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Stannis the Mannis

[Evento completado] Daños colaterales.

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  Bienvenido al Arrabal

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Intro

Era un día lluvioso en Elwynn. De ese tipo de lluvias torrenciales que dejan una humedad que cala los huesos y te deja con mal cuerpo. El día estaba de lado de los dos montaraces para ampararse en la discreción. Los dos Montaraces se habían citado a las puertas del ayuntamiento de la vill y Santiago no tardó en dejarse caer.

Elegost explicó la misión a Santiago; Había conseguido información de parte de los compañeros del Sargento Kyle Marsh, que había sido asesinado en la barriada. La información eran las indicaciones para dar con la casa de uno de los sospechosos, un tipo llamado Robledo que espiaba al sargento mientras éste estuvo operando en el arrabal. 

Tarea sencilla; dar con la casa. Sacar al sospechoso, interrogarlo y volver a dejarlo en su casa. Limpio y rápido. Pero los dos en el fondo sabían que no sería así. Santiago mismo estaba nervioso. Al llegar a la salida de la villa se quitaron los tabardos y solo ahí ya Santiago se relajó un poco.

Santiago sabía desenvolverse en las calles de las poblaciones tan bien como Elegost en los bosques, por lo tanto le dio las indicaciones al montaraz arcano, que no tardó en dar con la casa. Un concienzudo vistazo al interior de la casa y Santiago ya sabía que el sospechoso estaba dentro; con su hija en brazos cerca del fuego y la mujer tejiendo sobre una alfombra. Una escena hogareña que pronto sería interrumpida. 

Iban ha aprender, que a veces, la elección menos violenta y pacífica; puede desencadenar los acontecimientos más sangrientos y caóticos.

 

Acto I

Elegost no se iba a andar con florituras, echaría la puerta abajo y sacaría al hombre, pero Santiago quería ser legal y sencillo; simplemente tocaría y pediría que el hombre saliera, suponía que el sospechoso no querría involucrar a su propia familia.

- Somos gente que representa a otros y queremos hablar con el hombre de la familia.

La repuesta de Santiago a la voz amenazante y temblorosa del otro de la puerta no tuvo más respuesta o acción. Elegost volvería de haber estado mirando la ventana para decirle que echara otro vistazo. Juntos vieron como el hombre se armaba con un viejo trabuco y mujer e hija se escondían detrás de una persiana que separaba las salas de la casa.

El rápido plan de acción sería el siguiente; Santiago rompería la ventana y entraría, causando el sobresalto del hombre armado cerca de la puerta, entonces Elegost echaría la puerta abajo. Al hombre no le daría tiempo a encañonar a todos y podrían reducirlo. También se dijo de tomar a la familia como baza, los Montaraces podían ser retorcidamente crueles llegado el caso.

La lluvia seguía cayendo con fuerza, nadie por las calles, nadie asomado a las ventanas. Los golpes de Santiago a la ventana quedan amortiguados por la fuerte lluvia, pero no logró su objetivo de romperla. El hombre encañonó la ventana y a punto estuvo de volarle a Santiago la cabeza si no llega a ser por Elegost, que se saltó el plan y directamente echó la puerta abajo, golpeando al hombre y con tan mala suerte que disparaba a su propia familia.

El ruido del disparo y el humo de la pólvora quemada dejó paso al grito de agonía y espanto de la mujer que tenía en brazos a su hija ensangrentada. 

La confusión fue máxima cuando Santiago entró por la puerta y vio la escena. Elegost ataba al hombre en shock y le ponía un saco en la cabeza. Todo iba "según el plan"

Elegost apresuró a Santiago a salir de ahí y que buscara un camino rápido, discreto y alejado del camino principal para salir del arrabal. El Montaraz arcano aunque estaba perplejo y aturdido; cumplió su labor con gran resolución. Cruzaron en silencio las calles y llegaron al bosque cercano al río Falveri. Allí empezaron a interrogar al hombre.

 

Acto II

Robledo no se mostraba muy cooperativo, destrozado por la muerte de su hija y sin ganas de vivir. Elegost ayudó a cortar su vida pues a cada rato le golpea o ahogaba en el río. Habían cosas que no cuadraban, como que tuviera un arma de fuego pero no cortinas o mejor vivienda. Era un detalle tonto, pero notaba que alguien había ayudado a Robledo y que le estaba ayudando. ¿Quizás los mismos que mataron al sargento Kyle Marsh?

El hombre seguía sin querer dar detalles y Santiago pidió que Elegost esperara; iria a por la mujer y la usaría para sacar información. Elegost aseguró que esperaría, pero quizás el hombre no estaría vivo para cuando él volviera. 

Santiago fue rápido de vuelta a la casa para encontrar a la mujer lavando y dejando presentable a su hija. La pobre muchacha que no llegaría a los diez años; descansaba repostada en la cama, con orificios de perdigones por todo su pequeño cuerpo. Santiago tuvo palabras con la mujer...
 

- Tendrá que venir conmigo. Entienda que no está en posición de resistirse.
- ¡No voy a ir con nadie, bastardo! ¡Tú eres el que no entiende! ¿¡Qué es de una madre que pierde a su único hijo!? 
-  Creí que al menos querría usted conservar a su esposo con vida luego de esto.  ¿Vendrá?.
- ¡Me da igual él, me da igual usted, me da igual todo. TODO, lo único que me importaba era mi hija!¡Y ahora está muerta! 


Santiago se tuvo que forzar a mostrarse frío e indiferente. La mujer no daría su brazo a torcer y tampoco tenía más motivos por los que seguir adelante.

- Si no viene tendré que usar la fuerza.

Pero la mujer seguía desplomada de rodillas en el suelo, llorando desconsoladamente y Santiago sin saber bien qué hacer, hasta que volvió a hablar.

- Al comienzo golpee la puerta. Quería sacar solo a su esposo y evitar que la niña tuviese que ver nada...Supongo que después de todo, acabó por no ver nada... Aunque no creí que sería este el modo de tener que decirlo...
 
Santiago entorna la vista a la mujer y frunció el ceño con rabia, molesta y desdén Esto es culpa de su esposo....

- Y ahora, vamos. -Santiago aferró la empuñadura de su espada y golpeó la cabeza de la mujer en un intento de dejarla inconsiente, pero tales cosas solo pasaban en las obras de teatro o al menos lo hacía gente diestra; Santiago no lo era.

Santiago había terminado por romper todo razonamiento que albergara la mujer. Ésta enfureció en un arrebato de locura. Sacó un cuchillo y se lanza a por Santiago, al que clavó el cuchillo, pero la armadura del Montaraz estaba hecha para aguantar tales cosas. Él se retiró a la puerta mientras la mujer volvía a caer al suelo. 

- Lo siento mucho, Claudia...

Y antes de que el Montaraz arcano pudiera actuar; la mujer se degolló el cuello con el cuchillo, dejando un cuerpo que convulsionaba sobre un charco cada vez más grande.

 

Epílogo

Un desolado Santiago quedó en la casa vacía mientras se preguntaba qué hacer ... Mientras, en el rió, Elegost seguía "interrogando" al sospechoso. Pero eso ya no era un interrogatorio, era una tortura. Le ahogaba, le golpeaba, le producía cortes con su cuchillo. Elegost estaba igualmente furioso con el hombre como consigo mismo. Sintiéndose el responsable de la muerte de la hija, del fallo de la misión. Lo único que le puso sacar al hombre antes de que quedará inconsciente fue de que el arma se la dio un conocido para que se defendiera de la gente que viniera a preguntarle sobre el sargento Kyle Marsh. Pero que no había tenido nada que haber con el asesinato, la actuación de Robledo fue meramente espiar al sargento. ¿Pero en nombre de quién? Elegost no le pudo sacar eso.

- ¿Muerto también?  -Santiago había vuelto y en su tono no mostraba ningún interés real por el estado del hombre

- Aún no. Solo inconsciente. No ha querido hablar. Dice que él no mató a nadie... que el arma se lo dieron para defenderse de otros.

- ¿Cuál es nuestra pista de que era culpable?.

- Nuestra pista es que este lo esta espiando.

- ¿Pero cuál era... La pista? ¿Por qué sabemos que él...?.  -Santiago se quedaba sin palabras fruto del cansancio mental en el que se encontraba.

-  ¡No lo sé, Santiago! ¡Es lo que los compañeros de Kyle me dijeron! -Elegost era una persona fría pero ni en ese momento podía guardar la calma para no gritarle a su amigo.

- Bueno... Su mujer está muerta también. Más le vale ser culpable.

Cuando Elegost preguntó y supo que la mujer se había suicidado, que el hombre no tendría ya ninguna familia; se apiadó de él y acabó con su vida con un corte limpio en la yugular. Dejó que el río se llevara el cuerpo y quedara en el olvido.


-  La Luz los ampare a los tres.  -Pronunció Santiago, el menos creyente de los dos.

- Vayámonos de aquí. -Bastó eso para que los dos marcharan por el bosque, rumbo a la villa.

 

La misión había sido completada. Dos inocentes muertos, quizás incluso tres. Incógnitas sin responder. Muertes sin aclarar, más cadáveres que se amontonan en fosas comunes. Los Montaraces habían echado la vista al abismo, habían comido, reído y bailado con él. Ellos siempre habrían creído que lo que hacían era justo y necesario, incluso días después de aquello; así seguían creyéndolo. 

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Habilidades uasdas: Callejero x2 (Santiago de Sveri)
Tipo de Evento: Corto
Duración: Cerca de 2 horas
Participantes: Servidor y @SwordsMaster
Mastreado: @Stannis the Mannis

Fecha del evento: 15-3-17
Trama en base a sucesos de tramas oficiales del ejército Imperial.

Editado por Stannis the Mannis

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