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Stannis the Mannis

Sebastian Blackwater de Jonathan Harker.

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Nombre y Apellidos: Sebastian Blackwater  FD93DSR.jpg

Etnia: Gilneano – Sexo: Masculino

Ocupación actual: Estudiante de medicina y artes mágicas.

Parientes: (Padre) Alexander Blackwater (Madre) Lucy Westenra - Allegados: {...}

Edad: 31 años (21-11-1 D.d.p) – Altura: 1.88m – Peso: 70 kg

"ÉL se acerca"

 

Dinastía Blackwater:

Originarios de los acantilados de las tierras verdes de Arathi; Los Blackwater no resaltan en nada y buscar información sobre el linaje es complicado, por no decir ya imposible.
La poca información del linaje es de escritos polvorientos sacados de un priorato ya en ruinas, también en Arathi, que eran lo único junto al escudo que mantenía la dinastía para avalar cierto origen noble.

Según los escritos del priorato; la dinastía se formó en las desconocidas épocas de "Las Guerras Corsarias" hace cinco siglos, que no
son más que unas cuantas escaramuzas de piratas que se vendían a las naciones de la zona entre Stromgarde, Kul Tiras,
Gilneas y Lordaeron, luchando y asaltando a los enanos de Dun Garok. 

Todo comienza con un capitán de armada bajo bandera desconocida, se presupone que de Strom, el cual se cobró unas victorias
decisivas que le granjearon el favor real y la posibilidad de establecerse en la Cala de Faldir, instalando una pequeña hacienda y puerto
que le valía para defender la zona de piratas y contrabandistas. Por desgracia nada queda de eso, bien por el tiempo al pasar siglos, bien
por algún factor desconocido. Los Blackwater de unas dos generaciones antes que Sebastian, se habían mudado a Stromgarde y habían
estudiado empezado a estudiar artes arcanas y medicina, muy alejado de las carreras militares de sus antepasados, en la marina del reino.

El valor nobiliario original podría haber sido el de barón o pequeño señorío, pero ahora sin tierras ni prestigio, olvidado y perdido. 
Es posible que la dinastía perdiera su estatus al comenzar lo que debían acabar: el contrabando, por lo cual perderían el favor real y quedarían
relegados a burgueses de bajo corte en la capital.

Por ahora queda ver lo que hace el último de ellos: Sebastian, el cual no tiene mayor relevancia por ahora, ni prestigio que ostentar. 
 

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Escudo de la dinastía: Zorro blanco en fondo de campo de gules

 

 

Características Físicas:

De ojos color avellana y pelo largo y ondulado de color caoba. Tez rosada Alto y robusto, que no corpulento. Cara alargada y estrecha, la piel tensa y poco carnosa le confiere un aspecto desnutrido, aunque no tenga un físico demacrado, pero puede que esté bajo unas malas condiciones por la situación en la que se encuentra el reino. Labios pequeños y finos de un rosado intenso. Alberga un cierto acento, más bien una forma de hablar más propia de los ciudadanos de Strom, que de Gilneas. 

 

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Perfil Psicológico:

Su personalidad es en realidad una amalgama compuesta de dos facetas que habitualmente él manifiesta de manera alternada, según la situación: Por un lado (el que más frecuentemente muestra en público) es un hombre culto, refinado, de modales exquisitos y buen comportamiento, además de amante del arte, la música clásica y la buena cocina.

El alter-ego de ese aspecto suyo (que se permite manifestar en instancias más privadas) es un comportamiento cínico, manipulador y con cierta tendencia a castigar con una severidad variable lo que él estima como "malos modos".

 

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Editado por Stannis the Mannis

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Diario de Sebastian

La Hora del Lobo.

 

Mi nombre es Sebastian Blackwater. Está es mi historia, mi viaje… Escribo esto pues quiero y tengo que dejar constancia de mi vida y mis experiencias. Desde mi punto de vista, relato mis vivencias.

Nací en el seno de una familia acomodada del Reino de Gilneas. Mi padre era Alexander Blackwater. Un Doctor y Mago de Stromgarde. El cual había recorrido todas las tierras Civilizadas de los Reinos del Este.

Sus estudios entrelazaban la medicina y la magia. Un respetado médico al que sus pasos le llevaron al sombrío Reino de Gilneas, cuando la infame Horda de orcos llego a Stromgarde, justo antes de la declaración de cierre del reino. Terminó casándose con la hija de unos alquimistas y comerciantes, y con la que sería mi madre; Lucy Westenra.

Pudo entrar pero no pudo salir, pues después de terminar la Segunda Guerra contra la Horda, la Muralla de Cringris fue levantada. Definitivamente terminó por asentarse en el reino, dando clases en la Universidad de Gilneas sobre medicina.

Una infancia aburrida y monótona en Gilneas. Rodeado de una sobriedad que un niño no puede aguantar. Pero no me gustaba jugar con los demás niños y perder el tiempo. Yo por mi parte prefería pasar el tiempo en la biblioteca de la casa, rodeado de libros sobre magia y medicina. Aún qué para mi corta edad, solo me fijaba en los dibujos. Esos dibujos de cuerpos detallados hasta el más pequeño detalle o las runas mágicas de colores de los libros.

Fue así cómo mi futuro se escribió. Seguí los pasos de mi padre y comencé los estudios de medicina. Pero no solo me sumergí en la medicina, sino también en la magia… sus artes capaces de alterar y manipular el tiempo o el espacio, eran absolutamente intrigantes.

Mi padre se convirtió en mi maestro. Las artes arcanas en mi tiempo libre, mientras todo lo demás lo consumía en la Universidad. Pero no despreciaba las fiestas de la alta sociedad, con la cual me codeaba gracias a la reputación de mi progenitor.

 

Anotación I

Primera nevada en la Puerta Norte.

 

La Tercera Guerra no afectó a Gilneas de forma directa, pero si de una forma moral. Habíamos abandonado a nuestros aliados dos veces, y está última, sería la más determinante.

El descontento al principio era un murmullo de voces de gente que tenía vínculos con los exteriores. Yo por mi parte no tenía una preocupación por el destino de los de fuera de la muralla. Pero el hecho de seguir encerrado me hacía sentir que desperdiciaba mis conocimientos y no me dejaban ampliarlos. Por lo cual, en mi adolescencia, me uní a compañeros de estudio, hijos de familias burguesas que, a expensas de las trifulcas al norte, buscaba algo con lo que sentirse vivos.

Eran simples reuniones de clubs sociales de jóvenes, todo a imitación de los que hacían nuestros señores padres: a veces se trataba filosofía, a ratos socializad, economía e incluso artes arcanas y algunas más concretas. Siempre había alguien que conocía a otro alguien, que tenía ciertos conocimientos esotéricos… y enseñaba según que cosa, hasta que claro, como todo secreto, se termina por desvelar, parcial o enteramente.

Muchos éramos jóvenes que no sabían bien que hacían y algunos fueron encerrados en correccionales por brujería. Para mí fue un asombro descubrir tales magias y verdades prohibidas…. Fue en esas reuniones cuando comencé a pensar en la combinación de la magia y la medicina. Pero yo no iba a ser tan estúpido cómo para abalanzarme a las artes oscuras de esta forma. Aún era joven y necesitaba más conocimientos médicos prácticos. Dejé de asistir a estas reuniones cuando llegué a la edad adulta y las repercusiones hubieran sido más elevadas.

Al finalizar la Tercera Guerra, con ello no trajo la paz al reino. Las tensiones entre el Rey Genn Cringris y Darius Crowley llegarón a un punto culminante. Y aunque muchos jóvenes se habían unido a la rebelión de Crowley con la esperanza de abrir la puerta de la muralla, yo me había quedado neutral (Leal al rey más bien).

Cuando los combates empezaron a llegar al corazón de la ciudad, las cosas se pusieron más peligrosas. Asaltos y batallas en barricadas en las calles eran lo normal por esos tiempos. Empezaron los toques de queda. Los asaltos de hombres del Rey a las casas de aquellos que se consideraban traidores.

 

 

La tragedia llegó cuando madre fue mortalmente herida en uno de los combates urbanos que dirigía la hija de Lord Crowley por la ciudad. Una tragedia que acabó con la poca calidad y unión que había en mi familia, ya de por si segmentada por los problemas del antaño, fruto de la unión de mis progenitores, lo cual no había sido aceptado en un origen.

Junto a compañeros y amigos, nos unimos a grupos de la milicia real. Por si volvía a ocurrir algo cómo la rebelión de Northgate, al menos tendríamos entrenamiento y estaríamos preparados, por no decir que todos teníamos algo por lo que luchar o vengar, ya que éramos pudientes jóvenes, más afines a las ideas de Lord Goldfrey.

 

 

Anotación II

Las nubes oscuras del amanecer carmesí.

 

Pasaron unos años después de la rebelión principal, aún con combates que se alargaban ya por años. Una noche, en la que volvía tarde a casa, me encontré con una brigada de milicianos alrededor de la casa.

-          ¡Alexander Blackwater, por instancias del alguacil y en decreto del Rey Grenn Cingris, se le condena por brujería y asesinato! ¡Quedáis arrestado!-

El sargento miliciano metió a mi padre en una carroza negra con barrotes en las ventas. Yo, sorprendido, fui a hablar con ellos.

-          ¿Qué ocurre aquí? ¿Qué es está fantochada?  Respondo en su nombre de que los cargos que se le acusan son irreales y faltos de verdad.-

-          ¡Hombres del Rey, prenderlo y llevarlo a prisión junto al padre. Por conspiración y apoyo encubierto! Se le interrogará sobre esto…

Pase días en un calabozo oscuro y sombrío. Maldiciendo la hipocresía que me condenaba. Yo, un lea siervo de la corona. Que había ayudada al reino estaba siendo deshonrado. Incluso llegue a pensar que los actos de mi padre eran nobles y que solo pensaba en ayudar a Gilneas

Pasados una semana, donde no me hicieron ninguna pregunta, me dejaron marchar, pero antes me pude entrevistar con mi padre.

-          No tienen pruebas… no hay nada sostenible para acusarme de tales sombrías fechorías. Siento que te hayan arrastrado hasta aquí.

Estábamos los dos solos en una pequeña sala con una sola puerta y muy mal iluminada. Era posible que nos escucharan, por lo cual hablábamos en susurros como las ratas.

-          ¿Qué es todo esto, padre? ¿Qué son esas calunias de las que te acusan y dices que no tienen pruebas?

-          Hijo… lo qué hago, lo hago por el bien del Reino. Piensa un momento en lo que hay fuera de estos muros. No estaremos siempre encerrados como perros enjaulados. Saldremos… y fuera solo hay muerte y pestilencia.

-          Cuéntame en que has trabajado. Que experimentos han hecho a mis espaldas-

-          Intento encontrar un remedio para todas las enfermedades. Una forma de que nuestro pueblo no muera por un resfriado común. Que resista los estragos de lo que está aconteciendo fuera de la ciudad… Sebastian, tienes que saber, que hay un gran mal en los bosques, un terror feroz que se abalanzara sobre nosotros. Tenemos que estar preparados.

Yo volví a casa. La conversación con mi padre me había revelado cuestiones oscuras y nuevos objetivos. Sus palabras eran nutridas por los rumores cada vez más notables, los cuales se hicieron realidad cuando tiempo después acabó la rebelión y se decretaron las nuevas normas sobre armas… y sobre las cacerías.

Pasado un tiempo, lo saltaron. Cómo él decía, no tenían pruebas. O más bien la necesidad de encontrar una cura a las viles criaturas, la desesperación, o sobornos, hizo que acabara libre y sus delitos olvidados por ahora.

Antes del fin de la Gran Purga, padre desapareció. ¿A dónde? ¿Por qué? Lo desconozco. Lo último que se supo es que estaba en unas aldeas al norte, cerca de la gran muralla, tratando a los huargen marcados. No he ido, no sé bien cual aldea era, he revisado sus notas, he esperado, he hablado con sus colegas de la universidad … Pero no hay respuesta, o no quieren, o no deben, o sencillamente no saben qué ha ocurrido. Es más la curiosidad, como siempre, lo que me mueve a saber de su paradero, más que el afín cognación de la sangre.

 

 

Anotación III

La Cacería Salvaje

 

Los aullidos helaban la sangre, más que el propio clima de los bosques del norte. Las ballestas y armas de fuego preparadas, dispuestas a tumbar a cualquier Huargen que se cruzada, aunque el propósito era encontrarlos… Esta era mi quinta cacería. Aún tenía miedo, aún me temblaba el pulso al sostener el arma, aún latía con fuerza mi corazón al ver los ojos de los “Marcados” que usábamos para rastrear. Lo peor, es que todos, incluso los más experimentados, sentían el mismo pánico que yo.

Como estudiante de medicina, especializado en la anatomía patológica, estar en una caza como esta para tomar muestras de los infectados en su estado bestial, era una oportunidad única. Nuestros profesores nos instaban, entre patriotismo, deber cívico y algo de estudio mórbido, a formar parte de los grupos de caza. Peligrosidad y estudio, algo que un joven no se perdería… salvo claro, cuando no se cazan alimañas, si no bestias inhumanas.

 

Éramos grupos variopintos: Mercenarios, burgueses, nobles, campesinos… todos armados, todos ociosos, todos temerosos, pero todos dispuestos. ¿Pero por qué? ¿Por qué dar su vida? ¿Por deber? ¿Lealtad? ¿Simple afán inmoral por la cacería, el impulso por acabar con otra vida? Bueno, francamente, soy alguien que debería desvincularse de esto último, ya que estudio como ayudar a los vivos, no acabar con ellos ¿Pero acaso, estas bestias no son inhumanas? Claro que, en el fondo, no lo son…

Los huargen, no son más que una aberración interna de nosotros, una exposición de nuestro interior. Nadie sabe el origen, nadie sabe por qué aquí… Algunos tachan de cruel destino, charlatanes no faltan, pero yo, al menos, veo más humanidad en ellos, que en nosotros mismos. Mi interés, es meramente didáctico.

Mi quinta cacería. De ochenta que éramos, veinte eran compañeros de estudio mío. Sólo tres volvimos. Quedamos ya tan pocos.

 

 

 

AnotaciónIV

El Ocaso del Reino Sombrío

 

Estamos al borde del precipicio. Nuestro reino está amenazado con de nuevo, desmoronarse y sumirse en el baño de sangre. Otra vez, toca elegir bando.

 Hay tantas posibles ¿Pero qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Me guio por el instinto? No, el instinto es lo que nos separa de los marcados, de los huargen, de las bestias. El instinto no es propio de un ser civilizado. El instinto, debe ser relegado.

Deberé pasarme por el geto… pero antes debería encontrarme con el comerciante de bigote y tez morena que se ha citado conmigo esta mañana ¿Será verdad lo que-

 

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