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Mirela

Esther

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  • Nombre: Esther
  • Raza: Renegado
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 27
  • Altura: 1,61
  • Peso: 55
  • Lugar de Nacimiento: Lordaeron
  • Ocupación: Sacerdotisa
  • Historia rápida

 

Descripción física:

Su fisico cambió totalmente después de la muerte. Su piel es pálida y sus pómulos, al igual que ojos, estan hundidos. Sus músculos estan ligeramente atrofiados y su herida, la cual causó su muerte, se encuentra mal cosida y se puede ver casi su interior.

 

 

Descripción psíquica:

Psicologicamente inestable. No piensa en otros, solo en su propio beneficio. Sin embargo, le debe su lealted a los renegados por abrirle sus ojos. Tiene un gran odio hacia la Luz y a aquellos que la utilizan.

 

 

 

Historia

 

Una silueta avanzaba entre las tumbas del cementerio de Remol. Se detuvo en frente de una lápida y la tenue luz de la lámpara la iluminó, descubriendo a una mujer o de lo que una vez fue. Posó su mano esquelética sobre la lápida con indiferencia y se dejó llevar por sus recuerdos.

-¿Por qué?...-

***

“Era la hija única de una pareja de campesinos en Lordaeron. Tuve una infancia normal y feliz. Tenía un buen corazón y el sueño de ser capaz de ayudar a todos. Por ese motivo, seguiría el camino de la Luz aún siendo una pequeña niña.

Tenía sueños, pero la oscuridad se cruzó en vida. Y maldigo miles de veces ese día.

Comenzando mis primeros años de adolescencia, conocí a un muchacho llamado Aron. Decía que era un estudiante en una academia mágica, pero nunca dijo de donde. Cada día él me visitaba regalándome objetos y tratando de ganar mi corazón con dulces palabras. A pesar de todo, yo lo rechazaba. No sabía lo amaba o si sentía algo por él; tenía un mal presentimiento sobre él y no el "por qué"… Sus dulces palabras parecían ser un disfraz de lo que realmente era. Todos los días era lo mismo... hasta que mis sentimientos por él parecían empezar a florecer y que solo me deje llevar por la primera impresión. Los años pasaron, Aron le había dicho que se perfeccionaría como mago en otra academia y ese fue la última vez que lo vi? O eso pensé que sería.

A pesar de los años de aquel deseo que tenía desde pequeña, comencé siendo novicia, comencé con mi sueño de ayudar a todos y seguir a la Luz. Por un momento pensé que todo seguiría por una buena senda, pero solo era el principio del fin y llegaría después de 5 años…

Todos los habitantes del pueblo estaban preocupados por los rumores acerca del este del reino de Lordaeron. Algunos decían que se extendía una enfermedad y las personas morían, otros decían que estaban bajo ataque de muertos que volvían a la vida. Por otra parte, muchos los desmentían diciendo que era una guerra civil y que era una simple exageración para que la gente se vuelva más paranoica.

La gente se encerraba en sus casas, no había nadie en las calles aunque el peligro estaba al otro lado del reino.

Recuerdo aquel día… Fue el día que la oscuridad volvió.

Caminaba por el camino a Camposanto y una escuché una voz familiar llamándome por mi nombre. Sentí como un escalofrío recorrió por mi espalda y al darme vuelta sentí la hoja de la navaja clavándome por debajo de mi estomago.

-Pasaron muchos años, Esther- dijo Aron.

Me dí cuenta de que el no era un mago, sino un maldito brujo. Todos estos años había asesinado a gente inocente con tal de conseguir lo necesario para hacer rituales demoníacos y yo sería otros de sus ingredientes. Quería arrancar mi corazón como lo hizo con otras mujeres. Yo, en cambio, me defendí con uñas y dientes, le recé a la Luz para que me protegiera.

La lucha duró quizás minutos. Sin embargo, fue interminable para mí, más por mis heridas… Finalmente, él cayó al suelo y yo agarré la espada, la misma que él quiso utilizar para terminar con mi vida.

-Que la Luz se apiade de tu alma, infeliz.-

Fue lo último que dije antes de cortarle la cabeza. Mis palabras eran de odio. Jamás he experimentado ese sentimiento. Me sentí traicionada…

Comencé a alejarme. La sangre caía gota por gota en la tierra, oscureciendola. Un grupo de campesinos me encontró, lamentablemente era tarde, caí al suelo.

Mis cabellos danzaban con las brisas. Cada respiro era mi vida apagándose. Los gritos de las personas que trataban de ayudarme, parecían cada vez más lejanas. Ahora solo se sentía el silencio de la muerte. Me preguntaba: ¿Así se sentía morir? ¿Esto era el descanso eterno? Después de días de agonía creo que lo merecía…

Y solo oscuridad.

Mi renacimiento fue despertar de un eterno sueño lleno de oscuridad… para después conocer la terrible realidad de cómo había terminado todo lo que una vez conocí y lo que me he convertido...

Abrí mis ojos pero mi cuerpo no respondía. Primero, logre mover mis dedos y luego cada articulación de mi cuerpo. Cuando logré sentarme noté que había un grupo de no-muertos, vestidos de una toga larga y negra como la noche. Quise que la Luz me defendiera contra aquellas abominaciones, pero nunca respondió.

¿Acaso era por esto porque luche? ¿Por qué? Defendí a la Luz con mi vida, pero ella me abandonó. Amé a una persona y me traicionó. Lo que había vida, ahora muerte; el día se volvió noche.

Entonces uno de ellos se rió de mí y me dijo que no podía creer como es que aún seguía abrazándome a una religión siendo que yo ahora era uno de ellos. ¿Una de ellos? Y fue verdad. El calor de mi cuerpo se había ido, no podía llorar, no podía sentir.

-Por un momento pensé que el hechizo no había funcionado y que nunca despertarías...- uno de los nigromantes me seguía hablándome, pero yo lo ignoraba. Lo único que se cruzaba por mi mente era "¿Qué es lo que soy?" Un monstruo, un simple un cadáver caminante y condena a las sombras.

¿Por qué me obligaron a volver? Y con el tiempo me enteré que había muchos como yo, se hacían llamar los Renegados, y lo que ocurrió después de la traición del príncipe Arthas. Nuestro príncipe nos había traicionado. Todos traicionan, no se puede confiar en nadie. Confías y te apuñalaran por la espalda. Lo único que quería era vengarme, ese era el motivo.

La luz me abandonó, me traicionó. Cada vez más, dediqué mi tiempo a la sombra olvidada en vez de mi pasado, buscando mas poder; Cada hechizo que aprendía, lo escribía en un papel. Era interesante que cada vez que perfeccionaba esta técnica, podía también contener los hechizos en papiros, haciéndolos más fáciles de utilizarlos.

No obstante, me pregunto como me pudo pasar esto a mi... Tan solo era un sueño que tenía, un maldito sueño de una estúpida niña viva que confió ciegamente en la Luz... Por qué...”

***

-¿¡Por qué!?- Golpeó la lápida de piedra en la que tenía grabado su nombre y un grito de dolor se extendió por todo el lugar.

Esther desvió su mirada y se alejó hasta desaparecer entre las sombras.

Editado por Mirela
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