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Blues

Jaelle Heathcliff

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  • Nombre: Jaelle Heathcliff
  • Raza: Humano
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 22
  • Altura: 1.65
  • Peso: 51
  • Lugar de Nacimiento: Kul'tiras
  • Ocupación: Mercenaria/especialista en armas de fuego/piromante informal.
  • Historia completa

 

Descripción física:

Jaelle es una chica de complexión promedio, tiene el cabello castaño sin arreglar, con mechones desarreglados y despeinados. Sus ojos son de color claro como la miel y de piel morena, como el tono del caramelo.

 

Sus ropas no son llamativas, viste como una errante, siempre lleva una gabardina larga con rasgaduras y manchas de lugares que ha visto. Suele llevar sus armas de fuego a la vista; un par de pistolas, un mosquete con su correa a la espalda y las cargas explosivas acomodadas como un cinturón sobre su pecho. Usa un monóculo en su ojo cuando va a disparar para la “buena suerte”.

 

 

Descripción psíquica:

Jaelle es una persona de personalidad fuerte, asertiva y un tanto extrovertida considerando su oficio. A pesar de ser una mercenaria tiene valores éticos más honorables que el mercenario promedio, no tomando trabajos que afecten a terceros o a menores. Su brújula moral a veces causa conflictos con sus compañeros de trabajo temporal o incluso con sus mismos contratistas, cree que puede hacer el bien a pesar de mancharse un poco las manos en el proceso; aunque ello la atrae a dilemas éticos con más frecuencia de la que quisiera admitir.

 

Debido a su pasado, odia con fuerza todo lo relacionado con los prestamistas y aquellos que ella considera se aprovechan de la gente con menos recursos como un parásito, también tiene problema con los ostentosos y aquellos que van mostrando su bienestar económico en público.

 

Mientras que no se define exactamente como una persona alegre, ciertamente no es una resentida con la vida. Prefiere ir, vivir y experimentar que sentarse a reflexionar sobre aquello que la molesta. Además que siempre suele ir con lo mínimo económicamente hablando, pues cobre que llega a sus bolsillos, es cobre que se gasta en alguna diversión o en algún lujo pasajero. A veces realiza donaciones a la iglesia, pues es creyente, a pesar de lo hipócrita que puedan resultar sus acciones y el camino de la senda sagrada.

 

Es una maga natural, es decir, tiene aptitudes mágicas pero para nada han sido desarrolladas. Le gustaría sentar cabeza alguna vez y pulir su don mágico…pero al mismo tiempo considera que eso es cosa de burgueses y no le pone suficiente empeño.  Apenas y puede evocar pequeñas llamas como para considerarse una maga.

 

Sobre lo que si tiene interés es en las armas de fuego y otros artilugios similares, un gusto adquirido por el oficio de su padre, también tiene un profundo respeto por el ejército imperial, pero aún necesita un buen incentivo para unirse al cuerpo de mosqueteros de la gloriosa emperatriz, pero sin duda la vida militar la atrae.

 

Puede ser con frecuencia terca, rebelde y presumir de sus habilidades con el mosquete de chispa.  Es competitiva y odia perder, lo que le trae más problemas que gloria muchas veces.

 

 

 

 

Historia

 

-Así que, ¿tu padre era un militar?- Preguntó de nuevo el joven de cabello rubio, hace rato que venía presionando con preguntas de ese tipo, intentando encontrar un hilo del cual jalar para abordar temas más elocuentes e interesantes, claro, con la intención de subir la intimidad de la conversación.

 

“Payaso” pensó ella mientras se acomodaba mejor en el incómodo asiento de la carreta, discretamente fue poniendo distancia entre ella y el joven mercenario.

 

-Lo era, sí- Respondió con un aire de despreocupación, después le miro de una forma coqueta y desvió la mirada hacia el frente, viendo el camino de piedra que se dibujaba en mitad de los árboles y el infinito, espeso bosque, la brisa sopló sobre sus mejillas y acarició su cabello con un tacto refrescante, olía a hierba y no a mar; sonrió por eso.

 

El joven que llevaba las riendas del carro soltó una carcajada ligera, después paso su mano por un costado de su cabeza, tomando sus mechones claros para tratar de acomodarlos detrás de su oreja y parecer más atractivo.

 

A ella le resultó un gesto divertido, aunque inútil. No importaba lo que intentara su compañero, ella no iba a picar como un pez al anzuelo, aunque se lo pusiera difícil con la sonrisa de estúpido que ponía cada vez que sus ojos se encontraban, y eso le agradaba, pero no lo suficiente.

 

-Él era un militar…y tú…eres una especie de…espada libre. ¿Qué crees que diría el de ver a que te dedicas?- Preguntó el joven entre una risa sorna.

 

-Uhm…-Murmuro de regreso, su padre era un tema sensible y que no deseaba compartir con nadie, especialmente ese chico. Se encogió de hombros, giró su cuerpo y tomó su mosquete que la acompañaba como un tercer pasajero en el asiento.

 

-Probablemente diría: “Jaelle, princesa, deberías limpiar ese cañón, en el ejército jamás te dejarían entrar con un arma tan sucia”.- exclamó imitando la voz de su padre, de haber estado ahí el viejo, seguramente se hubiera reído.

 

El joven rubio no lo hizo, solamente se limitó a dibujar una media sonrisa, menear su cabeza un poco y seguir con la conducción de la carreta

 

De pronto, el pasajero de atrás,  quién viajaba en la zona de carga de aquel carro, comenzó a estremecerse y murmurar de nuevo.

 

Pero no diría nada, claro que no. Se encontraba amordazado y maniatado, con una bolsa en la cabeza donde Jaelle había dibujado una cara sonriente con algo de barniz para madera. Con suerte el olor calmaría al inquieto pasajero, pero hacía horas que el efecto había pasado.

 

La chica se levantó un poco del asiento,  y con la culata del rifle le golpeó un poco, buscando que se calmara. Bastaron un par de ligeros golpes con un par de insultos para que la carga dejara de hacer ruido.

 

-Aún no me creo lo fácil que fue este trabajo.- Dijo el joven rubio mientras se reía al ver a su compañera tratando de calmar a la carga que transportaban.

 

-¿Tú crees?- respondió ella retomando su asiento. –Aún hay que llevar a este con el prestamista en Villadorada. ¿Falta mucho para llegar o ya estamos cerca?-

 

-De hecho, estamos ya a unas horas creo. ¿Por, estás buscando divertirte? Yo conozco unos buenos lugares si te interesa.- Dijo el joven con una sonrisa, lo preocupante no era su boca, si no sus ojos y como se devoraban cada detalle de la silueta de la joven morena.

 

-Quizás…La verdad es que estaba pensando en si ya era hora.- cantó mientras miraba a la izquierda del carro, le pareció escuchar el río y supo que definitivamente ya había llegado la hora.

 

-¿A qué te refieres? –pregunto de nuevo el joven creyendo que se trataba de un coqueteo.

 

No tuvo tiempo de responder ni de reaccionar cuando tuvo la culata del mosquete golpeando su nariz con fuerza. El rubio sintió una punzada de dolor e hinchazón de su cara, probo su propia sangre y estaba tratando de armar las piezas de lo que había pasado cuando lo sintió…

 

Un golpe fuerte, contundente y pesado en su nuca, después se sintió pesado, tambaleó hacia al frente para ver a la chica morena despidiéndose con una sonrisa y moviendo su mano derecha de lado a lado...

 

Después ya no supo nada más…empezó a sentirse cansado.

 

Jaelle se sintió orgullosa, fue un golpe limpio y contundente, pasaría un buen rato antes de que el rubio despertara en la mitad del bosque, desnudo y confundido. Eso la hizo sonreír…aunque de pronto empezó a sentirse demasiado afortunada.

 

La chica se deslizó a lo largo del asiento dando pequeños brinquitos. Primero tomo las riendas para detener al caballo que jalaba tan tranquilamente del pequeño carro, después se tomó el tiempo para registrar los bolsillos del que había sido su compañero.

 

Encontró dinero, pero no demasiado. Eso la hizo fruncir el ceño…esperaba que estuviera un poco más forrado considerando el pago extra que le habían ofrecido por cumplir la condición especial del trabajo. Murmuró algo mientras terminaba de revisar sus bolsillos solo para encontrar una daga y un odre de agua vacío.

 

Suspiró y negó con su cabeza, tenía trabajo que hacer antes de tomar de nuevo el viaje.

 

Lo tomo de sus ropas para arrojarlo al camino, el rubio hizo un ruido seco como si fuese un costal de vegetales. Después bajo de un salto hacia el camino, tomo uno  de sus brazos y lo arrastro al borde, asegurándose de que quedase un poco oculto entre la maleza, pero no demasiado…que muriese sería problemático.

 

Habiéndose encargado de su compañero, se froto las manos para limpiarlas mientras iba a la parte trasera del carromato, abrió la puerta trasera y jalo un poco de su pasajero…para dejarlo caer también al suelo del camino en un seco golpe.

 

-A ver niño.- Dijo mientras ponía la mano derecha sobre la bolsa que tenía su rehén en la cabeza.- Voy a dejarte ir, ¿Entiendes?- le susurró mientras jalaba de la bolsa. –Pero quiero que te calmes mientras te explico que vas a hacer.-

 

Su rehén se retorció como un gusano, pero paulatinamente se fue calmando apenas sintió como la chica cortaba la cuerda que tenían sus brazos y sus pies. Se giró un poco mientras frotaba sus manos para ver a su captora.

 

-¿Ves a ese que deje en el borde?- Le preguntó mientras apuntaba con su daga en dirección al borde del camino. –pues a ese le quitas la ropa, lo dejas ahí tirado y ve como le haces para regresar a villanorte. ¿Te quedó claro?

 

Asintió solo una vez, inmediatamente se arrastró como un perro hacia el inconsciente y cumplió con las instrucciones que le habían dado.

 

Jaelle le observo unos instantes, ladeo un poco su cabeza sobre su hombro y se cruzó de brazos. Se sentía bien…al menos moralmente, pues no completar este trabajo era un duro golpe a su bolsillo, pero no iba a quedarse tranquila entregándole a un criminal sin escrúpulos un pobre inocente que no tenía dinero para pagar su deuda.

 

Pero al rubio que iba con ella en el carro…

 

A Ese no lo vio tan bien, a ese le habían pagado un dinero extra por deshacerse de ella apenas entregaran al captivo. Se había dado cuenta la noche pasada…e idiota hablaba dormido.

 

-Tuve mucha suerte…-Dijo en voz baja. Dio un par de golpes al carro mientras volvía a montarse con un salto y entonces notó algo…

 

En el carro había un pequeño trozo de papel, ella no lo había notado antes, curiosa se acercó a ver que decía.

 

El contenido no la hizo feliz, ni un poco. Maldijo por lo bajo mientras tomaba el trozo de carta y prendía una pequeña chispa de la punta de sus dedos para quemar el papel.

 

-Eras de verdad un payaso.- Dijo para sí misma antes de sentarse en el asiento del carro, tomar las riendas y seguir el camino hacia Villadorada.

 

En el horizonte el sol ya se estaba empezando a poner, ella sonrió al ver los colores, se recostó sobre el asiento y ladeo su cabeza de un lado a otro, recordando una canción.

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