Descripción Física
Hombre rubio de unos 30 y pocos, con gafas. Lleva unas ropas ajadas y algo anchas, cuya parte inferior está bastante desgastada, fruto de sus viajes. Porta barba algo larga y el pelo no muy largo recogido en una coleta. Sus manos son ásperas, como las de todo buen marino.
Descripción Psíquica
Educado, amable y afable. Suele empatizar con los demás y siempre está dispuesto a ayudar al necesitado. Adora las buenas historias y las mujeres por igual. Sabe mantener la compostura y las formas en casi todo momento. Dispuesto a sacrificarse por los demás. Le apasiona silbar.
Historia
Nacido en Puerto Puente, pasó los primeros años de su vida correteando por las playas cercanas, observando los barcos y la capital, al otro lado del estrecho. Si bien los barcos mercantes arribaban a Puerto Puente, nada se asemejaban a los barcos de guerra con esos cañones espectaculares que captaban la fascinación del niño, así como la de sus amigos, que fantaseaban con algún día poder alistarse en la Marina para ir a bordo de uno de eso monstruos de madera y hierro para cruzar los mares al servicio de su patria, tal y como hacia su padre.
Cuando alcanzó la edad mínima requerida, creyendo que había convencido a su madre cuando en realidad era deseo de su padre, se alistó en la Academia Militar de los Valiente, en Boralus, donde comenzó a recibir instrucción y entrenamiento. Pronto demostró que pese a depender en gran medida del uso de gafas para poder ver con nitidez, el muchacho tenia buenas cualidades físicas y se esforzaba como el que más... pese a su puntería en el uso de ballestas y mosquetes. Quien sabe, quizás el hecho de que su padre hubiera sido ascendido a Teniente tuviera algo que ver.
Pocos días antes de que fuera destinado abordo de un barco de guerra, su padre partió junto a Daelin Valiente rumbo a Kalimdor en busca de Jaina Valiente. A bordo de la Perla Tormentosa, aprendería a navegar y manejar un cañón, así como a desenvolverse con soltura abordo de un barco. Todos y cada uno de los días que pasaba a bordo del barco, por las noches, mientras esperaba a que el sueño le venciera cuando no tenía guardia, podía escuchar unos susurros que parecían proceder del mismo mar sobre el cual navegaban.
Varios meses después llegaron las nuevas: Daelin Valiente había sido asesinado por orcos y traicionado por su propia hija, la flota que comandaba éste se había dado en retirada y gran parte de ésta había desaparecido en una misión de exploración ordenada por el propio Lord Almirante poco antes de su muerte, dirigida por su propio padre. Nunca recibió noticias de su suerte. El deseo de averiguar la suerte que había corrido su padre, le instó a esforzarse más si cabe en su adiestramiento, pero, no deseando dejar atrás a su madre, no zarpó tras él y se mantuvo paciente.
Tras graduarse en la Academia, fue destinado a Fuerte Sabio, en el Valle Canto Tormenta. Pudo llevarse consigo a su madre a su nuevo destino, donde se reinstalaron en una casa a las afueras del fuerte. Los Sabiomar de Fuerte Sabio, descubrieron la capacidad del hombre para escuchar y comulgar con los espíritus del agua y del aire, ofreciéndole ser instruido en las artes de los Sabiomar. Le enseñaron a leer, escribir y a manipular los elementos, así como a comunicarse con los elementales. Pese a ello, no abandonó sus tareas y deberes militares, pasando a instruirse con los Guardianes de las Mareas, soldados de la casa Canto Tormenta instruidos en el uso de las armas y de los elementos.
Los años pasaban y el no saber la suerte que había corrido su padre le pasaba factura tanto a él como a su madre. Finalmente, una noche se decidió a caminar hasta el risco más alejado de Fuerte Sabio, un lugar de comunión con los espíritus del mar, consultando a éstos por su padre. Su respuesta, aunque un tanto ambigua, fue que no descansaba bajo las olas. Contrariado y un tanto molesto por la inexactitud de su respuesta, les suplicó que le indicasen como encontrarlo y le respondieron, indicándole que si tal era su deseo, debería navegar a lo largo y ancho de todo el mundo en su búsqueda y que ellos le guiarían y le acompañarían.
Al día siguiente, tras explicar lo sucedido a su madre y tras unas horas discutiendo, ella accedió a darle el visto bueno. Se embarcó al cabo de una semana, rumbo a Reinos del Este.