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Blues

Leana Downshade

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Cita

"Dejame hablar, dejame sentir.

No eres el primero que viene al pueblo, ni el primero que pregunta por el gran árbol blanco

Sí eres paciente, te dire porque llora, te diré porque sangra.

Sientate, pues esta historía, ocurrió en una vida lejana"

Extracto de "Una vida lejana"-Leana Downshade.

 

Datos rápidos.

  • Nombre: Leana Downshade
  • Raza: Sin'dorei
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 120
  • Altura: 1.59
  • Peso: 60
  • Lugar de Nacimiento: Desconocido
  • Ocupación: Cultista de la sombra olvidada/Escriba.

 

Descripción física:

Spoiler

De estatura media, delgada sin ser atlética y sin evidencias de algun entrenamiento fisico para el combate. De apariencia fragil como cristal, su piel es comparada a menudo con porcelana, y las facciones de su rostro ha inspirado a más de un escultor a convencerla de hacer un perfil de su cara. En su trabajo del día a día procura ir con ropas blancas todo lo que pueda, las togas son sus prendas preferidas con poca o nula ornamentación. Su belleza fisica es comparada unicamente con lo melodiosa que es su voz, que utiliza como primera herramienta para atraer a las personas. De aspecto impecable e intachable, no deja que ni un solo cabello de su cabeza esté fuera de lugar. Su piel blanquecina es adornada por una larga cabellera lacia y del color atrapante del ebano.

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Descripción psíquica:
 

Spoiler

 

 Leana Downshade vivía una vida marcada por la mundanez y sin sabor de una existencia sin propósitos claros. Despues de la caída de la fuente del sol, vagó sin rumbo u objetivo, pensando varías veces en el suicidio. No obstante aquello cambió cuando se unió como cultista a la Sombra Olvidada.

Su vida ha dado un cambio completo, ahora vive para servir a su pueblo de la manera más rechazada en la sociedad. Su objetivo se encuentra en convertirse en una sacerdotisa de la Sombra olvidada y llevar los preceptos a todo su pueblo, despertando mentes aletargadas para que se unan a la sombra.

Para lograr sus objetivos utiliza la retórica y la observación. Es paciente, precisa y seductora con sus palabras. Se ha cultivado en muchos campos del saber, desde la historia hasta la atrología, le gusta saber un poco de todo para así siempre tener una ventana abierta por donde prospectar potenciales miembros a traves de conversaciones inocentes.

Es inteligente y despierta, tiene el don de socializar rapidamente con las personas y ser la que lleva el ritmo de las conversaciones. Desde su anexión al culto se ha puesto como tarea el cultivo de su cárisma y personalidad, con el fín de ser un imán de personas.

No obstante, en soledad peca de caer en la melancolía y la obsesion por agrandar sus conocimientos, lo que le impide tener relaciones personales profundas y sus conexiones no pasan de ser meras superficialidades. No suele hablar de su pasado, para ella su vida empezó el día que se unió al culto de la sombra, y aunque no es una fanática extremista, le da una devoción un tanto...anormal.

Tiene capacidades para la manipulación y el control de masas, se está instruyendo todavía como oradora experta, pero ya está dando sus primeros pasos. Su meta final es convertirse en una sacerdotisa plena y derecha, con poder suficiente para afrontarse a los seres viles que tanto daño han hecho a su pueblo.

Sobre su relación con su polo opuesto, los seguidores tradicionales de la luz, ella los reconoce como su otra faceta y les deja tranquilos. No obstante se cuida de ellos con recelo, pues sabe que su culto es aún pequeño y no tiene tanta influencia para llamar mucho la atención de los caballeros de la sangre, sin embargo suele observarlos de cerca, haciendo notas e interpretando como las dos corrientes son una misma, y en cierta forma son sus hermanos de fe. Tiene la visión utópica que algún día habría igualdad entre las dos corrientes.

Cuando no se encuentra estudiando la sombra, suele dar paseos por la ciudad o mete sus narices en un libro de cualquier tema, asimilando tanto conocimiento le sea posible y pensando como puede usarlo para servir a su culto, y por refilón al pueblo sin'dorei como un conjunto.

 

 

 

 

Historia

Spoiler

 

Hubo luz de luna que se fugaba por la entrada principal, y luego fue succionada por la hambrienta oscuridad cuando el último de los invitados entró en la sala. El lugar era humilde pero servía a su propósito principal de dar un refugio, una asamblea donde aquellos con la mente despierta pudieran acudir a la oculta ágora a la que fueron invitados. Por dentro había tinieblas, no obstante se podía caminar con perfección pues al fondo, detrás de un pedestal, se encontraba una figura encapsulada en ropajes que parecían ser etéreos, y sí, parecían pertenecer a otro plano pues era perfectamente visible, como una única entidad en medio de las silenciosas sombras, enigmática, misteriosa, ocupaba el centro de atención, no hubo palabras, no hubo ruido, solo una atmósfera de paz.

Los que estaban al frente podían presenciar a la figura en toga blanca con más detalle, algunos estaban embelesados, pues ya sea por magia o por divinidad, había un tenue resplandor emanando de  aquel hermoso ser. Más no existía la luz exterior en ese lugar, ni hubo ventanas abiertas o huecos en las ruinas, todo había sido preparado para dar el ambiente de oscuridad.

-¡Piedad, piedad es lo que pido para mis hermanos y hermanas!- Habló el enigmático ser, su voz era dominante, y al mismo tiempo sutil como la estrofa de la canción de una ninfa. Hubo más de uno que cerró sus ojos y se dejó llevar por el cálido, maravilloso tono de las palabras.-

-¡Piedad para el que se encuentra solo; Misericordia, para quienes alzan su vista al cielo buscando esperanza; Gloria para mi pueblo, que se ha visto traicionado y olvidado por el resto del mundo y Fortaleza, para retomar aquello que es nuestro!- Exclamó la mujer, abriendo sus brazos mientras miraba complacida que había empezado a cautivar el corazón de su público. Pero un simple sermón, no sería suficiente.

-. Yo les pregunto, ilustres Sin’dorei que han venido aquí a este templo de la noche, ¿Están conformes con su innata debilidad?, ¿Es que acaso no somos nosotros el pueblo elegido?.- Hizo una pausa entonces, se escucharon susurros entre el público, algunos asintieron y otros inclinaron sus rostros hacia la mujer.

-. ¡Nuestro pueblo ha sufrido ya demasiado!- Dictó con firmeza -. Mi corazón…se rompe al ver las pestes que la plaga ha dejado a su paso…-. Su voz, relataba congoja y dolor, y no fue la única que se inclinó al recordar el pasado.-  Mi piedad…se marchita hermanos míos, y mis lágrimas ya son de arena; Hay quienes quieren olvidar y seguir adelante… ¡Superarlo, así le dicen a su mediocre conformismo. Y yo les pregunto Sin’dorei…- Hubo silencio por unos segundos, toda la sala centró su atención en la oradora -. ¿Van a quedarse de brazos cruzados? ,  ¿Vamos, acaso, a escuchar las voces perezosas que desean arrancarse los ojos para no ver la realidad que los rodea?

La expectación cayó por algunos segundos, hubo miradas entre el público quienes se miraban confundidos. Hubo algunos que asintieron, otros que se mantuvieron de brazos cruzados, y entre el público hubo una que se mostraba cautivada.

Quizás fue la atmósfera, posiblemente la retórica. La única verdad es que Leana Downshade se encontraba embelesada, pronto se desconectó del sermón y empezó a divagar entre las posibilidades. La sacerdotisa prometía poder, ofrecía libertad, tenía sobre sus manos sublimes habilidades para cautivar corazones, para ofrecer una redención.

La vida había sido dura desde hace años, las pérdidas en su vida habían transformado a su corazón en un piedra áspera y seca; al igual que las páginas de un libro, sus aspiraciones se habían acabado el día que los muertos vivientes asaltaron su hogar.

Nada parecía suficiente, la fe de la luz apenas ofrecía un placebo para calmar el dolor de su alma, la cual languidecía y lloraba por un significado de trascendencia, buscando un significado para una existencia vacía que no ofrecía metas ni rumbo.

Y ahí estaba. Atenta, contenta, satisfecha y comenzando a pensar en las posibilidades. Hubo algo que cambió en ella, justo ahí, en ese preciso momento. Pero tenía sus dudas aún…era todo demasiado repentino, y se sentía demasiado bien. Algo no debía estar bien con esto…

Fue entonces cuando pasó.

Un momento, un desliz del destino incierto. En un instante la figura que seguía hablando giró su vista hacia Leana; La sacerdotisa tenía su rostro oculto tras un velo oscuro, su rostro no podía verse, dotando a la oradora de un increíble estrato de superioridad y misterio.

La joven sin’doreí titubeó un poco, no podía ver los ojos de la sacerdotisa pero supo que se habían centrado en ella, en su rostro y en su figura. De entre todas las personas, de entre toda la gente, la había visto, la notó entre la multitud y Leana se sintió bendecida por algún poder fuera de ella, más grande y poderoso que el sin sentido que había sido su vida hasta ese momento.

Sus piernas se movieron por sí mismas, por un momento pensó que había caído bajo un encantamiento hasta que se dio cuenta que se sentía bien, era un sentimiento maravilloso alzar la vista, su estado entre la multitud y pronto todos se centraron en ella.

-¡Sí!-Dijo extasiada. -¡Sí…yo…quiero superar las barreras!- Exclamó en voz jocosa, sintió que iba a llorar de la alegría pero se contuvo, no obstante el sentimiento era abrumador y se sentía perfecto, la abrazaba con un cálido agarre y supo que la monotonía de una vida sin umbo se había terminado.

-¿Lo ven hermanos míos?- Prosiguió la sacerdotisa mientras bajaba de su pedestal, se movía como si flotara sobre sus pies. El público la siguió con la mirada mientras ella se deslizaba presta pero majestuosa hacia Lena. –Yo pregunte, si entre ustedes había uno con la visión y la agudeza necesaria para servir a los Sin’dorei… ¡Y he aquí a nuestra hermana, quién ha roto las cadenas de la mediocridad y se acerca a este templo para recibir el conocimiento y la libertad!

Leana sintió adrenalina corriendo por su espina dorsal, bajó sus manos y se encaró hacia la sacerdotisa, quién permanecía inmuta y omnipresente.

-Quiero mi libertad…quiero el poder…quiero el equilibrio… ¡Deseo aprender de la sombra su ilustrísima!-Exclamó con alegría, no era mera sumisión sino más bien…aceptación.

La sacerdotisa estiró su mano hasta la cabeza de leana, tocando sus finos cabellos negros y otorgándole la paz mental que necesitaba desde hace tanto tiempo…

En realidad no hubo nada mágico en ello, solamente el mero acto de sumisión hacia un propósito, un objetivo.

-Levanta tu frente hermana- Dijo la sacerdotisa. –Por ser la primera serás grata entre los gratos, y bendecida entre los benditos.- Leana alzó su vista con complacencia.

-Ilustrísima, deme el conocimiento y la libertad para servir a mi pueblo ahora y siempre. Quiero…-hizo una pausa, saboreando las palabras de su nueva vida y propósito. –Deseó servir a la sombra olvidada…Con todo mi corazón, con todo…mi corazón.

 

 

Editado por Blues
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