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Beretta

Hédera

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Ilustración de JAKUB REBELKA. 

 

  • Nombre: Hédera
  • Raza: Humano
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 18
  • Altura: 1,60
  • Peso: 50
  • Lugar de Nacimiento: Algún lugar de las provincias de Ventormenta.
  • Ocupación: Cazadora, Peletera.
  • Historia rápida

 

Descripción física:

Poco puede verse ante en un primer atisbo al rostro que se esconde entre la maraña de pelo y las pieles, que hiladas de forma descuidada trazan una precaria capucha que enmarca su cara. De piel pecosa, ojos ambarinos y trenzas pajizas de aspecto descuidado que caen a su espalda. No muy alta entre sus congéneres, flacucha y huesuda. 

 

 

Descripción psíquica:

Tranquila, silenciosa. Acostumbrada a pasar muchos días en soledad en la montaña, y sólo bajar a los pueblos cuando le es necesario. Con poco trato humano, y más apegada quizás a los animales. 

 

 

 

Historia

 

Una muchacha joven, con un pasado difuso y envuelto en la bruma de lo que cuentan, lo que inventan y lo que callan. Creció cerca del bosque de Elwynn, eso es seguro. Al abrigo de los árboles, donde las costumbres de la ciudad pierden todo interés o propósito. Quizás solo fue una cría mas, abandonada en la hambruna  a la vera del bosque, recogida por el heroico cazador que la crió como a una hija. O siguiera en algún momento el reguero de golosinas de unas brujas,  que la guiaron a perder a su hermano en el bosque y ,una vez allí, viera como terminaba en las fauces del mismo perro salvaje que ahora la acompañaba. O quizás todas las historias fueran falsas y solo fuera una joven solitaria de vida sencilla, huida de su casa como tantas otras.

Los que la conocen confían de sobra en sus habilidades con el arco y no descuidan la mirada del animal que la acompaña, de aspecto tanto o mas asalvajado que ella. No recuerdan en qué momento la bestia empezó a acompañarla, pero ahora sus pasos por el pueblo van siempre acompañados de cerca por el animal.  Acostumbrada a pasar poco tiempo entre las gentes del pueblo apenas si conserva verdaderas amistades entre sus gentes, si bien aprecia el trato con los más jóvenes que, como ella, cuentan historias falsas sobre pasados y futuros inciertos o falsos, en los que su cobardía, miedo o debilidad se ven ocultos tras un manto de misterio y aventura.

Lo cierto es que todo eso poco importa, porque su conocimiento del campo es suficiente para que se valga por sí misma y que el poblado reciba con alegría sus visitas. Sus hierbas, para el curandero. Sus pieles, para el peletero y el herrero. Sus piezas, para el mercado. Y su presencia para la tranquilidad de la hoguera, en la posada. Al abrigo de la noche. 

Editado por Beretta
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