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Thorch

Vladimir Rosencoff

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  • Nombre: Vladimir Rosencoff
  • Raza: Renegado
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 28
  • Altura: 1.68
  • Peso: 55
  • Lugar de Nacimiento: Lordaeron
  • Ocupación: Guardia de la muerte
  • Historia Completa

 

Descripción física:

Es un renegado de aspecto horrendo, sus pútridas carnes presentan pústulas verdes, y sus rojizos ojos producen una visión pavorosa. Su postura suele ser muy inclinada, y la débil contextura física (aún para un no muerto) lo convierten en un ente sigiloso. Una lengua excesivamente larga pende entre sus negras quijadas, y la voz chillona que emite resulta hiriente al oído vivo. Suele cubrir todo su cuerpo con togas negras, y su rostro del mismo modo con capuchas.

 

Descripción psíquica:

Con un perverso sentido del humor, y mucha sapiencia. Es un ser sanguinario, malvado y sin escrúpulos. Disfruta al causar dolor y sufrimiento, atacando sin piedad a cualquiera que perciba como una amenaza o demuestre debilidad. Ansía el poder y la supremacía, a través de la nigromancia.

 

Historia

 

Siempre había sido débil  físicamente, su frágil salud lo convirtió en un niño frustrado. Mientras otros corrían por los bosques y soñaban con ser caballeros, él debía asomarse con cuidado a la ventana de la recamara y soñar estar allí. Los antiguos pobladores murmuraban sobre el chico bestia. Muchos decían que pagaba el precio por los pecados antiguos, de una dinastía que en el pasado unía en matrimonio hermanos para mantener la sangre. El extremo parecido físico entre sus progenitores no colaboraba en acallar las voces, y comentarios mordaces. Lo cierto era que los Rosencoff actuales se trataban de gente devota, fervientes seguidores de la luz. Todos excepto el joven Vladimir, quien no entendía como esa fuerza sagrada y pura, permitía la injusticia de su cruel tormento.

Los años fueron pasando, el otrora frágil niño se había dedicado a cultivar sus conocimientos. Sus padres no escatimaron esfuerzos para darle algo de felicidad, por lo que jamás se oponían en proporcionarle libros e instructores. Tampoco se atrevieron a oponerse a sus fugaces salidas nocturnas, ni se ocuparon en investigar las transformaciones físicas y mentales que dejaba en evidencia poco a poco.

Ya siendo mayor de edad ingresó en la academia de ciencias arcanas del condado regente, como noble de una casa banderiza no tuvo impedimento alguno a pesar de su siniestro aspecto. Nadie ponía objeción al verle vistiendo ropas oscuras y a rostro cubierto, por ‘'razones médicas’’. Nadie excepto Deimon Adelgrieff, aquel joven oscuro e inteligente, que parecía hacerle sombra a cada paso que daba por las sendas del conocimiento. Primero fue rivalidad, poco a poco se transformó en un visceral odio. Tanta era la competencia entre ellos, que a nadie le pareció sorprendente cuando ambos fueron expulsados de la academia. Los motivos simples fueron convenientemente ocultados: internarse en la búsqueda del conocimiento prohibido. Cada cual tomó su senda, más Vladimir encontró otras opciones de fuerza que nunca había siquiera imaginado, u tenido en cuenta en su tortuoso pasado. Quien necesitaba de un cuerpo fornido, cuando podía dominar a miles y obligarles a obedecer su voluntad?. El poder que tanto ansiaba a cambio de recoger cadáveres, el sabor de la dominación resultaba un néctar demasiado tentador. Se entregó en cuerpo y alma a las artes nigrománticas, los rincones oscuros del arrabal pasaron a ser su centro de operaciones. Profanación de tumbas, secuestros, asesinatos, despojos rituales, entre un sinfín de actos despiadados, pasaron a ser su obsesión. La sed de muerte se acrecentaba cada día más en su ser. No obstante la mayor de sus funestas ambiciones y metas seguía siendo la de destruir por completo a su eterno rival Déimon.

El reino Lordaeron caía a pedazos, los cuerpos destrozados de los defensores se apilaban por un lado, mientras por el otro levantaban sus despojos, para unirse a la turba de no muertos que crecía sin cesar. Sin embargo a Vladimir y Déimon no parecía importarles la situación, el momento de la anhelada batalla definitiva entre ambos, por fin había llegado. En medio del horror sin afectarles siquiera el desfile de icor y sangre a sus pies, se midieron frente a frente en singular demostración de maldad y prodigios. La balanza no parecía equilibrarse para ningún lado, y la plaga no estaba dispuesta a esperar por ellos…

Actualidad.

Todo era confuso, quien soy, que hago aquí? El no muerto Vladimir no recordaba su pasado, tampoco era consciente de su presente, pero algo no paraba de resonar en su cabeza: Déimon, Déimon, esto no ha terminado.

'Quien busque el poder debe ser tenaz sin abandonar la sutileza. Detrás de lo simple se esconde lo complejo, no existen verdades absolutas, solo medias verdades''. 

Durante mis solitarias exploraciones entre ruinas y tumbas, descubrí algunos elementos que me resultaron útiles para la observación de las sombras. Unos lienzos y tintas por un lado, y una especie de catalejo por el otro, resultaron ser herramientas valiosas.

 Traté de encontrar alguien dispuesto a posar para mi trabajo. Afortunadamente una hermana recientemente liberada, no tenía nada mejor que hacer. Pacientemente al disponer de tiempo y saber que no sería interrumpido, decidí buscar un recinto oscuro y sereno. Hallé con facilidad una cripta en Camposanto propicia para el ensayo. No fue complicado instalar una lámpara, de manera que un lado de la cara de quien posaba quedara iluminada por una luz fuerte, con sombras oscuras y marcadas en el otro lado. El lienzo que disponía no era todo lo blanco deseado, pero de todas formas servía. Por el contrario la negra tinta hallada en un vetusto caserío, resultaba ser de buena calidad. Así comencé a pintar las sombras que cubrían el rostro de mi modelo, contemplar sus formas en detalle y percibir sus tonalidades. Después de terminar sentí cierta sorpresa al contemplar el retrato. Varias formas no parecen significar nada, hasta que logras distinguir la imagen que muestran las sombras.

 Contemplé las Lunas con el viejo telescopio, día tras día, noche tras noche. Hasta que al enfocarlo hacia la región que separaba la parte brillante de la oscura, descubrí un paisaje de luces y sombras muy distinto, a la superficie perfectamente lisa que les suelen atribuir los ignorantes. Pero no solo eso logré percibir, a lo largo de mis múltiples observaciones. En el firmamento, vi como las sombras lograban cubrir por completo, las lunas y el sol. 

 En ocasiones logré ver algo oscuro, borroso tal vez como una sombra, en donde instantes después no había nada. Creí que era solo alguna anomalía en principio, pero desde ese momento me siento observado. Hasta puedo ver cada tanto, como se yergue frente a mí una sombra negra, como si fuese un hoyo o un pedazo de oscuridad. 

 Las sombras nos ocultan las cosas, pero al mismo tiempo nos permiten comprender el universo. Parecen esconderse de los profanos, y mostrase a quien las quiera ver.

La mayoría de especies han evolucionado en un mundo de luces y sombras, desarrollando un sistema de visión que no funcionaría sin ellas. Se puede comprobar fácilmente que en un día encapotado los paisajes tienen un aspecto plano y sin relieve. Del mismo modo, un rostro cubierto con luz muy tenue, incapaz de proyectar sombras, parece achatado y desprovisto de rasgos. En ambos casos, el cerebro echa de menos las sombras, que le permiten interpretar la forma y el volumen de los objetos y los espacios. El funcionamiento de la mente llega al extremo de que cuando miramos un cuadro en el que las sombras están mal construidas, lo vemos bien sólo porque nuestro cerebro es capaz de reconstruir la imagen como debería ser en la realidad.

La concepción de la sombra cambia a medida que evolucionamos, las crías apenas pueden asociar las sombras con los objetos que las crean, pero aun así las perciben como una sustancia que emana de las cosas. Es frecuente observar a los seres poco inteligentes jugar con su propia sombra, tratando de despegarla de los pies o de cubrirla con arena, para esconderla.
En general, hasta la madurez o desarrollo mental, aprendemos a reconocer las sombras como la ausencia de luz, y descubrimos entonces que, para crearlas, hacen falta una fuente luminosa y un cuerpo que se interponga en el camino de los rayos que emite. 

Sin embargo detrás de los fenómenos naturales y físicos, parecen existir otras leyes ocultas. Reservadas para aquellos, dispuestos a recorrer la senda del conocimiento en forma extraordinaria.
 

 

Editado por Thorch
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