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Shiva

Narwenn

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Warden Serianne Talredon

 

  • Nombre del Personaje
    Narwenn
  • Raza
    Kaldorei
  • Sexo
    Mujer
  • Edad
    130
  • Altura
    2 10
  • Peso
    90 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Vallefresno
  • Ocupación
    Centinela
  • Descripción Física

    Cuerpo marcado con complexión física y trabajada, piel violácea, que acompaña a una fémina piel suave, pese al aspecto comúnmente salvaje que aparenta. Cabellos azules y largos, que hacen sintonía con  sus ojos grisáceo fresco. Suele vestir cuero gastado o telas hechas a mano, lo cual aumenta su aspecto y denota su vida en la naturaleza.

  • Descripción Psíquica

    De pocas palabras con desconocidos, suele mostrarse leal y obediente a sus tareas con Elune y el equilibrio natural sin dudarlo. Más en confianza, suele ser una elfa cálida y agradable, quien valora la tranquilidad de la vida en su sociedad y entre sus hermanos.

  • Ficha Rápida
    No (1000 palabras mínimo)
  • Historia

    Fue hace ya muchísimo tiempo, que fue la primera vez que Narwenn vio la luna, en el espeso, verde, mágico y frondoso bosque de Vallefresno, donde vivió la  totalidad de su vida y aun al día de hoy, jamás lo abandono.
    Nunca logro conocer a su padre, que por las historias que su madre le contó siempre desde que tiene memoria fue un gran druida quien murió defendiendo sus tierras contra los satiros y la legion ardiente, siempre atento al deber y a proteger a los suyos y al equilibrio natural. 
    Su madre Enendir era una antigua centinela retirada y fuera de servicio, tras perder una de sus piernas en combate, quien ahora buscaba vivir en paz y armonía en el bosque, junto a sus dos hijos Narwenn y Thandir, el mayor de estos dos quien deseaba convertirse en un gran druida, siguiendo los pasos de su amado padre. En cambio Narwenn no tenía grandes ambiciones, disfrutaba pasear por el bosque y entrenar en el arte de las gujas, armas cuales su madre en antaño uso para defender su pueblo , un estilo veloz y peligroso, cual llamaba su atención por la gran destreza y agilidad que la elfa presentaba, también valoraba en gran manera pasar tiempo con su familia, ya que eran casi los únicos con quien tenia contacto. Disfrutaba tomar paseos junto a Nimanshaleth su sable de la noche, quien crió desde que la encontró abandonada e y herida en el bosque cuando no tenía más que varios días de vida.

    Sin dudas que estos podrían considerarse los años más felices y llenos de tranquilidad de la vida de la elfa. Al llegar a la edad de los ciento veinte todo cambio para siempre, para bien o mal. Ella, junto con su familia fueron emboscados por unos orcos, quienes masacraron a su hermano y madre, los cuales ni siquiera llegaron a defenderse, estos orcos eran dirigidos por un superior, el cual sobresaltaba de los demás por su gran tamaño y físico, daba temor siquiera verlo, quien tenía un ojo de vidrio y el rostro desfigurado, rostro que Narwenn jamas olvidaría.

    Velozmente, y sin siquiera dar cuenta de lo ocurrido con los otros, ella comenzó a dar combate ante dos altos y fuertes Orcos, quienes con su combate pesado y contundente, estaban colgando de un hilo, al enfrentarse contra uno veloz y basando en la destreza como el de la elfa, pero por más que diese a relucir sus elegantes habilidades, poco a poco el cansancio llegaba, dándole no mas, que seguir el camino de su hermano y su madre.

    Tirada en el suelo, herida, esperando su claro final, así se encontraba la elfa, tras descuidarse recibió un espadazo en las costillas, aunque logro escapar, mas era cuestión de tiempo para ser encontrada, y despojada de su vida. Allí fue cuando noto una veloz flecha volar contra uno de ellos, clavándose en medio de sus dos cejas, dando a relucir un amplio chorro de sangre, ensuciando su piel verde. Eran las centinelas, quienes tras todo el combate, dieron cuenta de lo que ocurría, los orcos terminaron huyendo, dejando varias perdidas en el camino.

    Quienes les guiaba, Aryness Shaltandris, era una antigua compañera de su madre, quien le ofreció unirse como recluta a las centinelas, ella lo acepto sin dudarlo, había perdido todo lo que tenia, ya no le quedaba nada más que proteger su hogar de estos peligros que podrían sucederle a cualquiera de sus hermanos.

    La iniciación fue ardua, difícil y pelogrosa,  varias veces le hizo dudar de su propia capacidad para lograrle, pero con el tiempo, el trabajo arduo dio sus frutos y le permitió demostrar que estaba hecha, convirtiéndose en una centinela, hecha y derecha, al servicio de su pueblo y velando por la seguridad de sus hermanos. Participo en primera instancia de largos patrullajes por todo el territorio, comenzando a tener un conocimiento de sus tierras mucho más amplio del que pudo haber imaginado alguna vez, y dando cuenta de lo poco que conocía, no mucho más que los alrededores de la cabaña en la que vivía con su madre, el pueblo y un poco de los alrededores. En esta tarea también debió enfrentarse muchas veces con enemigos, quienes intentaban dañar su integridad, la de su pueblo e incluso la del mismo equilibrio natural, dando todo siempre para salir victoriosa. Mas nunca perdiendo ni quitando de su mente, que su entrenamiento y aprendizaje siempre seria continuo y sin descanso, pues creerse preparada para algo, haría bajar sus defensas hacia cualquier nuevo peligro que le supere. Tomando esto como un lema personal.

    Los años iban pasando, así como la elfa asentándose en su nueva organización y en la sociedad Kaldorei, viviendo con sus compañeras de organización, quienes ahora eran lo único que tenia, al igual que su sable, que con los años, fue creciendo, nunca abandonándole, como si recordara el gesto de la elfa al salvarlo y le estuviese aun agradecido.

    El tiempo le termino llevando al frente de combate, en diferentes incursiones contra sátiros, e incluso Orcos, ocasión  en la que jamás se contenía y dejaba salir todo el odio, rencor y cólera vengativa o sanguinaria que tenía en contra de estos, algunas heridas sanan, otras desaparecen hasta que algo las trae y vuelven a sangrar en agonía como la primera vez.

    Combatiendo contra estos últimos, Narwenn y su pelotón se encontraban acorraladas, en su último suplicio, con bajas incontables, todo parecía retornar a la primera vez que vio a las centinelas, cuando un grupo de dos Celadoras, dio con la situación, ayudándoles y rápidamente acabando con los peligros, tras los agradecimientos y comprobar el estado de las victimas que aun seguían con vida y rápidamente fueron llevadas a atender, estas se marcharon, Narwenn quedo sumamente impresionada con sus habilidades, teniendo quizás, una nueva meta que alcanzar.

    Tras unos años. Narwenn sigue viviendo en Vallefresno, siendo una Celadora en servicio activa, entrenando arduamente día tras día para alcanzar sus objetivos y velar por su pueblo.

Editado ayer a las 15:28 por Shiva

Editado por Shiva
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