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Psique

Grace

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  • Nombre del Personaje: Grace
  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Mujer
  • Edad
    23
  • Altura
    1.76
  • Peso
    64
  • Lugar de Nacimiento
    Algún lugar de los archipielagos tirasianos.
  • Ocupación
    Cazarecompensas
  • Descripción Física

    Grace es una humana muy delgada de tez moscada. Nariz chata, ojos verdes y pelo negro que suele recoger en una larga trenza. Lleva siempre un sombrero de ala, además de su trabuco y un par de pistolas al cinto.

  • Descripción Psíquica

    Simple, sencilla, campechana, una mujer de poco mundo y mente estrecha sin mucha educación, a penas sí sabe leer. Fue esclava de los Cárteles Goblin gran parte de su vida así que ambiciona el dinero y las comodidades como ninguna otra cosa en la vida.

 

 

Historia

 

Imagina que por un momento, eres libre.

 

Suelta el aire y di, soy salvaje como un potro en la estepa.

Soy libre como un ciervo en la espesura.

 

Qué lastima que los salmos de poco valgan cuando tienes un puñado de problemas y muy poco oro. Quien dijo alguna vez que el dinero no puede resolver todos tus problemas es porque nunca tuvo lo suficiente, o eso decía mi madre, que en paz descanse.

 

Mi problema siempre fue ese, el dinero. El maldito dinero. No porque lo ambicionase, sino porque mi vida desde hacía años, era lo que valía. Una cifra puesta en un cartel que cuelga de mi cuello, un número sobre una puja.

 

Vinieron cuando aún era muy pequeña como para entender cómo funcionaba el mundo. ¿De dónde? No lo sé, sobre mapas pregúntale a Harry, no a mi. De alguna isla remota perdida en el Gran Océano, en a saber qué archipielugo, ¿se dice así?. Arrasaron con todo, y se llevaron lo que pudieron. La vida en las islas no estaba mal, retozar contra la arena, fluir entre sus ríos. Pero todo eso acabó con los goblins.

 

Me pasé años sirviendo a esos malnacidos en todo capricho que pudo surgir, y cambié de manos varias veces. Aún recuerdo sus nombres y no pienso olvidarlos en absoluto. Jeke el Grande, Josuah Tortosa y Greco el Mafias. Tan solo el segundo conocía el significado de la palabra piedad, y era una envenenada. 

 

He conocido el valor del dinero y la dicha que trae con él. Pero también he conocido su otra cara.

¿Quién es tu diós entonces? ¿A quien rezas en la necesidad? ¿En quien te apoyas en la desesperación? ¿A quién agradeces la dicha?

A mi no me hablaron de dioses, ni conocí reyes ni reinas. Y jamás le he dado a nadie ningún poder sobre mi, incluso cuando una cadena se cernía sobre mi cuello.

 

Era problemática como una burra enchilada.

 

Luego está aquel día en que la suerte pareció sonreirme a mala ostia por enésima vez, y me compró un hombre gordo con aspecto de vicioso. Enseguida torcí el morro, pero para mi sorpresa, no queria nada que pudiera ofrecerle.

 

Me dio la libertad sin más intencionalidad que la de verme libre. Y así hice.

Me fui.

Ni las gracias di.

 

Divagué durante días por las calles de Bahía del Botín, y me di cuenta de que la limosna era lo mejor a lo que podia ofrecerme.

No era esa la vida que queria.

Así que volví a buscar a ese hombre bondadoso, y le pedí que me enseñase a empuñar un arma. Harry se llamaba, el cuarto en la lista, el último, espero. Sorprendido, aceptó enseñarme y cuando fui lo bastante diestra como para defenderme me dijo que la libertad por si misma no era ser libre, que para serlo, habia que trabajar duro o algo así. No le entendi, pero razón debia de llevar por la forma en la que hablaba, de esas veces que sabes cuando alguien habla con el corazón herido por una vida perra y no con la sesera, ¿o era al revés?

 

La cosa es que ese hombre me habia salvado del Cártel, y como no tenia tampoco muchas más opciones -cosa que él sabia- me volvió a decir: “puedes irte por ahí a ganarte la vida bajo un puente o puedes venir conmigo a hacer oro de verdad”, la verdad es que era un poco imbécil pero acepté la oferta y fui con él.

 

Gary el Buscaproblemas lo llamaban, desde luego se había metido en uno gordo. Harry me dijo que ese desgraciado habia sido acusado de falsificación y evasión de la autoridad, así que bajo su cabeza habian unas cuantas platas como pago por traerle de vuelta. Sí, así funcionaba, haces algo malo, ponen precio a tu cabeza y desde entonces, alguién continuamente intentará darte caza. Nos dirigimos a un bareto de bahia en la zona más pordiosera y buscamos a ese tipo que encontramos jugando a las cartas. Haciendo trampas, por supuesto. Le invitamos a acompañarnos amablemente, pero como era obvio, se negó, así que sin comerlo ni beberlo nos vimos envueltos en una trifulca en la taberna que se extendió de individuo a individuo con la rapidez con la que la pólvora prende. Yo me escondí tras una mesa derribada, pero Harry se arrojó temerario contra el susodillo, derribándolo e inmovilizándolo contra el suelo. Fue fácil, lo dificil fue salir de alli, así que saqué el trabuco.

 

De vuelta a los muelles y habiendo entregado el paquete a las autoridades, Harry me pagó una pequeña parte de la recompensa y volvió a preguntarme si aceptaba el trato.

 

Seguía sin tener a dónde ir, así que acepté.

 

Fue amable conmigo.

 

No tenía mucho pero compartía todo cuanto tenia. Con el tiempo, llegamos a un punto en común y nos empezamos a entender. Resulta que él era también de Kul Tiras, pero de la tierra madre. Se le notaba, era un cretino. Nos metimos en mil y un problemas, pero conseguimos salir de todos ellos más o menos enteros. Entendía que la recompensa no iba a valores equivalentes, pero con lo que iba ganando pudi permitirme un par de cosas y mejor ropa de la que llevaba. Y aunque muchas veces no habia trabajo del que tirar y teniamos que embarrarnos con trabajos de pacotilla, la verdad es que la labor de un cazarecompensas es bastante emocionante. Además le cogí cariño al trabuco. Se llama Betsy.

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