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Elireth

Dicea Sombralunar

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  • Nombre del Personaje
    Dicea Sombralunar
  • Raza
    Elfo de la Noche
  • Sexo
    Mujer
  • Edad
    1300
  • Altura
    2,20 M
  • Peso
    98 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Vallefresno
  • Ocupación
    Centinela
  • Descripción Física

    Cuerpo atletico, alta y de musculatura marcada. Su cuerpo está forjado por la guerra y el entrenamiento duro. Sus facciones son fuertes y su mirada penetrante, alerta. Tiene cicatrices de muchas batallas anteriores que la hacen ver mucho más felina y salvaje. Sus marcas rituales en el rostro como dos filos ayudan a incrementar la profundidad de su mirada. Su cabello largo y de intenso azul oscuro, suele recogerlo en una coleta para evitar que interfiera en su rutina o sea un estorbo en combate.

  • Descripción Psíquica

    Fuerte, independiente, aguerrida, leal y dispuesta hacer lo que sea necesario por el bien de su pueblo. Aspira a ser la representación del orden, la justicia y las buenas costumbres. Ha visto muerte y desolación, ha enfrentado situaciones críticas y escuchado de sus padres las más trágicas historias sobre su gente y quienes les hicieron daño. Poco tolerante con quienes incumplen las costumbres o las normas de su pueblo, tiene una visión de superioridad por sobre el resto de razas y cree que los kaldoreis son los responsables de guiarlos a todos ellos.

  • Ficha Rápida
    No (1000 palabras mínimo)
  • Historia

    Odios enraizados

    Muerte… oscuridad… Aun con toda la fuerza de nuestra convicción no somos nada. Nuestra voluntad había sido superada finalmente. Los cuerpos de mis hermanas y hermanos yacían por todos lados. Abrí los ojos, solo vi oscuridad nuevamente. ¿Esa era la muerte?, la simple inexistencia del ser, pensaba. Pero no, eso no podía ser. Mi pueblo había interactuado con los espíritus desde hacía eones. No… estaba viva. Toque mi cuerpo rápidamente, y luego tras asegurarse de que estaba bien, empuje con fuerza hacia arriba. Fue difícil, había cuerpos sobre mi que cayeron a los lados, un enorme escudo darnassiano que alguna vez fue parte de un lanzagujas me había salvado la vida. Ciertamente tiene su aspecto poético aquello, pero el horror a mi alrededor superó cualquier pesadilla posible, un mar de cuerpos inundaba cada espacio hasta donde mi mirada alcanzaba. Cuerpo sobre cuerpos, mis hermanas más cercanas habían muerto todas. El círculo de mi compañía, todas muertas quizá tratando de rescatarme mientras estaba inconsciente. Grité de dolor, inconsolable y la arena cubrió el campo de batalla. Había fallado.

     

     

     

    ¡ Hermana !, el objetivo fue avistado. Va hacia el noreste por el bosque  - Me sacó de mis pensamientos. Se lo agradecí en silencio. Asentí con suavidad y me puse en pie, tomando mi arma. Los eventos recientes me habían distraído en sobremanera, los recuerdos dolorosos me bombardearon. Pero tenía una misión y una nueva compañía, esta vez no estaba dispuesta a perderlas.  - ¿Cuál es el plan? - La capitana nos observó una vez todas estábamos alerta - El objetivo lleva suministros al campamento de la horda. Es un grupo de cinco grunts y un capitán orco. Los emboscaremos en el claro y capturaremos al capitán - Todas asentimos y sin mediar mayor palabra avanzamos hacia la espesura. A nuestra velocidad y adaptación no tardamos demasiado en alcanzar e incluso superar a los orcos sin que estos siquiera se dieran cuenta. Establecimos posiciones en los árboles cercanos y me encargué personalmente de preparar las trampas.

     

     

    Nos preparamos cual sables listas para atacar a la presa. Cubrimos cada punto cardinal, en las sombras y sobre los árboles. Las armas estaban listas y la presa apareció a la distancia. Caminaban lentamente mientras discutían entre ellos. El plan se alteró de pronto, había Kaldoreis en jaulas. Apreté los dientes, furiosa. La capitana pareció titubear cuando los orcos estaban pasando por el punto acordado pero finalmente gritó - ¡ FUEGO ! - corte la liana. Un tronco salió desde el costado izquierdo y golpeó la carreta haciéndola volcar hacia la derecha y caer por una ladera. Las jaulas y quienes estaban arriba salieron volando por la fuerza de los giros. Los grunts trataron de prepararse pero no llegaron a tomar sus armas, las flechas entraron en sus gargantas y corazones más rápido de lo que podían blandir el acero. Bajé desde el árbol cayendo sobre el capitán orco que no lo esperaba, aturdido por lo que sucedía. El peso de mi cuerpo fue soportado, más no el golpe seco de mi guja de guerra en su casco. La capitana bajó y corrió rápidamente hacia la carreta en busca de las hermanas caídas mientras yo le seguía de cerca por si había otra amenaza.

     

     

     

    ¡ Hermanas, venimos a rescatarlas ! - gritó la capitana en cuanto vio las jaulas. A pesar de algunos golpes, habían salido ilesas. A la distancia un grupo de orcos heridos corrían- ¡ Debemos detenerlos ! - grité - ¡ No ! - respondió de inmediato la capitana - No sobrevivirán al bosque, dejalos morir solos. No son un peligro - Suspiré, pero había asuntos más importantes que atender ahora, la capitania tenía más experiencia y sabia que hacer.

     

     

    La misión fue completada con éxito.Todas celebramos durante el camino de regreso ya que no solo habíamos completado la misión sino que además habíamos rescatado a nuestras hermanas en el proceso. Al llegar me tome un tiempo para limpiar mi cuerpo y descansar en un lugar apartado. Cerré los ojos en un momento de paz, mi capitana o debería decir hermana, había entrado a la habitación - Esta guerra trae viejos recuerdos. Recuerdos que intenté sepultar hermana. Tu tambien sufres lo que yo y puedo notarlo - ella se acerco y yo la abrace con fuerza apenas sentí su presencia. A pesar de que ella tenía cien años más que yo, siempre fue bastante más vulnerable pero solo en esos pequeños momentos de intimidad podíamos permitirnos ser solo hermanas y no soldados en una guerra. Nuestra relación era muy poderosa. Nuestra propia madre nunca fue especialmente sentimental con nosotras, no era su culpa, su vida como Celadora era mucho más importante. Sin embargo siempre se preocupó de enseñarnos y entrenarnos toda su vida. De ella aprendí a ser independiente, aguerrida y celosa de los míos. Le agradezco muchas cosas, pero sobre todo le agradezco haberme criado para ser alguien fuerte y decidida, conocedora de las costumbres y amante de la justicia. - Eres fuerte. Como mi madre - Dijo ella - Yo soy más como mi padre. Quizá no debía unirme a las centinelas después de todo - le di un beso en la mejilla y la abrace más fuerte - No digas eso hermana. Mira donde estás, eres capitana. Yo solo seré una centinela por siempre y la única razón por la que sigo aquí, es por ti. De no ser por ello ya habría sido expulsada hace mucho - ella me miró con una pequeña sonrisa, opacada por sus lágrimas - debería hacerlo. Pero… eres mi único impulso para seguir adelante - negué de inmediato - No, yo soy tu lastre. Hermana, has pensando que dependes de mí todo este tiempo, cuando la realidad es que yo soy quien depende ti - acaricié sus cabellos plateados, los míos eran radicalmente opuestos de un azul oscuro como la noche, aunque ella solía adornarlos con hojas mientras yo solía usar una trenza - Mentira - replicó pero yo me separé y aleje unos pasos - me cambiaré de unidad más adelante, será lo mejor para ambas - ella negó - Te necesito conmigo, al menos durante esta guerra. Por favor. - giré y le miré, jamas había podido resistirme a su llanto y ese día no iba ser diferente - Está bien, me encargaré de que mi hermanita viva hasta el fin de esta guerra. Pero, cuando acabe arreglaremos este asunto - ella no respondió de ninguna forma. Ese día acabó bien. Finalmente la misión fue un éxito y teníamos un nuevo objetivo.

     

     

     

    Luchando en las sombras

     

    - Vendrá una fuerza devastadora por el sur hermanas. Nuestras fuerzas no son suficientes para mantener este poblado a salvo. Nuestra mejor opción será retirarnos y evacuar el poblado - Las centinelas se habían reunido en la plaza principal donde un pequeño centro de mando se había establecido en el edificio principal del pueblo Vrisaluz. Todas estaban afligidas, algunas o mejor dicho la mayoría de las presentes nacieron y crecieron en ese lugar. - Pero, mi señora debe haber algún modo - Iustia, quien aún participaba como capitana, negó - demasiado arriesgado y no veo for- Interrumpi, no podía soportar escuchar esas palabras. - Existe una forma - dije  - Nuestra capitana tiene razón sobre el peligro, pero confío en que venceremos - ella me clavó su mirada - ¡ De ninguna manera lo permitiré ! - cruce mis brazos y enfrente esa mirada. Era mi superior y la respetaba, pero debía tomar cartas en el asunto - Entonces no lo hagas, toma a todos los civiles del poblado y llévalos contigo a un lugar seguro. Tienen tiempo para llevarse sus pertenencias. Deja un grupo de Centinelas conmigo. Solo quienes deseen participar y hayan crecido aquí. No tendrás responsabilidad en esto, yo asumiré las consecuencias - Por un instante su rostro serio se quebró en preocupación pero, no había lugar para lamentos, asintió a regañadientes comprendiendo lo que su hermana hacía - ¡ Ya escucharon, quienes sean tan valientes como para seguirla, que de un paso al frente. El resto ayuda a evacuar de inmediato, ¡saldremos en cuatro horas !. -

     

    Nadie dio un paso al frente.

     

    Durante las siguientes horas la gente comenzó su marcha fuera del pueblo. Mi hermana se acercó por última vez antes de marchar, dándome un fuerte abrazo que yo respondí de la misma manera - Cuidate mucho hermana, por favor. Regresa a casa - me dio un beso en la mejilla - No te distraigas por mí. Estaré bien. Asegurate de que todos lleguen a salvo - ella asintió y nos separamos finalmente. Por la puerta de la estructura donde nos encontrábamos entraron cuatro Kaldoreis - Mi señora, estamos listas para apoyar a la hermana Sombralunar en esta misión - mi hermana se detuvo - ¿seguras? -todas parecían jóvenes pero decididas a proteger lo suyo - ¡ Seguras ! - dijeron todas al unísono. Mi hermana me miró, se mordió el labio inferior con rostro afligido y luego miró a las jóvenes voluntarias. Asintió y se marchó - Bienvenidas y gracias por su ofrecimiento hermanas. Sé que no soy digna de su confianza, pero me aseguraré de que todo esto valga la pena. Elune nos llevará a la victoria - las tres se acercaron - Ahora, debemos prepararnos, el enemigo llegará a media noche y tenemos mucho trabajo por hacer - asintieron todas y nos pusimos manos a la obra.

     

    ¡ Recuerden tensar bien esas cuerdas, cubran bien esos huecos con hojas y no se olviden de afilar bien las estacas ! - Me movía de un lado al otro, eran jóvenes eficientes y comprendía lo que hacíamos hasta cierto punto. No podía evitar escuchar algún murmullo, algún arrepentimiento generado por el miedo, pero sin embargo se mantenían firmes y estables dispuestas a dar su vida. Yo me sentía segura de lo que hacía pero nerviosa por las consecuencias. ¿Y si mi hermana tenía razón?, quizá solo estaba llevando a la muerte todas esas pobres cachorras. Pero, debía arriesgarme, debía asumir ese riesgo. Cuando los preparativos estaban hechos nos reuni frente a una fuente, tome agua y limpie sus rostros - Antes de entrar en batalla, debemos hacer comunión con Elune pues solo ella nos concederá la victoria o la paz si debemos caer - Con sus rostros limpios, acerque pues la pintura ritual y con suavidad marqué sus jóvenes rostros - Esta noche, cachorras, lucharán de una forma diferente a cualquier otra. Nos fundiremos en la sombra de elune y lucharemos a través de su velo protector. Nos moveremos, atacaremos como sables y nos abalanzamos a sus cuellos, solo para desaparecer en la bruma al instante. Nuestras trampas atraparan a las presas y causaran el caos en sus filas. Nuestros filos cortaran sus cuellos antes de que puedan siquiera reaccionar - cada marca era de un rojo intenso sobre sus pieles púrpuras. Como filos hechos por garras de sable, ahora eran cazadoras. Sables de la noche ungidas por elune. Guerreras de verdad. - Estamos listas hermana - dijo la mayor entre las tres - luchemos entonces, hermanas. - me coloque mis propias marcas al final, asegurándome de marcar bien las líneas. Tomé mi aguja marchando fuera, todas me siguieron. Ya no había duda en su rostro, ni nervios ni miedo. Elune las había reconfortado.

    Los pasos de los de piel verde se escuchaban a la distancia. Rompía ramas, derribaban, mataban y reían en su orgía de caos. Sus enormes caravanas con los troncos de los árboles avanzaban aplastando la tierra. Bastardos, debían pagar. Nos comenzamos a mover en las sombras, los búhos daban la señal a medida que avanzaban. La primera trampa estaba cerca, un silbido agudo nos alertó de la inminente batalla.

     

    El estruendo de las cuerdas se escuchó por todo el bosque, los animales se alejaron a gran velocidad quizá presintiendo el peligro. El sonido se hizo presente, los orcos no sabían qué pasaba hasta que una enorme roca liberada colina arriba bajó a toda velocidad llevándose por el medio cuatro carretas y aplastando orcos por el medio. Casi de inmediato desde las cuatro direcciones cardinales las flechas salieron de las sombras. Los orcos en shock no reaccionaron lo suficientemente rápido, cuatro cayeron a la vez y otros cuatro más al segundo siguiente. Silencio es lo que hubo luego. Los orcos se agruparon y cubrieron con sus escudos, lanzaron bombas de fuego pretendiendo incendiar el bosque e iluminar la oscuridad. La silueta de las cazadoras se hacían ver como sombras por todas partes, sin detenerse, movimiento tras movimiento. Un orco valiente pretendió salir a dar muerte a una de mis hermanas. Se metió en el bosque a pesar de los gritos de sus congéneres que seguramente pedían que regresara. Su grito agudo probablemente les había  helado la sangre. Me aseguré de que su muerte fuera dolorosa, un mensaje a los suyos de lo que les esperaba. El resto del ejército enemigo se acercaba, no podíamos perder más tiempo. Con otro silbido avance al centro, saliendo de las sombras, separando al grupo que pretendía atacarme. Esquive un hacha con un ágil movimiento y rápidamente una flecha apareció en la frente del enemigo lanzada por una de mis hermanas. Los otros retrocedieron para apretujarse mejor y poder responder con más fiereza, me acerqué y corté la garganta del más joven, que cayó ahogado en su sangre. El otro entró en cólera, quizá era su hermano. Lanzó varios tajos, uno casi logra cortarme la cara, lo lleve hasta mi terreno y desaparecí en la oscuridad pues habiamos logrado el objetivo, distraerlos y causar suficiente caos para retrazar su movimiento y dar tiempo a la evacuacion. De nuevo hubo silencio. Dos flechas salieron de las sombras acertando en el suelo y una última flecha se clavó entre sus piernas como advertencia - ¡ Huye, diles que las sombras están hambrientas ! - grite,el orco retrocedió deprisa hacia el grupo del ejército enemigo para avisarles.

     

    Pasaron algunas horas, durante ese tiempo preparamos una bienvenida apropiada para el enemigo. Cuando los orcos llegaron se encontraron con sus congéneres colgados de las lianas de los árboles con las flechas clavadas en sus cuerpos y en cada uno letras en darnassiano. No sabía si lo entenderían, pero decían: “Elune se cobrara todas las vidas arrebatadas”. Entraron en cólera, eran realmente muchos y bien armados. Avanzaron como una manada de lobos, querían sangre y venganza. El poblado estaba vacío, pero en su ceguera y su ira no les importaba, iban a destruirlo todo en nuestra búsqueda. Se reunieron en el centro del poblado, les miré desde arriba del techo en la casa principal. Nos fundimos en el bosque y regresamos con el grueso de la caravana horas más tarde, habíamos logrado distraerles y reducir su marcha sin más muertes, una victoria agridulce al final.

     

    Mi hermana me observó a lo lejos regresar, su rostro fue de alivio, tanto como el mío.

     

     

    La celadora y el traidor.
    Un propósito nuevo

     

    Había pasado mucho tiempo desde aquellas guerras. La relativa paz me permitió mejorar la relación con mi familia. Pude calmarme y buscar nuevas motivaciones para mi existencia. Al tiempo me enteré de un nuevo conflicto. Tras la liberación del traidor en la anterior guerra (algo de lo que jamás estuve de acuerdo) todos sabíamos que sería un peligro en potencia. Ya la Vigilante Maiev lo advertía pero nadie le escuchó. Él traidor regresó y haciendo daño a su propia gente pasó por encima de pueblos y hermanos en su intento por conseguir más poder. No pude saber lo ocurrido de primera  mano, pero supe tiempo después que las vigilantes de Maiev habían sido muertas en su mayoría, y que su líder había iniciado una caza contra el traidor. Desapareció un tiempo y las cosas volvieron a la normalidad. Mi madre, celadora desde hacía mucho tiempo, sobrevivió al evento pero sus heridas fueron tan graves que nunca pudo regresar al servicio. Desde entonces dedicó su tiempo a prepararme, asegurando que tenía algún potencial para ello. Mi madre siempre fue alguien muy sabia y leal, siempre la tuve en mente aun cuando no pudo dedicarnos a mi hermana y a mí demasiado tiempo de su vida debido a su responsabilidad en las celdas. Siempre fue una madre distante, quizá no por deseo propio. Pero ahora estaba conmigo y me dedicaba su completa atención desde que supo sobre mis batallas.

     

    Se que en tu corazón amás a esta gente, esta tierra y sus costumbres. Se que deseas con tu vida proteger lo que la vida te ha otorgado desde que naciste. Pero, también sé que te has dado cuenta de algo más - posó su dedo sobre mi frente, solo hacia eso cuando me enseñaba una lección, antes me parecía molesto pues generalmente se trataba de reprimendas. Aun así, esta vez era diferente y lo sabía - La justicia no siempre puede ser alcanzada por los medios convencionales. A veces, debemos ir más allá para proteger a los nuestros. A veces debemos sacrificar todo cuanto somos por quienes amamos. - asentí suavemente, sentía realmente que eso era cierto - Hija mía. Mi pequeña cachorra. No importa cuantos años tengas, siempre serás mi pequeña - sonrió, hacía mucho tiempo que no veía tal sonrisa. Me sorprendió verla ahora que se encontraba tan limitada - Tú serás quien continúe mi camino algún día. Protégenos, traenos justicia y paz - se acercó y besó mi frente - Tu camino está ahora a un paso. No te detengas ahora, en cualquier momento llegarás a él. - se apartó. Parpadeé un par de veces y le vi alejarse, no comprendí del todo lo que quería decir aunque había reconfortado mi alma profundamente con sus esperanzadoras palabras. Mi destino… ¿cuál era mi destino?, no me atreví a preguntarle pues si no lo dijo directamente, es porque era mi responsabilidad averiguarlo.

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