Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Elireth

Sayene Vientosereno

Recommended Posts

  • Nombre del Personaje
    Sayene Vientosereno
  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Mujer
  • Edad
    1000
  • Altura
    2,20 M
  • Peso
    98 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Vallefresno
  • Ocupación
    Druida
  • Descripción Física

    Alta y elegante, sus facciones son suaves, con pómulos redondos y  barbilla fina que le da una apariencia ligeramente triangular a su rostro. Su cabello es liso y largo de un intenso color verde como el bosque. Su piel es de un tono violeta claro y su rostro está adornado por una marca en forma de mariposa de un tono purpura que además es acompañadas por pequeños puntos que serian el equivalente a las pecas en su piel, de un tono ligeramente más oscuro.

    Suele llevar un intrincado collar en forma de árbol que acaba en una media luna justo en su copa a modo de brazalete en la mano derecha. Por lo general se le ve vestida con sedas o ropas de tejidos naturales, lo que resalta la elegancia de sus movimientos. Siendo tan joven mantiene una apariencia ágil y fuerte, lo que quizá causa un contraste con su actitud, pero nada fuera de lo común en su gente.

  • Descripción Psíquica

    Es amable, cariñosa y empática, quizá sea por su juventud o simplemente por las terribles situaciones que ha pasado su pueblo en las ultimas décadas, ha desarrollado la necesidad de ayudar sea kaldoreis, animales o cualquiera que lo requiera y pueda merecerlo. Si bien tiene sentimientos encontrados con las criaturas que asolan sus tierras sabe que en el fondo, quizá, pueda haber paz pero su corazón se llena de rabia con cada atroz acto de estos viles seres. Desea algún día lograr la capacidad de sanar la tierra y restaurar la tierra kaldorei y azeroth allá donde haya sufrido daño.

  • Ficha Rápida
    No (1000 palabras mínimo)
  • Historia

    Abrazo de la naturaleza.

     

    Siempre has notado que tiene el mismo don que tu, pero has ignorado deliberadamente esa verdad. Sabes que es inevitable, que no solo los hombres puede llegar hacer comunión con la naturaleza. Ayúdala, instrúyela… su vida no tendrá sentido si no lo haces. – Anyala, abrazada a su amado esposo, observaba desde la ventana de su hogar hacia su joven hija, cercana a un pequeño lago. Eltala, quien era su marido, parecía realmente afligido por el tema de conversación, parecía meditarlo profundamente – No es esa la tradición, lo sabes. No han habido mujeres entre nosotros nunca – su posa posó una mano sobre el pecho del hombre, observándolo con profundo cariño, pero también con una determinación aplastante. No sedería en este asunto – No había, cariño, no había. Los tiempos cambian, las tradiciones evolucionan. Las razones que hacían que algo funcionara de una forma, ya no existen más. Ahora hay mujeres entre ustedes del mismo modo que hay hombres entre las otras organizaciones de nuestro pueblo. Tú mismo lo has dicho, la naturaleza es cambio constante, no te quedes en el pasado – Eltala desvió la mirada, enfocándose en su hija sentada sobre la roca. La luna se veía hermosa en el cielo, reflejando su luz con intensidad en el lago. Casi parecía que la diosa estuviera dándole una señal – Lo pensaré – dijo finalmente y Anyala supo en ese momento, que había ganado la batalla de las palabras.

    Los pájaros volaban asustados por el ruido repentino en una parte del bosque. Los quejidos de un animal eran tan intensos y sufridos que parecía que estaba siendo asesinado de manera salvaje. Un ciervo estaba dando a luz, pero no de la forma usual, parecía tener complicaciones. Sayene intentaba ayudarla, había traído todos sus implementos y su padre observa, limitándose a asistirla. El animal asustado intentaba ponerse en pie en medio del parto, no sabía qué hacer, pero estaba sufriendo mucho. Su pequeña cría no se había posicionado correctamente y no podía salir. La muchacha de cabellos verdes estaba llena de sangre en sus manos, intentaba cortar una abertura que permitiera el paso de la criatura notablemente asustada mientras su padre observaba con mucha atención. Su mano temblaba mientras manejaba el filo, hasta que su padre posó la mano sobre la de ella – Relaja tu respiración, un corte errado podría acabar con la vida de ambos. En este momento la naturaleza está siguiendo su curso, tu estas interrumpiendo ese curso, si pretendes intervenir debes hacerlo correctamente. La naturaleza tiene sus propios caminos. – dijo con calma, mientras guiaba la mano en el corte. Sayene no se sentía más relajada por las palabras pero comprendía lo que su padre quería decir. Respiró profundo y se dejó guiar. Finalmente cuando la abertura era suficientemente grande, saco con sus propias manos al pequeño y lo dejó a un lado.

    El pequeño no se movía, no parecía respirar. La madre sangraba profusamente. Se alarmó, su mirada se abrió de par en par, miraba a su padre pero este no decía nada, luego miraba a una y otra criatura. ¿A quién debía salvar?, el tamaño de semejante decisión la abrumaba, ¿Quién era para decidir sobre la vida y la muerte? – No… no se qué hacer, ¿Qué debo hacer? – decía desesperada, pero su padre no decía ni hacia nada. Hasta que, tras un instante, quizá motivado por el sufrimiento de su hija, decidió darle una pista – La vida y la muerte es un ciclo natural de renovación. La vida añora la nueva vida, porque es su forma de asegurar la perpetuidad de su existencia. Los padres, preferimos la muerte antes de ver morir a nuestros hijos. ¿Qué crees que piensa ella al respecto? – la joven sopeso las palabras, observando como aquella madre observaba con desesperación al pequeño, frustrada de no poder hacer nada. Entonces Sayene tomó la decisión y comenzó a trabajar en el pequeño, buscando resucitarlo. Fueron segundos difíciles, pero finalmente comenzó a respirar y lentamente se puso en pie por primera vez, buscando por puro instinto mamar su primera leche de la madre. La joven de cabellos como el bosque soltó un suspiro aliviado, y entonces se dispuso a estudiar cómo ayudar a la madre del pequeño, pero ya era tarde, horrorizada, observo como yacía el cuerpo inerte de la madre que en sus últimos minutos, solo se limitó a observar al pequeño alimentarse. Entro en pánico, cayó hacia atrás y se arrastro unos sentimientos - ¿Por qué no la ayudaste?, ¡eres un druida ¡ es tu deber… tu podías… tu… - miró con una rabia creciente a su padre, se sentía de pronto traicionada, no lo entendía. En su cabeza solo pensaba que había dejado morir deliberadamente aquella criatura -  No, no podía. Es el ciclo de la vida, y no siempre podemos alterarlo por capricho. Aun si lo hubiera intentado ella habría muerto pues sus heridas intentarse eran demasiado graves – dijo con una calma que solo hacia resaltar aun más la sabiduría de aquellas palabras – la naturaleza decidió que fueras tu quien salvara a la criatura, y también que la madre muriera. Ahora, depende de ti si este pequeño ciervo vivirá más allá de este día o no. – ella le miró con lagrimas en los ojos, sumamente afectada. Luego miró al pequeño – La naturaleza puede llegar a ser realmente cruel e injusta – su padre negó – no, la naturaleza solo es como es. Ni justa ni injusta, solo es – Sayane soltó un suspiro, la decisión para ella estaba bastante clara.

    Con el paso del tiempo demostró algo muy claro, su perseverancia y comunión con la naturaleza rivalizaba con la de su padre. Aprendía rápido, estudiaba, estaba realmente motivada y su padre la miraba crecer junto a su amor por el mundo. Sayane crió al ciervo como su propio hijo, lo alimentó, lo educó y luego cuando ya era adulto lo dejó marchar a la naturaleza. Había aprendido que la vida debía ser libre y encontrar sus propios caminos, y aunque le dolía el hecho de perder a su amigo, sabía que en el fondo era lo correcto y jamás lo olvidaría.

    El tiempo pasaba y se hacía mayor, comprendía mejor el mundo y las fuerzas que se gestaban en él, acudía a prácticas de medicina, de hierbas y de otras tantas cosas, pero hasta aquel día no había recibido la aprobación de su padre para intentar ser una druida. Era algo demasiado novedoso para alguien que había vivido tanto. Hasta ese día, bajo la luz de la luna, frente a su lago favorito, se encontró con su padre, este le tomó de las manos y le observó con seriedad – He tomado una decisión – dijo y ella le miró con duda, sus rasgos ya eran mucho más maduros y su rostro estaba marcado finalmente - ¿Sobre qué? – dijo ella de manera inocente – Sobre tu futuro… yo he sido un necio, pero la naturaleza me ha enseñado finalmente aceptar el cambio y he pensado que es bueno. Tú tienes un don con la naturaleza, así como yo. Y no deseo que se desperdicie, se que deseas seguir este camino y yo te apoyare, quiero que transites el camino del druida y encuentres tu lugar – coloco una palma en su mejilla, acariciándola – ve y busca tu camino, has aprendido todo lo que yo podía enseñarte, ahora debes buscar el conocimiento más allá de la seguridad del nido – ella le miró sorprendida, una sonrisa se dibujo en su rostro y acabo por abrazarlo. No muy lejos su madre observaba contenta. Una semana después la joven partía hacia Astranaar para buscar su camino y quizá con suerte, conseguir ser aceptada como una druida por su gente.

  • Like 2

Compartir este post


Enlace al mensaje

Join the conversation

You can post now and register later. If you have an account, sign in now to post with your account.

Guest
Responder en este tema...

×   Pasted as rich text.   Paste as plain text instead

  Only 75 emoji are allowed.

×   Your link has been automatically embedded.   Display as a link instead

×   Your previous content has been restored.   Clear editor

×   You cannot paste images directly. Upload or insert images from URL.

Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...