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Dorito

Niza, La Rosa del Desierto

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HISTORIA

Spoiler

 

-Despierta, Niza. 

Una voz estruendosa y arrogante voz, la del segundo al mando de la banda resonaba en los oídos de la joven Vagayermos, quien hablaba era Adib, el hombre de confianza del jefe Irim. Hacía ya 12 inviernos desde que Irim había encontrado tanto a ella como a su hermana en un naufragio en las orillas de la cálida y hostil Tanaris.

-Ya voy <gruñó, pero se terminó levantando del petate>

Caminó hacia el centro del campamento, montado sobre unas viejas ruinas trols que las dunas se habían tragado, allí la banda discutía una nueva ofensiva, esta vez contra un cargamento goblin. Cuando Niza se acercó, Irim esbozó una sonrisa y exclamó.

-Si todo sale bien, hoy nuestra querida Niza se ganará su segunda espada.

Niza aún rememoraba como consiguió la primera, Colmillo. Como cualquier depredador, los colmillos o garras son las primeras armas. Cuando tuvo la edad para pelear Irim le hizo elegir entre diversas armas sobre una mesa; mazas, arcos, ballestas, látigos, dagas, ballestas y lanzas pero ella tomó una espada casi roma, la recordaba. Fue parte de lo saqueado durante el naufragio del que fueron rescatadas. Con el cuidado adecuado se pudo volver a usar.

La tarde prosiguió, en la banda había nervios como siempre antes de un golpe, por suerte la hermana pequeña de Niza, Saadia, le preparó un te que hizo que la espera fuese más amena. Saadia tenia la cualidad de sacar lo mejor y lo peor de la Vagayermos, valentía, moral... Pero también preocupación y obsesión. Era lo único que le queda de su otra vida, ya ni recordaba el rostro de sus padres.

Los ropajes anaranjados, amarillos o blancos grisáceos se camuflaban entre las dunas, el carromato cargado por un par de hobgoblins iba lento pero si pausa por las arenas, no llegaban ni a una decena de guardas contando los hobgoblins, pero las criaturas verdes eran peligrosas por sus armas de fuego. 

Fue una escaramuza corta pero no menos sangrienta, los goblins no esperaban una emboscada, al menos no en esas dunas, las flechas tumbaron a la mayoría y los asesinos diestros de la banda se deslizaron por las dunas con agilidad para degollar o apuñalar a los más lentos, el resto fue una sangrienta pelea, acero y plomo contra carne. Niza logró alcanzar a uno de los goblins subidos en el carromato, quién apuntaba con una pesada ballesta, mientras este recargaba la joven se abalanzó sobre él, en el forcejeo clavó su espada en la madera de la ballesta y cortó una de las cuerdas que tensaban el arma. Entre intercambio de golpes el goblin terminó por llevar la mano al cinto y sacar una pistola, con rápidos reflejos vio las intenciones de la criatura verde, el forcejeo terminó de forma abrupta con un estruendo. Niza tomó la pistola y echó a un lado el cuerpo, se asomó por la boquilla de la pistola, viendo su oscura alma era como si estuviera Desalmada.

Irim se acercó a la adolescente, quién descansaba con las posaderas sentadas sobre un muro de roca con inscripciones trol, balanceaba las piernas mientras observaba el mar de dunas. 

-Aquí tienes tu Espina, mi Rosa del Desierto. <Y rodeó su espalda con su robusto brazo>

Aquel hombre se había convertido en la figura paterna de Niza, le había enseñado a desenvolverse en el desierto, a pelear hasta a atarse las correas de la armadura. Ella respetaba al jefe, no comprendía aún la diferencia entre el bien y el mal y lo que conllevaba que la persona a la que veneraba era un criminal. 

 

-Mira lo que encontré, estaba cerca de una Acacia. <Alzó un arco artesanal, en buen estado, hecho con la madera de ese mismo árbol>

Niza gateó por la arena hasta quedarse frente a él, Saadia tenía la habilidad de encontrar cosas donde menos te lo esperas, la mayor parte de los colgantes, pulseras o anillos eran encontrados por ella en ruinas o perdidas entre las arenas. Cogió unas cuantas flechas y fue a practicar con su hermana el tiro al arco, no tardó en llegar a ayudarlas, Niza casi se convierte en un atentado con patas contra el campamento con los entrenamientos de pistola, no quería que se repitiese la historia con el arco.

Los goblins y trols no eran los únicos problemas del desierto, había criaturas despiadas, algunas volaban, otras eran inmensas y otras, las más temibles, podían nadar por la tierra como si de un pez se tratasen. Necesitaba una defensa contra ellas y Adib se encargaría de darle una forma de defenderse además de un entrenamiento.

-Mocosa, aquí tienes tu Aguijón. <Le tendió una lanza, con una punta afilada y de madera robusta>

 

Saadia y Niza paseaban por las dunas cerca de unas ruinas trols abandonadas, pero esta vez no fue Saadia quien encontrase un tesoro abandonado. Niza vio como el sol reflejaba contra su cara, siguiendo aquel reflejo dio con una rodela de metal, cubierta en pintura dorada, abandonada en mitad de aquellas runas, quizá quien la dejó sabía que estaba maldita, quizá un trol puso una Execración sobre aquella protección de metal abandonada. El paseo no dejó muchas más sorpresas para la Vagayermos, pero quizá sí para su hermana.

 

La vida en el desierto no era fácil o agradable, pero era a lo que se acostumbraron las hermanas, pero esa vida no perduró por siempre. 

Durante una fría noche Niza tuvo una pesadilla, las solía tener y todas con el mismo día; ella perdida en medio del mar cuando solo era una niña,  el día del naufragio. Siempre le tuvo pavor al mar, odiaba acercarse siquiera a un lago. Aturdida raptó hasta la tienda de Irim, pero lo que escuchó torcería su destino por completo.

-Algún día tendremos que decirles la verdad, terminarán por saberlo tarde o temprano. <Una voz severa, pero siempre con un tono prepotente, era Adib>

-No podemos decirle que fuimos nosotros quienes hundimos aquel barco, Adib. No tienen por qué enterarse si nadie se lo cuenta, podemos ahorrarles ese sufrimiento. <Inquirió Irim, aquellas palabras quebraron a la joven>

Esperó a que Adib saliese de la tienda y siguió reptando hasta entrar, se colocó sobre él y alzó su sable, dispuesta a degollarle, pero el hombre abrió los ojos y a Niza se le encogió el corazón, dio un rápido y nervioso tajo de barbilla a frente, pasando por nariz y ojo izquierdo y se fue corriendo de la tienda.

Irim gritó adolorido y toda la banda fue a su rescate, Niza tomó su petate, una bolsa, sus cosas y se llevó a Saadia sin darle una explicación ni contestar a sus preguntas. Desde ese entonces vagan por Azeroth, vendiendo lo que encuentran y lo que fabrican gracias a sus conocimientos aprendidos en el desierto.

 

Editado por Dorito
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