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Aton

Kamorei Rugeluna

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Las olas del mar golpeaban con fuerza la costa, el olor del océano inundaba el aire, mientras la salitre se posaba en el cuerpo del Kaldorei, este sin embargo parecía sumido en un sueño profundo,  realmente estaba concentrado, meditando. Poco a poco el sonido del mar lo fue trasladando tiempo atrás.

Pasado

El puerto se mantenía en calma, mientras el astro solar aun no se había escondido del todo en el horizonte, al fondo, en uno de los amarraderos un barco de tamaño medio esperaba zarpar, hacia el navío caminaban dos Kaldorei cogidos de las manos, conversando.

-Padre, ¿dónde vamos esta vez?- Pregunto el pequeño Kaldorei con una voz cantarina y alegre.

-Nos dirigimos al Sur, me han pedido que vaya allí a enseñar a forjar a algunos hermanos.-La voz del padre era profunda, casi tanto como el Mare Magnum.

La conversación se fue sucediendo mientras el joven escuchaba como su padre le contaba como era el lugar al que iban, las historias sobre las criaturas que los valerosos hijos de las estrellas retuvieron allí una vez. Ambos subieron al barco saludando cordialmente a la tripulación y se acomodaron.

un tiempo después ambos llegaron a Silithus una tierra consumida por el enjambre de enemigos que una vez ataco allí, por suerte ahora retenido. El padre del joven elfo había viajado para enseñar a distintos artesanos como forjar algunas armas. Los días pasaron, las semanas, y así poco a poco fueron pasando las lunas. Mientras tanto el joven elfo se entretenía con una espada de madera echa por su padre, golpeaba el aire torpemente, entre la oscuridad asomo una esbelta Kaldorei, observaba al pequeño con ternura, hasta que finalmente se pronuncio, quebrando la imaginación del joven y su juego.

-¿Alguien te ha enseñado a luchar joven?-Dijo la elfa con una voz dulce y amable.

-Eh...EEEEH...-Entre cortado por la sorpresa el joven no sabía que decir, finalmente trago saliva y se llevo la zurda al pecho, esperando calmarse-No, no hermana-termino pro pronunciarse.

-¿Quieres aprender?-Dijo sin muchos miramientos la elfa, observando al pequeño a los ojos.

-¿Tu sabes?-Pregunto el pequeño, mientras observaba a la mujer ataviada con unas túnicas, no portaba arma alguna, así que el joven dudaba. La elfa asintió con suavidad.

-¿Cómo te llamas?, antes de enseñarte nada debes decirme tu nombre, y yo te diré el mío.

-Me llamo Kamorei, Kamorei Rugeluna-concluyo lo dicho con una leve reverencia torpe y poco ensayada.

-Gusto en conocerte valeroso Kamorei Rugeluna-pronuncio dejando brotar una leve risa burlona-Yo soy Ishin, Ishin Filoplata.

Tras la conversación la mujer comenzó a darle algunas pautas, desde ese día ambos se encontraban en la noche, y mientras el padre del joven enseñaba a forjar armas Kamorei aprendía el arte de esgrimir un arma. Sin darse cuenta, el pequeño fue creciendo, año tras año pasaba, poco a poco Kamorei e Ishin fueron forjando un vinculo de aprendiz y maestro, a los pocos años el padre de kamorei termino de enseñar a los artesanos y se dispuso a partir. Pero se encontró con que el su joven hijo Kamorei deseaba quedarse para aprende el arte de la esgrima de su mentora Ishin.

-Padre, déjeme quedarme en este lugar junto a mi maestra, se lo ruego. -Kamorei miraba a su padre directamente a los ojos, el padre de Kamorei se agacho quedando a la misma altura que su hijo, mirándolo aun mas dentro de su ser.

-Hijo mío, ¿estas seguro del camino que deseas recorrer? -Mientras tanto la maestra observaba desde un segundo plano la escena, Kamorei observo a Ishin un segundo, luego miro a su padre de nuevo y asintió con firmeza. Su padre sonrió ampliamente -Puedo ver el  fuego de un guerrero en tus ojos, adelante, conviértete en un orgullo para nuestra familia.

En ese momento el pequeño Kamorei abrazo a su padre, en su corazón un conjunto de sentimientos comenzaron a danzar, dolor por despedirse de su padre, pero alegría y fervor por continuar junto a Ishin sus enseñanzas. Finalmente el padre del joven perdiéndose en la distancia, desapareciendo entre las nubes de polvo que se alzaban.

 

Los años pasaron, con el tiempo Kamorei  adquirió un cuerpo atlético y fuerte, superando a ishin en altura incluso, sin embargo  aun no podía vencer a Ishin en combate, todas las noches se enfrentaban, y todas las noches Kamorei perdía. La diferencia de habilidad era abismal,  una de las noches Ishin derroto a Kamorei en un solo movimiento, el joven elfo gruño de frustración y se levanto del suelo cerrando los puños, obviamente enfadado. Ishin sin previo aviso se acerco al elfo y se interpuso en su camino, luego le golpeo con el dedo índice de la diestra en la frente, y le entrego su arma de entrenamiento.

-Recuerda que para ser un guerrero no debes ser solo fuerte, debes ser también inteligente, y ambas cosas templarlas con un espíritu sano- Tras lo dicho Ishin se alejo caminando rumbo a su hogar, Kamorei quedo congelado en el sitio, observando como su maestra caminaba, por primera vez en todos estos años Kamorei cayó en la cuenta, ella se movía con gracilidad, como si cada movimiento fuese con el mundo, no luchaba con una espada, era parte de ella.

A la noche siguiente Kamorei se encontró con Ishin de nuevo para entrenar, esta vez calmo su cuerpo, respiraba con lentitud, casi era como si el tiempo se detuviese para ambos, finalmente Kamorei lanzo el primer golpe, Ishin se defendió evitándolo y lanzo un contraataque, pero el joven elfo ya lo había previsto, en poco tiempo ambos se sumieron en un combate intenso, Ishin sonreía a cada movimiento del joven, tras casi un minuto de combate Ishin derroto a Kamorei.

-Buen trabajo, parece que entendiste lo que te dije ayer-Ishin llevo la mana hasta el derribado Kamorei, este cogió la mano y se alzo con la ayuda de su maestra. -Eso esta bien tendrás que prepararte, pronto partiremos al Norte, hay noticias de que necesitan guerreros- Kamorei se mostro algo dubitativo, tras unos segundos asintió lentamente, luego observo las lunas, suspiro y se despidió de su maestra marchando a descansar.

Pasaron tres noches y finalmente ambos se prepararon para partir, sin embargo antes de marchar Ishin se acerco a Kamorei y le ofrecio una espada, fina esvelta pero muy afilada.

-Esta sera tu arma, espero que te guste- Kamorei recogió el arma con ambas manos y asintio a su maestra sin decir nada- Debes elegir un nombre para el arma, al fin y al cabo es quien te acompañara a partir de ahora.

-¿Un nombre?-Pregunto el elfo extrañado, sin embargo antes de que Ishin pudiese decir nada concluyo- De acuerdo, pensare uno antes de llegar al Norte.- Sin mas dilación ambos comenzaron su camino hacia el puerto mas cercano, en Feralas.

Cuando ambos llegaron al lugar notaron la agitación de la gente, numerosos barcos se preparaban para salir hacia el Norte, Ishin y kamorei rápidamente escogieron uno, se subieron a el, pero por desgracia el viaje que les esperaba no iba a concluir. Tiempo después de dejar la costa atrás una fuerte tormenta comenzó a azotar el mar, el barco se agitaba con violencia. Kamorei e Ishin se agarraban como podían para no caerse. De pronto una de las inmensas olas choco con violencia, partiendo el casco del navío y dejando entrar el agua, los gritos de los tripulantes indicaban que arriba no estaban mucho mejor, Kamorei miro a Ishin y ambos intentaron salir nadando, del lugar antes de que el barco se hundiese del todo. Al salir del barco ambos se agarraron de un trozo de madera, de pronto Kamorei grito y soltó el trozo de madera comenzando a hundirse, Ishin tomo aire y se hundió en busca de Kamorei, a pesar de la tormenta bajo el agua parecía todo en calma, Kamorei era arrastrando al fondo del mar por un cabo atado a su pierna, Ishin rápidamente nado hacia el agarrándole la mano, por fin lo habia alcanzado así que podía liberarlo, corto el cabo y Kamorei fue liberado, pero la superficie ya estaba lejos, no podrían salir de allí sin ahogarse antes, el joven elfo noto como ishin se acercaba, Ishin le dio un gentil beso a Kamorei otrogandole el aire que aun ella contenía, para luego empujarlo hacia la superficie, Kamorei solo puedo ver como su maestra se hundía con una sonrisa en el rostro y una mirada amable. Kamorei por fin salió ala superficie, vivo pero exhausto, se agarro a un tablón del barco y grito con todas sus fuerzas, las olas lo agitaban, pero el se aferraba a la vida, la vida que Ishin el había dado.

Kamorei  despertó en la playa, no sabía cuanto tiempo había pasado, a su alrededor restos del barco eran mecidos en un suave oleaje, el  astro sol brillaba con fuerza, Kamorei se arrastro lejos del agua, buscando señales de donde estaba se dio cuenta de algo tenebroso, Telldrassil ya no estaba ahí, de rodillas sus lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos en un momento lo había perdido todo, cuando las lagrimas cesaron se dio cuenta de que estaba en Costa Oscura, así que comenzó a caminar rumbo a su antiguo hogar. Sus pasos lo llevaron hacia el interior de Vallefresno, por el camino se encontró con familias rotas, niños llorando por sus madres y padres, e historias de demonios asesinos, pronto conocería los hechos que había terminado con la inmortalidad de los elfos y la vida de su padre.

 

Presente

Kamorei abrió los ojos con rapidez, no sabía cuanto llevaba meditando en la orilla de Feralas, sus manos temblaban, esos recuerdos le dolían, la salitre se había posado por todo su cuerpo, el elfo guerrero cogió unas cuantas flores y las deposito en el mar, rezando por su maestra aferro la espada que años atrás le había otorgado se alzo y comenzó de nuevo a viajar.

Editado por Aton
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