templo de Karabor, sus círculos de piedra y quedaron una temporada en la ciudad de Elodor donde el joyero le enseñó cómo tallar las joyas que obtenía. Una vez que el joyero acabó con sus asuntos en la región, acabó por marcharse junto a Mekumi hacia la ciudad de Shattrath.

 

 

Mekumi había pasado unas temporadas viajando y al volver a casa no sentía que ésta fuera tan acogedora como antes. Había probado el sabor de la aventura y la llamaba a salir… a salir de la casa de sus padres, a conocer nuevas personas, obtener más conocimientos, aprender más de su mundo y los seres que lo habitaban como los Orcos.. pero los Orcos fueron los que tomaron la iniciativa.

 

 

 

El Comienzo

 

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-          Tristia no me pidas eso… No me pidas que te abandone. No quiero perderte también, no quiero perder a nadie más. ¡Muramos juntas!

-          ¿Desde cuando Mekumi es tan desesperada y tétrica como para decir eso? La Mekumi que yo conozco se levataría y lucharía por salvarse, por salvar a otros. Hermana, no se puede ya salvar nada aquí salvo tu vida y las de otros que por voluntad y palabra no se marchan. Este es mi momento, Mekumi.

Tristia levantó con cuidado a su hermana. Las ropas de Mekumi estaban algo chamuscadas, fruto de sus intentos por entrar en su casa y salvar a su madre de las llamas… cosas que no logró y solo la llegada de Tristia hizo que no se lanzara al fuego para terminar como su madre.

 

-          ¡No quiero, hermana, no quiero, no quiero olvidarte, no quiero abandonarte como madre, no, no me obligues a eso!

-          ¡Mekumi! Escúchame… no hay tiempo. Hay esperanzas y yo las tengo en ti. Esperanzas de que nosotros, padre, madre y yo vivíamos en tus recuerdos. No nos vas a olvidar y nosotros no te vamos a dejar. Siempre estaremos contigo. Ahora no me hagas llorar -Cosa que ya hacía.

Tristia tomó los cuernos de su hermana y se golpeó la frente contra la de ella, como hacían cuando eran niñas y cerraban un pacto… Este pacto era que Mekumi se marchara y viviera. Viviera plenamente, viviera feliz, viviera a salvo. Y lo logró.

 

 

Mekumi logró salvar la vida, pero nunca más vería a su hermana o sus padres. Lo único que conservaba como recuerdo de ellos era: La maza de su padre que pasó a su hermana y un collar de hilo dorado del mismo material que el adorno que colgaba de él, además de una pequeña joya roja que según decía su madre era mágico y contenía parte de los recuerdos de su esta, el cual se le entregó cuando se marchó Mekumi en su viaje por primera vez.

Así fue como se encontraba en Azeroth. Un nuevo mundo. Un nuevo futuro. Una nueva esperanza. Todo le abrumaba, lo nuevo le sorprendía, las nuevas razas le producían curiosidad, interés y gracia. Los recuerdos del pasado tormentoso perdurarían junto a los alegres y ella nunca perdería la sonrisa pues viviría por su familia, por su pueblo y por el mañana libre de los horrores que ella vivió y que podrían pasarle a otro ser en otra parte del mundo o planeta.

 

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Grimorio Arcano de Mekumi - Donde todos sus conjuros quedan escritos

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Escuela de Evocación - Rama de fuego

  • Evocación Básica: Difi 12/Maná 1 - Nivel 2 (Rango)  El mago reclama la energía Arcana o Elemental que domine, permitiendole usar sus propiedades elementales básicas (Quemar, Mojar, Arcano, etc...) y arrojarla contra un objetivo para inflingir 1d6 Puntos de Daño mágico.
     
  • Toque de energía: Difi 14/Maná 2 - Nivel 1 (Toque)  El Mago canaliza la energía arcana o Elemental que domine causando 2d6 Puntos de daño mágico a su objetivo.

 

Escuela de Adjuración - Rama de fuego

  • Abjuración Básica: Difi 12/Maná 1 - Nivel 1 (Personal)  Reclama la presencia de elemento puro permitiendo usar sus propiedades básicas (Mojar, Quemar...) y permite moldearlo de manera defensiva creando una pequeña pantalla protectora.  El nivel de este hechizo se sumará a la defensa mágica (intelecto + Abjurar energía + 1d10).

 

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