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Nathan

[Desaparecido] Mümblerg

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  • Nombre: Mümblerg
  • Raza: Enano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 48
  • Altura: 1.2
  • Peso: 80
  • Lugar de Nacimiento: Loch Modan
  • Ocupación: Aprendiz de herrero a media jornada, estudiante de la academia.
  • Historia completa

 

Descripción física:

tamaño medio para un enano, cuerpo fuerte con brazos y espalda descompensados dado a su sobresfuerzo en trabajos de forja. Piel morena y de tostado artificial. Pelo rubio brillante y recogido hacia atrás y una barba corta con largas trenzas laterales cuidadas. Su rostro presenta rasgos juveniles que contrastan con una mirada templada casi tapa por frondosas cejas. Presenta algunas quemaduras cicatrizadas a lo largo de los brazos

 

 

Descripción psíquica:

leal y con el sentido de honor común a los enanos. De carácter seco y directo durante el trabajo o la ejecución del deber y de aire más relajado en momentos distendidos. En general enano de pocas palabras que antes de hablar escucha. Tímido y orgulloso cuando se trata de hacer peticiones. Curioso, menos supersticioso que el resto de sus congéneres  y dedicado al manejo del hierro y la historia enana cuyo reciente origen titánico idolatra con mesura y sin llegar a interferir con su culto sencillo a la luz.  Aborrece a los ambiguos de moral y demás cínicos pero sobre el juicio de todas las personas puede imperiar un sentido de respeto a aquellos que considere fuertes de carácter sin importar su brújula moral. Disfruta de lo ordenado, limpio, metódico, exacto y sistemático llegando a la excentricidad.

 

 

 

 

Historia

 

Días después de abandonar Menethil, frente aquel grupo de Faucedracos y con el corazón en un puño, recordaría el día en el que mi padre me llevó a ver la gran Fragua de Forjaz. Los altos hornos lograban captar mi ilusión infantil tanto como aquella poderosa sensación bajo la montaña. Quizás para un enano de las colinas no sea así, pero yo, que lo único que he tenido casi toda mi vida sobre la cabeza han sido techos, vigas de madera y un extenso azul, sentía un latido en lo profundo de aquella inmensa roca que logró atarme a todo cuanto le rodeaba.  Así fue como el sonido de los martillos contra el metal caliente, el olor de la escoria y el calor que emanaba de la fundición pasó a ser el molde en el que forjarme como enano.

 

Es contradictorio, sin embargo, que por el destino de mi clan y el espíritu con el que mi padre llevaba tal historia nunca contada a mi o a nadie más en mi presencia, fuéramos una familia itinerante que de invierno a invierno recorría el trayecto de Forjaz al hogar de sus primos Pico Tormenta, realizando pequeños y humildes trabajos de herrería a manos de mi padre, sastrería gracias a la habilidad y paciencia de mi madre y pequeños envíos oficiales entre ciudad que no eran de especial importancia. Mi padre era reacio a instalarse en Forjaz donde aún quedaba familia que era bien sabido en la caravana que ofrecerían hospedaje y trabajo seguro en la artesanía. Pese a la pesadumbre que mostraban sus ojos, y los de todos ante un extenso azul que nunca se terminaba y sus ganas ocultas de volver a caminar bajo aquellos techos de piedra de Forjaz, no había manera de plantearle la posibilidad. Pasábamos tanto tiempo al aire libre que casi parecíamos Pico Tormentas. Pese a vernos como simple buhoneros de nuestros oficios resignados a no tener otra vida llevaba esa vida con calma y tomando conciencia desde temprano que llegaría mi oportunidad y que hasta entonces de nada servía ahogarse en un vaso de agua.

 

 

 

Puedo sacar en positivo de todo este tiempo que, a diferencia de mis hermanos, hijos de las montañas que maman y tienen un hogar en ella por el resto de su vida ajena al exterior, que pude ser más flexible con todo cuanto entraba en contacto. No cándido o ingenuo, pero tampoco ponía impedimentos a mi comprensión de lo nuevo. Pero siendo también sinceros casi todo cuanto me interesaba se concentraba en las escasas semanas que pasaba en las galerías y ciudades de roca enanica. ¿Qué me decís de los tesoros de las ciudades bajo tierra que extrae la Liga de los Exploradores y exhiben con orgullo junto a su gran archivo? Imaginad una ciudad completa con esas obras de artesanía. ¿Si así era la cerámica o la arquitectura como manejarían el metal o la artificiería? Y pensar que hay divulgadores por la ciudad que afirman que somos creación de los mismos que en su día realizaron tales maravillas, que nosotros, los enanos, somos una predilecta raza moldeada por entidades tan superiores como los Titanes. Para un enano como yo que se ha sentido en cierta forma desterrado del potencial de su naturaleza forjadora y enanica aspirar a tal construcción de nuestro pasado  te hace sentir en la cumbre de algo más grande. Pese a la indiferencia del resto de muchos de mis congéneres al escuchar las narraciones de sus descubrimientos yo compartía la certidumbre de sus teorías.

 

 

 

Aquella vida se me hizo pequeña así que me pertreché e hice saber a mi familia de la intención de ir hacia el sur, aprender de la herrería con otros enanos  y quizás conseguir un negocio propio. Pese a mi juventud mis padres fueron benevolentes y dejé atrás la caravana. Antes de partir mi padre me dio su martillo de herrero y dijo que al llegar a Forjaz se lo mostrara al tío Himbrin, el sabría qué significaba eso y pasaría a ser su aprendiz en su herrería o el mismo se encargaría de encontrar un instructor adecuado para mí. Nos separamos en Menethil donde gracias a los amigos que habíamos hecho durante nuestro trabajo conseguí unirme a una caravana numerosa de toda clase de personalidades y razas pues dado el ciclo en el que partíamos la mayoría de encargos y viajes comerciales ya se habían realizado, dado a esto también encontramos pocos mercenarios con los que guardar la caravana sin embargo dentro del grupo confiamos el viaje a la Luz y la buena suerte.

 

No es mi intención pecar pero fue un error dejar todo a la fé. Un parón en medio del camino dado el atasque de una de las caravanas en el fango de las marismas nos expuso a las amenazas que esta y las montañas que la rodean aguardan. He escuchado toda clase de historias de lo que aquellas marismas albergan, pero ciertas o no, pocas me daban tanto pavor en aquel momento como la posibilidad de encontrarnos con un grupo de oscuros y apestosos Faucedraco. En efecto, tenía el corazón en el pecho y por un instante dejé de defenderme con mi martillo para retroceder en mis imágenes más felices antes de que algún hacha descendiera sobre mí y mi cuerpo se perdiera en el fango de aquel lodazal. Un estruendo próximo me alerto y me sacó de mis pensamientos en medio de aquel tumulto, algo nuevo estaba sucediendo. No podía ser posible pero aquellos orcos se retiraban o caían bajo nuestras manos mientras una extraña figura que hasta ahora había pasado desapercibida lideraba el contrataque con habilidad, pero no esa que mueve la espada y el escudo. Era habilidad que alteraba la realidad, la tomaba, la fundía con la magia, la moldeaba a su gusto y daba lugar a nuevos productos perfectos, limpios, impecables y efectivos.

 

 

 

Toda la caravana se recompuso del sobresalto y gracias a la Luz solo lamentamos la muerte de dos de los mercenarios, pero lejos de pensar en la muerte y lo próxima que estuvo su fría mano de mi cuerpo pasé la mitad del camino hasta Dun Morog siguiendo de cerca aquella humana que hasta el asalto había pasado desapercibida en la caravana. Ahora era el centro de atención y con sorpresa sobrellevaba de forma amable y sencilla toda aquella curiosidad que suscitaba. No tardé en unirme al grupo de adeptos pero a diferencia de ellos entablamos amistad dada nuestra mezcla de pulcritud con carácter metódico con el que profundizábamos en las materias de nuestras conversaciones. Lejos de lo que creía al principio sentía interés por lo que hasta entonces yo consideraba que era una vida aburrida como la mía y yo a su vez por la suya. Fue el inicio de una amable amistad que siento orgulloso de mantener a día de hoy aquí, en Elwynn. ¿Qué cómo llegué hasta aquí? Gracias a los demás podría decirse. Decidí unirme a Vera incluso antes de ser amigos y que me invitara a la Academia humana de magia. En cuanto a la herrería es algo que siempre he llevado conmigo y seguirá siendo así y mi tío al ver que portaba el martillo de mi padre accedió a regañadientes a dejarme escapar. No obstante juré a la piedra y al fuego de Forjaz que volvería pronto.

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