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Ace Of Spades

Alasteir Kyvalion | El alquimista

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  • Nombre del Personaje
    Alasteir Kyvalion
  • Raza
    Alto Elfo
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    234 | Aparenta unos 30 humanos.
  • Altura
    1,85 mt
  • Peso
    78 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Aldea Corona Del Sol | Quel'Thalas
  • Ocupación
    Boticario / Alquimista


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  • Descripción Física

    Caucasico, cabello rojo intenso, ojos azules marino, delgado, de contextura mas bien débil,  sin cicatrices aparentes ni marcas de trabajo pesado, salvo por una en el pecho de la que no se siente ni orgulloso ni complacido, una que le ha dejado el paso de la plaga por Quel'Thalas y a la que trata de ocultar como si de su horrible pasado se tratara.

  • Descripción Psíquica

    Es un elfo tremendamente diplomatico y bien portado, audaz en los negocios, habil comerciante y alquimista, sabe manejarse bien en sociedad y tratar sus asuntos con mesura y  diligencia, es perfecionista en todo lo que hace y planea cada aspecto de su vida de forma meticulosa.

    No suele involucrarse sentimentalmente por lo que en su propio pensar, carece de debilidades, pretende entonces, recuperar el poder economico y social que disfrutaba su familia en tiempos ancestrales, ocultar sus propios temores tras una fachada y una posición de poder le resulta mas comodo que sencillamente dejarse llevar.
     

  • Ficha Rápida
    No (600 palabras mínimo)

     

Historia

El elfo de cabello rojo intenso como la sangre pútrida de un muerto observaba con seriedad los alaridos desdeñosos de aquel anciano humano furibundo, los gritos no eran contra él, lo sabía y pese a ello, no podía evitar sentirse ofendido con cada intensa palabra que salía de su boca, repleta de odio, de sorna contra aquellos que habían provocado su ira y con cada grito, se le ocurría que en algún punto, ese joven humano de aspecto añejo creía ser superior a él y a todos los demás, un recuerdo vino a su cabeza de cuando lo conoció, era joven, aún vital, era un hombre ambicioso si, pero amable, pensaba en sus pequeños hijos, en su humilde negocio de alquimia sin apenas nombre ni forma, ese negocio era su otro bebé en esa época, creaba para ayudar;  el elfo vio en el muchacho una oportunidad de una nueva vida, de hacerse de un lugar al que llamar hogar nuevamente; Él hombre envejeció y conforme lo hizo se olvidó de sí mismo y se convirtió en un depredador inmisericorde, su humilde negocio se nutrió con toda su ambición desmedida hasta convertirse en un demonio sin alma propia y conforme el viejo negocio esquinero de alquimia se hacia mas reconocido entre los estoicos habitantes de Stromgarden y el dinero empezó a llenarle los bolsillos su amable personalidad se degeneró mas, se bifurcó en dos, era una persona con sus clientes, otra muy distinta con sus enemigos y enemigos fueron llamados todos aquellos que se ponían en el camino esplendoroso de su crecimiento comercial, un competidor, un acreedor que cobraba algunos intereses por su préstamo, incluso la mujer que escribía para el periódico local y que había cometido el error de plasmar en el papel las deducciones de su criterio personal y que fugazmente había soltado un par de malas reseñas sobre la Dama Roja y sobre los productos químicos populistas y perjudiciales para las buenas virtudes de los seguidores de la luz que allí se vendían.


Al principio la humilde Dama Roja vendía pociones curativas de un hermoso color escarlata, de allí sacó su nombre, estas pociones ayudaban a sanar heridas rápidamente, eran casi famosas entre los locales, pero era una receta costosa para la mayoría del vulgo, además vendían también  remedios, antídotos, sutiles somníferos para el insomnio, relajantes musculares y todo aquello que pudiera necesitar una persona para gozar de una salud decente, pero no todos los toscos ciudadanos confiaban en las ciencias alquímicas y mucho menos mágicas, además no eran precisamente exequibles en cuanto a precio ni fáciles de hacer, el negocio se mantenía exclusivamente gracias a algunos clientes inusuales, pero muy leales,  Joseph era un idealista y en algún aspecto, un buen hombre, hasta que llegó Alasteir, un elfo emprendedor que viajaba desde el norte huyendo de la plaga que había azotado a toda su tierra y había carcomido a la que en otrora tiempo había sido su familia, una buena familia, de renombre entre las grandes casas, se habían convertido en caminantes irracionales en una tierra igual de muerta y los que no, se habían hecho huraños, un poco desquiciados o paranoicos, apegados religiosamente a viejas glorias que no volverían milagrosamente, Alasteir sabía bien que nada era gratis y los milagros eran una ilusión infantil, ni siquiera la vida que daban por sentada era gratis, la suya propia la había robado de las manos de la muerte, había sacrificado a un inocente con boleto de barco a cambio de sólo polvo y sangre, él, el listo, el emprendedor había huido al sur suficientemente lejos de la influencia del azote y de todas las consecuencias que este dejaba tras de si para nunca mirar atrás.

 

Alasteir viajaba con un equipaje liviano, la ropa que llevaba puesta, un par de joyas familiares y un potente cargamento de conocimientos, de magia, de hierbas y de alquimia, mucho mas de lo que Joseph necesitaba para su negocio, el joven alquimista humano le ofreció un lugar y el elfo pelirojo le pago con conocimiento y trabajo duro, era una relación funcional, el elfo conocía nuevos procedimientos, diferentes recetas y todo un abanico de posibilidades, mas baratas, mas fáciles de hacer, mas comerciales; cierto es, un potenciador sexual embotellado puede que no fuera a sanar muchas heridas, pero seguro que si se usaba bien, podría salvar alguna que otra vida de la desgracia y el escrutinio público, es discutible, lo que no lo es ciertamente es la cantidad de dinero que trajo al negocio, Joseph sabía un par de cosas que el elfo desconocía también y juntos crearon productos para todo el público, en algún punto dejo de importar quien o para que usara que cosa, sólo importaba cuanto podía pagar por ello; Sin embargo no todo fue tan simple, conforme pasaban los inviernos, el joven alquimista se añejo y sus cabellos negros se tornaron blancos mientras que en su empleado extranjero apenas si se notaba un ápice cada década, supongo que aquello fue un gatillo para el malestar de Joseph, ver como la despiadada muerte le seguía los pasos comenzaba a tornarlo mas insoportable, pero fueron los negocios lo que lo convirtieron en un asqueroso criminal.

 

En algún punto de su vida, Joseph decidió que lo mas sano para su negocio era recordarle al elfo cada día, que era él quien estaba al mando y que gracias a él no era mas un elfo desahuciado sin algo que comer y era Joseph el rostro visible de la Dama Roja y luego sus hijos, nadie dentro de los muros de la ciudad de Strom confiaría en las pócimas de un elfo, él era el maestro y el señor, era importante dejarlo claro cada vez que se presentara la ocasión, pero sus canas lo engañaban, ni con toda su cabeza ya nevada podría contar apenas un ápice de los años que habían pasado por los ojos de su empleado, su  balurdo intento de amedrentar tenían tanto efecto en el elfo como sus propios intentos por vencer la mortalidad, pobre Joseph, era cuestión de tiempo para que la hora le llegara, ya fuera por la enfermedad o porque alguno de sus turbios negocios por mantenerse al margen le explotara en la cara, Alasteir sólo tendría que esperar, tenía la paciencia infinita de su raza y la sagacidad de cazador, el humano pensaba que sus hijos heredarían todo tras su deceso, incluyendo al elfo mágico, su negocio se mantendría a flote tras su partida.

 

Mikah era ya un hombre adulto al igual que su hermana Mia, el primero era caprichoso, mimado, un hombre niño sin idea de la vida con la certeza latente de que su padre le daría de comer toda la vida y pagaría sus cuantiosas deudas, pensar en que algún día acabaría lo aterraba y por eso evitaba pensarlo siempre que podía, el problema era Mia, una mujer fuerte, de carácter severo y diligente, tener que cargar con el peso de una madre muerta y de su estúpido hermano menor la habían forjado con acero Stromgardeano puro, para fortuna del elfo había preferido marcharse lejos para no tener que ver el rostro mórbido de su padre cada vez mas decadente y con su partida se había llevado el veneno con ella, era una víbora, pero también un lobo, ahora que ya no estaba, era hora de que el elfo hiciera su movida.

Editado por Ace Of Spades
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