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[Historia] Fiona Erin Pontosedal

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Nombre completo: Fiona Erin Pontosedal
Edad: 24 años
Altura: 1.75 (en forma huargen desconocida)
Peso: 70 kg (en forma huargen desconocido)
Lugar de nacimiento: Puerto Quilla

 

Un leve análisis de su personalidad

 

Más conocida como Erin que como Fiona, solía ser una muchacha de carácter gentil y con una sonrisa afable, dispuesta siempre a ayudar a los demás. Una cazadora experimentada y alguien muy apegado a su familia, especialmente a su madre y a su hermano, Cormac. Poco tiempo después, formaría parte de su familia su esposo Liam, al que adoraba. Tras los trágicos sucesos en su vida, la muchacha amable de cabello zanahoria pasó a ser poco más de la sombra de lo que fue, taciturna y a menudo más a gusto sola que acompañada, atormentada por sus demonios. Aún así, por su carácter, siempre tiende a ayudar a los demás en lo que puede. Es una mujer independiente, nunca ha necesitado a nadie para moverse por los bosques o conseguir suministros, aunque las cosas se hayan puesto feas, siempre ha intentado arreglárselas para no tener que preocupar a su madre en demasía y para mantener protegido a su hermano, al que ve irremediablemente débil y aún adora con toda su alma. 

 

Retrato de Erin

 

Caos, sutura y sueños rotos.


Las ramas secas crujían bajo los pasos desesperados de la dama de la caperuza roja. Sus ojos, anegados en lágrimas, buscaban la luz de la hoguera del campamento desesperadamente.


"Todo va a salir bien, Liam"-Susurraba a su vez a su esposo, quién se arrastraba a duras penas, apoyándose en ella, gravemente herido.

Sin saber como llegó, el crepúsculo se les había echado encima,  la salida de caza del joven matrimonio se había alargado dada la escasez de presas, pues hasta los bosques parecían resentirse de la miseria que campaba a sus anchas por las ciudades.  Se habían separado un momento, apenas daría para contar una hora, pero fue suficiente como para arrepentirse de por vida.

Al llegar al campamento,  Erin dejó con cuidado a su esposo cerca de la pequeña hoguera, calentando su cuerpo malherido y frío. Unas dentelladas horribles recorrían su torso como si un macabro pincel destrozara un lienzo en blanco. La muchacha comenzó a limpiar y vendar sus heridas, posó unos paños húmedos para su fiebre en aquel precario campamento y le dio de beber ante la terrible sed causada por la fiebre.
Ella quería pensar que un terrible lobo lo pilló desprevenido, mas los lobos solos nunca sobreviven, así que eso no podía ser. Ella quería pensar que fue un oso quien encontró a su amado y dio buena cuenta de él, mas no había osos por la zona en la que se encontraban. Muchos pensamientos cruzaron su cabeza en ese momento, demasiado funestos para dejarlos enraizar, demasiado dolorosos para que maceraran en su mente. Así que ella dejó de pensar.

Dos lunas pasaron en aquel campamento la desdichada pareja, hasta que finalmente los pensamientos más oscuros se hicieron tangibles, la realidad golpeó a ambos con toda la dureza posible. 

"Mi dulce, dulce Erin. Morirás si no te marchas, tú lo sabes bien."-Insistió el esposo, acariciando a duras penas la mejilla de la chica, que lo miraba con fijeza. Y aún sabiendo que no le faltaba razón, no podía alejarse de él, no podía dejarlo allí. Ella guardaba la esperanza de que un lobo se hubiese separado de su manada, de que un oso apareciera por arte de magia, un tejón extremadamente grande, un jabalí sobradamente rabioso. 

Pero ninguna de esas posibilidades se hizo realidad. A la tercera noche, el hombre, otrora tierno como buen cordero, se alzó fiero como un lobo, con la mandíbula desencajada por unos dientes afilados y unos ojos feroces, sedientos de sangre. Y todo se volvió rojo.

Sus manos se defendieron, aún siendo el ser amado, el instinto de supervivencia es más fuerte. Colocó las saetas en la cuerda y disparó su arco con el horror dibujado en la mirada, mientras la desesperación corría rauda por sus venas al contemplar tan horrible escena. Liam, a pesar de los saetazos, pudo alcanzar a darle una dentellada en un hombro, tratando de desarmarla para poder sobrevivir al ataque. Y esa funesta noche, el uno murió alcanzando la paz tras la violencia, y la otra murió por dentro, condenada a vivir sin aquello que amaba y con una pesada carga en su conciencia.

Se arrastró, malherida y abatida, dejando un rastro de sangre en la hojarasca del bosque. Sabía cual era su destino, conocía a aquel lugar de oídas, como vivían; y sin embargo era preferible a perder el control y hacerle daño a un ser querido o a algún inocente. Llegó a una colina próxima a Guilneas, desde allí podía ver su hogar, donde ahora solo se encontraban sus padres.
Jamás se perdonaría hacerle daño a sus padres. "Jamison"-El primer pensamiento que acudió a su cabeza fue su amado hermano. Observó aquel hogar que no podría volver a visitar jamás y el peso de los recuerdos y el amor consiguieron reafirmar su valor y se enfrentó a su aciago destino.
 

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