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Hephastia Grondottir - Sombrío Legado

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  Hephastia Grondottir

 

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  • Nombre: Hephastia Grondottir del Clan Quiebraesquistos
  • Raza: Enano oscuro
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 71 años
  • Altura: 1,43 M
  • Peso: 83 Kg
  • Lugar de nacimiento: Dun Skygge, Garganta de Fuego
  • Ocupación: Estudiante Rúnica y Herrera

 

  • Índice
    • Eventos Masteados
    • Eventos Asistidos

 

  • Mísivas

 

Descripción física

Los fuegos de las forjas han dado una forma cincelada al físico de esta corpulenta enana de piel cenicienta. Alta, para lo que es una enana y ancha , es más densa que el mazapán. 

Hephastia es una mujer madura, con una expresión severa enfatizada por unos tatuajes de tinta negra que contrastan con una tonalidad relativamente pálida. Sus ojos arden con las ascuas de la forja, con unos tonos que varían del rojo incandescente al grante más oscurecido, y unos irises apenas visibles de brillante naranja con puntos blancos. Una nariz recta y chata, le da un aspecto regio a la silueta de su rostro, acompañado por una larga melena de cabellos oscuros, que a veces palpitan con el propio fuego que late en sus venas.

 

Descripción psicológica

Esta enana es una tradicionalista criada en los antiguos métodos de los Hierro Negro. Es una mujer leal, firme en sus creencias, poco dada a los arranques de furia o a dejarse dominar por las emociones. Para la fama de su raza, suele mostrarse relativamente fría, distante incluso, aunque aquellos que la conocen pueden corroborar que... efectivamente, es así siempre.

Adepta de las artes de su pueblo, su obsesión es su obra y su trabajo, y su obra y su trabajo es la herrería, herencia familiar, más especialmente vinculada a la creación de todo tipo de retorcida maquinaria de guerra, especialmente los afamados golems de los enanos oscuros. Fiel seguidora de la religión de su pueblo, el Culto a la Llama, heredó de su linaje familiar la senda del Maestro de las Runas, guerreros cuasi monásticos que dominan la magia de los volcanes.

Poseedora de un humor bastante básico, que saca a relucir bajo los efectos del alcohol, desprecia todo lo que no es un enano, aunque por contextos vitales se vea obligada a moverse entre ellos, pese a que a su vista, todos estarían en mejor posición de tener unos grilletes en las muñecas, y minando en las canteras de su pueblo.

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 Historia

 

Cita

 

¿Qué haces cuando tu pueblo se vuelve contra si mismo y rechaza todo aquello en lo que cree? Te rebelas. Luchas contra la tiranía de aquellos que intentan imponer sus ideales, que desafían el status quo que ha imperado durante siglos.

 

Estos nuevos librepensadores que hablaban de treguas, de enmedar los errores del pasado. De amnistía. ¿Qué se creían? Eran débiles. E iban a quebrantar el orden de nuestra sociedad. 

Y lo que era peor, estaban dispuestos a hacer que la sangre derramada por nuestros padres, abuelos y antepasados se evaporase sobre las lomas de las tierras llameantes, como si nunca hubiese sido derramada. Hablaban de futuro. ¿Pero como puede uno hablar de futuro, cuando el coste es la destrucción de los cimientos sobre los que se pretende este construir?

 

Por desgracia, en una guerra fratricida, pocos tienen la suerte de elegir bando.  Yo no fui una de esas.

 

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Los muros de Dun Skygge se alzaron siempre altos y orgullosos en las cordilleras del norte de la Garganta de Fuego, allá donde las tierras de los enanos oscuros terminan, y tras pasos montañosos y fortines con banderas de media docena de colores, en pie o en ruinas, dibujan una frontera de tensión constante entre ambas etnias de enanos.

 

La Montaña Sombría, como se la conocía, era una ciudad de artesanos e industrialistas, de hechiceros y adeptos de las artes antiguas, orgullosos artesanos y leales hierro negro. Como la gran mayoría de las ciudades del norte del Imperio de los Hierro Negro, Dun Skygge estaba vinculada a la Liga del Torio, una de las diversas ligas de fortalezas y ciudades hierro negro, una suerte de comunado o alianza política y cultural, que conformaban grupos de presión en el gran Senado de Forjatiniebla para hacer frente a otras Ligas y ciudades hierro negro, pues como todo enano sabe, la industria y el buen trabajo requiere de una recompensa justa, y ningún hierronegro que se precie permitiría que otras ciudades se llevasen las empresas que a ellos les corresponden.

Es en esta ciudad que existia y proliferaba el Clan de los Quiebraesquistos, un clan menor de los Hierro Negro, de relevancia media en la fortaleza. Conocidos por su templanza y frialdad, siempre habían sido artesanos y herreros sin parangón, pero si en algo destacaban, era por su gran maestría en la forja de los golems de guerra enanos. Si por algo destacaban sus ejemplares, es que a diferencia de los constructos hechos en las regiones del sur del Imperio, no usaban almas débiles de esclavos malnutridos para ser potenciados, pues tan al norte del Imperio, el acceso a mano de obra esclava, fuese humana, gnoll o trol, era mucho más escasa y valiosa.

No, sus golems se alzaban como constructos de guerra letales, potenciados por leales guerreros del clan, normalmente aquellos que habían recibido heridas demasiado graves en la batalla, y ya no eran capaces de seguir luchando. Un gran ritual, y un entierro honorífico se les concedía, antes de renacer en un nuevo armazón de hierro y roca mágica. 

Un honor. Un honor sombrío, pero un honor pese a todo.

Cuando la guerra estalló, los Quiebraesquistos se vieron atrapados tras las lineas enemigas. Dun Skygge, como ciudad de la Liga del Torio, declaró su lealtad a la causa de Moira Thaurissan, pero los Quiebraesquistos siempre habían sido firmes creyentes y seguidores de las filosofías de los hierro negro más tradicionales. 

Los Hierro Negro, incluso aquellos más afines a las nuevas corrientes de pensamiento pregonadas por su Emperatriz-Regente de sangre barbabronce, son un pueblo despiadado. 

Todos sabían las verdaderas lealtades de los Quiebraesquistos. Y ni los golems de guerra más fuertes de todo el Imperio fueron capaces de proteger a su clan de las repercusiones. Cazados, ejecutados, o encerrados la mayoría, algunos renegando de su familia y abrazando la nueva corriente, fuese para salvar al pellejo o por convencida convicción, daba igual.

¿Entre todos ellos? Una fugitiva. Escapada con poco más que una daga ritual y un martillo, regalo de su fallecido padre. Abandonar el hogar nunca es fácil, pero aun menos lo es cuando te han obligado a hacerlo.

Hephastia se lanzó a la vida que muchos de sus hermanos habían hecho antes que ella, pero no lo hizo por ganancia propia, por afán de ver mundo, o por deseos de oro y fama. 

Ella lo hizo por una promesa. 

Y un Quiebraesquistos nunca rompe una promesa.

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ΣƧQЦΣMΛƧ Y ПӨƬΛƧ

DΣ ΉΣPΉΛƧƬIΛ GЯӨПDӨƬƬIЯ

Cita

¿Qué hago aquí? Morralla. Chatarra. Trabajos indignos de alguien de mi categoría.

¿Puedo quejarme acaso? No. No puedo hacerlo. Las lamentaciones y la autocompasión no me llevará a nada. No. Mi madre no crió a una llorica.

Arrancaré de las entrañas de este pozo todo lo que pueda, y una vez esté exiguo de fuerza y sangre, continuaré mi trabajo donde pueda completar mi proyecto. Solo necesito tiempo. Tiempo y conocimiento.

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Las Hojas del Sacrificio son la posesión más preciada de cualquier artesano o maestro de la ruina de los enanos oscuros.

Llenas de inscripciones antiguas como la montaña, son usadas en los rituales de extracción del alma que a futuro, dará poder a los golems de guerra de los Hierro Negro.

"Lo único que pude rescatar de los talleres de mi clan antes de huir de allí. Debería haberla recibido como regalo, con todos los honores, una vez mi instrucción estuviese completa. 

La habría blandido. La primera de muchas veces, y el primero de mis golems se habría alzado, orgulloso. Pero todo eso se ha ido al traste. 

¿Qué hago ahora con ella? Tengo las bases, pero las sutilezas se me escapan. Me arde el pelo solo de pensar sobre ello. ¿Qué es una herramienta si su artesano no sabe blandirla? Algo inútil. 

Necesito encontrar a alguien que entienda sobre las almas. Tal vez con su dominio y mis conocimientos, pueda replicar las artes de mis antepasados y maestros... tal vez...

¿Pero como podría confiar en un hechicero de tres al cuarto? Son cobardes y engañosos por naturaleza. Y sin embargo, tengo que hacerlo. 

No me queda otra alternativa."

 

ΣПᄃΛЯGӨƧ

El Pirata: Ciento veinte planchas de hierro para reparación en alta mar. A entregar en dos semanas.

"Patán y rufián. Pago por adelantado a desgana."

170 cobrizas.
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La Elfa: Un candado de hierro. A entregar en un día.

"Orgullosa y expuesta. Extraña en el lugar."

30 Cobrizas.
----------------------------------

El Enterrador: Una pala afilada. A entregar en un día.

"Siniestro y aparentemente inofensivo. Oculta algo."

40 Cobrizas.

 

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