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SpetznazsGandalf

Ronnald Taylon

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  • Nombre del Personaje
    Ronnald Taylon
  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    34
  • Altura
    1'93.
  • Peso
    82 kilogramos
  • Lugar de Nacimiento
    Tierras de los Taylon, Norte de Gilneas
  • Ocupación
    Superviviente
  • Descripción Física

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    Ronnald es un hombre de sucios y azabaches cabellos mal recortados, ambas sienes rapadas a navaja para evitar la concentración de piojos. Su pálido rostro de rasgos marcados cuenta con algunas pecas y un bigote castaño bastante cuidado que le da un mínimo toque de seriedad. Poseedor de una fría mirada de ojos claros. Su ceño casi siempre fruncido a no ser que se encuentre con sus más cercanos allegados. Su musculatura entrenada pero delgada debido a la mala vida que se lleva en las perreras, cuenta con una buena cantidad de cicatrices repartidas por todo el cuerpo.

    Viste ropas más que simples, una harapienta camisa con una insoportable peste a humedad y por encima un otra camisa más labrada pero igual de desgastada. Haciendo las veces de capa y chaqueta a la vez, cuenta con una gabardina a la que ha integrado una capucha mediante costuras muy simples. Calza unos pantalones con varios remiendos y un parche de cuero en cada rodilla. Calza unas gruesas y resistentes botas de cuero negro. En su cabeza, de forma habitual se puede encontrar una desteñida boina con un agujero en la capa más superficial de esta. Unos guantes de tela negra a los que se ha añadido chatarra para aumentar la contundencia del golpe protegen sus blanquecinas manos del frío del gueto. Colgando de su espalda gracias a un improvisado arnés, se encuentra una tosca hacha a dos manos fabricada con dos palos de escoba, chatarra y una deshilachada cuerda atada de enrevesadas formas para que mantenga bien sujeta la afilada chatarra al mango.

     

    En su forma huargen se convierte en una alta y musculada bestia de grises crines, dejando al descubierto todas las cicatrices mencionadas, eso sumado a su constante mueca amenazante otorga a Ronnald un aspecto bastante horripilante.

  • Descripción Psíquica

    Ronnald, un hombre de carácter serio y silencioso, de pocas palabras aunque contundentes y juiciosas. Prefiere mantenerse en un segundo plano de forma casi constante, disfrutando de la posición del espectador. Suele mostrarse desconfiado y cauteloso, y a veces incluso egoísta. Respeta la opinión de los demás, pero cree firmemente en los ideales de Crowley, así que le cuesta bastante tragar a los lealistas a la Corona. No es nada extraño en él los arrebatos de furia repentinos, y al entablar combate entra en una especie de trance en el que es incapaz de dejar enemigo vivo en el campo de batalla. La bestia en él está más suelta de lo normal, así que pierde los papeles bastante rápido. Pese a haber asimilado su condición de huargen, no le gusta su nueva forma. Así que ha decidido conservar su apariencia humana.

  • Ficha Rápida
    Si (150 palabras mínimo)
  • Historia

     El miedo a la muerte desaparece cuando tienes las manos manchadas de sangre.

     

    Ronnald Taylon nació en el seno de una familia noble que se había ganado el título y las ganancias mediante el feudalismo, teniendo unas grandes parcelas de tierras en la parte norte de Gilneas. El padre de la familia Taylon,  Saurus era un hombre de gran altura y melena grisácea, de entrenada complexión aunque sin estar tan en forma como antaño. Siempre cuidó bien a su familia, siendo responsable y respetuoso con todos, incluso sus siervos u otra gente de menos estatus social que él, estas enseñanzas fueron traspasadas a su primogénito, Ronnald, el cual atendía y practicaba con suma atención. Creció junto a su hermana menor Corinne, una muchacha enérgica y vivaracha, de piel pálida y cubierta por una enorme cantidad de pecas, lucía una larga melena pelirroja, rasgos claramente heredados de su madre, Teressia Taylon. Una encantadora mujer que tenía una quincena de inviernos menos que su marido. Luego estaba el pequeño Abraham, o como Ronnald solía llamarle "Devoralibros", un macilento pequeñajo de carácter tímido. Se había ganado ese apodo a pulso, con una increíble cantidad de pergaminos y libros leídos a sus espaldas.


    Ronnald disfrutó de su perfecta infancia como miembro de la alta cuna, colmado de privilegios y la mejor alimentación. Solía dedicarle gran parte de su tiempo al entrenamiento, a pesar de ser un chiquillo comenzó a instruirse por su cuenta en el combate a puño desnudo. Retaba a los hijos de los sirvientes de su padre y resultó ser un habilidoso contendiente, alcanzando a la edad de doce años la cantidad de treinta y cinco victorias frente a ninguna derrota. Su padre solía darle una buena azotaina al enterarse de que había roto la nariz a las crías de sus subordinados. Comenzó a madurar y prestar un mínimo de interés en las lecciones que su padre solía darle, aunque tampoco le apasionaba encerrarse en el despacho con Saurus y escuchar sus sermones sobre como gobernar correctamente las tierras.  Al poco tiempo de su décimotercer cumpleaños se hizo con un compinche, Ramón, el hijo del molinero. Una noche armaron un plan, Ronnald le robaría unas monedas a su padre y irían a la taberna a tomarse unas pintas. Ya...unas pintas, acabaron hasta el culo de cerveza y con Ramón bailando encima de una mesa para disfrute de los borrachos locales, hubiera sido una noche magnífica si no fuera porque Saurus apareció con su escolta personal y se llevó a su hijo de la oreja al castillo. Fue allí donde recibió una dura reprimenda por parte de su padre y dos bofetones, pero estaba demasiado aturdido como para reaccionar de otra forma que no fuera una pequeña carcajada, lo que resultó en otro bofetón. Después de aquellas palabras que a los dos días Ronnald olvidaría, Saurus dejó a su hijo durmiendo la mona.

     

    Apartando ese pequeño incidente la adolescencia de Ronnald no supuso mucho más, al ser el primogénito siempre fue el centro de atención de las mejores mozas del feudo, cosa que disfrutó sin cortarse ni un pelo. Sobre todas aquellas muchachas destacaba Melinda, la hija del capitán de la mesnada de Saurus. Haciendo uso de todo un arsenal de convicción y un futuro prometedor, Ronnald conquistó a Melinda, pero esa relación se vio truncada cuando el padre de Melinda vendió su dote a un adinerado burgués de la capital. La verdad es que esa ruptura no conmocionó demasiado a nuestro protagonista, ya que a las pocas semanas de separarse llegó una carta de Melinda que ni se molestó en abrir, simplemente fue arrojada a la chimenea tras unos minutos de reflexión. Saurus hizo venir a un maestro en el uso del hacha de guerra, a petición expresa de Ronnald. Aquel hombre era originario de las tierras más al norte de Gilneas, barba pelirroja, melena larga y ensortijada, dos metros de altura y una complexión tremendamente musculada. Aquel gigante llamado Marcus era una picadora de carne, que según le contó una vez a Ronnald entre jarra y jarra, consiguió matar a un oso con sus propios puños. Saurus eligió al profesor adecuado, las habilidades de combate de Ronnald simplemente se multiplicaron, y gracias a la Luz que fue así. Cuando su padre le declaró la guerra a la corona junto con los otros señores del norte que se vieron afectados por la construcción del muro, fue el primero en acudir al campo de batalla. Se libraron cruentas y sanguinarias contiendas en las que muchos de sus amigos encontraron su muerte, todo ese esfuerzo y sangre vertida sobre la campiña gilneana fue en vano, La Rebelión de la Puerta Norte, como así la habían llamado, fue todo un fracaso.

     

    Saurus declaró el estado de alerta en sus tierras y se sumergió en los profundos bosques norteños junto con sus leales. Allí establecieron un gran campamento, Ronnald y su hermana Corinne ayudaron en todas las tareas posibles. Cazando, recolectando todo tipo de hierbajos y algún hongo, consiguiendo madera...Para desgracia de la familia, Abraham había cogido una fuerte gripe y necesitaba de los cuidados intensivos de su madre. Las brasas de la rebelión seguían vivas cuando el fuego de la guerra comenzó a fraguarse, Ronnald como de costumbre fue el primero en desenfundar el hacha y acudir al campo de batalla, pero Corinne había conseguido convencer a su hermano de traerla. Para fortuna de todos, ambos regresaron ilesos de aquella carnicería, pero se encontraron su campamento arrasado. Fue entonces cuando apareció uno de los más fieles a los ideales de la causa, y conocido ya por ambos hermanos. Aquel hombre les avisó de que su madre y Abraham habían sido puestos a resguardo en otro de los campamentos cercanos, pero su padre había sido capturado. Durante cierto tiempo Ronnald llevó una caza de brujas, intentando averiguar donde tenían apresado a su padre los lealistas a la corona, más no hubo éxito y tuvo que ponerse al mando haciendo uso de las enseñanzas que su padre le impartió cuando apenas era un criajo, aunque no hacía demasiado de eso.

     

    Al poco tiempo de eso empezaron a llegar habladurías sobre canes bípedos bastante peligrosas, más Sammuel, ya conocían a este muchacho de antes, era el hijo de uno de los mejores hombres de Saurus, dijo que eran tonterías de borrachos,  Ronnald siguiendo a Sammuel lo tomó como cuentos para niños. Una decisión errónea sin duda. La conversación fue interrumpida por los desesperados gritos de una mujer. Ronnald y sus dos compañeros marcharon a la zona de donde venía aquel escándalo. Al llegar observaron a una mujer con el rostro descompuesto por el miedo y una herida del brazo, fue atendida por los pocos sanitarios que habían en el campamento y contó su historia. Una de las ya mencionadas criaturas asaltó a la patrulla de caza con la que iba, siendo ella la última superviviente. Tras varios días, el estado de la mujer solo empeoró, los sanitarios del campamento pensaron que era por una infección, pero no se esperaban lo que era en realidad, una noche la mujer mientras gritaba de dolor se transformó en una de esas criaturas, incapaces de controlarla, los sanitarios fueron masacrados por la bestia, quién acabó siendo ejecutada por un virote en la cabeza. Esto solo hizo aumentar la inseguridad y el miedo entre los habitantes del campamento, quienes cada vez estaban más seguros de que su muerte sería inminente. Llegó la noticia de que Lord Crowley atacaría directamente dentro de los muros, un llamamiento a las armas al que los tres amigos no dudaron asistir, ya que la situación era desesperada por las continuadas visitas de los huargens y la resistencia de los soldados reales. Durante la batalla, Samuel quedó malherido por un tajo en el brazo. Corinne y Ronnald lucharon incansablemente, pero las fuerzas reales eran más disciplinadas, tras tres dias de incansable lucha, los rebeldes acabaron perdiendo. Durante la refriega, Ronnald perdió de vista a su hermana. Al ver que las fuerzas disminuían decidió batirse en retirada para conseguir luchar otro día.

     

    Sin saber como, pudo salir de la ciudad y se retiró de nuevo a la espesura de los bosques, donde se unió a un grupo de remanentes rebeldes. Fueron asaltados por un trío de las criaturas a los años de estar operando en aquella boscosa zona, y solo hubo dos supervivientes. Ronnald quedó marcado con un mordisco en el hombro y otro de los allí asentados que quedó impune. Al ver la marca de la dentelleada, intentó darle una muerte piadosa a Ronnald haciendo uso de una ballesta, pero cuando la estaba cargando Ronnald le placó, lanzándole al suelo y con ayuda de una piedra le destrozó el cráneo a golpes. Por pura suerte, uno de los caballos seguía amarrado, hizo uso de él para llegar a la villa más cercana. De allí fue enviado a la Capital, donde se le asignó un sitio junto a los otros marcados y se le proporcionó una dósis del brebaje. Habitó en ese lugar hasta que instauraron "Las Perreras" en la Capital, fue internado allí y se unió a un grupo de personas, ciudadanos normales que buscaban rehacer sus vidas dentro de la prisión. Se hicieron con una pequeña casa en el barrio de la plaza, frente a La Pocilga. Fue allí donde vivieron hasta que a los años de estar allí, una banda de rapiñadores acabó con todos ellos menos con el que sabía pelear, ese fue Ronnald. Acabó con los tres inútiles armados con improvisados cuchillos, tras darles el seperio más correcto que pudo se largó a vagabundear en las calles, fabricando un arma similar a un hacha pero con chatarra. Desde aquel entonces se ha cobrado unas cuantas víctimas en las calles del gueto.

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