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Dorito

Kord Roderick - ¿Qué hacemos con un marinero borracho?

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Kord Roderick

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Raza Parameño
Sexo Sí.
Edad 31
Altura 1'81
Peso 72 kg
Lugar de Nacimiento Poniente
Ocupación Ex capitán pirata, ahora un simple marinero
Alineamiento Caótico neutral

 

Descripción

Assassin's Creed Rogue : Adéwalé sera présent dans le jeu

Un hombre de piel oscura, con un cuerpo fibroso, levemente encorvado. Se rapa completamente la cabeza, soliendo llevar una bandana o pañuelo de decoración, tiene unas cejas oscuras pobladas, una nariz chafada, poco prominente, tiene unos ojos castaños y profundos. Su tez está decorada con tatuajes, no demasiado llamativos (como se representa en la imagen), también tiene varias cicatrices, una bajo el ojo derecho y otra en la parte trasera de su cabeza.

Lleva tres aros de oro en la oreja derecha, dos en el lóbulo y uno en la parte superior.

Porta una armadura ligera que le permite moverse con libertad, una camisa blanca que deja el pecho al descubierto, un chaleco de cuero ajustado, unos pantalones anchos de color púrpura y unas botas de cuero. Lleva varias bandoleras para guardar sus pistolas de chispa, además de llevar atado su sable a una cinta de tela en la cintura.

Kord era un pirata maleante y un criminal, pero mantiene unos ideales y es leal a aquellos que le agradan. Su rasgo más notable es su naturaleza bromista y despreocupada. Se volvió pirata por lo que él cree que es lo más importante, la libertad.

Carece de estudios, pero aprendió a escribir y leer por su cuenta para no ser engañado en los negocios.

 

HISTORIA

Spoiler

Capítulo 1, Infancia y familia

Me desperté un día más por el griterío de mi madre, tocaba otro día largo de trabajo, mi madre y mis tíos se solían ocupar de la granja, pero cuando cumplí los 12 años tuve que colaborar también, no es que sea de mi agrado trabajar en la granja de sol a sol, pero me agrada sentirme útil.

Mi madre es una mujer alta fuerte y con mucho carácter, a mi padre no le llegué a conocer, mi madre nunca me habla de él, pero mi tío Ronnald quien fue el mejor amigo de mi padre y un antiguo criminal me cuenta historias de su vida como piratas. Me encantan esas historias y no especialmente porque sean graciosas o sean muy entretenidas, me gustaba la idea de ese sentimiento de libertad que tanto parecía extrañar mi tío al contarme esas historias.

Ese día fue bastante normal, ayudé a labrar la tierra, regué algunos cultivos, alimenté a los animales y al terminar me fui a mi lugar favorito, un acantilado al suroeste de mi casa que tenía vistas al mar, me encanta pasar el tiempo en ese sitio y pensar cómo sería mi vida en la mar, imaginar mi barco tripulación y las aventuras que tendría. Al volver a casa me encontré a un grupo de hombres armados con capuchas o pañuelos cubriéndoles el rostro, estaban entablando una conversación con mi madre y mis tíos, yo en ese momento no lo sabía, pero se trataba de una banda establecida en Páramos, los Defias. Entre ellos destacaba un hombre con el pelo rubio recogido en una larga coleta, con una cicatriz que le recorría desde el mentón hasta la oreja derecha, de casi dos metros de altura. No sé de qué estarían hablando, pero mi madre no se lo tomó muy bien.

-¡Largo de aquí!- Escuché vocear a mi madre mientras la agrupación de maleantes se marchaba sin mostrar mucha alegría.

-¿Quienes eran?- Pregunté, tampoco tenía mucha esperanza en una respuesta.

-Nadie que te importe, Kord. -Dijeron casi al unísono mi tío y mi madre. En ese instante no le presté demasiada atención pero pude ver una siniestra sonrisa decorando el rostro de mi tío.

Pasaron varias semanas, mi tío me despertó con una amplía sonrisa y con las manos tras la espalda.

-¡Despierta grandullón! -Vociferó a poca distancia de mi cara. Dí un respingo que casi me hace caer de la cama, le observé confuso. 

-¿Q-Qué pasa? -Dije mientras me frotaba los ojos, aun confuso por lo sucedido, observé a mi tío ahí postrado aun conservando las manos en su espalda.

-¿Preparado para convertirte en un hombre? -Dijo mientras me mostraba lo que había estado guardando a la espalda, un sable de algún metal barato con algunas marcas de haber tenido bastante uso en el pasado. No pude evitar ponerme a reír, pero mi tío no parecía bromear.

-Si quieres llegar a ser un pirata de verdad, de alguna forma tendrás que empezar. 

A partir de ese momento, todo cambió.

Capítulo 2, Criminalidad en Páramos

-Eh Roderick, revisa la habitación de arriba -Murmuró Greg, un chico de unos 17 años, sin muchas luces y con bastante mal genio que acompaña con un cuerpo musculado y ancho, no me agrada demasiado, pero me toca trabajar con él.

-Está bien, trata de no hacer mucho ruido. -Dije en un hilo de voz, subí las escaleras con cuidado, aunque sabia de antemano que la casa estaba vacía, no quería que nos escuchara nadie de fuera, al subir, me fijé en un gran armario, al intentar echarle un vistazo a uno de los cajones casi se me cae encima, conseguí sujetarlo a tiempo para que no cayese nada y evitar que hiciese ruido, al parecer tenía una pata rota. Decidí no seguir desvalijando ese peligroso armario, pasando a la habitación de al lado, no tardé mucho en encontrar las joyas que había escondidas en el hueco que queda entre los cajones de la mesilla de noche, justo cuando me disponía a descender al segundo piso, escuché un fuerte estruendo.

-¡Alto ahí! -Dos guardias irrumpieron en la casa, apuntando con sus espadas al idiota de Greg, se lanzó sin pensarlo contra los guardias, quienes no tardaron en reducirle.

-¡Quedas detenido! Vamos a por el otro. -Dijeron inmediatamente tras esposar a Greg, les escuché subir por las escaleras, saqué la pistola de chispa que me regaló mi tío por mi 16 cumpleaños y esperé en el piso de arriba. 

-¡Baja eso chico! -Gritó uno de los guardias mientras alzaba el escudo. Disparé, lo cual hizo poner en guardia a ambos guardias, pero mi bala no iba a hacia ninguno de los dos que empezaron a reír. 

-¡Menuda punte...-El armario que les cayó encima no les dejó terminar la frase,la bala impacto justo donde quería, en la pata débil del armario, salí corriendo lo más rápido que pude, saltando encima del armario, levanté a Greg del suelo como pude y me siguió con las manos esposadas a la espalda, conseguimos salir de allí y volver a la cueva que usamos como guarida. 

En la guarida dejé las joyas que pude robar en la casa, el rubio de la cicatriz en la cara resultó ser un jefecillo de los Defias, su nombre es Trevor Thalud, en estos 6 años que llevo trabajando para él no he podido averiguar nada más que su nombre, lo peor es que ni siquiera sé si es su nombre verdadero. Al ver las esposas de Greg gruñó, desenfundó la pistola y disparó a las cadenas. 

-Que alguien le quite eso de las muñecas. -Dijo mientras cogía las joyas que robé con anterioridad. -Tú, ven conmigo. -Dijo sin mirarme, aún así supe que iba dirigido hacia mí, le seguí hacia la parte profunda de la cueva, una vez allí me ofreció un cigarrillo, yo lo acepté gustoso y lo encendí, llevándolo a los labios y dando una larga calada. -Es hora de que hagamos un buen golpe tú y yo, chico. -Tras decir esto decoró su rostro con una larga sonrisa, yo asentí mientras disfrutaba del cigarro. 

Tras la explicación del plan salí a dar una vuelta, me dirigí hacia el establo, no es el mejor lugar ni el más tranquilo, pero los caballos son criaturas fascinantes y me gusta observarlos y pasar el rato allí. Encendí la cerilla para poder disfrutar de mi cigarrillo, al encender el fuego, el caballo relincho apoyándose en las patas traseras, me sorprendió y caí de espaldas, el mozo que cuidaba a los caballos me explicó que ese caballo tuvo una mala experiencia con el fuego, de hecho, aun conservaba algunas quemaduras.

 

Pasaron varios meses hasta el día del gran golpe, el plan era sencillo, yo entretenía al carromato que iba a pasar con un cargamento de herramientas, el cual, según el chivatazo que le dieron a Trevor, tenía escondido un pequeño cofre con varias doradas, la parte de Trevor era la difícil, dejar fuera de juego a piloto y copiloto, al parecer iba a ir desprotegido para no llamar la atención. Lleve mi parte a la perfección, me puse puse una venda en los ojos haciéndome pasar por un ciego y cogí un palo lo suficientemente largo para que colará por un bastón, caminé en medio del camino, no tardaron en gritarme para que me quitase del medio, no les quedó otro remedio que parar, conseguí distraerlos lo suficiente como para que Trevor le partiera el cuello a uno y apuñalase a otro en la garganta. Buscamos en el carro, al parecer el chivatazo era cierto, la bolsa tenía suficiente dinero como para dejar de delinquir de por vida, mi compañero sonrió y me dijo que le siguiese, se quitó el chaleco ensangrentado y nos dirigimos hacia el establo más cercano.

-Nos piramos de aquí con el dinero chaval. 

-No, de eso nada, dame mi parte del botín y vete. -Respondí enfadado.

-¡De eso nada! Te quedas sin nada criajo. -Acto seguido habló con el cuidador de caballos para alquilar uno, el hombre quedó sorprendido al enseñarle tal cantidad de dinero en una sola bolsa, compró el caballo y se montó.

-Buen viaje. -Sonreí de medio lado al ver en qué caballo se había subido, encendí la cerilla y después mi cigarro mientras observaba al caballo relinchar y apoyarse en las patas traseras y así quitarse de encima al pasajero dejándose llevar por el pánico, el pobre Trevor cayó de cabeza contra una roca, corrí hacia el cuerpo y cogí el dinero que quedaba, salí corriendo de allí lo más rápido que pude cogiendo el caballo de al lado y lanzando unas monedas al mozo mientras salía al galope.

 

Decidí darle la mitad de la bolsa a mi madre, el resto sería para comprar provisiones en mi viaje a Bahía del Botín, sabía que el viaje no iba a ser sencillo.

 

Capítulo 3, El comienzo 

 

Bahía del Botín era tal y como me la describió mi tío, plagada de goblins, piratas, vende humos y mujeres con buenos escotes, pase muchos años allí ganándome la vida en tripulaciones de mala muerte, pescando lo que podía o robando a algún desgraciado borracho o despistado. 

Volví a mi pequeña choza tras varias horas cargando cajas a un barco mercantil, mi choza está decorada con hojas de palmera, redes de pesca, anzuelos y algún que otro arpón oxidado, me tumbé en mi cama improvisada hecha con un montón de hojas y aparte el tablón en el suelo que ocultaba mi pequeño cofre con ganancias, no pude evitar dar un salto de alegría al ver que con el dinero ganado hoy haciendo de mulo y la suma de dinero que había ganado a lo largo de los años me daría para poder comprarme el pequeño barco que vendía un viejo lobo de mar en el muelle. 

Salí disparado hacía el viejo con el cofre escondido en una bolsa que cargué a la espalda, guarde un poco del dinero en pequeñas bolsas para poder contratar a una tripulación. El viejo hombre al verme soltó una carcajada.

-¿Sigues interesado en esta cáscara de nuez? -Pronunció mientras daba una calada a su pipa.

-Sí, lo necesito. -Dije manteniendo la calma.

-Está bien... -Se levantó de su taburete, el cual emitió un sonoro chirrido y cogió el pequeño cofre que yo sostenía en mis manos. -Es todo tuyo... Recuerda, nada de devoluciones, reza lo que sepa a la Luz para que no se hunda al primer día en alta mar. -Volvió a reír y se marchó dirección taberna con mis ahorros.

Estuve trabajando en el barco durante días hasta poder dejarlo limpio, incluso me dio tiempo a preparar una bandera, ahora sólo faltaba la tripulación, y tenía varias personas en mente, me dirigí hacia la taberna sonriendo, mi sueño estaba cada vez más cerca.

 

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