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Ankur

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  1. Ankur

    Alyssa Song

    Nombre: Alyssa Song Raza: Humano Sexo: Mujer Edad: 19 Altura: 166 Peso: 58 Lugar de Nacimiento: Bosque Aurora Ocupación: Pseudomercenaria/Alma vengativa Historia completa Descripción física: De cabello largo y rojo atado al final con un lazo. De figura definida, delgada. De busto mediano que intenta ocultar con una camisa un poco más grande que la que debería usar. Rasgos finos y femeninos, de ojos rasgados y anaranjados. De voz suave y dulce a pesar de no concordar con su personalidad, antaño quizás sí concordaba. Suele vestir ropas poco sugerentes, aunque tampoco es que ponga mucha atención a su vestimenta últimamente. Nunca lleva vestidos. Descripción psíquica: Amable y simpática antaño. Inexpresiva ahora. Trata de cambiar eso, sin éxito hasta ahora. De actitud guerrera en la actualidad. Sincera ante todo, no tiene pelos en la lengua, en cuanto a trato social. Puede sonreír. Es capaz de expresar emociones, pero no lo ha conseguido todavía. Hace lo que tiene que hacer. Historia La, por entonces, pequeña Alyssa nació en el Bosque del Ocaso, o así lo llaman ahora. En la mansión de su familia, habitaban sus padres, su hermana mayor y ella, pertenecientes a la nobleza. La joven creció sin problemas en aquel hogar donde fue educada dignamente como noble. Pasó su infancia y una pequeña parte de su adolescencia aprendiendo de su hermana, la cual intentaba ingresar al ejército de Ventormenta y admiraba. En la mitad de su adolescencia, tuvo un romance. Edward Celsis era el nombre de aquel joven del que Alyssa se enamoró. El joven, se ganó la confianza de la familia y no era raro verlo de vez en cuando en la mansión, de visita. Era un chico amable y sosegado de origen desconocido; no sabían nada de su familia ni dónde nació, pero aun así, confiaron en él y aceptaron la relación. Nuestra joven protagonista pasó mucho tiempo con su pareja, pues la chiquilla era ingenua. Edward empezó a actuar raro, cosa que solo notaba Alyssa; se mostraba nervioso al entrar en la Mansión Song y miraba indiscriminada pero disimuladamente toda y cada una de las salas e incluso entablaba conversación con uno de los mayordomos en específico, Ciel. La joven no tenía este comportamiento demasiado en cuenta pues, el amor es ciego. En un día como hoy, tres años atrás, Edward se plantó en la mansión sin avisar, de madrugada. Por desgracia, se presentó en el lugar acompañado por cuatro hombres encapuchados aparentemente desarmados. Alyssa se desveló al escuchar ruidos en su propia casa, dadas las horas que eran. Se asomó al balconcillo de la entrada para ver el piso inferior y allí los vio; subiendo las escaleras, los cuatro hombres, Edward en cabeza, con cuchillos desenvainados. La joven se escondió en la biblioteca, asustada quizás, preguntándose por qué Edward, su amado, se hallaba en su hogar, armado y con los ojos inyectados en sangre. La joven se asomó por la puerta de la biblioteca, logrando ver cómo cada encapuchado y Edward entraban a las habitaciones de sus padres, a la de su hermana y a la suya propia. Un grito ahogado de su madre se dejó escuchar por toda la Mansión. La muchacha dio un respingo, asustada. Poco después, de la habitación de su amada hermana, salió uno de los encapuchados con la cabeza de esta; unos segundos más tarde, otro le siguió, con el cuerpo de la mujer. No supo cómo actuar. Se quedó paralizada, mientras otros dos hombres y Edward abandonaban la habitación de sus padres, custodiados, para bajar las escaleras a la sala principal. Alyssa abandonó la biblioteca para asomarse a la sala principal, sigilosa, pero asustada. Con los cuatro hombres en la sala principal, Edward ordenó a dos que trajeran dos sillas y cuerda. Sentó a los progenitores de la muchacha en ellas y los ató. El rostro de Edward se tornaba más y más enloquecido, como si deseaba, desde el momento en que tomó contacto con esta familia, asesinarlos a sangre fría. Comenzó la carnicería a la luz de la luna. Edward comenzó a cercenarle los dedos al padre de la chiquilla, lentamente, con una sonrisa sádica en el rostro. Luego prosiguió con los ojos, arrancándoselos con sus propias manos mientras reía; una puñalada en el estómago que ensanchó Edward y mostraba los intestinos fue lo siguiente para finalmente realizar un corte en la garganta de su padre, acompañado de los gritos de su madre y su padre, antes de ser degollado en el acto. Ciel, el mayordomo, hizo acto de presencia, para acariciar el rostro lagrimeado y espantado de la ahora cabeza de familia. El destino de ésta fue incluso peor que el de su esposo. Violada por los seis hombres allí presentes, para acabar con varias puñaladas en el útero y degollada, con la cara desfigurada a causa de los golpes. Cuando hubieron acabado, entre risas, ni se preocuparon en encontrar a Alyssa, simplemente, registraron el piso inferior de la Mansión, buscando, probablemente, la insignia de la familia y la caja fuerte, para pasado un rato, deshacerse de los cadáveres con fuego, alejados del lugar. Alyssa no pudo creer lo que vio aquella noche y los espantosos y afligidos gritos de sus padres retumbaron en su cabeza, hasta ahora. La muchacha se levantó en la penumbra, sin pronunciar una sola palabra, para dirigirse a la escena de la atrocidad allí cometida. Cayó al suelo, derrotada, castigándose por aquella impotencia que le dominó en aquel momento. Pasó la noche allí, tirada en el suelo, embadurnada con la sangre de sus difuntos padres. Nada le quedaba en aquel lugar y algo hizo “click” en su cabeza aquella noche. Sin nada que la distinguiera de la familia Song, marchó sin rumbo, hasta acabar en Ventormenta. Sin nada más que su presencia, arribó a la ciudad. En el primer año de su estancia en la capital humana, pasó el tiempo por los bajos fondos, alejada de aquel mundo hostil que era la sociedad. Se mostraba apática con cada persona que le dirigiera la palabra. Consiguió un arma que le permitía defenderse de cualquier “perro malnacido” o así los denominaba ella. Se ganó la vida entregando mensajes en los bajos fondos, tratando de sobrevivir aunque la paga no era generosa. En el segundo año, comenzó a ser mínimamente más abierta con la gente y fue capaz de abandonar los bajos fondos dedicándose a la escolta dentro de la ciudad a pesar de que no era experimentada en el combate. No hizo mucho más aquel año. En la actualidad, es capaz de tomar una mínima confianza puesto que la espina sigue clavada en ella. Tiene unos pequeños ahorros de emergencia, con lo poco que sacaba de aquellos trabajillos en los últimos dos años y del mercenariato. Ahora ha decidido que es hora de cobrar venganza pero sabe de sobra que no será capaz de hacerlo ella sola. Aquella chica ingenua murió aquella noche para renacer en una vengativa e insensible Alyssa. Sólo fue el principio.
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