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Galas

D'Ubaku - Marca del Cazador

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D'Ubaku

 

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  • Nombre: D'Ubaku, La Onceava
  • Raza: Trol de la Selva
  • Sexo: Femia
  • Edad: 18 años
  • Altura: 2,06m
  • Peso: 97 Kg
  • Lugar de Nacimiento: Tribu Quiebratuétanos, Arrecife de los Pláñidos
  • Ocupación: Paria

 

  • Índice:
    • Mensajería:
    • Eventos asistidos:
    • Eventos masteados:

 

Descripción física

La joven trol conocida como D'ubaku es una figura que si bien corpulenta rara vez aparenta su tamaño real, pues desde siempre mantenerse agazapada ha sido su postura habitual, tanto que caminar erguida le resulta hasta anti natural, fruto de que por su condición mirar cara a cara hacia otro trol era respondido con palizas y golpizas.

Su tono de piel es de un color azul oscuro, con tintes violáceos fruto de la ligeramente más salvaje mata de vello y pelo que la recubre, como a todo trol de la selva, lo cual tiende a recubrir y desenfatizar su musculatura y físico. De gruesos dedos como cualquier trol, tiene unas uñas duras , oscuras y afiladas. Tiene largas orejas,  puntas peludas, y su fisionomía no deja de destacar sobre la que podría tener otra cazadora de tribu trol, tal vez con una apariencia más salvaje, más enfatizado por sus manerismos que por su fisionomía en si.

Luce una enorme melena de un color rojizo intenso, que suele llevar en una gran cresta salvaje que se mantiene erguida por motivos que solo los Loa conocen , que remata en grandes trenzas que caen hasta algo más allá de su cadera. Poco hay de destacable en su rostro más allá de algunas marcas y cicatrices leves, unos colmillos pronunciados y afilados, y unos gruesos labios.

El punto más destacable sobre el físico de D'ubaku es sin duda alguna su ojo izquierdo. Por que tal cosa no existe. Tuerta de nacimiento, mantiene el gesto permanentemente contraido en un guiño sempiterno, pues no es que haya perdido el ojo, nunca lo ha tenido. 

 

Descripción psicológica

D'ubaku es una trol adulta, pero joven en mente y espíritu, increiblemente curiosa. Una curiosidad por todo lo que hay más allá de su isla. Por su condición, jamás se le permitió embarcar en alguna de las raizas de su tribu hacia archipiélagos vecinos u otras islas, y salvo algun viaje a nado evadiendo depredadores marinos a islotes cercanos, se siente encerrada en una prisión de odio. 

Donde otros trols encuentran apoyo y refugio en su tribu, D'ubaku solo ha encontrado desprecio y decepción, de ella hacia los demás, por mucho que intentase contentarlos. Hace años ya que la trol dejó de intentar ganarse el aprecio de sus semejantes, y poco a poco un odio fermentado y tóxico ha crecido en ella, amenazando con matarla desde dentro.

Los años de palizas e insultos constantes la han hecho increiblemente resistente a los abusos, y poco dada a responder a los mismos. Algunos la llamarían sumisa y maltratada, ella se ve como alguien inteligente que sabe agachar la cabeza cuando es necesario. Sin embargo, es poseedora de una mente sagaz y aguda, no especialmente inteligente, al menos no por encima de la media trol, pero es poseedora de la tan icónica astucia taimada del pueblo trol.

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Historia

 

Uno.

Dos.

Tres.

Cinco.

Siete.

Nueve.

Once.

 

Al vigésimo segundo perdió la cuenta de los golpes que le habían profesado sus hermanos mayores. 

Cuando despertó de la golpiza, ensangrentada y magullada, solo se encontró al Noveno, mirandola. La habían arrastrado fuera de la linea de cabañas hechas de madera y hojas de palmera resecas, arcilla de la colina del noroeste y huesos de animales marinos.

Le tiró a sus pies descalzos y callosos su patu y su taiaha. A diferencia de los de su padre, hechos de hueso de ballena exquisitamente tallado, o de los de sus hermanos, hechos a partir de duras rocas marinas pulidas, los suyos eran de madera. Y nisiquiera especialmente bien tratada. Al fin y al cabo se los había hecho ella misma, y sin lugar en las embarcaciones, una no tenía acceso a nada más.

-Si vuelves morirás - Dijo U'Bomonga, Noveno Hijo de Shin'Joya. - Si sigues en esta isla dentro de una semana, morirás. 

-Si intento salir de esta isla sin embarcación, moriré - Respondió una dolorida y aun no del todo consciente trol que intentaba reincorporarse como podía. Probablemente de no ser por la prodigiosa constitución trol, no habría siquiera sobrevivido a la brutal paliza. 

-Entonces más te vale empezar a construir una - El Noveno dio media vuelta y marchó dirección a la aldea.

 

*******

No'Tahu, Primogénito de Shin'Joya

Mo'Lewa, Segundo hijo de Shin'Joya

Tu'Gali, Tercer Hijo de Shin'Joya

Kopaka, Cuarto Hijo de Shin'joya

Bu'Pohatu, Quinto Hijo de Shin'joya

Mata'Onua, Sexto Hijo de Shin'joya

K'Norig, Séptimo Hijo de Shin'joya

Gaaki, Octavo Hijo de Shin'joya

U'Bomonga, Noveno Hijo de Shin'joya

Nui'Kualus, Décimo Hijo de Shin'joya

D'Ubaku, Primera hija de Shin'joya, el Undécimo Hijo Prometido 

 

Cuando la pequeña trol fue presentada por el médico brujo ante el gran Shin'Joya, Subyugador de los Lamespinas, Aquel que Asfixió al Serradón, El de la Semilla Infinita, el guerrero trol cogió  su patu paraoa , entró en la tienda donde había ocurrido el parto, y lo descargó con violencia sobre la cabeza de Mah'bala, madre de D'ubaku y cuarta compañera de Shin'joya, matándola en el acto. Tras ello gritó con furia, clamando a los Loa porqué le habían maldecido de tal manera.
Si la pequeña niña trol de cabellos rojizos evitó un destino similar fue porque una anciana trol, tan anciana que nadie recordaba qué edad tenia, que había sido capturada hacia casi un siglo en una de las razia marítimas a una tribu vecina , dijo que la niña tuerta de cabellos de fuego había sido marcada por Eraka no Kimbul, El Que Acecha al Depredador, Rey de los Tigres y el Cazador de un Ojo. 

El gran y veterano guerrero trol no hizo caso a la anciana trol, que aunque antaño fue esclava a estas alturas era más bien la abuela chocheante de la tribu, más el médico brujo le recomendó precaución, pues las palabras de la medio enloquecida femia podían cargar más peso del que él le estaba otorgando. La bebé trol había nacido tuerta  y aunque lloraba y pataleaba con fuerza, ajena al destino que había sucedido a su madre, no era capaz de abrir su ojo izquierdo, pues simplemente no existia. El médico brujo dijo que esto junto a sus rojizos cabellos era señal de que El Gran Cazador la había elegido como futura presa.
Shin'joya dudó, sin embargo. Se planteó ignorar las advertencias de anciana y médico brujo y poner fin allí y ahora a la vergüenza de su linaje, a aquella que había quebrantado las profecías conformadas alrededor de su figura. Sobre todo, porque El Fin de Toda Presa era un Loa de tierras lejanas, un rival eterno de la Gran Shirvallah. Pero todo trol sabe que los Loa, incluso aquellos de otras tribus, son criaturas peligrosas a las que se ha de respetar, pero sobre todo, temer.

Shin'joya perdonó la vida a D'ubaku, y la reconoció como suya, más jamás volvería a dirigirle la palabra ni a mirarla. Y tal promesa cumpliría hasta el fin de sus días.

 

Con los años, la joven D'ubaku hubo de crecer en una tribu que le fue ajena. Mientras los demás jóvenes trols eran tratados con amor por sus progenitores, enseñados a cazar, a luchar, a pescar, a moverse por la selva, ella, durmiendo entre ramas y arbustos, hubo de imitar las lecciones que otros recibían, como podía. Si sobrevivió a los primeros años de su vida fue porque la propia y anciana trol que por sabría Bethekk que motivo la había salvado, cuidó de ella, alimentándola con sangre de tuatara. 

La única figura materna que conoció D'ubaku le explicó, antes de que El Amigo del Otro Lado la reclamase, el porqué de su situación. Era una paria de la tribu, una despojada, y solo era mantenida con vida por no haber sido asesinada, pues ni se le proporcionaba refugio, auxilio o comida. Su padre, Shin'Joya, era uno de los guerreros más prodigiosos de su tribu. Su habilidad en el combate era por pocos igualada y por aun menos superada, y su físico portentoso le había hecho la envidia de muchos machos menores. Pero por lo que era más conocido Shin'joya, sin embargo, era por su linaje. Relatos que llegaban incluso a islas vecinas. 
Shin'Joya, Padre de Guerreros. Shin'Joya, Forjador de Tribu. Shin'joya había sido bendito por los Loa con un linaje exclusivamente masculino. Y aunque los trols no despreciasen el nacimiento de una femia para la tribu, si bien no eran discriminatorios, si eran supersticiosos, y rápidamente lo que tal vez fuese fruto de la aleatoriedad o en efecto, de la intervención divina, se convirtió en el rasgo más definitorio del gran guerrero trol. 

Sus descendientes se contaban por docenas, tanto sus hijos como sus nietos, y se decía que su final jamás llegaría , y que su estirpe masculina habría de ser infinita. 

Pero eso había cambiado con el nacimiento de D'ubaku. Nacida de una joven trol que Shin'Joya, mucho más mayor, había cortejado en la tribu, fue una unión no del todo bien vista por el Médico Brujo de la tribu. El día de su primera unión había caido fuego del cielo, y eso era señal de que los Loa estaban enfadados por algo. Shin'joya, orgulloso guerrero trol, había ignorado los augurios, pues la joven figura de la trol le tenía embelesado, o eso diría a futuro.
Eso cambiaria cuando la joven tribal dio luz a una niña. No vivió para ver otro día. Shin'Joya diria entonces que , portadora de magia oscura, esa joven trol le había engañado y engatusado, enviada por los Loa familiares de una tribu rival, para corromper su estirpe y quebrantar su linaje como venganza por todas las cabezas que había cazado. El padre de la trol asesinada, un guerrero mucho menor que Shin'Joya, no tuvo la valentía de discutir las explicaciones del gran guerrero.

Y así fue, que una vida llegó, y otra se marchó.

 

D'ubaku sin embargo, no se sintió desanimada por esta historia, si no que su fe renovada en un cuerpo y espiritu joven, hasta inocente ,la habían motivado a intentar paliar los pecados de una madre que odiaba sin haberla conocido. Su situación, al fin y al cabo, era su culpa. Por haber corrompido a su padre, el Gran Shin'Joya, un trol que en sus siete años de vida no la había siquiera mirado una vez, como si la propia luz del sol atravesase a la escuálida y malnutrida figura de piel azulada, invisible ante la magnificencia del guerrero.
Cazó criaturas que le costaron sendas heridas que por poco se la llevaron antes de tiempo, y se las entregó a los pies a su padre en señal de respeto. Recibió palizas, a cada cual más brutal, en todas y cada una de las situaciones.
Más no se detuvo. La presa no era digna de un guerrero tan grande, de un guerrero tan glorioso.

 

Sus hermanos, siguiendo la estela de su padre, tampoco llegaron jamás a hablarle ni a mirarla, y junto a su padre, se unían a las golpizas que proferian contra la ya adolescente trol, tal vez porque esta sobrepasaba la "caridad" trol que le habían ofrecido al permitirle vivir en los alrededores de la tribu, como una paria, o simplemente porque la descubrían siguiéndoles en un viaje por los alrededores de la isla, tal vez a pescar o a cazar. 
Pero la joven D'ubaku creció, y poco a poco sus sentimientos fueron tornandose. La inocencia dio paso a la precaución, la reverencia al desprecio, y la idolatría al odio.
Shin'joya era un nombre que llegaba a repetir cada noche, rezando a Aquel que No Es Conoce Depredador que una muerte le llegase. 

 

Como iba a saber, que tras varios años, tales rezos serían escuchados.

 

Los movimientos en la tribu se volvieron frenéticos. Los gritos, las hogueras, los cantos rituales, típicos antes de marchar a cazar , no animales, si no enemigos. Gloria para los guerreros. Sangre y Carne para los Loa.
D'ubaku sabía contra quién iba dirigida tal cacofonía ritual. Los había visto, había visto sus hogueras y sus extrañas estructuras de madera, grandes como nunca nada había visto, más que se movían por el mar con la ligereza de una foca emperatriz. 

La tribu marchó a la guerra, y la tribu volvió. El Séptimo y el Tercero no regresaron.

Más fue la siguiente noche, cuando la tribu regresó, que notó algo distinto. Los ánimos eran mucho menores, y extrañamente, el Primero y el Sexto fueron a buscarla a su cabaña, construida por si misma a las sombras de una gran palmera, algo lejos de la tribu. Sin explicaciones, la arrastraron entre golpes para llevarla al centro de la tribu.
Vio que eran menos, muchos menos. Pero eso le daba igual, era la ausencia de una figura, una ajada figura, una madura y corpulenta figura, la que la asombraba. 
La Historia de Shin'Joya había acabado, con plomo depositado en cráneo con magia de fuego extranjera. Una muerte innoble , carente alguna de valor para los Loa. 

Y la culpa era suya. Solamente suya.

Shin'Joya debió de matarla el día de su nacimiento y ofrecer su cabeza en altar al Gran Murciélago, suplicando perdón por las afrentas que había ocasionado contra los grandes Loa. Más la empatía, la PIEDAD, él, que le había permitido VIVIR, al que le debía todo, habían sido su condenación.

Los Loa vieron debilidad, y la existencia de D'ubaku no era si no una mancha en su tribu. La que había ocasionado la llegada de tales asesinos y guerreros de más allá de la gran jungla de agua.

 

D'ubaku no murió esa noche. Más por la fortuna y su propia tenacidad ante las palizas acumuladas a lo largo de una vida.

 

D'ubaku no murió esa noche.

 

D'ubaku nació esa noche. 

 

Y así fue, que una vida llegó, y otra se marchó.

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