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Elireth

Arctos, en busca del orden.

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  • Nombre: Arctos
  • Raza: Draenei
  • Sexo: Hombre
  • Edad: 30
  • Altura: 2.15
  • Peso: 175
  • Lugar de Nacimiento: Draenor
  • Ocupación: Mago guerrero
  • Historia completa

Descripción física:

Durante algun tiempo era un draenei que no estaba muy cercano al promedio en cuanto a fisico, centraba sus esfuerzos en el aprendizaje de las artes arcanas y dejaba de lado los asuntos fisicos. Sin embargo durante los ataques orcos esta forma de vida se vio alterada y en su necesidad por defender la familia y amigos, se entrenó para luchar. Su fisico aunque no escultural, se forjo adecuadamente para la guerra notandose en sus musculos más marcados y grandes. En algun punto de los combates recibio un corte en el rostro orizontal en el centro de la nariz y algunas cicatrices en su torso. La batalla contra los orcos era ruda y salir sin un rasguño, era imposible. Una coraza dura cubre su cabeza con dos pequeños cuernos que sobresalen. Suele llevar el cabello largo y con una coleta para sostenerlo detras. Su piel es  de tono Azul y su cabello de un negro intenso.

 

Arctos, en busca del orden.

 

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Arctos que en nuestra lengua significa "ultima luz" fue el nombre que me dió mi madre cuando nací. Nunca super si tenia algun proposito en particular, quiza ella soñaba con que yo tuviera un gran futuro, como todas las madres. Sea como fuere, yo no era diferente a cualquier otro de los pocos niños de mi pueblo que habian nacido durante la epoca en que llegamos a Draenor. Aunque fui concebido en la nave, justo antes de llegar a Draenor, mis primeros pasos se dieron en ese lugar, aprendi a leer y asentir alli. Mi madre una arcanista y mi padre un Paladin, ambos con vidas hechas y vivencias tan hermosas como terribles a partes iguales. Ellos habian visto alguna vez nuestro mundo natal y yo les envidiaba y aun envidio por ello. Mi hermana Aeon siempre fue cercana y cariñosa, tenia una enorme vocacion con lo arcano y dedico su vida por completo a ella, sin embargo era fragil y distante con el resto. Me preocupaba por ella y siempre se quejaba de que fuera demasiado protector, pero era mi hermana pequeña y deseaba hacerlo.

Con el tiempo me fuí decantando más por las artes refinadas del arcanismo, mi madre disponia de muchos libros y me llevaba de vez en cuando al observatorio de nuestro poblado para ver las estrellas y aprender sobre algunos fenomenos fisicos de la naturaleza. Tambien desarrolle una aficion por el arpa y el violin mientras mi mente se desarrollaba. Mis horas en aquel observatorio y la academia de las artes arcanas de la localidad se habian vuelto cada vez más y más intensas hasta el punto en que solo llegaba a casa para dormir o comer.

Mis padres estaban orgullosos por mi dedicación, quiza no tanto mi padre que esperaba de mi quiza una senda más ligada a la luz y el entrenamiento fisico. Siempre decia que algun día enfrentariamos al verdadero enemigo de nuevo, pues nunca dejaria de darnos caza y debia estar listo no solo mentalmente si no fisicamente. Yo entendia lo que decia, pero, necio como cualquier otro joven, no hacia demasiado caso a su consejo. Quiza... llegue a pensar que Draenor seria nuestro hogar definitivo y ya no tenia razon para temer. Ingenuo, demasiado ingenuo.

El tiempo pasó, y de vez en cuando pasaba tiempo con mi padre Kat'ran entre descansos cuidado el rebaño de cabras que alguna vez poblaron las bastas tierras de Argus. Mi padre decia que estas criaturas habian sobrevivido con ellos por un mero cariño especial entre sus pueblos y el parecido en los vestigios evolutivos de la criatura. Yo por otro lado pensaba, que los habian salvado simplemente por ser de las pocas cosas que les permitia recordar Argus tal y como era. Mi tiempo en mayor medida lo pasaba con mi madre Al'diel pues ella solia darme grandes consejos sobre el universo y su estructura. Era como hablar con un gran libro que lo sabia todo o casi todo, pero siempre en ambos, yo notaba la melancolia. Ellos extrañaban su mundo y a todas las personas que perdieron en el camino. Gran parte de mi familia ya no vivia y solo quedabamos unos pocos. Algunos tios y parientes lejanos, mis abuelos cayeron hace mucho ya protegiendo a mis padres.

En escencia todo parecia correcto y nada parecia que fuera aperturbar la tranquilidad de aquellos años, pero evidentemente estaba equivocado y pronto la realidad nos golpearia de manera violenta.

El ataque orco y la huida a Telredor.

Nuestra huida era cuanto menos desesperada. Las explosiones en nuestro pueblo no auguraban nada bueno, habia escapado a duras penas con mi familia tras la primera oleada del ataque, apenas repelida por los valientes paladines. Ayude como pude, pero fue inutil, mis habilidades pobremente desarrolladas aun no eran competencia contra la fuerza orca que nos invandia sin compasion. Nuestros hogares destruidos y en llamas, las cosechas, los parques. Todo ardia ante el odio absoluto de aquellas bestias que antes habia considerado seres interesantes y de intelecto comparable al nuestro. Lo ultimo que vi fue nuestra granja mientras huiamos, ni siquiera nuestras cabras habia sobrevivido al ataque inminente. Quiza por casualidad o encuentro fortuito, lo unico que pude recuperar fue una cria de la cabra favorita de mi padre que habia muerto intentado protegerla. La lleve entre mis brazos, mientras el fuego se extendia y a medida que nos poniamos en rumbo a Telredor en la marisma de Zangar, no podia evitar pensar en todos los que habian muerto. Como aquella paz idilica se habia roto en un parpadeo. Todos nuestros sueños destruidos frente al caos absoluto.

Tanto odio... tanto sufrimiento. Por nada.

El ataque debastador avanzó y cuando llegamos a Telredor pudimos ver como Draeneis llegaban de todas partes, muchos habian perdido a sus familias. Todos habian perdido lo material, pero la mayoria sufria por sus hermanos caidos. Reunidos en aquel refugio pocos hablaban, los lideres intentaban calmar al resto mientras la mayoria lloraba sus muertos. La carniceria habia sido terrible. Muchos de mis hermanos se ofrecian para luchar de vuelta, para hacer algo y yo no seria diferente pues junto a mi padre, nos unimos al combate. Mi hermana y mi madre preocupadas intentaron impedirlo, pero habiamos tomado una decision y no cambiaria. Su seguridad y la de nuestro pueblo, dependia de lo que hicieramos cada uno de nosotros.

Sin embargo yo era debil, y entonces senti ira de mi mismo por no haber escuchado a mi padre cuando tuve oportunidad. Me confie, segado por la bonanza no podia ver el peligro, pero él sí. Ni siquiera se esperaba que yo fuera a combatir a su lado de pronto, pero no lo tomó negativamente, más bien parecia orgulloso de que su hijo tuviera el valor para tomar aquella decision y entonces me propuso lo evidente. Prepararme para luchar.

Fue en estas epocas que me entrene, durante el tiempo en que nos ocultamos de los orcos en ese lugar mi cuerpo se perfecciono con el entrenamiento y exijencia de mi padre, mezclando las artes fisicas con las arcanas para formar una nueva forma de combatir propia que mezclaba las dos artes en una sola. Mi padre parecia contento con esta iniciativa y aunque no podia ayudarme de manera directa intentaba darme ideas en sus modos de usar la luz sagrada en el combate.

Los estudios de ingenieria y artes arcanas pronto serian de utilidad cuando el profeta decidiera que era suficiente y que nuestro pueblo, desgraciadamente, tendria que huir nuevamente. Nos disponiamos entonces a lanzar un ataque al castillo de la tempestad para tomar una de las naves satelites y escapar. Yo estaba nervioso como era de esperar, pero, con el tiempo algunas escaramuzas orcas habian sido repelitas por nuestro grupo de batalla en el intento por ayudar o rescatar más draeneis antes de nuestra partida. Fue en una de esas batallas donde la cicatriz de mi rostro fue causado por el hacha de un orco enrabietado quien en su intento por asesinar a una joven Draenei, fue detenido por mi maza. El desgraciado entro en colera y me golpeo con suficiente fuerza para hacerme tambalear, lo que a duras penas me permitio interponer la maza para evadir el hacha que con su punta corto mi rostro. Fue mi padre quien aparecio para matar al orco y salvar mi vida. Jamas olvidaré aquel gesto y lo que significaba, pues seria un recuerdo grabada a sangre en mi rostro para siempre. La perdida de todo lo que amaba ante el caos y la muerte sin sentido.

El asedio al Exodar y el choque con Azeroth.

Pocos dias tras el encuentro, asaltamos el exodar y luchamos en su interior encarnizadamente mientras los civiles se adentraban para resguardarse. Mis modestos conocimiento de ingenieria entonces se usaron para ayudar a encender y calibrar la maquinaria. La nave encendió y saltamos al vacio, pero pronto el motor de salto comenzo a dar señales de fallo. Intente ayudar a reparar o al menos contener los efectos, pero era tarde pues lo habian saboteado. La nave salio disparada del vacio hacia el plano fisico de forma abrupta y entramos en la atmosfera de un planeta desconocido cayendo en picada. Mi familia y yo corrimos hacia las capsulas de escape, esperando evadir la explosión. Nos aseguramos de que ellas fueran expulsadas primero y luego lo hicimos nosotros, siendo mi padre el ultimo.

Mi corazon dio un vuelco cuando la capsula se separo del casco de la nave y pude ver desde el cristal la inmencidad del exodar cayendo y los fragmentos de cristal todos prendidos fuegos en el reingreso atmosferico, precipitandose a toda velocidad contra la tierra. Mi respiracion empañaba el cristal y el vertigo hacia de las suyas en mis entrañas. Por mi mente pasaban tantas cosas, ¿cuantos habian logrado escapar?, ¿cuantos estaban trapados dentro?, se veian aun salir capsulas pero era imposible saber si serian suficientes. Mi capsula entonces comenzó a temblar con violencia y reflejos rojos eran señal de que la atmosfera luchaba por desintegrarme en el proceso. Tras aquello pude ver un enorme arbol a la distancia y finalmente nada. Quede inconsiente tras el impacto.

Desperte dias despues, entre los cientos de heridos refugiados en los restos de la enorme estructura. Me habia roto el brazo derecho y unas cuantas costillas. Intente levantarme y grite el nombre de mi hermana, mis padres. Agitado, intentaba moverme pero el dolor me paralizaba. Una amable sanadora intentó calmarme, pero no podia asegurarme que estuvieran vivos.

Fueron días agonicos hasta que por fin pude levantarme y buscarlos por mi mismo. Pasaron semanas sin noticias y la mayoria con pesar me decia que me rindiera, que habian muerto seguramente o ya habrian sido encontrado. No perdí la fe, sabia que estaban en alguna parte. Recorri el lugar del impacto de punta a punta y finalmente los encontre. Habian seido resguardados por un grupo de supervivientes y sanados, todos habian sobrevivido aunque magullados. Mi padre se habia roto las piernas y mi madre el brazo izquierdo. Mi hermana inconsiente habia salido relativamente ilesa.

Ahora estabamos en este mundo desconocido nuevamente, otra vez deberiamos reconstruir nuestra civilización pero esta vez yo deseaba hacer algo. Preparalos para el futuro, para que no volvieran a tomarnos por sorpresa. Un nuevo orden, si estabamos listos, venceriamos la proxima vez.

Ese seria mi proposito. Ante el caos, solo el orden traeria paz.

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