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TitoBryan

Harald Olafsson

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Harald Olafsson

Mole de musculo poderoso, de hombros y cintura anchos. Brazos y piernas densamente musculadas más con grandes manazas y pies. Bajo su cota de mallas asoma un poderoso tronco sujeto por pesados y gruesos huesos digno de un corpulento enano como Harald.

Alardea de una bien cuidada barba pero que solamente deja a la vista su corta edada, adornada con trenzas y anillos de hierro que las mantienen juntas. 

Su pelo castaño y sus facciones duras y seriosas siguen al pie de la letra el carácter de su clan. 

Suele llevar una maza de mano apoyada en el hombro y en la espalda un escudo de casi su tamaño que le protege de cualquier agresión por retaguardia. En el cinto, le cuelga el cuerno de su clan, trofeo que solo se entregan a aquellos que deseen formar en las lineas de Guardianes de Camaras. Y finalmente, sus guanteletes de cuero se encuentran pequeños añadidos de hierro haciendolo más bien un arma de puño que un guantelete.

 

Si algo define bien a Harald es su determinación y coraje. Si se le mete en la cabeza una idea, se tirará de cabeza. Es fuerte y valiente, no busca la ambición, solamente la necesaria para que su clan le vea lo suficientemente preparado para ser un Guardian de Camaras como su padre. 

Suele mofarse de las demás razas, comparandola con la suya y tachando al resto de inutil.

Persigue la ultima voluntad de su padre, que fue dar la vida por quienes quería y eso hará él, volviendolo un enano completamente sobreprotector hasta el limite de suicida. 

 

 

 

 

 

 

Nombre  Harald Olaffson
Raza Enano
Sexo  Varon
Edad  43
Altura 1'27 metros
Peso 80kg
Lugar de nacimiento Kazakvirr
Ocupación Aventurero, guerrero del clan


Los Dvergsson

“Cuando los alaridos queden sordos bajo la sinfonía del chocar entre escudos y hachas y cuando el suelo y cielo quede teñidos en sangre. El primer haz del alba acompañará triunfante a la orquesta de cuernos de los Dvergsson y a sus fieros guerreros.”

Donde alguien solo veía un montón de escombros, los Dvergsson veían alzarse inexpugnables fortalezas. Donde a los ojos del mundo solo era una mota de hierro, los Dvergsson veían una nueva armadura para sus fieros guerreros que darían su vida por el clan.

Lejos, en los interiores de las frías cordilleras de Loch Modan la fortaleza Kazakvirr se encontraba el ultimo de los clanes residentes, los Dvergsson.

Antaño, Kazakvirr fue un santuario para los distintos clanes que habian sufrido a manos de los trols Peloescarcha. Kilometros y kilometros de profundidad, con camaras gigantescas con la única idea de hacer prosperar de nuevo a los clanes que se formaron y separarón del clan padre Bjornsson tras el asedio trol a la capital.

 

Pero la desgracia había llegado a Kazakvirr bajo los pies de los centenares Peloescarcha... Y poco a poco, el santuario se iba desmoronando tras cada ataque trol.

Los Dvergsson eran conocidos por su largo linaje de guardianes de reliquias, es por ello que el clan de Halvard se ocupaba del ultimo sector de la montaña, la camara de los tesoros.

 

Es ahí donde se veneraban a sus ancestros y se guardaban los artefactos más preciados de cada clan y sus riquezas.

 

En los primeres meses de asedio ya se habian perdido más de la mitad de los sectores que intentaban salvaguardar los enanos, pues los trols atacarón por sorpresa y estaban en superioridad de 9 a 1.

 

Los Dvergsson no dudaron en enviar sus huestes de “Guardianes de camaras”. Guerreros veteranos que habian dedicado toda su vida a la protección de los tesoros del clan. Conocidos por su letalidad a la hora de pelear en su inquebrantable muro de escudos y por resistir un millar de golpes antes de que su pesada armadura cediese. Estos guerreros enanicos no solamente eran los más experimentados en combate del clan, sinó porqué hacian honor a su juramento de proteger hasta el ultimo aliento a sus aliados.

 

Cuentan las leyendas que la sola presencia de los Guardianes de Camaras hacian huir a cualquier criatura que osará plantarle cara y hay quienes dicen que gracias a su armadura, podian aguantar toda una tarde los mejores impactos y golpes de su enemigo que ellos se levantarían, retomarian sus armas y volverian a la refriega. Y si el Guardian perecía ante su enemigo, su espiritu se encargaría de doblegar a su verdugo hasta que solo deseará la muerte.

 

Los regimientos de Guardianes de Camaras siempre iban acompañados de los expertos Tiradores de Mithril, enanos armados con arcabuces de la mejor manofactura enanica al igual que embutidos en las mejores mallas ligeras proporcionadas por el clan. Estos tiradores se han ganado su puesto en la elite del clan por sus hazañas en combate.

 

Desplegandose en cerradas y compactas formaciones, los Tiradores de Mithril apoyan sus temidos arcabuces en los hombros de los Guardianes de Camaras y desatan su furia y una tempestad precisa de perdigones sobre sus enemigos. Si despues de un par de salvas los enemigos siguen avanzando, los Guardianes de Camaras se encargan de exterminar con los restos.

 

Un Tirador de Mithril se vale por dos trols peloescarchas y los Guardianes de Camaras por 7, es por eso que por cada dos Guardianes de Camara un Tirador del Mithril le cubre las espaldas.

 

 

Pero, ni siquiera tanto poderío pudo soportar el embate de los centenares de trols y otras criaturas que avanzaban por los túneles de la sitiada Kazakvirr.

El ultimo sector, donde se encontraba el clan Dvergsson fue el más duro de penetrar, dando tiempo a sus gentes de retirarse fuera de las montañas y poder activar las cargas explosivas que estaban situadas estrategicamente en las prodigiosas columnas que sostenian nivel a nivel las camaras de Kazakvirr.

 

Tanto era la devoción que sentian los Guardianes de Camaras que nisiquiera el mejor de los padres pudo despedirse de su joven hijo y tuvo que tragar fuerte y avanzar firme en formación con sus compañeros de armas, escuchando los gritos que suplicaban atención que daba su hijo y aunque sabía que sería la ultima vez que lo escucharía su juramento le impedía dar marcha atrás.

 

Un linaje sin terminar.

Harlald Olafsson.

Tras la muerte del jefe del clan y de su padre en Kazakvirr. Los pocos que quedaban se iban separando por el tiempo. Los que se quedarón, osaron aventurarse en los bosques de Dun Morogh donde ahí encontrarón la paz y la seguridad otrogada por otros clanes menores de la zona.

 

Los años pasaron y pronto las tradiciones volvieron a surgir. Harald, hijo de Olaff, veterano del primer regimiento de Guardianes de Camaras había estado viviendo y aprendiendo de los más viejos de su clan y de extranjeros de otros clanes que venían a ofrecer ayuda, curtiendose en los primeros pasos de la herrería y minería que tanto alardeaba su clan.

Pero pronto, nacio en el alma de Harald Olafsson un deseo de convertirse en lo que su padre fue, pero para ser formado como Guardian de Camaras, antes tenía que demostrar ser digno y tener el valor suficiente para hacerlo.

Y como no iba a ser de otra manera, Harald forjó junto al viejo herrero del pueblo su armadura y armas e hizo el equipaje hacía la fortaleza de Forjaz deteniendose solamente para descansar con su grupo de amigos con las mismas ideas e ansias que Harald.

 

Y si algo no cabe duda en Harald es que el sacrificio de su padre no quedará en vano, honrará su nombre cueste lo que cueste.

 

Y así es como se forja uno de los más inquebrantables juramentos, más que el dar la vida por una camara antigua.

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