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Thorch

Olwen Weslex

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  • Nombre: Olwen Weslex
  • Raza: Humano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 21
  • Altura: 1.90
  • Peso: 95
  • Lugar de Nacimiento: Lordaeron
  • Ocupación: Paladín
  • Historia completa

 

Descripción física:

Sus ojos azules como el cielo y su cabello rubio cual oro puro, destacan sobre una piel blanca que emula la fina porcelana. Solo algunas cicatrices opacan la belleza de su rostro. De voz masculina y modulada, su cuerpo parece tallado en marmol y los músculos destacan claramente. Es notorio se trata de alguien entrenado, lo cual dado su enorme porte debe ser buena parte de su rutina diaria.

Descripción psíquica:

Al permanecer prácticamente toda su adolescencia dentro instituciones seglares buscando el camino de la luz, tiene poco mundo. De todas formas su posterior servicio como escudero de un caballero sin luz, le haría conocer algunas cosas. Esto hace que su mentalidad no sea la de un hombre normal de su edad, mostrando en partes iguales algo de inocencia y ciertas actitudes enchapadas a la antigua. Considera que toda sombra puede recibir iluminación y transmutar la oscuridad en luz, pero para que esto suceda debe existir un sincero deseo de cambiar y profesar la fe. En caso contrario solo se puede ''purificar'' lo oscuro con el martillo sagrado. El citado acto es percibido como un último recurso, un ritual sagrado breve y obligatorio, solo en caso de seres que no tienen redención. De modales aristocráticos aunque no exentos de humildad. Estima la legalidad moral como inherente a los seguidores de la luz. No obstante a ello, piensa que si bien es obligatorio cumplir de hecho la ley, no resulta fundamental estar de acuerdo filosóficamente con la misma.

 

Historia

 

Hijo único de Lord George Weslex, un paladín perteneciente a la Orden de los Caballeros de la Mano de Plata, que perdió su vida en manos de las fuerzas de la plaga comandadas por Arthas, en el sitio a la ciudad fortaleza de Andorhal. Y Sara Angela Couster, actual sacerdotisa perteneciente a la iglesia de la luz y destinada a la Catedral de Ventormenta.

Desde su más tierna infancia recibió una esmerada educación religiosa, cultural y militar, mostrándose prontamente ávido de conocimientos, inteligente y meticuloso. Fue criado amorosamente por sus padres, bajo la filosofía de la Luz Sagrada, y la lealtad absoluta a su patria. Nativo del reino de Lordaeron, fue entregado al hospicio monacal en la capital tras la muerte de su padre a los 13 años de edad, y por su condición puesto al cuidado de los hermanos paladines. Al tiempo que su madre resultaba ordenada como novicia por la iglesia. Apenas entrado en la adolescencia se mostraba como un chico amable, instruido y valeroso. Orgulloso de su linaje y aplicado, demostraba claramente su interés en seguir los pasos de sus padres. Entrenaba disciplinadamente técnicas de lucha junto a los reclutas, y habituaba asistir a su madre en los oficios celebrados, mostrándose sumamente responsable y dedicado.  

Permaneció recluido voluntariamente en la catedral durante cuatro años, profundamente abocado al estudio religioso, cultural, artístico y marcial. Llegando prontamente a reunir las características que todo aspirante a caballero debe mostrar. Así fue como Sir Frederick de Ventormenta, antiguo camarada de Lord George Weslex, junto a quien luchó durante la segunda guerra, y amigo personal de la familia. Decidió aceptar al mozo como su fiel escudero. Siendo mentor de Olwen, se ocupó personalmente de su entrenamiento como futuro paladín, bajo los principios de nobleza y caballería propios de un buen militar.

Además de cumplir disciplinadamente tanto el adiestramiento físico, la equitación, y la instrucción en armas. El escudero fortalecía su alma y fe mediante el estudio tenaz de la filosofía sagrada, siendo apoyado por su madre en dicha tarea.

Durante cuatro años el joven escudero asistió lealmente al caballero en todas sus necesidades. En muchas ocasiones, le acompañaba a la batalla, donde alistaba armas y caballos de reemplazo, curaba heridas, se ocupaba personalmente de los suministros, retiraba a los heridos del campo de batalla, cumpliendo con eficiencia toda labor encomendada, llegando inclusive a luchar exitosamente al lado de su señor.

Actualmente Olwen acaba de cumplir 21 años de edad, siendo recientemente dispensado por Sir Frederick de sus servicios como escudero. Para con el apoyo de su madre y de quien fue su señor, finalmente jurar los votos de fidelidad en la Mano de Plata, iniciando desde el escalón más bajo la senda del guerrero sagrado. Aspirando francamente si los designios iluminados así lo deciden, ser lo que su progenitor: un Caballero Paladín. Siguiendo el ejemplo de su padre, no ambiciona otra fortuna ni reclama más honor, que dedicar su vida al servicio de la luz en la lucha contra la oscuridad. Buscar la justicia protegiendo al inocente, y defendiendo su patria contra el invasor. En forma respetuosa, tenaz y compasiva.

De momento ha decidido partir en peregrinaje hacía la Abadía de Villanorte, con el fin de colaborar en la reconstrucción de la misma. Por primera vez recorrerá  los caminos en soledad acompañado por la luz. Es consciente de que aún tiene mucho que aprender, y espera de esta forma comenzar con buen paso, el camino que lleno de esperanza y bondad ha decidido transitar, sin prisa pero sin pausa.

Respeta la ley solo por ser hombre de honor, nobleza y educación, no por creer que siempre es correcta la misma. Eso sí, vale aclarar que nunca quebrantaría las normas imperiales a pesar de todo. De su madre recibió como ejemplo la ferviente fe en la luz y la caridad hacía el prójimo, esto lo hace extremadamente devoto. Considera la bondad, como principio fundamental que rige la armonía entre los seres, y por tanto un hijo de la luz debe ayudar a quienes busquen lo sagrado. Esto lo hace piadoso a la hora de la lucha, y su estilo resulta extraño a la vista, pues suele ''purificar'' al enemigo, utilizando la menor cantidad de golpes posibles, para evitar su sufrimiento. Por lo general lanzando un único ataque brutal y firme, alcanza para lograr eliminar a su oponente, evitando el derramamiento de sangre innecesario. No obstante cree que todo ser puede llegar, si es orientado adecuadamente, a servir a los designios de la sagrada luz. Es un alma pura que solo busca hacer el bien y mejorar el mundo, siendo incapaz de dañar a ningún ser honorable y benigno aunque la vida los enfrente. Jamás olvidaría el código de caballería que su padre le inculcó:

Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las personas necesitadas. Esto implica el elegir mantener la verdad a toda costa. El valor no significa arrogancia, sino tener voluntad de hacer lo correcto.

Defienden a sus señores y señoras, a sus familias, a su nación, a las viudas, a los huérfanos, y a la Iglesia.

Humildes serán los primeros en decir cuando otras personas llevan a cabo hechos de gran heroicidad, dándoles el honor que merecen sus buenos actos. Y dejando que otros sean los que lo feliciten por sus propios logros, ofreciendo estos a la luz sagrada.

La verdad sobre todo, los caballeros no buscan su beneficio personal. La justicia sin templar por misericordia puede traer pena, sin embargo la justicia sin la flexión a la tentación debe ser perseguida con ahínco.

Para contradecir la debilidad de la avaricia, un caballero es tan abundante como sus recursos permiten. Un caballero generoso, puede recorrer mejor la línea entre la misericordia y la justicia fría.

El caballero debe estar acostumbrado a comer y beber con moderación. Ser medido con sus riquezas, esto no significaba abstenerse de ellas sino, no utilizarlas vanamente.

Sin templanza no se puede mantener el honor de la caballería.

Se debe ser cortés, honrado, estimable, generoso e ilustre. Un caballero es por siempre un ejemplo a seguir.

Editado por Thorch
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