Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Bastián

Aenyeweddien de Quel'thalas

Recommended Posts

Aenyeweddien de la Casa Anarsuri

15f4d5d64facb9cbb14a1098be2cbd2b.png

Nombre del Personaje
Aenyeweddien Anarsuri, aunque en tierras humanas suele recibir vulgares apodos que tratan de imitar fútilmente la complejidad y elegancia del thalassiano.

Raza
Quel'dorei

Sexo
Mujer

Edad
82

Altura
1,79

Peso
56

Lugar de Nacimiento
Quel'thalas

Ocupación
Esgrimista/Abjuradora

Descripción Física

De cabellos albinos y brillantes como la plata, lleva una melena larga hasta la cintura, normalmente recogida cuando entrena. Con un cuerpo de contextura entrenada y flexible, dueña de una agilidad felina, de tez blanca como el mármol y poseedora de tatuajes rúnicos que recorren el brazo izquierdo hasta la palma, imperceptibles casi todo el tiempo, solo siendo capaces de verse cuando utiliza un hechizo de protección arcana, además tiene una cicatriz en la zona del pecho que se esfuerza en ocultar. Por último, su rostro destaca en belleza como toda elfa, con unos grandes ojos que brillan en una paleta de azules y celestes, una nariz pequeña, redonda, rematada por unos labios finos y un mentón ovalado. 

Descripción Psíquica

Refinada, le gusta mantener las apariencias y ser siempre cortés, no le gusta lo opuesto ni las personas maleducadas. No tolera el fracaso ni la humillación. Aplicada y estudiosa, pero insegura, le cuesta confiar en si misma y a veces siente que necesita de otras personas para lograr sus metas, aunque nunca lo expone, reservándose sus temores para ella misma. Además es claustrofóbica. Le gusta el orden, la simetría, el baile, el violín, el dibujo y el mar. Puede ser posesiva y exigente con quienes se encariña. Necesita sentir que tiene la situación controlada o puede ponerse muy nerviosa. No es abierta a socializar pero es curiosa y no tarda en meterse donde no le llaman. Detesta el uso de la magia para fines poco éticos pero no tiene problemas en utilizarla para cosas mundanas, después de todo creció en un reino mágico. Pero más allá de todo eso, es una Quel'dorei leal, servicial, que intenta hacer lo que cree correcto e intenta mantener vivo el legado de su pueblo.

59813fa2ca919ecbf5b99e3284d22ae6.jpg

Historia

Un pie detrás del otro, espalda recta, postura impecable. La izquierda detrás de la espalda, manteniendo el equilibrio como una danzarina. Elegantes, precisos, uno, dos, tres, golpes dados por la espada, cuya hoja curva silbaba al cortar el aire, atravesando la imagen proyectada de un esgrimista. 

En dirección a las doce, otro holograma sostenía su espada en postura defensiva. La elfa realizó largas zancadas hacia el objetivo para girar sobre su eje e impulsar un ancho salto con la gracia de una bailarina de ballet, aterrizando con la espada para romper la guardia del rival y asestar un golpe limpio. El holograma, en consecuencia, se deshizo bajo su filo. 

Bien, escuchó decir al maestro al mismo tiempo que el tercero llegaba. Esta vez era diferente a los dos anteriores, una barrera arcana rodeaba al holograma. Nuevamente a la ofensiva, les separaban ocho metros, cargó contra este con la espada hacia adelante, en la diestra, mientras la zurda pegada a la espalda construía sigilos arcanos con el sutil movimiento de sus dedos. En un segundo deshizo la barrera y entró la espada, chocando contra la del holograma, batieron en fuerza unos segundos antes de que la esgrimista se echara hacia atrás y reculara. Otra vez, calculó al enemigo y en dos movimientos, una finta y un ataque, lo deshizo como los anteriores. Esbozó una pequeña sonrisa. 

Sin embargo, sus orejas se tensaron y en acto reflejo giró todo el torso y detuvo la estocada de otro holograma con la suya. ¿Un cuarto? En estos tres meses nunca hubo un cuarto rival. Desplazó su mirada cerúlea hacia el maestro un instante pero no obtuvo respuesta, permanecía en silencio expectante de la Quel’dorei. Bastó un segundo para perder la ventaja en el combate y quedar expuesta, recibiendo en consecuencia la estocada del rival. Este liberó una descarga mágica, no dañina, pero que sí aturdió sus músculos. Suspiró y agachó los hombros, eso significaba que había fallado el entrenamiento, el holograma frente a ella quedó inmovil. 

“Es suficiente por hoy. Le agradezco otra vez por su ayuda, Lady Katrina. Fue enriquecedor” La maestra de ilusionismo dedicó un cabeceo al Quel’dorei, intercambiaron unas pocas palabras en respecto a la joven elfa y en cuanto se marchó, la imagen arcana del esgrimista se deshizo y la luz azulada abandonó la sala. Quedando a la luz de las velas que levitaban alrededor del círculo de entrenamiento, el abjurador se acercó a su pupila con un rostro inexpresivo, pero que en su neutralidad la joven interpretaba un gesto severo. “Te distrajiste.”

“Me atrapó desprevenida”, se excusó con el instructor, sus infladas mejillas y el rubor sobre la pálida tez de la elfa señalaba dos cosas: Vergüenza y frustración. “Lo sé, era la intención.” Admitió el elfo. “Debes aprender a esperar lo inesperado”. Falthrien Espadaalba hacía de maestro en un curso superior al suyo, sin embargo había accedido a instruirla personalmente como espadachina y abjuradora. Era un viejo amigo de su padre y cuando cayó Quel’thalas, aceptó acogerla en el pequeño hogar que había construido en el reino de Stromgarde hasta que la situación de los suyos cambiara. Por supuesto, esto no se cumplió y compasivo con la elfa, que mostraba un genuino interés por aprender a protegerse a ella y otros de las artes oscuras, le permitió quedarse y enseñarle lo que sabía sobre la espada y la hechicería. 

Aunque no podía conocer los detalles, sabía que la joven Quel’dorei había vivido los horrores de la Plaga en carne propia. Perdió a casi toda su familia y en medio del caos fue secuestrada por un grupo de cultistas, que de no ser por la intervención de un grupo de magos, habrían acabado con ella. No llegaron a tiempo, sin embargo, para detener las torturas a las que fue sometida en cuerpo y alma. Dejándola viva pero marcada eternamente, la elfa quiso dedicar su vida a buscar la manera de protegerse de las artes oscuras y eliminarlas de la faz de Azeroth. 

Era cierto que desde aquellos eventos parecía que su espíritu flaqueaba y se inundaba de frustración y tristeza. No obstante, siempre había sido una muchacha dedicada y parecía determinada a cumplir sus objetivos, solo necesitaba un poco de ayuda.

El Quel’dorei observó a la elfa sentada sobre el suelo, cabizbaja. Negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa al mismo tiempo que puso la mano sobre su hombro. “En pie, vamos a intentarlo de nuevo. Esta vez sin hechizos ni hologramas”. Este se hizo a un lado, desenfundando la milenaria espada de los Espadaalba y la observó desafiante. La elfa se levantó una vez más, limpiando sus ojos de las lágrimas de frustración y empuñó su espada, humilde en comparación. Pasaron el resto de la tarde entrenando juntos, aprendiendo del antiguo estilo de esgrima que se enseñaba en el Alto Reino, un último vestigio de lo que alguna vez fue el pueblo Quel’dorei.

Editado por Bastián
  • Like 4

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...