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    Información principal ♦Nombre: Eadic, el Apestado ♦Raza: No muerto ♦Sexo: Varón ♦Edad: Indefinida ♦Altura: 1.91cm ♦Peso: 68kg ♦Lugar de nacimiento: Desconocido ♦Ocupación: Caballero Caído, Siervo ♦Ficha: ♦Historia completa Descripción física Apareció junto con el resto al anochecer, mató a William y no se a cuantos más. A pesar de que todos pertenecían al mismo saco de escoria no muerta, algo había de peculiar en ellos. Iban ataviados con pesadas armaduras y armas... ¡Luz, parecía que estaban formados a base de ellas! — Jefe Oswald † de la Milicia de Tunja. Año 30 - Bosque del Ocaso En vida, habría resultado ser un hombre alto, aunque los había más altos sin dudas, sano y atlético. Fruto de una vida dedicada al trabajo físico. Ahora es un constructo, concebida su mente a este mundo mediante la más maligna de las magias, construido su cuerpo en base a una parodia de lo que representó en el pasado. Un enorme guerrero hecho de hueso, de tejido y de correoso metal cuyas alargadas extremidades están recubiertas por frío acero semioxidado y maltratado por el paso del tiempo. Su rostro cubierto por una visera también perdió las facciones que podían recordar a cualquier cosa que pudiera asemejarse a un hombre. Ahora convertido en un derruido amasijo de tejidos. Carente de ojos, pero obsequiado con un encantamiento que le permitía ver el mundo que lo rodeaba. Sus órganos se han descompuesto y han ido perdiéndose a lo largo de los años. Quedándole unos pocos que, a despecho de la falta de necesidad de su dueño, todavía se aferran a su interior como un pegoste vomitivo. Resultando en un autentico gigante de podredumbre, metal y huesos. Los encantamientos que mantenían sentidos artificiales todavía atados a su cuerpo también se han visto desgastados por el paso de los años o por la falta de potencia a la hora de realzar al no muerto. Resultando así en una notable tara para sus capacidades de acción y reacción. Por lo que es común que a la hora de darle una orden desde la lejanía, o intentar captar su atención, se necesite más de un intento para conseguir hacer que lleve a cabo una orden. Descripción psicológica ¿Cómo diseñar el ejército ideal? Empieza con el guerrero perfecto; un ser frío y calculador que no conozca el miedo, que ni la fatiga o el hambre lleguen a afectarle y que siempre vaya a donde yo le diga. Otorgadme un millar de esos hombres y conquistaré el mundo en menos de diez años. — Director del Colegio Carmesí Adolphus Krieger. Año ¿? - Lordaeron. Acusado de herejía y desaparecido. A pesar de las muchas afirmaciones de que gran parte de los no-muertos a la hora de ser alzados pierden por lo general la capacidad del raciocinio, la memoria o incluso la inteligencia misma, Eadic no forma parte de aquel montón. Además de que parece conservar todas las capacidades intelectuales que tenía cuando vivo, ha demostrado a lo largo de su no-vida un acelerado ritmo de aprendizaje. No le ha sido traumatica para nada su nueva existencia inmortal, ni tampoco le molestan sus nuevos objetivos y razones para continuar en este mundo; ha abrazado lo que es con una facilidad impresionante, convirtiéndole en un efectivo de confianza para aquellos a los que sirve. Es un gran conversador a despecho de su poca necesidad de hablar, o al menos eso han dicho. Siendo considerado una armadura viviente por su frecuente falta de comunicación con aquellos que le rodean, no ha demostrado ser desobediente o insubordinado. No deja de centrarse en un objetivo, aunque las tácticas que tenga que tomar para completarlo sean diferentes a las establecidas. A pesar de su condición, no parece demostrar una aversión verdadera hacia los vivos y su mundo. Más bien es distante a la hora de lidiar con con ellos, más de una vez se le ha escuchado refiriéndose a ellos como al ganado mismo. El Apestado La caída de Villa Oscura y la consecuente perdida del Bosque del Ocaso a manos de las fuerzas de la oscuridad fue el detonante para una saga de infames repercusiones a lo largo y ancho de la boscosa región y el Imperio mismo. A su vez, no son pocos los que sospechan cual ha sido el provocador de estos terribles sucesos; el Nigromante y su grupo de secretos acólitos, sus centenares de sirvientes descerebrados y su selecto grupo de no muertos a quienes dotó de una inteligencia superior y la capacidad del raciocinio. Eadic estaba entre ellos. Algunos dicen que eran doce originalmente, aunque otros afirmaban que llegaban a alcanzar el tamaño de una compañía entera. Los "caídos" eran seres de relativamente bajo poder, aunque cumplían su función sin dudarlo y con una eficiencia terrorífica, algunos actuando como tenientes de las siempre hambrientas hordas de zombis, otros como rastreadores y cazadores con manadas enteras de necrofagos a su disposición. Una cosa era segura; los paladines de muerte que había creado el nigromante eran una realidad terrible y fueron los responsables de innumerables estragos a lo largo de la región. Solo bastaba con una diminuta infusión de su esencia para darles a estos tenebrosos seres el poder que necesitaban. Cada uno servía a un propósito, cada uno fue creado bajo instrucciones específicas; cada uno solo seguía la voluntad de un amo. Eadic se unió a sus hermanos cuando fue alzado en el gigantesco cementerio de Cerro del Cuervo, a pesar de que sus habilidades para el alzamiento de criaturas nigrománticas eran considerablemente inferiores a las del resto de sus compañeros alzados este demostró una capacidad de aprendizaje bastante notable. Esto sumado con sus habilidades para el combate y sus dones para la hechicería oscura le había asegurado un puesto junto con sus hermanos. Entonces empezaron las invasiones. Pueblos y aldeas eran arrasadas, sus habitantes diezmados y devueltos a la vida como siervos del gran maestro. La oscura cruzada del Nigromante no parecía conocer límites o rumbo alguno, pues un radio de muerte se expandía con cada paso que daban sus temibles fuerzas. Poco a poco se había dado a conocer el objetivo real de sus maquinaciones. Mientras tanto, Eadic acompañaba a sus hermanos a donde sea que su amo les enviase. Docenas y docenas de escaramuzas se desarrollaban y si no era suficiente con uno de estos oscuros caballeros caídos, este volvería con la compañía del resto y una modesta cantidad de criaturas de pesadilla siguiéndoles de cerca. Los asentamientos de los hombres eran constantemente sitiados y reducidos a vagos atisbos de la civilización. No conocían la piedad, solo el deber; el suyo era repartir la palabra del nigromante, la desgracia a quienes se oponen y la inmortalidad a quienes le abrazan. Eventualmente, el mandato sobre el Bosque del Ocaso cambiaría de manos y el Nigromante cual espejismo desaparecería nuevamente del mapa, sus sirvientes no muertos parecieron desaparecer junto con él. Se había esfumado como si no hubiese existido en primer lugar, a pesar de la terrible marca que dejó en esa parte del mundo. Pero el servicio que Eadic le debía a su dueño estaba lejos de terminar. Todavía quedaba una tarea más para el caballero caído.
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