Jayah Roselinda Zarzana

[SwordsMaster 1.027]

Nombre: Jayah Roselinda Zarzana
Raza: Humana (Huargen)
Sexo: Mujer
Edad: 26 Años
Altura: 1'70 Metros
Peso: 60 Kilogramos
Lugar de nacimiento: Reino de Alterac
Ocupación: Hacer lo que le enseñaron a hacer (Y lo único que sabe hacer)
Descripción física: Piel morena, rasgos finos, buenas caderas y pechos generosos es lo primero que salta a la vista. Más allá de lo superficial se puede apreciar su cabello negro y ligeramente rizado, junto con un par de ojos grises y un rostro joven que normalmente habría ido maquillado, un lujo ahora fuera de su alcance.
Descripción psicológica: Mujer alegre y sencilla, amante de la diversión, soñadora, romántica, seductora y astuta. Apegada a las costumbres nómadas con las que creció, no soporta estar encerrada demasiado tiempo en un mismo lugar, y anhela por el cambio y lo inesperado. Sin embargo, de alguna forma incomprensible para tan inocente mujer, siempre logra meterse en problemas habiéndosele prohibido la entrada a varias ciudades de Lordaeron tras ser tachada injustamente de ladronzuela, estafadora o cosas peores.

 

Historia:

Jayah Roselinda Zarzana había nacido hacía 26 años durante un duro invierno en una de las aldeas de Alterac, tierra natal de su familia y la más reciente parada de los mismos, ya que llevaban una vida nómada viajando entre pueblos y reinos en busca de los mejores lugares para ganarse la vida, conformando entre sus caravanas un menjunge anormal de culturas norteñas y, si uno prestaba la suficiente atención, podía apreciar costumbres strómicas, lordaerenses, alteraci y trabalomenses adqueridas durante sus viajes, predominando una mezcla de las dos últimas.

Sus primeros años los pasó en distintos pueblos del norte, pero eventualmente varias de las caravanas nómadas con las que había crecido habían quedado atrás durante un viaje al orgulloso reino gilneano, pues con la agitación del éste más de una vez les confundieron con caravanas de suministros para la gran muralla y fueron interceptados por los rebeldes, saqueados y saboteado. Varias de las caravanas lograron aún así encontrar su camino fuera del agitado reino a tiempo, pero esa no había sido la suerte de sus padres, que con los animales enfermos por el duro clima y el riesgo de ser atacados por los rebeldes al intentar acercarse a la frontera no tuvieron otra opción que esperar a que todo se calmara mientras sobrevivían sacando provecho de la venta de la basura que podían recolectar de entre las batallas de lealistas y rebeldes.

Ahora atrapados en un reino que no les pertenecía ni les importaba, su familia no tuvo otra opción una vez reparada su caravana que tomar una decisión: Podían asentarse en alguna de las pequeñas ciudades gilneanas y ser injustamente oprimidos, su libertad sosegada, probablemente discriminados por su reino de procedencia y su vida convertirse en un ciclo monótono, pero gozarían de estabilidad. O podían volver a poner en marcha la caravana y continuar con su vida nómada, aunque esta estuviese ahora limitada al territorio de aquel reino, pero serían todo lo libres que podrían ser y podrían mantener su estilo de vida. Y eso fue lo que hicieron.
Juntando todos sus ahorros y baratijas, no tardaron en encontrarse a gilneanos desesperados en unirse a su caravana en busca de una vida algo más digna que bajo el yugo de sus señores, y los Zarzana aceptaron gustosos la oportunidad de por lo menos enseñar a las personas con las que ahora estarían atrapadas parte de sus costumbres...

 

Años más tarde...

La sopa burbujeaba con una cabeza de rata flotando en el agua junto a media bota de cuero para darle sabor, una receta artesanal de su familia con algunos cambios de ingredientes adaptados al entorno, pero igual de sabrosa que siempre. Su vida no era tan mala, había carne, habían -algunas- botas de cuero, los cuervos como postre ocasional, Jayah se sentía como en casa.
Bueno, no del todo como en casa. Las murallas se alzaban a su alrededor, alejándola de su familia y prohibiéndole moverse por el mundo.

Quizás para siempre.