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Galas

Monik Faler - Mea máxima culpa

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Monik "Balalaika" Faler

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  • Nombre: Monik Faler
  • Raza: Alteraci
  • Sexo: Femenino
  • Edad: 25 años
  • Lugar de nacimiento: Duestchland, Alterac
  • Ocupación: Arcanista Escarlata

 

 

 

Descripción física: 

Monik es una mujer alta, esbelta, de ojos ligeramente rasgados y piel neutra, con una tonalidad de piel neutra, de dificil broncear. Su rostro, afilado, se dibuja en una mandíbula enmarcada por unos ojos habitualmente maquillados y ahumados y una expresión adusta, recubierta por una larga melena, sin mechón fuera de su lugar, peinada y repeinada, que cae hasta la mitad de su espalda.

Sus ojos de un profundo color ámbar se iluminan con luz y fuego propio en sus momentos de mayor intensidad emocional, o eso dicen aquellos que han estado ahí para verlo.

Su piel, libre de toda marca, le da una apariencia eólica en su caminar, de largas y anchas togas finas que acompañan sus pasos de manera etérea, siempre luciendo los colores bermellones y escarlatas de su orden.

Al hablar , lo hace con un fuerte acento, marcado de las montañas, que le impide ocultar su origen como una alteraci.

 

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Cita

He pecado, de acto, de modo, de pensamiento y de intención.

Si la Luz lo hizo así. Si el Vacío es demasiado fuerte para mi. ¿Qué cantidad de responsabilidad hemos los beatos pecadores aceptar por aquello que no podemos combatir?

Toda. Toda ella. Dice el Credo de la Llama.

Hablan de redención, de paz, de comprensión. De respeto y de bondad. ¿Qué bondad hay en el estigma del nacimiento? ¿En la carga del asno, dulce zanahoria siempre fuera del alcance, a poco más que longitud del morro extendido? 

¿Puede acaso existir la paz? No en esta vida, dice el credo.

¿Puedo encontrar la redención? No en esta vida, dice el credo.

¿Puede mi cuerpo pagar mis penas? No en esta vida, dice el credo.

¿Puede mi alma encontrar la paz? Solo cuando la llama queme, y la carne deje de corromper la pureza del alma, dice el credo.

La Luz dorada quema. Quema porque es buena. Quema porque baña y recuerda a aquellos mejores. 

Habla la Luz dorada de redención. ¿Pero y qué aquellos que intentan, pero jamás consiguen? El candor del dorado se vuelve frío. Frío de la envidia. Frío de la duda. Dolor del resentimiento criado en la oscuridad del incapaz.

Del insuficiente.

Solo la llama carmesí ofrece alternativa: Cuando tu vida es poco más que una sucesión de errores y pecados cargados a tu alma antes siquiera de haber nacido, encuentra en la purificación de la carne la redención del alma bajo un juicio justo.

¿Se le puede exigir tal sacrificio a alguien? Sí, se puede. Y que tan pocos lo acepten y entiendan, no es si no motivo de porqué el Vacío se expande y se extiende. Crece y se multiplica.

Todos estamos Vacíos, y solo la Luz puede llenarnos. 

Pero pocos merecen ser llenos por la Luz.

Los demás, solo se nos ofrece la alternativa de la llama.

Un fuego tan puro, irrefrenable, que destruye todo rastro de Vacío y Oscuridad.

El espíritu arde. Y la carne, es su leño.

Y en la muerte, la redención del pecador.

He pecado, de acto, de modo, de pensamiento y de intención. 

No pido más que la oportunidad de pagar mi pena, en humilde servicio.

Y en la muerte, encontrar renacer.

- Confiteor de Monik Faler, novicia de la Hermandad de los Justos Cruzados de San Augusto de Lordamere

Nunca tuvo una oportunidad. Y no por ello ha de dar pena, pues la mácula la acompañó de nacimiento más allá de los pecados de sus ancestros.

Era un pueblo alteraci, pequeño y en las montañas, poco más que un cantón compuesto por una docena de cabañas y la hacienda del señor, que de señor tenía ínfulas más no educación o buen hacer. Nacida de campesina preñada en establo y fuera de alcurnia legítima, origen rumoreado más nunca confirmado.

La muchacha escuchó a sus ancianos y mayores hablar de épocas mejores, pero tampoco mucho mejores, no fuéremos a creernos que Alterac ha sido nunca algo más que tierra dura, de gentes duras, donde los fuertes se alzan como las cumbres, y los débiles, conforman los huesos que nutren sus raíces.

Pero sin embargo ella solo conocía la pobreza bajo el liderazgo de un barón ladrón, bandido de obligación y espíritu. ¿Qué virtuosismo conoce la que de la nada sale, y la nada se le enseña?

Alguno, pues otros en su situación, mejores que ella supieron ser.

Pero no ella. 

En la adultez encontró refugio de crimen perseguido, cometido en juventud, en el amparo de la Luz. Más la Luz solo responde a aquellos que en ella creen, y en si mismos creen, y en su virtuosa convicción se amparan.

Ella no era ni uno, ni otro, ni último. Pero en la llama apasionada siempre encontró sosiego, tal vez, a ojos de muchos demasiado. Incluso, disfrute. Otra mácula más, a un alma de por sí pendenciera e indigna.

La magia arcana para muchos, es cuasi antítesis de la Luz Sagrada. ¿Por qué? Ambas son aquellas que rigen el mundo, y en los magos no hay mayor mal que en el guerrero que con espada defiende su hogar. Pero las leyes físicas, puestas ahí por la Luz, son quebradas constantemente por endeudores, por maguferos, por feticheros y arcanistas. Hacen de algo puro, algo turbio, y retuercen y retuercen y retuercen y retuercen.

Pero Monik supo ver algo más. Era una herramienta. Una herramienta donde incluso una pecadora como ella, podría ayudar al gran plan, a la voluntad de la Luz como fuere predicha por sus señores y superiores. Al estigma del Inquisidor le seguía el fulo del cruzado, y el fuego de la pira, del corrupto capturado.

¿Acaso no podía ser directamente las llamas, que llevasen a los corruptos al juicio de la Luz? Bajo guías de sus superiores e Inquisidores, pues ella carecía del juicio santo apropiado para separar a pecador de redentor, por supuesto. 

Cometía errores, como todos, y en el castigo encontraba consuelo, pues la carne es falible y uno ha de aceptarlo. El arrepentimiento genuino es suficiente para todo mal, aunque frente a algún mal, el único arrepentimiento sea abandonar la carcasa de la carne.

 

Enviada a Stromgarde, Monik aceptó la voluntad de su orden, que en tiempos tumultuosos buscaba fervorosos y jóvenes que se uniesen a sus filas. Ella, como siempre, se conformó con poder ejecutar la voluntad de aquellos mejores que ella.

Era una tierra antigua, vetusta, de muros bajos y gruesos, como su gente. También lucía el rojo como su color, pero a diferencia del intenso y puro Escarlata, este era un Bermellón más apagado, prácticamente granate, de estandartes deshilachados y descoloridos. 

No eran bonitos. Y a Monik le recordaron a su tierra, por mucho que su pueblo, y el de estas tierras altas se odiasen desde siempre. Irónico, tal vez, pues en la igualdad es que nace la rencilla de ver reflejado en lo ajeno aquello que de nosotros mismos despreciamos.

Los altos muros de la embajada tapaban la Luz, y convertían un edificio que debió ser bello en prácticamente una prisión de celdas prietas.

Así le gustaba. Le ayudaba a no aspirar. A no soñar con lo terrenal. Su celda era una prisión de su cuerpo, como su cuerpo lo era de su alma.

Esto era una oportunidad. Una oportunidad para ejecutar el porqué la Luz había tenido en buena cuenta traerla a este mundo.

Y tal vez, encontrar la redención. Para si misma. 

Y para otros.

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