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Akross

Dharma Zor'Eil

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Dharma Zor'Eil

 

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  • Raza: Kaldorei
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 429
  • Altura: 2,10 mt
  • Peso: 98 kl
  • Lugar de Nacimiento: Eldre'Thalas - Feralas
  • Ocupación: Arcanista - Anticuario
  • Historia completa

 

Descripción física:

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Dharma es un elfo de 2,15 mt de altura, no se puede decir que sea el mas alto, pero sin duda es corpulento, con musculos marcados denotando un esfuerzo cansino por alcanzar la cumbre de la fortaleza física, de hombros anchos y fuertes, con musculos marcados y pulidos, así mismo su piel es de un purpura bastante claro y sin cicatrices como se esperaría de quien nunca ha estado en combate real, podría considerarse casi como un albino entre los suyos. 

 

Su cabello es largo, despeinado y plateado como luz de luna, su rostro permanece afilado como el mármol pulido, generalmente serio con aire de superioridad  o desdén y con ojos plateados igual de afilados, no lleva vello facial.

 

 

 

Descripción psíquica:

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Un shen'dralar en exceso ambicioso sin llegar a ser avaro, demasiado orgulloso sin llegar a ser pedante, serio sin llegar a ser aburrido, suele ser manejable pues no es presumido, puesto que comprende lo inestable de su situación, un movimiento en falso podría ser considerado una falta grave entre los suyos por lo que prefiere mantenerse callado ante cualquier discordancia y evitar confrontaciones aún si esto va contra su principio básico de honor y orgullo por sobre todo, viéndose obligado a agachar la cabeza en ciertas situaciones.

 

Le gusta estar en control, ser el centro de atención, liderar si es posible, tomar una posición privilegiada si se le deja, pero mientras considere que su posición está comprometida o no goza de ningún respeto hacia su persona, optara por mantener un perfil bajo y desviar la atención lejos de él.

Hará hasta lo imposible por demostrar su valía,  optar por hacer acciones heroicas y bondadosas por salvar a los suyos, pero no porque desee ayudar al pueblo Kaldorei ni mucho menos, su única motivación real es la de alcanzar fama, podría ver morir a sus congéneres sin apenas soltar un ápice de remordimiento puesto que en su cabeza, toda vida es desechable excepto por la suya propia, además de que mantiene cierto rencor hacía un pueblo que en su mayoría lo ve como un paria, aun así, no demostrara sus fieras y calculadoras intenciones salvo que tenga todo bajo su control absoluto.

 

Su debilidad es sin duda la propia naturaleza, sus sentidos nunca fueron entrenados para moverse en ella como el resto de su raza, ir allí solo, sin que sus resentidos ojos de toda una vida leyendo en la oscuridad le permitan ver con detalle demasiado lejos, sin saber rastrear o advertir la mayoría de sonidos que se le escapan es para él una de las labores más arduas que tenga que realizar, por lo que evita aventurarse en el bosque por su cuenta y trata de encontrar la ayuda de algún guía mas sabio que él, viéndose vulnerable casi por completo en la intemperie.

 

 

 

 

Historia

 

 

Spoiler

 

Nacido en la oscuridad.

 

 

Oscuridad, eterna, casi palpable oscuridad, era todo lo que conocía por casi medio milenio, nacido en un día normal de algún año normal que sus padres con empeño le hicieron creer que era especial y único, entonces el mismo le otorgó un significado especial, obviamente, debía ser porque él habia nacido para la grandeza, ¿por qué otra cosa sino? , era su mentira, su virtud, lo único que lo mantenía centrado en una meta concreta, creer que tenía un destino, un destino que cumpliría sumido en lo profundo de aquel complejo y envejecido edificio que sería su hogar durante los siglos venideros.

 

Desde niño fue convencido de que formaba parte de una casta noble, de sangre pura como la de la realeza, que había nacido para la grandeza, que su estrella llegaría mas lejos que la de cualquiera, pero la realidad era distinta, tanto que solo un ingenuo que no conoce vida diferente de aquel laberinto oscuro  iluminado escasamente a veces por la luz del día conocido como Eldre’Thalas podría creer, por supuesto él era lo suficiente ingenuo y un poco mas que eso, lo creyó, se creyó la mentira de un destino anhelado, pero seguía enjaulado como el resto de los suyos, escapando apenas entre las historias que le eran contadas por sus padres, un pequeño respiro para olvidarse del polvo, del olor a viejo, de luces arcanas relampagueantes que  a veces enceguecían mas que la oscuridad misma de los pasillos mas profundos en los que vivían.

 

Criado con mentiras bien narradas y alimentado con sueños de destinos inimaginables, Dharma se mostraba mas arrogante y ambicioso que el propio príncipe Shen’Dralar que los había presionado hasta el auto destierro, hundidos aún mas profundo en la oscuridad, entre libros antiguos, magia amañada, polvo y soledad.

 

Pero allí, en lo profundo, mientras sus ojos se resentían por la escasa luz que llegaba, el joven Shen’Dralar estudiaba, entrenaba su mente y luego pasaba jornadas enteras entrenando su cuerpo, convencido de que tenía que ser mas fuerte que sus congéneres, su ficticio destino lo obligaba y lo motivaba a esforzarse mas, a dañar sus ojos en la oscuridad, para desvelar secretos que otros no sabían, a aprender de magias de las que otros prescindían, porque estaba convencido de que algún día podría abandonar su encierro, salir al mundo, encarar a los supuestos demonios que los mantenían allí, ver el mundo exterior con sus propios ojos.

 

El tiempo pasó, los ciclos corrieron libres como el agua, el joven elfo empezó a crecer y a comprender, a hacerse preguntas, a entender que quizás se había forjado una meticulosa mentira y había sido cómplice de su creación, entendió entonces que de toda esa mentira había una única verdad, el príncipe Tortheldrin se aseguró de grabárselo con fuego, el día que se llevó a su madre, un sacrificio de sangre necesario para mantener el encierro de Immol’Thar, incapaz de salvarla, ni él, ni su padre, obligados a huir, a recluirse lejos de todos los demás, esto hizo que le llegara el entendimiento con dolor punzante, aquel que posee el poder es quien decide el flujo de la historia, verdadero poder, como el de los libros que leía en compañía de una triste luz en mitad de la oscuridad, castigando todavía más sus ojos.

 

Dharma terminó de crecer con rencor, fortalecido por una ambición desmedida y motivado por una terrible sed de venganza hacía el príncipe que lo había apartado de su madre, convencido de que si algún día salía de aquel lugar, se haría todavía mas fuerte y sabio, se convertiría en una figura de gran importancia y guiaría a su gente a un mañana prometedor, lejos del encierro, de la oscuridad y también de aquellos demonios que los mantenían temerosos del mundo externo

 

No tenía mucho espacio para correr así que su padre lo entrenó en el combate con lo poco que tenía, dotándose de una fuerza bastante superior a la media entre los suyos, su padre también le enseñó los modos del mago, agudizó su mente con la gran cantidad de libros que lo rodeaban en aquel cautiverio y le enseñó una gran gama de hechizos de su repertorio propio.

 

Mucho tiempo pasó hasta que huyera de Dire Maul hacia Teldrassil junto a algunos de sus congéneres, guiados entonces por el poderoso arcanista Mordent Evenshade y conociendo por primera vez el mundo mas allá de los muros de Eldre’Thalas, abriéndose por fin al mundo que les había sido negado durante mas tiempo del que cualquier ser vivo quisiera soportar.

 

Un nuevo mundo se habría para él, una oportunidad, la que había esperado con anhelo toda su vida, pero también una verdad que le calaba las entrañas con amargura, ni su casta era grande ya, ni tampoco gozaba de prestigio, el mundo fuera de Eldre’Thalas era atemorizante, las criaturas se movían por todas partes, la naturaleza le resultaba por completo distinta de la que hubiera leído nunca en ningún libro, estaba perdido como un niño, indefenso, con ojos castigados, adaptados a la oscuridad, incapaces de seguir el ritmo de la naturaleza que lo rodeaba, sus ojos no eran para este nuevo mundo brillante y lleno de vida, las habilidades que había afinado durante su vida eran inservibles en aquella sociedad que lo miraba con recelo, a veces con odio, no era grande, no era especial, solo era un niño de las estrellas incapaz de adaptarse a una sociedad que parecía odiarlo solo por existir.

 

Su padre y el resto de los suyos se acoplaron a la sociedad como pudieron, mal vistos, detestados y casi hechos a un lado por el resto de los Kaldorei cual si fueran parias, pero estos parecían satisfechos de poder volver a ver la luz del día que Dharma no conoció hasta salir de aquella fortaleza oscura.

 

Una vez entendió la cruel verdad, comprendió también que ni su estilo de lucha, ni su magia tenían ya nada en común con el resto de su raza, tampoco había nada que pudiera ofrecerles a los Kaldorei, lo que sabía hacer no serviría de nada a su ambición y tendría que demostrar con sus propias fuerzas que podría ser tan grande y tan importante para su raza como alguna vez lo soñase de niño, pero tendría que desaprender y aprender de nuevo las reglas de aquella nueva sociedad, sus modos, su jerarquía, todo aquello que necesitase para adaptarse y escalar, a sabiendas de que tenía la corriente en contra suya pero sin perder de vista la meta que se había puesto. Tenía que hacerse mas fuerte, forjarse de una buena reputación, amasar poder y convertirse en un faro para toda su gente.

 

 

Editado por Akross
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