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  1. neorexx

    [Historia] Vincent Farrow

    Nombre: Vincent Farrow Raza: Humano Sexo: Hombre Edad: 24 Altura: 1,71 Peso: 70 Lugar de Nacimiento: Villadorada Elwyn Ocupación: Cazador de monstruos Historia completa Descripción física: Cabellos largos y ondulados rodean su cabeza con un color oscuro tirando un poco más a marrón que a negro, bajando por su frente y ceja derecha un tajo haciendo de cicatriz junto con otro en la mejilla, su nariz es firme y ligeramente curvada, la mirada de Vincent parece en todo momento atenta y expectante con unos ojos de color semejante a la miel y de parpados un tanto finos acompañados con unas cejas que realzan su expresión facial haciendo de éste un rostro interesante. Bajando desde sus patillas una barba ligera que cubre la mandíbula y el mentón llegando a parte del cuello, su piel es un tanto pálida pero con buen tono, de estatura mediana y peso ligero llegando a medir 1,71m y pesando alrededor de setenta kilos teniendo un cuerpo ágil y atlético acorde a su estilo de vida. Descripción psíquica: Vincent es alguien impredecible mentalmente, posee un ingenio y astucia que su percepción de la vida podría ser muy distinta a la de los demás, sin embargo no es consciente de esto y no se comporta como tal, como si solo sacara ese potencial cuando lo necesita y cuando no, pareciera que hablas con alguien distinto, alguien libre que juega bajo sus propias reglas, alguien atrevido, sarcástico, seguro y que mantiene una leve informalidad a la hora de hablar. Detrás de eso se encuentra el Vincent observador que atentamente calcula cada paso a dar y cómo actuar en cierta situación. A veces y tan solo a veces, disfruta de dejarse llevar por lo que venga, de actuar sin pensar aun qué eso vaya en contra de las probabilidades que le dicta su conciencia, de mirar al peligro y decir ¡A la carga! Como si no importara el número de enemigos o la calidad del equipamiento, tan solo vive el momento con la libertad y atrevimiento que su otra cara le impone. ~Historia~ Una perla entre cenizas -Vince…Vince, despierta- se oye la voz de un niño de unos once años. -Uhm…*despierta algo desanimado* ¿Que pasa Mike…?- dice el joven Vincent. -El viejo Evereth dejó solo su negocio, si nos apuramos podemos llevarnos un par de cobres- propone Mike. -Ya veo, bueno veamos que conseguimos. Tu vigilas yo me encargo- contesta Vince. -Vamos-concluye el joven Mike. Michael y Vincent eran el dúo dinámico de malhechores juveniles del orfanato, que abandonados a su suerte de tan jóvenes no hallaron otra manera de conseguir lo que querían si no robando y engañando de las maneras más astutas posibles para dos niños de once/diez años. Problemas los encontraban pero sabían salir de ellos impunemente mediante la astucia de Vince y la mente criminal de Mike. Poco les quedaba por perder, al no tener una figura paterna de autoridad ni una madre a quien no defraudar, hacían lo que querían cuando querían y si eso implicaba llevarse a “casa” algo ajeno que les gustara lo hacían. Pero…hablemos de Vincent, él a pesar de lo que hacía no era un criminal cualquiera, no, él era alguien muy enfocado, con una gran capacidad, alguien que aun que parecía dar el 100% luego te sorprendía con algo aún mayor. ¿Serán las malas compañías que lo llevaron a esto? ¿Serán ambiciones propias? Ni él lo sabía, solo quería ser alguien que no se dejara pisar por otras personas. Adopción y Nueva vida Vincent quizás no fue alguien brillante por su bondad y respeto en la niñez…pero, algo vio él, aquel hombre que caminaba como si cada paso que diera fuera el último pero lo hacía con orgullo, alguien que denotaba poder pero no en malas manos, que traía cierta seguridad a tu vida cuando te miraba. Su nombre era Erick Farrow y cambiaría la vida de Vincent al adoptarlo meses después. A Vince por otro lado, no le hacía mucha ilusión ser adoptado, la vida de un bandido le trataba bien al menos en su niñez, no tenía mucho por lo que preocuparse y se divertía con su mejor amigo Michael. Preparando sus cosas para mudarse de hogar se encontró con un recuerdo del pasado, la insignia que le había dado su difunto padre, quien sabe cuánto tiempo guardó aquel trozo de metal dorado que poco tenía de especial…pero para él era algo, un indicio de que tuvo una familia, por poco valor que denotara un pedazo de pasado, para Vince era un tesoro. A la mañana siguiente conoció a su padre adoptivo, éste era un hombre de treinta y seis inviernos que poca cara tenia de ser alguien amoroso y paternal, algo como esto pensaba Vince: ¿Tu, mi padre? ¿¿Enserio?? ¡Pero si parece que le pega a una pared y tira abajo la casa! Eso dejaba aún más a entender la primera impresión que daba Erick de ser alguien respetable y que nadie se atrevería a meterse con él, algo que en cierta manera agradó a Vincent, pues él quería ser alguien así en el futuro. -¿Y bien, cómo te llamas?- preguntaba su nuevo padre. -Vincent, señor- contestó el niño. Sonriente al oírle hablar se presenta- Bien me llamo Erick, un gusto Vincent espero que te sientas cómodo aquí- señalaba con la palma la gran casa cercana al bosque a la cual estaban llegando. -Oh, s…seguro- se hallaba mirando asombrado lo que para él era una mansión. Las siguientes semanas se convertirían en una experiencia para Vince, pues él nunca había vivido este tipo de vida donde se trabajaba para conseguir lo que uno quería, había mucho por mantener en aquella casa, vivir allí con Erick le enseñó la satisfacción de obtener recompensa por el trabajo duro. Erick era alguien que le gustaba cosechar lo que sembraba, cazar lo que comía y vestir lo que cazaba, pero… había algo que él ocultaba, Vincent ya se había dado cuenta y le daba cierta curiosidad, pero respetaba sus asuntos…sin embargo era algo muy específico, pues los jueves y sábados normalmente desaparecía de la casa todo el día y regresaba con una bolsa de monedas. Dos meses después Vincent es enviado a empezar sus estudios, nuevamente esto no le entusiasmó mucho que digamos, pero era lo que tocaba. Sin embargo eso no cambiaría el carácter rebelde que llevaba siempre consigo, siendo él el “chico malo” de la clase, encontrando problemas por donde pasaba y haciéndose respetar entre los suyos. No era alguien con quien quisieras meterte, pero tampoco alguien agresivo, simplemente iba a lo suyo y quien se pusiera en medio lo pagaría de algún modo. Su reputación de rebelde atraía las miradas de varios, algunas de desprecio y otras de admiración, pero ninguna le importaba…era alguien libre. A lo largo de los años Erick fue imponiendo cierto manejo del combate en Vincent, esto en cambio sí le agradaba más que los estudios y obligaciones, era donde se sentía cómodo y se dejaba llevar mediante una espada o sus puños, entrenaba ágilmente y sobrepasaba todos los obstáculos que le ponía su padre adoptivo, de alguna manera esto se sentía como una constante prueba y Erick veía con orgullo la capacidad de su hijo no solo en físico sino en razonamiento, pues de vez en cuando le hacía preguntas específicas que un adolescente normal no sabría responder con la precisión de Vince. Pronto algo sucedería que cambiaría su vida. Ecos del pasado -Vincent, despierta hijo…- la voz de Erick despertó a Vince en mitad de la noche, ésta sonaba un tanto distorsionada por algún tipo de sonido agudo. -¿Hm?... ¿Qué pasa viejo?- dijo Vincent al abrir los ojos. -Acompáñame, tenemos un asunto que atender…- contestó su padre adoptivo. -Bien *bosteza* cinco minutos más- -¡Despierta!, esto es serio- -Ya qué…- concluyó Vince. Ambos siguieron hasta fuera de la casa, se dirigieron por un camino hasta la espesura del bosque donde siguieron caminando por un tiempo, hasta que Vincent ya empezaba a dudar un poco sobre qué hacían y donde estaban. Notó que la vegetación era distinta, pues había vivido demasiado tiempo por allí como para no notarlo, la brisa no movía las hojas de los árboles, algo raro estaba pasando y el comportamiento de Erick no ayudaba a disimular todo esto. -Oye… ¿A dónde vamos exactamente?- preguntó Vince. -¿Recuerdas todos esos días en los que no llegaba a casa?- -Bueno… si, pero ¿eso que tiene que ver con lo que pregunté?- -Verás Vincent...oculto muchas cosas y quiero que sepas que es por tu bien el que no te las diga… pero esto… tu pasado, no puedo ocultártelo…- contestó Erick. -Mi… ¿pasado? ¿de qué hablas?- -Solo sigue caminando, no faltará mucho para que te des cuenta de que hablo- El misterio se sentía por todas partes, Vincent solo caminaba por un sendero desconocido para su persona, las horas pasaban y empezaba a perder la cordura, sentía que caminaban en un bucle pues todo era lo mismo, el mismo árbol, las mismas sombras, el mismo aroma… todo esto y el extraño comportamiento evasivo de su padre hizo que dejara de pensar lógicamente, poco a poco la paranoia invadía su ser, hasta que respiró hondo y empezó a meditar que sucedía realmente llegando a la conclusión de que esto no era real, aprendió a esquivar sus sentidos básicos ignorando lo que se veía, olía, oía y sentía, rompiendo así la barrera que había entre realidad y sueño que estaba experimentando. Sin darse cuenta ya no veía mucho, estaba ahora en un lugar oscuro y lúgubre del que no tenía recuerdo alguno que existiera por los bosques. -¿Qué…es este lugar?- se preguntaba asombrado por lo que pasaba a su alrededor, pues en un parpadeo pasó de estar caminando por un verde y soleado sendero a estar parado en tierra de nadie con el constante sentimiento de tensión que había en el aire. -¿Hm? ¿De qué hablas?...- contestó Erick. -Sabía que esto no era real… dime viejo, ¿Dónde estamos?- dijo Vince. -Vaya…evadiste mi ilusión por lo que veo- dijo Erick interrumpido por el llanto de personas y el chocar de las cadenas- Demonios, está aquí…- -¿Quie…?- -Baja la voz, debemos escondernos antes de que nos vea, rápido ve a ese arbusto- ordenó Erick interrumpiendo el habla de Vincent. Y así lo hizo, mantuvo total silencio detrás de lo que parecía ser un arbusto, la neblina jugaba en cierta forma a su favor en ese camino boscoso que se veía alrededor, se escuchaban los pasos de un corcel y el sonido de las cadenas acercándose poco a poco, un frío sudor recorría la frente de Vincent tras oír el inesperado indicio de compañía que estaba llegando. Aquella figura obscura que recorría montada en caballo, arrastraba lo que parecían ser personas atadas por férreas cadenas, lo que hasta ahora era un sueño extraño se convirtió en una pesadilla muy real que vivía el escondido Vincent tratando de evitar ser uno de los prisioneros de esa criatura humanoide. Al pasar un par de minutos Erick le hace una seña para que salga-Despejado, ven debemos seguir- -Ni hablar, viste esa cosa, ¿en dónde demonios estamos?- -Si quieres que esa “cosa” no nos encuentre debes moverte, vamos te explicaré todo cuando estemos con los demás- -¿Los demás? *suspira* Bien…- concluyó Vincent. Siguieron caminando hasta hallar el sitio donde se encontraban las otras personas de las que habló Erick, éstos eran hombres y mujeres armados de aspecto peculiar, pues todos parecían fuertes guerreros centrados en lo que hacían. -Te presento a la hermandad- dijo Erick -Así que este es el famoso Vincent, eh- dijo uno de los guerreros que se encontraban preparándose para lo que parecía ser una fuerte batalla. -Él es Roger, uno de los más habilidosos con la magia que conozco- -¿Magia?- Vincent observaba intrigado al tal Roger, pues nunca había tenido contacto alguno con la magia. -Así es, pero ese no es el caso ahora, ¿hay noticias del jinete capitán?- pregunto Roger a Erick -*asiente* Nos lo hemos topado de camino a aquí, si nos apuramos podremos rastrear sus pasos hasta “la guarida”- contestó a Roger. -Ya veo, reuniré al grupo- concluyó éste. -Sigo sin entender todo esto…- dijo el joven Vincent. -Lo sé hijo, todo se aclarará pronto. Por ahora debemos seguir el rastro de aquel jinete o las vidas de esas personas correrán un destino fatal… ¿Estas con nosotros?- dijo el “capitán”, como lo llamaban los demás, mientras le extendía la mano para levantarlo. Vincent un poco dudoso tomó su mano y siguió con el grupo, en el camino no podía evitar preguntarse tantas cosas que trataba de deducir por sí mismo en base a lo que vivió. -Ya veo, esto es lo que tratabas de ocultarme todo este tiempo...pero, ¿Por qué mostrármelo ahora? ¿Qué tiene que ver esto conmigo Erick?- preguntó el ahora calmo Vincent. -Todo tiene un porque…en éste caso el porque es muy doloroso para ti…- contestó penoso Erick. -Sabía que tenía que ver conmigo, dime que es, no es justo que camine a ciegas entre extraños en un lugar extraño con un psicópata extraño rondando por ahí…- -No es tan simple…verás, ese “psicópata” es tu padre Vincent, o al menos lo era antes de ser convertido en lo que es…-contestó el todavía penoso Erick, esto era personal para él. -Mi… ¿mi padre? No… ¡Mi padre era un soldado Erick! Uno que dio la vida por éste reino…- dijo Vincent sorprendido y un tanto molesto. -Lo sé, yo mismo le vi morir hijo…como te dije es complicado- contestó nuevamente el capitán. Ahora las dudas de Vincent se habían disparado aún más, cada vez entendía menos pues la imagen que tenía de su padre no era otra que de un honorable soldado. Pero según lo que planteaba Erick, algo había pasado y debía llegar al fondo de esto. La llamada de la Fatalidad //Musica totalmente recomendada para este capitulo. Allá donde la niebla se tornaba aún más densa, donde la luz lunar no penetraba en la espesura del bosque y donde yacían los restos de muchos desafortunados que cayeron en éste infernal hueco de podredumbre, los valientes cazadores se adentraban con desdén a lo desconocido, al terror que infundía el finísimo hilo de cordura que mantenía el ambiente de aquel lugar llamado… las catacumbas. Los cazadores encendieron luminosas antorchas para ver por el camino, espadas en mano y todos en un constante sentimiento de alerta caminaron hacia adelante, donde se oía el eco de las almas torturadas y el alarido de inocentes en peligro. Poco a poco se acercaban hacia el culpable de todas estas atrocidades, lo que no sabía Vincent es que no solo era aquel caballero negro montado en monstruoso corcel al que Erick llamó padre suyo…no, detrás de él se encontraba un nigromante que movía los hilos entre las sombras. La hora se acercaba, empezaba a verse una luz azulada tan letal como un animal acechante, esperando a devorar su presa en cuanto ésta se descuide. Los pasos debían tornarse cada vez más silenciosos, las antorchas tan apagadas como una fogata bajo la lluvia, la cobardía y el miedo no estaban permitidos, no para aquellos que querían seguir vivos en aquel lugar profano. En cuanto a Vincent, hacía lo que podía para mantener la cordura, mientras sostenía tembloroso el mandoble, las intenciones de matar se sentían por todos lados, nunca había presenciado este peligro y tensión en su vida, pero algo le decía que todo estaría bien en compañía de Erick, el capitán de los Cazadores Oscuros. -¿Y bien, sienten cómo sus almas se retuercen de dolor? ¡Jajajaja!- se oía una voz femenina regocijándose del horror que sufrían sus prisioneros. -¡Cariño tráeme la sierra! Estoy inspirada ¡Ja!- -Esa voz…era lo que me temía-dijo Erick entre susurros al escuchar la familiar voz de la nigromante. -Está torturándolos capitán, espero sus órdenes…- dijo uno de los cazadores. -Bien, es el momento… prepárense para atacar, ya saben la formación- decidió el imponente Erick. -Mierda…-comentó Vincent. Y avanzaron firmemente hacia el peligro, un grupo de seis contra un nigromante y su guardián, la batalla se libraría al poner un pie fuera de los pasillos de la catacumba hacia la recamara del nigromante. -¡Vaya! ¿Pero que tenemos aquí? Erick Farrow, eh- decía la demacrada figura de una mujer que parecía alejarse cada vez más de lo que era un humano. -Catherine… así que al final esto es lo que has escogido, ¡ser un monstruo!- dijo Erick preparado para matar. -Oh, por favor, no me des el discurso de turno ¡Jajaja!- contestó burlona Catherine. -¡Estás enferma! Mira lo que les has hecho a estas personas… ¡Mira en que convertiste a Will, tu esposo!- dijo Erick revelando una verdad que dejó atónito a Vincent. -¡Basta de charla! No querrás hacerme enfadar señor bondad y valentía- concluyó la nigromante. -M…madre…- dijo entre lágrimas Vincent. -Hijo ya no es tu madre, ¡ponte en guardia!- le contestó el preocupado capitán. -¿Vincent?..... Trajiste… a mi hijo ¿¡aquí!? ¡¡Tu atrevimiento no tiene perdón Erick Farrow!!- al enterarse de lo que hizo Erick, Catherine rompe en profunda ira y ataca a los cazadores junto con su “esposo”. -¡¡Calla arpía!!- y así cargó Erick a la batalla contra la nigromante, sin embargo el caballero de negra armadura con una sorprendente fuerza detiene a Erick, en la batalla los cazadores esquivan constantemente el enorme mandoble del caballero, mientras que Roger el mago se encuentra canalizando un potente hechizo. -¡Ja! ¡Veamos que tienes niño!- dijo provocante al mago que trataba de hacerle frente. El caballero se fija en el mago y va hacia él tratando de asestarle un espadazo, pero es detenido por una barrera arcana. Erick aprovechando el descuido del caballero hacia su ama, carga contra la nigromante cruzando espadas entre ellos. -No me hagas reír por favor- dijo Catherine al parar el ataque de Erick con su guadaña- ¡Toma esto!- con un rápido movimiento de mano izquierda disparó una línea azulada que conectada al cuerpo de Erick lo debilitaba. -¡Arghh! Sue…suéltame, tu… ¡despreciable traidora!- bramó resistiendo a la profana magia de la nigromante. -Como dije, no tienes perdón alguno Erick Farrow, ¡estaré encantada de darle muerte al legendario cazador de monstruos que eras! ¡Jajajaja!- con una expresión desquiciada Catherine denota su sed de sangre al hacer otro hechizo desgarrador dedicado a él. De repente empieza a escucharse un ruido desde las entrañas del suelo, los ataúdes se movían y Vincent no podía hacer más que paralizarse frente a esa escena, donde había conocido a sus padres de la peor manera que se pudiera imaginar. -¡Vincent! Aghh, ¡¡Huye hijo!!- dijo el capitán tratando de que Vince vuelva en sí. Pero allí se encontraba, mirando la insignia que le había dejado su padre, aquella que guardaba y llevaba consigo durante todos estos años, justo cuando parecía que los cazadores caerían aquel día Vincent se secó las lágrimas, se levantó, miró fijo a su ahora monstruoso padre e hizo algo que nadie se esperaba. -¡¡Padre!!- dijo él con un grito que retumbó en toda la cripta. -¿¡Acaso no recuerdas a tu hijo!? ¿¡Acaso no recuerdas éste emblema que compartiste con él!?- concluyó lanzándole el dorado emblema. Él caballero había atrapado el distintivo, lo observaba como si algo dentro de él lo reconociera, ¿Un último indicio de humanidad yacía dentro de esa coraza negra? Los cazadores esperaban expectantes la reacción de la criatura, ésta sin más que ver cerró la palma y se quedó en silencio profundo, siguiendo con su labor de matar al mago. -¡Ja! Buen intento, pero mi dominio sobre él es absolu…- dijo Catherine antes de ser atravesada por el espadón de Erick en el abdomen- ¡Aaghh! Tu… escoria- dijo a Erick antes de ser golpeada por su escudo. -Menos charla- contestó el capitán. La nigromante tratando de recuperarse del aturdidor golpe llamó a su caballero para que le brindara ayuda, pero éste no reaccionó. -¡¡William!!- gritó de nuevo. -¡¡¡Graaaaaaagh!!!- desprendió tremendo rugido el caballero que resonó por las catacumbas enteras, al parecer el golpe de Erick había desprendido a éste del dominio mental de la nigromante, librándole de su falta de voluntad. -Ca…cari…ño- decía la nigromante mientras se desangraba- Nuevamente bramó el caballero caído y de un agitado movimiento partió a su mujer en dos, dejando un rastro de sangre y órganos por el lugar. Aquella noche terminó al fin, William el padre de Vincent, decidió ser destruido pues no podía cargar con todas esas vidas con las que acabó en su no-muerte, era un hombre bueno, de honor y fe que por culpa de una desquiciada mujer acabó convirtiéndose en un monstruo. Eso le partió el corazón a Erick, eran buenos amigos en el pasado, habían luchado juntos en crudas batallas, pero todo tiene un porque. Catherine era una maga de guerra enamorada de Will, ambos se querían mucho, tanto que incluso en la muerte de él Catherine vio esperanza, se negaba a aceptar el destino que le tocó a William y dejó a su hijo atrás para ir en busca de un poder que le permitiría volver a ver a su amado sin importar el costo, a esto es lo que llevan los poderes oscuros después de todo, a consumir todo lo que quieres. A pesar de que Vince había sido abandonado y dejado a merced de la dura vida de crecer sin padres, Erick estuvo ahí para encontrarlo y lo hizo, era lo menos que podía hacer por su difunto amigo. Al llegar a casa Vincent no hizo otra cosa que encerrarse en su habitación, no a llorar ni a lamentarse, si no a reflexionar. Estaba pensando y tratando de encontrarse a él mismo para tomar una decisión que cambiaría el rumbo de su vida para siempre, ser uno de ellos. Meses después Vincent era entrenado bajo el brazo de los Cazadores Oscuros como un hermano de la orden, sus capacidades fueron bien recibidas en el gremio ya que era hábil con la espada y la estrategia, le llamaban “Neblina”. Sus miedos tuvieron que ser puestos a prueba y superados incontables veces, las monstruosidades que vería serian acaparadas por un sentimiento de justicia y valor que inspiraba al más débil en la batalla. Así serían sus días por unos años más…hasta que el fatídico día llegó. Festín para el Verdugo -¡Las sombras a las que nos enfrentamos claman venganza mis queridos hermanos y hermanas! ¡Sin embargo tenemos algo que ellos no!...quizá no sea poder o fuerza… ¡Pero es algo que nos mantiene unidos en cuerpo y alma! ¡Es la voluntad para darle una mano al mundo cuando todos le dan la espalda! Cuando no queda ni una gota de esperanza que exprimir… y si hemos de caer… ¡¡Nos levantaremos para dar pelea un día más!!- -Si…aún recuerdo ese discurso, ¿cómo olvidarlo?...después de todo, por algo he venido aquí- reflexionaba Vincent de camino a su antiguo hogar. La casona que antaño había sido el lugar donde todo dio comienzo, ahora en su decadente estado dejaba a simple vista un incendio que había arrasado con ella hace tiempo ya, pero Vincent sabía bien que había pasado con ella, era la misma razón por la que había huido de sus raíces. Una muerte acechante le perseguía a donde iba…el Verdugo le llamaban antaño los Cazadores Oscuros. Un ser que pocos osan llamarle humano, nadie ha visto su rostro y vivido para contarlo, solo se sabe que era antiguamente un caballero, pero ahora consumido por la sed de sangre y poderes profanos vive para servir a los brujos con los que lidiaba la hermandad… La Orden Ataúd de Plata. Al entrar a la casa, entre mucha madera quemada, ceniza y ruinas Vincent encontró algo, él no sabía como pero eso vio en su sueño, debía volver a la casa de Erick a buscar respuestas, y encontró algo más valioso, una carta…un adiós. Para mi amado hijo Vincent: Mi hijo, sé que siempre te fastidió que te llamara así, te gustaba considerarme como un amigo, un colega, alguien cercano. Quizá nunca te escuche decirme papá, quizá nunca pueda darte un abrazo y demostrar el aprecio que tengo por ti, pero a pesar de eso, sé que somos una familia, eres todo y lo único que me queda. Y por eso escribo esto…para que en el día en que ya no esté a tu lado sepas que estoy orgulloso del hombre en el que te has convertido. Aunque no lo sepas aún, tu grandeza supera la mía por mucho, y no siempre tomarás las mejores decisiones pero a pesar de eso debes caminar siempre con orgullo de los pasos que has dado. Cuida a los que te rodean hijo mío, pues en esta tierra lo único que nos aleja de ser los monstruos que somos, es la compañía de nuestros seres amados. Buena suerte, sé que lograrás grandes cosas. Atentamente Erick -...Padre...no dejaré que destruyan tu legado- dijo el ahora adulto Vincent al leer la carta final de Erick. Ese mismo día dejó atrás las sombras que lo rodeaban, dejó atrás el miedo que enfrentaba, tomó la iniciativa de vivir para luchar un día más cuando escribió la carta que convocaría a sus hermanos de nuevo al mundo que siempre enfrentaron. Los Cazadores Oscuros se reunirían una vez más tras dos años de esconderse entre las sombras.
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