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Elireth

Dicea Sombralunar

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  • Nombre: Dicea Sombralunar
  • Raza: Kaldorei
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 1300
  • Lugar de Nacimiento: Vallefresno
  • Ocupación: Centinela
  • Historia completa

 

Descripción física:

 

Descripción física:

Cuerpo atletico, alta y de musculatura marcada. Su cuerpo está forjado por la guerra y el entrenamiento duro. Sus facciones son fuertes y su mirada penetrante, alerta. Tiene cicatrices de muchas batallas anteriores que la hacen ver mucho más felina y salvaje. Sus marcas rituales en el rostro como dos filos ayudan a incrementar la profundidad de su mirada. Su cabello largo y de intenso azul oscuro, suele recogerlo en una coleta para evitar que interfiera en su rutina o sea un estorbo en combate.

 

 

Descripción psíquica:

 

Descripción psicológica:

Fuerte, independiente, aguerrida, leal y dispuesta hacer lo que sea necesario por el bien de su pueblo. Se ve a si misma como la representación del orden, la justicia y las buenas costumbres. Ha visto muerte y desolación, ha enfrentado situaciones críticas y escuchado de sus padres las más trágicas historias sobre su gente y quienes les hicieron daño. Poco tolerante con quienes incumplen las costumbres o las normas de su pueblo, tiene una visión de superioridad por sobre el resto de razas y cree que los kaldoreis son los responsables de guiarlos a todos ellos.

 

 

 

Historia

 

 

Odios enraizados


 

Muerte… oscuridad… aun con toda la fuerza de nuestra convicción no somos nada. Nuestra voluntad había sido superada finalmente. Los cuerpos de mis hermanas y hermanos yacían por todos lados. Abrí los ojos, solo vi oscuridad nuevamente. ¿Esa era la muerte?, la simple inexistencia del ser, pensaba. Pero no, eso no podía ser. Mi pueblo había interactuado con los espíritus desde hacía eones. No… estaba viva. Toque mi cuerpo rápidamente, y luego tras asegurarse de que estaba bien, empuje con fuerza hacia arriba. Fue difícil, había cuerpos sobre mi que cayeron a los lados, un enorme escudo darnassiano que alguna vez fue parte de un lanzagujas me había salvado la vida. Ciertamente tiene su aspecto poético aquello, pero el horror a mi alrededor superó cualquier pesadilla posible, un mar de cuerpos inundaba cada espacio hasta donde mi mirada alcanzaba. Cuerpo sobre cuerpos, mis hermanas más cercanas había muerto todas. El círculo de mi compañía, todas muertas quizá tratando de rescatarme mientras estaba inconsciente. Grité de dolor, inconsolable y la arena cubrió el campo de batalla. Había fallado.

 

……………..

……….

….

 

¡ Hermana !, el objetivo fue avistado. Va hacia el noreste por el bosque  - Me sacó de mis pensamientos. Se lo agradecí en silencio. Asentí con suavidad y me puse en pie, tomando mi arma. Los eventos recientes me habia distraido en sobremanera, los recuerdos dolorosos me bombardearon. Pero tenía una misión y una nueva compañía, esta vez no estaba dispuesta a perderlas.  - ¿Cual es el plan? - La capitana nos observó una vez todas estábamos alerta - El objetivo lleva suministros al campamento de la horda. Es un grupo de cinco grunts y un capitán orco. Los emboscaremos en el claro y capturaremos al capitán - Todas asentimos y sin mediar mayor palabra avanzamos hacia la espesura. A nuestra velocidad y adaptación no tardamos demasiado en alcanzar e incluso superar a los orcos sin que estos siquiera se dieran cuenta. Establecimos posiciones en los árboles cercanos y me encargué personalmente de preparar las trampas. El odio corroía mi sangre, quería venganza por lo que habían hecho y les preparé el más horrendo final con los recursos que tenía.

 

Nos preparamos cual sables listas para atacar a la presa. Cubrimos cada punto cardinal, en las sombras y sobre los árboles. Las armas estaban listas y la presa apareció a la distancia. Caminaban lentamente mientras discutían entre ellos. El plan se alteró de pronto, habia Kaldoreis en jaulas. Apreté los dientes, furiosa. La capitana pareció titubear cuando los orcos estaban pasando por el punto acordado. Enardeci - ¡ FUEGO ! - dije sin autorización alguna y corte la liana. Un tronco salió desde el costado izquierdo y golpeó la carreta haciéndola volcar hacia la derecha y caer por una ladera. Las jaulas y quienes estaban arriba salieron volando por la fuerza centrífuga de los giros. Los grunts trataron de prepararse pero no llegaron a tomar sus armas, las flechas entraron en sus gargantas y corazones más rápido de lo que podían blandir el acero. Bajé desde el árbol cayendo sobre el capitán orco que no lo esperaba, aturdido por lo que sucedía. El peso de mi cuerpo fue soportado, más no el golpe seco de mi codera en su cráneo descubierto por ese absurdo casco que solo protegía su cuello. La capitana bajó y me dió una bofetada sin media mayor palabra. Me lo merecía. Ella corrió rápidamente hacia la carreta en busca de las hermanas caídas y yo le seguí de cerca por si había otra amenaza.

 

¡ Hermanas, venimos a rescatarlas ! - gritó la capitana en cuanto vio las jaulas. A pesar de algunos golpes, habían salido ilesas. A la distancia un grupo de orcos heridos corrian- ¡ Debemos detenerlos ! - grité - ¡ No ! - respondió de inmediato la capitana - ¡ Nos delataran ! - La capitana resopló - No sobrevivirán al bosque, dejarlos morir solos. No son un peligro - Suspiré, odiaba la debilidad de mi capitana. De pronto había perdido su orgullo, las batallas y las derrotas habían calado en su mente. Que desgracia, decía en mi mente. Avance desobedeciendo nuevamente y me abalance contra la mujer y su cachorro piel verde - ¡ Demonios bastardos, la justicia llega a todos ! - Ni siquiera lo pensé, mi aguja se clavó primero en la espalda de la orca, atravesandola y saliendo al otro lado. Su corazón se trozó en el proceso. Cuando su cuerpo cayó, observé al pequeño que con terror cayó a un lado. El otro orco, confundido intento correr más rápido, pero mi guja era más veloz. Su cabeza cayó a un lado y más atrás su cuerpo.

 

La misión fue completada con éxito. Ninguna de las hermanas habló en el regreso, ni siquiera la capitana. Al llegar al puesto de avanzada me llamó, me tomó de la pechera y me llevó contra un árbol con fuerza - ¡ Por la diosa, ¿que te pasa? ! - otra bofetada marcó mi rostro - ¡ Esta no eres tu, ¿desde cuando te controla la ira? ! - la mire pero no por mucho, ella tenía razón. Desvié la mirada hacia fuera y suspiré con fuerza, no sabia que decir - Has… completado la misión pero me has desobedecido. Ya no puedo confiar en ti mientras sigas en ese estado - cerré los ojos - Yo… solo deseaba cumplir la misión a la perfección. Tu debilidad nos pondría en riesgo - esperé otra bofetada, pero nunca llegó. Mire a la capitana o bueno, sería más correcto decir Lana, mi hermana mayor. Estaba llorando, frustrada - Esta guerra trae viejos recuerdos. Recuerdos que intenté sepultar hermana. Tu tambien sufres lo que yo y puedo notarlo - la abrace con fuerza - Jamás podría haber hecho lo que tu hiciste. Soy débil - admitió ella - No, solo no estas loca aun - respondí suavemente en su oído y le di un beso en la mejilla. A pesar de que ella tenía cien años más que yo, siempre fue bastante más vulnerable y dependiente de mi. Nuestra relación era muy poderosa y a veces incluso hacia el papel de madre con ella. Nuestra propia madre nunca fue especialmente sentimental con nosotros, no era su culpa, su vida de Celadora era mucho más importante. Sin embargo siempre se preocupó de enseñarnos y entrenarnos toda su vida. De ella aprendí a ser independiente, aguerrida y celosa de los míos. Le agradezco muchas cosas, pero sobretodo le agradezco haberme criado para ser alguien fuerte y decidida, conocedora de las costumbres y amante de la justicia. - No estas loca, solo eres fuerte. Como mi madre - Respondió ella - Yo soy más como mi padre. Quizá no debía unirme a las centinelas después de todo - le di un beso en la mejilla y la abrace más fuerte - No digas eso hermana. Mira donde estas, eres capitana. Yo solo seré un soldado por siempre y la única razón por la que sigo aquí, es por ti. De no ser por ello ya habría sido expulsada hace mucho - ella me miró con una pequeña sonrisa, opacada por sus lágrimas - debería hacerlo. Pero… eres mi único impulso para seguir adelante - negué de inmediato - No, yo soy tu lastre. Hermana, has pensando que dependes de mí todo este tiempo, cuando la realidad es que yo soy quien depende ti - acaricié sus cabellos plateados, no como los míos que era azul oscuro como la noche, aunque ella solía adornarlos con hojas mientras yo solía usar una trenza - Mentira - replicó pero yo me separé y aleje unos pasos - me cambiaré de unidad más adelante, será lo mejor para ambas - ella negó - Te necesito conmigo, al menos durante esta guerra. Por favor. - giré y le miré, jamas habia podido resistirme a su llanto y ese día no iba ser diferente - Está bien, me encargaré de que mi hermanita viva hasta el fin de esta guerra. Pero, cuando acabe arreglaremos este asunto - ella no respondió de ninguna forma. Ese día acabó bien. Finalmente la misión fue un éxito y teníamos un nuevo objetivo.

 

Luchando en las sombras

 

Me había hecho bastante buena en la guerra asimétrica. Durante mucho tiempo dedique mi vida a este estilo de guerra debido principalmente a las pérdidas numerosas en otros combates a lo largo del tiempo. Llegue a determinar que el estilo de lucha en líneas era poco eficiente y dedicado a ejércitos numerosos dispuestos a perder muchas vidas. Los Kaldoreis no somos así y cada vida es preciosa. Decidí entonces explorar este estilo de combate basada en las experiencias de mi madre y otras comandantes que aplicaban dicha estrategia. No tardaria en ponerla en práctica al máximo de su expresión muy pronto. La guerra en las sombras estaba por iniciar.

 

Vendrá una fuerza devastadora por el sur hermanas. Nuestras fuerzas no son suficientes para mantener este poblado a salvo. Nuestra mejor opción será retirarnos y evacuar el poblado - Las centinelas se habían reunido en la plaza principal donde un pequeño centro de mando se había establecido en el edificio principal del pueblo Vrisaluz. Todas estaban afligidas, algunas o mejor dicho la mayoría de las presentes nacieron y crecieron en ese lugar. - Pero, mi señora debe haber algún modo - Lana, quien aún participaba como capitana, negó - demasiado arriesgado y no veo for- Interrumpi, no podía soportar escuchar esas palabras. Esa debilidad y temor de mi hermana. La amaba pero, no era lo suficientemente fuerte a veces - Existe una forma - dije secamente - mi hermana tiene razón sobre el peligro, pero confío en que venceremos - ella me clavó su mirada - ¡ De ninguna manera lo permitiré ! - cruce mis brazos y enfrente esa mirada. Era mi superior y la respetaba, pero debía tomar cartas en el asunto - Entonces no lo hagas, toma a todos los civiles del poblado y llévalos contigo a un lugar seguro. Tienen tiempo para llevarse sus pertenencias. Deja un grupo de Centinelas conmigo. Solo quienes deseen participar y hayan crecido aquí. No tendrás responsabilidad en esto, yo asumiré las consecuencias - Por un instante su rostro serio se quebró en preocupación pero, no había lugar para lamentos, asintió a regañadientes comprendiendo lo que su hermana hacía - ¡ Ya escucharon, quienes sean tan valientes como para seguir a mi hermana, que de un paso al frente. El resto ayuden a evacuar de inmediato, saldremos en cuatro horas !.

 

Nadie dio un paso al frente.

 

Durante las siguientes horas la gente comenzó su marcha fuera del pueblo. Mi hermana se acercó por última vez antes de marchar, dándome un fuerte abrazo que yo respondí de la misma manera - Cuidate mucho hermana, por favor. Regresa a casa - me dio un beso en la mejilla - No te distraigas por mi. Estaré bien. Asegurate de que todos lleguen a salvo - ella asintió y nos separamos finalmente. Por la puerta de la estructura donde nos encontrábamos entraron cuatro Kaldoreis - Mi señora, estamos listas para apoyar a la hermana Sombraluna en esta misión - mi hermana se detuvo - ¿seguras? -todas parecían jóvenes pero decididas a proteger lo suyo - ¡ Seguras ! - dijeron todas al unísono. Mi hermana me miró, se mordió el labio inferior con rostro afligido y luego miro a las jóvenes voluntarias. Asintió y se marchó - Bienvenidas y gracias por su ofrecimiento hermanas. Se que no soy digna de su confianza, pero me aseguraré de que todo esto valga la pena. Elune nos llevará a la victoria - las tres se acercaron - Ahora, debemos prepararnos, el enemigo llegara a media noche y tenemos mucho trabajo por hacer - asintieron todas y nos pusimos manos a la obra.

 

¡ Recuerden tensar bien esas cuerdas, cubran bien esos huecos con hojas y no se olviden de afilar bien las estacas ! - Me movía de un lado al otro, eran jóvenes eficientes y comprendía lo que hacíamos hasta cierto punto. No podía evitar escuchar algún murmullo, algún arrepentimiento generado por el miedo, pero sin embargo se mantenían firmes y estables dispuestas a dar su vida. Yo me sentía segura de lo que hacía pero nerviosa por las consecuencias. ¿Y si mi hermana tenía razón?, quizá solo estaba llevando a la muerte todas esas pobres cachorras. Pero, debía arriesgarme, debía asumir ese riesgo. Cuando los preparativos estaban hechos nos reuni frente a una fuente, tome agua y limpie sus rostros - Antes de entrar en batalla, debemos hacer comunión con Elune pues solo ella nos concederá la victoria o la paz si debemos caer - Con sus rostros limpios, acerque pues la pintura ritual y con suavidad marqué sus jóvenes rostros - Esta noche, cachorras, lucharán de una forma diferente a cualquier otra. Nos fundiremos en la sombra de elune y lucharemos a través de su velo protector. Nos moveremos, asecharemos como sables y nos abalanzamos a sus cuellos, solo para desaparecer en la bruma al instante. Nuestras trampas atraparan a las presas y causaran el caos en sus filas. Nuestros filos cortaran sus cuellos antes de que puedan siquiera reaccionar - cada marca era de un rojo intenso sobre sus pieles púrpuras. Como filos hechos por garras de sable, ahora eran cazadoras. Sables de la noche ungidas por elune. Guerreras de verdad. - Estamos listas mi señora - dijo la mayor entre las tres - luchemos entonces, hermanas. - me coloque mis propias marcas al final, asegurandome de marcar bien las líneas. Tomé mi aguja marchando fuera, todas me siguieron. Ya no había duda en su rostro, ni nervios ni miedo. Elune las había reconfortado.

 

Los pasos de los piel verde se escuchaban a la distancia. Rompía ramas, derribaban, mataban y reían en su orgía de caos. Sus enormes caravanas con los troncos de los árboles avanzaban aplastando la tierra. Bastardos, debían pagar. Nos comenzamos a mover en las sombras, los buhos daban la señal a medida que avanzaban. La primera trampa estaba cerca, un silbido agudo nos alertó de la inminente batalla.

 

El estruendo de las cuerdas se escuchó por todo el bosque, los animales se alejaron a gran velocidad quizá presintiendo el peligro. El sonido se hizo patente, los orcos no sabían qué pasaba hasta que una enorme roca liberada colina arriba bajó a toda velocidad llevándose por el medio cuatro carretas y aplastando orcos por el medio. Casi de inmediato desde las cuatro direcciones cardinales las flechas salieron de las sombras. Los orcos en shock no reaccionaron lo suficientemente rápido, cuatro cayeron a la vez y otros cuatro más al segundo siguiente. Silencio es lo que hubo luego. Los orcos se agruparon y cubrieron con sus escudos, lanzaron bombas de fuego pretendiendo incendiar el bosque e iluminar la oscuridad. La silueta de las cazadoras se hacían ver como sombras por todas partes, sin detenerse, movimiento tras movimiento. Un orco valiente pretendió salir a dar muerte a una de mis hermanas. Se metió en el bosque a pesar de los gritos de sus congéneres que seguramente pedían regresara. Su grito agudo probablemente les había  helado la sangre. Me aseguré de que su muerte fuera dolorosa, un mensaje a los suyos de lo que les esperaba. El resto del ejército enemigo se acercaba, no podíamos perder más tiempo. Con otro silbido avance al centro, saliendo de las sombras, separando al grupo que pretendía atacarme. Esquive un hacha con un ágil movimiento y rápidamente una flecha apareció en la frente del enemigo. Los otros retrocedieron asustados, me acerqué y corté la garganta del más joven, que cayo ahogado en su sangre. El otro entró en cólera, quizá era su hermano. Lanzó varios tajos, uno casi logra cortarme la cara, lo lleve hasta mi terreno y desaparecí en la oscuridad. De nuevo hubo silencio. Dos flechas salieron de las sombras y asesinaron a sus dos últimos compañeros. Una última flecha se clavó entre sus piernas como advertencia - ¡ Huye, diles que las sombras están hambrientas ! - grite, y el orco asustado perdió toda dignidad, corriendo deprisa hacia el grupo del ejército enemigo para avisarles o quizá para ocultarse, no me interesa saberlo. Aún no habíamos ganado, solo era el inicio.

 

Pasaron algunas horas, durante ese tiempo preparamos una bienvenida apropiada para el enemigo. Yo fui la artífice de la idea, las cachorras no estaban de acuerdo, pero insistí en que era necesario. Cuando los orcos llegaron se encontraron con sus congéneres colgados de las lianas de los árboles con las flechas clavadas en sus cuerpos y en cada uno letras en darnassiano. No sabia si lo entenderian, pero decian: “Elune se cobrara todas las vidas arrebatadas”. Entraron en cólera, eran realmente muchos y bien armados. Yo reí en mi locura, quizá, pues ciertamente deseaba que hicieran aquello. Avanzaron como una manada de lobos, querían sangre y venganza. El poblado estaba vacío, pero en su ceguera y su ira no les importaba, iban a destruirlo todo en nuestra búsqueda. Se reunieron en el centro del poblado, les miré desde arriba del techo en la casa principal. La luna servía de fondo para mi silueta oscura - ¡ Han llegado muy lejos, demonios. Las sombras de elune están hambrientas de justicia ! - una flecha me rozó la cara y supe que era momento de dejar las presentaciones dramáticas, sólo debía distraerlos un instante y lo logré con creces. El rugido de batalla enemigo era la señal perfecta. Las ventanas de las casas colindantes se abrieron y las resorteras de lianas se activaron acribillando a flechas una buena cantidad de orcos. Desesperados por cubrirse avanzaron hacia las casas en busca de coberturas, pero solo se encontraron con más trampas pues al abrir las puertas mecanismos se activaron y hachas o filos caían sobre sus cabezas o golpeaban sus pechos. Mis hermanas y yo nos movíamos como sombras ejecutoras, nuestras filos y flechas atravesaban al enemigo sin piedad. Algunos caían en los pozos con estacas pues podíamos escuchar el llanto agónico cuando sus miserables vidas se perdían para siempre. Fue un éxito, solo un reducido grupo sobrevivió y pudimos enfrentarlos abiertamente. El capitán orco y sus tres oficiales se mantenían en pie, esperandonos.

 

¡ Suelten las armas y perdonaré sus vidas esta vez ! - dije desde lo alto del mismo edificio, esta vez con mis hermanas a cada lado. La luna se mantenía a nuestras espaldas dándonos una apariencia etérea y sombría. Él orco respondió, jamás se rendiría por supuesto. Al menos admire su valor. Confiada descendí y avance lentamente hacia ellos con mi aguja en la mano. Quizá era demasiado confiada, el enorme orco se abalanzó sobre mí lanzando un golpe con su hacha que logre defender a duras penas girando por el suelo hacia su derecha, los otros dos iban por mi pero fueron detenidos por mis hermanas quienes se disponían a luchar también. El capitán orco deseaba destruirme y buenos motivos tenía, al principio logre dos cortes en su brazo y pierna pero no menguaba, logró asestar un fuerte golpe en mi mandíbula que me rompió el labio haciéndome volar unos metros más allá. Giré justo a tiempo para evitar el enorme hacha y respondí atravesando su brazo. El desgraciado ni se inmutó, la adrenalina era tal que no sintió dolor alguno y me asestó un buen golpe que me dejó en el suelo de nuevo, aturdida y a su merced. Pude ver todo  muy lentamente, era mi fin y la pesada hacha iba rauda a reclamar mi vida. Al menos pude traer tanta justicia como pude llevándome a todos los suyos, había cumplido y mi hermana estaría segura. Solo pensé en ella al final, sólo en ella. Mis hermanas de batalla sobrevivirán, eso ya lo sabia. Cerré mis ojos y sonreí para torturarlo, para quitarle la satisfacción de mi muerte. Pero el hacha nunca llegó a mi pecho, ¿me sentía decepcionada?, Al alzar mi vista un rastro de sangre iba hacia el bosque, pude ver brillantes ojos y el rugido de un sable. De nuevo él. Ya una vez había acudido en mi rescate, pero nunca se quedaba lo suficiente como para verlo. Sus brillantes ojos resaltaron en la oscuridad mirándome fijamente y luego desaparecieron. Me levante y las cachorras habían hecho su trabajo. Sobrevivimos una vez más…

 

La celadora y el traidor. Un propósito nuevo

 

Había pasado mucho tiempo desde aquellas guerras. La relativa paz me permitió mejorar la relación con mi familia. Pude calmarme y buscar nuevas motivaciones para mi existencia. Al tiempo me enteré de un nuevo conflicto. Tras la liberación del traidor en la anterior guerra (algo de lo que jamás estuve de acuerdo) todos sabíamos que seria un peligro en potencia. Ya la Vigilante Maiev lo advertía pero nadie le escuchó. Él traidor regresó y haciendo daño a su propia gente pasó por encima de pueblos y hermanas en su intento por conseguir más poder. No pude saber lo ocurrido de primera  mano, pero supe tiempo después que las vigilantes de Maiev habían sido muertas en su mayoría, y que su líder había iniciado una caza contra el traidor. Desapareció un tiempo y las cosas volvieron a la normalidad. Mi madre, celadora desde hacía mucho tiempo, sobrevivió al evento pero sus heridas fueron tan graves que nunca pudo regresar al servicio. Desde entonces dedicó su tiempo a prepararme, asegurando que tenía algún potencial para ello. Mi madre siempre fue alguien muy sabia y leal, siempre la tuve en mente aun cuando no pudo dedicarnos a mi hermana y a mí demasiado tiempo de su vida debido a su responsabilidad en las celdas. Siempre fue una madre distante, quizá no por deseo propio. Pero ahora estaba conmigo y me dedicaba su completa atención desde que supo sobre mis batallas.

 

Se que en tu corazón amás a esta gente, esta tierra y sus costumbres. Se que deseas con tu vida proteger lo que la vida te ha otorgado desde que naciste. Pero, también sé que te has dado cuenta de algo más - posó su dedo sobre mi frente, solo hacia eso cuando me enseñaba una lección, antes me parecía molesto pues generalmente se trataba de reprimendas. Aun asi, esta vez era diferente y lo sabía - La justicia no siempre puede ser alcanzada por los medios convencionales. A veces, debemos ir más allá para proteger a los nuestro. A veces debemos sacrificar todo cuanto somos por quienes amamos. - asentí suavemente, sentía realmente que eso era cierto - Hija mia. Mi pequeña cachorra. No importa cuantos años tengas, siempre serás mi pequeña - sonrió, hacía mucho tiempo que no veía tal sonrisa. Me sorprendió verla ahora que se encontraba tan limitada - Tú serás quien continúe mi camino algún día. Protégenos, traenos justicia y paz - se acercó y besó mi frente - Tu camino está ahora a un paso. No te detengas ahora, en cualquier momento llegarás a él. - se apartó. Parpadee un par de veces y le vi alejarse, no comprendí del todo lo que quería decir aunque había reconfortado mi alma profundamente con sus esperanzadoras palabras. Mi destino… ¿cuál era mi destino?, no me atreví a preguntarle pues si no lo dijo directamente, es porque era mi responsabilidad averiguarlo.

 

Era momento de buscar la respuesta a esa incognita.

 

Editado por Prometeus

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