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Axl

Huskar - Los cuatro observan.

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  • Nombre: Huskar, Hijo de Zakkhar
  • Raza: Trol
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 28
  • Altura: 2,33m
  • Peso: 99Kg
  • Lugar de Nacimiento: Isla Lanza Negra
  • Ocupación: Guerrero de Clan
  • Historia completa

 

  • Descripción física:

De proporciones que alcanzan el tope racial, Huskar es un trol que goza de una contextura física lograda de forma excepcional, fruto de una vida de total violencia y dedicación a la propagación de la misma, entre los suyos se menciona que es debido a un cruce de unos Gurubashi, tambien que ha sido objetivo de "malos jujus" , encantamientos y maldiciones desde temprana edad. Lo que es facilmente notable es que este trol ha trabajado muy bien sus características fisicas.

Su cabeza es coronada por bastantes trenzas de colores rojizos claros, casi llegando a tonalidades naranjas, las patillas largas le llegan a la mandíbula y de su mentón se asoma una pequeña barba. Sus colmillos, largos, repletos de marcas, rasguños y con algunos abalorios clavados en estos crecen hacia adelante, con una tonalidad blanca pasando a amarillo claro. Su rostro pintado ofrece a la vista marcas de arañazos, y en sus ojos extremadamente claros como para tener un aspecto sano hay en cada uno una cicatriz.

Su cuerpo, color azul verdoso esta repleto de cicatrices que serpentean entre tendones y fibrosos musculos, tambien esta acompañado de extensos tatuajes que recorren gran parte de su cuerpo, representando las deidades que adora.

 

 

  • Descripción psíquica:

Entre sus pensamientos repletos de masacre sin frenos y escenas de violencia hay intervalos de calma y afecto que suele reservar solo para aquellos que el considera merecedores de este hecho, es de los que actuan antes de pensar y si no tiene a una entidad que de verdad tenga peso entre sus allegados que le indique cuando es el momento correcto para hacer estallar sus acciones es posible que deje que sus instintos actuen por el. A pesar de este barbarico modo de pensar Huskar suele mostrarse dócil e interactivo la mayoria del tiempo, siendo conversador con los que se encuentra e inclusive ayudandoles en sus tareas.

Le ofrece total devoción al Loa Shirvallah, "El Orgulloso". La deidad del tigre y el que mira bien a todo guerrero que luche honradamente en su nombre, Shirvallah es el Loa más fuerte físicamente y gusta de demostrarlo constantemente. Disfruta de la caza, pero disfruta comiendo su presa aun más. Representa el poder y majestuosidad en su estado más puro y primitivo. Representa el mayor ideal posible de honorabilidad trol y no el engaño o la astucia como muchos de sus hermanos.

En su cabeza algo se ha fragmentado y perdido, tiene sueños continuamente con "El Orgulloso", este le atormenta casi todas las noches por una acción que cometió en el pasado, una locura empieza a consumir su mente poco a poco, royendo su cordura desde las puntas hasta la raíz, es algo que a pocos les cuenta.

 

 

Historia

 

Resuenan tambores, el ardor de las llamas ponía sus enrojecidos ojos a punto de soltar lagrimas.  El olor de madera chamuscada. El olor del pieles podridas. El olor de orquídeas en descomposición. El olor del agua amarga. El olor del azufre, del aceite recalentado, de la manteca rancia, de la grasa, del polvo de marmol vomitado, de cueros cabelludos humedecidos en sangre. Todo eso colmaba los sentidos de Zakkhar, la noche de la revuelta en contra de los hombres pez parecía eterna a la opinión del guerrero, había matado ya a demasiados y vio morir a suficientes, no había sentido en luchar por unas islas condenadas y agonizantes, en morir en nombre de una causa que vertía odio y terror en sus últimos estertores... la duda le cegaba, aunque no superaba la obligatoria devoción a aquellos que siempre compartieron con el en su clan, aquellos guerreros de piel verde que les apoyaban también eran una buena razón para luchar... pues eran todo un ejemplo a seguir

Zakkhar corrió con desespero hasta su cubil, donde esperaba todavía encontrar a su hembra que, por desgracia, estaba en la labor de parto durante el conflicto, pocos guerreros quedaban dispersos por los alrededores, habían sido perseguidos y capturados por los seguidores de la Bruja del Mar. Esperaba encontrar también a su cachorro, quien apenas había aprendido a combatir hace unos pocos meses... Sería una larga noche.

 

*** *** *** *** ***

 

El sonido de la flecha que se clavaba a la madera resonó abruptamente, solo reemplazada por el sonido del aleteo de la colorida ave que escapaba llena de miedo, Zakkhar soltó un gruñido odioso.

—Ahí va nuestra cena…— Refunfuñó el envejecido trol con una sonrisa decepcionada.

—¡Es ridículo, deberíamos ir a por los tigres, su carne es deliciosa y podemos usar sus pieles! —Bramó con cólera el joven. —Prefiero mil veces usar algo con lo que pueda golpear cara a cara a mi enemigo a un simple arco.

—Lo que no entiendes es que este no era el enemigo, era la comida, y pensamientos así solo te harían llegar hasta una muerte segura, por desnutrición o por tu cabeza dura. —Zakkhar ladeó con la mano y poso el hombro sobre su único hijo, mostrándole los colmillos en una sonrisa—  Volvamos al poblado, Huskar, estoy seguro de que todavía queda algo de comida para nosotros.

El joven Huskar miró a su padre con duda e irritación.

—¿Es lo qué crees? Yo estoy seguro de que no quiero volver a comer cangrejos por quinta vez esta semana —Caminaba con decepción y enojo, junto con su padre hacia el poblado.

Tras una larga charla ambos llegaron al pequeño poblado que habían organizado los trols supervivientes de la gran batalla librada en las Islas Lanza Negra, Sen'Jin... hacía llamarse, y donde se reunían todos los trols de esa misma tribu. Al llegar comieron y charlaron con sus colegas, Huskar estaba demasiado irritado como para tratar con nadie así que decidió ir a dormir.

Hace años, cuando habían luchado por sus vidas con la esperanza de poder escapar de la ya condenada isla Lanza Negra Zakkhar guió a su mujer e hijo por el camino seguro, muchos trols y orcos estaban defendiendo los barcos de escape mientras que eran flagelados por incontables hordas de monstruosidades marinas enviadas por la temida Bruja del Mar, lastimosamente… la madre de Huskar no sobreviviría el viaje, sus heridas eran graves y con todo el ajetreo y la carrera por la jungla había perdido ya el resto de sus energias, para el anochecer y cuando por fín lograron llegar al grueso de los orcos y trols la madre de Huskar habría muerto.

La ira colmó al joven de una forma impresionante, jamás se lo perdonaría a su padre, les abandonó a su suerte en el momento de mayor necesidad. Al menos el lograría cobrar venganza enfrentándose a esas criaturas antes de su escape, cogió el arma mas cercana y se acerco a los defensores de las puertas, estos le bramaron que volviese a la seguridad, el ignoró toda orden y combatió defendiendo casi a la par de los adultos que ahí estaban parados.

Logró ganarse el respeto de varios, aunque eso no le devolvería jamás a su única madre, tampoco apagaría la llama que se encendió en su interior, una llama que hasta entonces estaba durmiente.

Los trols y orcos por igual se encaminaron a los barcos con prisa, entre ellos Zakkhar y su único hijo, donde un destino al lado de los orcos les esperaba, un nuevo éxodo para los Lanza Negra se alzaba en el horizonte y se hacía llamar Kalimdor.

Huskar tuvo una agitada pesadilla, donde, rodeado de llamas y los gritos en agonía de sus conocidos, encaraba a una enorme bestia, un tigre de proporciones magnificas, una poderosa deidad se había postrado ante él, le rugió, el hizo lo mismo. Aunque el joven estaba totalmente intimidado hacía todo lo que había en su poder para evitar demostrarlo, alzo el mentón y miro con desafío al felino, aunque sin ocultar la total admiración que sentía por el. Por un segundo hubo un total silencio, la criatura espetó algo que no le quedo para nada claro, ni siquiera pudo entenderlo. Solo había podido entender la ultima frase que le dedico la colosal bestia… “Despierta ahora, te observamos.”

Desde entonces y confundido por esa extraña visión el joven guerrero ha decidido dedicar su senda de aprendizaje a esta majestuosa criatura que le visitó en su propio sueño. Incansables han sido sus búsquedas de conocimientos que le ha dedicado a los más ancianos sabios de la tribu, muy pocos logran darle un nombre en concreto, era un Loa… era Shirvallah.

Ya bastantes han sido las batallas que libró en nombre del patrón de las batallas, ha recolectado suficientes trofeos para que un cazador como el estuviese ya a gusto y no necesitase combatir mas en décadas, pero para el no era suficiente, necesitaba sentir aquella sensación que tuvo al estar frente a frente con esa majestuosa criatura, ningún trofeo se compararía jamás a experimentar una muerte gloriosa en nombre del mas orgulloso de los Loa

Editado por Axl
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"Veo que ahora puedes recordarme... pero todavía no sabes quien soy.

¿Por qué has vuelto con las manos vacías? ¿Por qué sigues presentándote de esa forma?

Quizás necesites recordar quien eres. Te estamos observando."

 

Ahí estaba de nuevo, juzgándole con la mirada, mostrandole los colmillos en una pose despectiva. Era insaciable, incalmable. El zumbido que provocaba su mera presencia en los oídos de Huskar le colmaban los sentidos, sentía que la cabeza le iba a explotar cuando escuchaba cada una de las palabras del majestuoso felino. De un momento a otro, ya no había mas nada, todo era oscuridad.

Huskar despertó, en un lugar familiar aunque no fuese su hogar, era mas pequeño. Había vuelto atrás en el tiempo, se levantaba de su hamaca, saludaba a su padre pero no se detenía a hablar con el, solo caminaba hacia adelante. Pasaban a su lado rostros vacios, no había boca, no habían ojos... sin embargo eran familiares, el siguió caminando. A su lado empezó a seguirle otro cachorro, sus cabellos eran azulados y podía reconocer su rostro: Era Voloji.

Podía recordar, desde siempre fueron bastante unidos. Sus padres eran compañeros de caza y acercaron a sus hijos para que se conocieran mejor, los rituales de la juventud los hicieron juntos, cazaban sus propias comidas y eran el único orgullo de sus padres. Jugaban todos los días, entrenaban y siempre compartían historias disparatadas entre ellos. Eran inseparables, eran hermanos.

Huskar vio como el tiempo se paralizaba, pero ellos dos seguían caminando hacia la nada, los edificios parecían infinitos, el camino era tan largo que no se sabía si el final quedaba justo frente a ellos o mas allá del inexistente horizonte, el sol y la luna se enfrentaban en una carrera por llegar al anterior dicho, volvían a aparecer una y otra vez en su eterna persecución. A su alrededor los edificios empezaban a arder, pero el y su hermano seguían caminando, al indefinido horizonte, a un lugar mas allá del tiempo.

Sus rostros se miraron por ultima vez, y frente a ellos un bote sin remos apareció, subieron juntos. Huskar de un salto, Voloji despacio y con cuidado. El bote avanzó y ambos miraron por ultima vez lo que sería su hogar, ardía, los gritos sonaban igual a unos mosquitos zumbando en sus orejas, pero no había llanto, no había temor. ¿Se le había perdido algo en el trayecto?

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