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Imperator

Beric Blackwood

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  • Beric es un hombre grande, fornido y de gesto tosco. Su cuerpo está marcado por antiguos tatuajes que marcan una vida precaria y conflictiva, al igual que la cicatriz que marca su rostro. De pelo negro y largo, desaliñado, acompañando así su aspecto, porta una frondosa barba descuidada. Sus ojos marrones mantienen una furia interna incapaz de retenerse en su interior, más nada destaca de este hombre salvo la desconfianza que causa al poner un pie en cualquier poblado.

  • Descripción Psíquica

    Beric es un hombre de pocas palabras, desconfiando de la mayoría de personas, más sabe cual es su lugar y mantiene la compostura con quien sabe que debe mantenerla. Pese a su aspecto, es una persona que mantiene su temple, más su furia contra los enemigos es casi incontrolable. Carece de cualquier empatía para con sus enemigos, asesinando sin piedad aquellos que se le ordena o cree que deben merecerlo.

  • Ficha Rápida
    Si (300 palabras mínimo)
  • Historia

    La mujer con el labio partido y casi sin respiración, cesó su llanto por unos instantes. Para pronunciar unas leves palabras, esta vez si había aprendido a vocalizar. 

    -Sra. Halton: "P-porf..avor...Os d-daré lo..q-queráis...Per...o por la L-luz...N-no la hagáis da..ño" *Acarició con un valor que casi admiraba mi entrepierna, ofreciendo su cuerpo por aquello que intentaba proteger, más negué lentamente, acariciando su rostro y retirando aquellas lágrimas que invadían sus rojizas y sangrantes mejillas*

    -Beric: "Oh, Sra. Halton. Ni todos los placeres que podéis ofrecerme en el lecho podrían pagar el valor de aquello que he venido a buscar, lo siento" *Desenvainé la daga de mi cinto y atravesé su cráneo por la zona inferior, donde se encontraba la mandíbula. La daga no salió por la otra parte, más el sonido ahogado y el cese de sus esfuerzos por liberarse había cesado, por fin todo estaba tranquilo*

    Tiré el cadáver de la mujer hacia un lado, sin dar demasiada importancia a ello. Removí la casa y todos sus muebles durante largos minutos, destrozando cada trozo de madera que formaba un mueble, más después de casi darse por vencido, tras unas pieles descubrí la trampilla que llevaba a lo que sería un sótano. Abrí aquella trampilla, no sin antes recoger el farol de la fallecida Sra. Halton y descendí por aquellas escaleras que crujían por cada paso que daba. 

    En el final, alcancé aquello que la familia Halton protegió con su vida hasta el final. Una hermosa niña, la cual había nacido con una noble melena rubia, diferente por supuesto a los padres que se encontraban muertos arriba. La niña permanecía vestida con un vestido cosido a mano de color azul y sus brazos estaban atadas por una cadenas de hierro a las vigas que sostenían aquel lugar.

    Esta permanecía durmiente, inconsciente por algún brebaje. Examiné su cuerpo, buscando el origen de su encierro y lo hallé sin demasiada dificultad. En su antebrazo, una marca de mordisco cubría casi todo su brazo. Este mordisco pintaba feo, incluso pelos de color blanco comenzaban a florecer alrededor de la mordedura. Faltaba poco para que cediera ante la maldición huargen. 

    -Beric: "Pobre Sr. Halton...Te defendió hasta el final cuando sabían que tu vida llegaba a su fin. Yo enmendaré los errores de tu progenitor" 

    Desenfundé la pistola de chispa que ocultaba en mi cinto, retirando el seguro de hierro que impedía que se disparase con facilidad. Apunté a la cabeza de aquella niña que rondaría los 11 años de edad, más mis dedos se quedaron inmóviles. Era incapaz de disparar aquella niña a sangre fría. Negué lentamente y guardé mi pistola. Me incliné de nuevo y acaricié aquella niña por última vez.

    Abrí el farol, rociando el aceite sobre esta. Más cuando estuvo preparada tiré el farol contra el suelo, propagando un fuego que tarde o temprano llegaría hasta ella. Decidí marcharme de aquella casa, recogiendo ambas armas que aún permanecían clavadas en los cadáveres. Me alejé de aquella hacienda, mientras los fuegos consumían cada trozo de madera. La lluvia había cesado, permitiendo que el fuego invadiese todo el lugar...Era lo mejor, sí.

    Decidí volver sobre mis pasos, debía cobrar por la justicia que había llevado a cabo esa noche. 

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