Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
ILUSDN

Kaileth Nathan

Recommended Posts

Kaileth Nathan

"Perdonen que sea inmodesto porque si no lo fuera, sería perfecto"


Artist: Unknown name aka savin91 - Title: Unknown - Card: Unknown:

  • Raza: Humano
  • Sexo: Hombre
  • Edad: (Aparenta 24-25 años)
  • Lugar de Nacimiento: Arathi
  • Ocupación: Mercenario

Descripción física: Joven alto de tez pálida y cabello claro casi blanco, ojos grises y mirada confiada. Mide alrededor de un metro con ochenta y cinco y pesa entre setenta y ochenta kilogramos. Es de contextura atlética, de musculatura marcada pero no voluptuosa. Suele vestir con ropajes de cuero algo llamativos y llevar dos espadas consigo como así también una pistola de chispa sujetas en su cinto.

Descripción psíquica: Kaileth es un muchacho un poco altanero y prepotente. Confía de sobremanera en sus habilidades y eso suele llevarlo a situaciones peligrosas. Normalmente se muestra como alguien desinteresado que no le preocupan los demás. En el fondo se arriesgaría por cualquiera que lo necesitase, aunque luego se justifique diciendo que lo hace por dinero. Como mercenario, si, le interesa el dinero y los beneficios que este trae. 

 

 

 

 

 

Historia

Una tarde lluviosa llegué a Villadorada. Podría haber demorado mi travesía un día más antes de emprender el camino desde la ciudad portuaria de Ventormenta hasta la no mucho menos imponente ciudad en mitad del bosque de Elwynn, pero quería golpear al desgraciado lo antes posible. Tan pronto como el barco ancló en los muelles cargue mis pertenencias, que no eran muchas, al hombro, me cubrí con la capa de viaje y emprendí el camino sin distracciones.

Orgullo de león rezaba el letrero tambaleante. La lluvia pegaba en el, oscureciendo la madera y haciendo brillar la pintura. Sin demorarme demasiado y algo hastiado de las gotas que me golpeaban la coronilla entre en la taberna. Me acerqué a la barra mientras las miradas de los lugareños se clavaban en mi espalda. Tal vez fuera por la ropa de filigranas escarlata o tal vez me tomaran por algún cruzado, lo cierto es que aun no lo he descubierto.

Alejándome de una las camareras que me observó ofendida, atraje de la atención del dueño del local. Antes que el placer esta el deber es lo que siempre digo. Bueno, casi siempre.

 En fin, atraje la atención del posadero, un sujeto de enorme barriga, cabello grasiento y dientes amarillos. Luego de intercambiar algunas palabras con el, le mostré la carta que me había llevado hasta aquel sitio al sur del mundo. Su expresión de hartazgo se desdibujó, pasando de la pena a la resignación en cuestión de segundos.

En pocas palabras trató de explicarme lo ocurrido pero en ese momento no daba crédito a mis oídos. Viendo mi desasosiego, me guió hasta el piso superior donde en un pequeño altillo me dejo revisar el contenido de un baúl de pino. Allí encontré un laúd y otros efectos personales que habían pertenecido al idiota al que había ido a buscar.

La ira se apoderó de mi, no podía creer que se había dejado matar luego de todo lo que le había soltado a mi maestra. Tomé al posadero por el cuello de la camisa, empujándolo hacia atrás y exigiéndole respuestas, pero si limitó a señalar por la ventana.  Al mirar hacia allí vi a través del cristal una enorme lápida de mármol blanco, rodeada de flores y ornamentada con los símbolos del imperio. 

No recuerdo cuando llegue a la planta baja ni como crucé el empedrado para leer los nombres que estaban allí listados.  Tenía un nudo en el estomago y la vaga esperanza de que su nombre no se encontrara allí. Pero ahí estaba, cincelado sobre la losa. Me alejé de allí lo más rápido posible, empujando transeúntes y tropezando con todo lo que se me cruzaba en el camino.

La cara del imbécil se me repetía continuamente en mi mente. Lo había conocido años atrás, una mañana que Lidia apareció cargándolo en brazos como una damisela en peligro, solo que en esa ocasión los papeles se habían invertido. Aun así, creo recordar que sentí algo de envidia hasta que vi que el muchacho estaba inconsciente y cubierto de quemaduras.

Tendría mi misma edad, así que se podría decir que crecimos como hermanos. Ambos eramos alumnos de Lidia y ambos, a su manera, hacíamos que ella se molestara con nosotros.  Ella nos reprendía a diario y yo la consideraba más que una simple tutora, era como la hermana que nunca tuve. Por eso no pude perdonarlo cuando renegó de sus enseñanzas y se marchó sin haber estado listo del todo para enfrentarse al mundo. Y para peor, se muere contra unos perros

En fin, supongo que se preguntarán quien soy yo. Mi nombre es Kaileth Nathan, nací hace diecinueve años en un pequeño pueblo de Arathi.  Podría pasarme horas contando lo aburrida que fue mi niñez y los duros momentos que sufrí debido a las guerras con los orcos.

Pero se que no os interesa oírlo y a mi me aburre contarlo, así que iré directo al grano. Mis padres murieron  cuando yo aun era demasiado joven para valerme por mi mismo y no tenía familiares a los que acudir.  Podéis decir que soy alguien frío al hablar de ellos, pero en realidad apenas si recuerdo sus rostros. Es normal que no me ponga sentimental cada vez que los menciono.

En cambio, no podría hablar igual de Lidia, ya que ella fue quien me rescató de las calles y me llevó consigo. Me educó como si fuera su hermano menor y me enseñó todo lo que sabía. ¿Por donde fuimos? Infinidad de sitios, pero siempre manteniéndonos en movimiento. Un mercenario debe ganarse la vida y sentado en la taberna nadie llega a ti a ofrecerte una buena recompensa.  Aun así, siempre evitamos las guerras. Lidia dice que son para aquellos que buscan la muerte, como el estúpido de Gael, claro.

Ah, como mencioné antes,  a él lo conocí hace un tiempo, pocos años después de que yo comenzara a seguir a Lidia. Ella nos enseño un sinfín de disciplinas que nos valdrían para defendernos cuando tuviéramos que valernos por nosotros mismos.  ¿Quieren que sea más específico? Bueno, ella sabe de plantas, de historia, como encontrar y seguir un rastro, esgrima, la forma correcta de mantener afilada tu espada y, claro, magia.

El filo carmesí es el gremio al que ella pertenece y al que ahora yo mismo también formo parte. ¿Qué es? Bueno, simplemente somos un grupo de mercenarios que se encargan de todo tipo de encargos. Nos caracterizamos por combinar destrezas físicas con conocimientos místicos, lo que nos vuelve algo peculiares entre el resto de mercenarios.

En fin. ¿Por donde iba? Ah, claro. Gael  discutió con Lidia y se marchó rumbo al sur. Una actitud muy egoísta si me lo preguntan. Y como si fuera poco, soy yo quien tuvo que ir a buscarlo. Muerto; No me sorprende, aunque a Lidia le dolerá la noticia. Como sea, Seguiré mi viaje de vuelta al norte antes de que se me pegue el acento sureño.

¿Creéis que soy idiota? No, no iré directo a ver a Lidia. Le mandaré una carta y me retrasaré en la ciudad de Storm. Para cuando regrese con ella ya se le habrá pasado la pena. Strom, claro. ¿No habéis oído? La iglesia y las otras ordenes de la luz están realizando una campaña por la zona. ¿Qué mejor sitio para probar mis habilidades y ganar unas cuantas monedas?

Nos vemos, seguramente volveréis a saber de mi pronto y, si necesitáis un par de espadas afiladas, recordad el filo carmesí.  

Editado por ILUSDN

Compartir este post


Enlace al mensaje
Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...