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Curly

Nadia Beauford

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Nadia Beauford

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  • Nombre: Nadia Beauford
  • Raza: Humano
  • Sexo: Mujer
  • Altura: 162
  • Peso: 54
  • Lugar de Nacimiento: Elwynn
  • Ocupación: Actualmente no dispone
  • Historia completa

 

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Descripción física:

En apariencia una joven de tez pálida, 162 centímetros de altura, constitución delgada y desarrollada. Su cabello azabache desciende lacio hasta media espalda. De mirada sosegada, las facciones tienden a ser de naturaleza redondeada. Su constitución refleja una vida activa y sus gesticulaciones un cariz educado.

Descripción psíquica:

De carácter sencillo y cumplidor, se crió bajo holgadas comodidades cuyas principales obligaciones fueron las de cultivar la mente, la apariencia y las formas. Detallista y pulcra, pese a ser reservada, ha desarrollado cierto orgullo personal que no oculta, aun así no es alguien que prejuzgue.

 

 

Historia

 

Desde hace días, el golpetear de los martillos y  el siseo de los serruchos habían sustituido el canto del gallo en cada uno de los amaneceres de la aldea. Los villadorienses se afanaban en apurar cada uno de los minutos diurnos en la reconstrucción de la villa, la invasión gnoll había supuesto un gran estrago en la vida de la ajetreada aldea, pero no lo suficiente como para detenerla, y si los humanos se caracterizaban por algo, era sin duda por su capacidad de adaptación a las adversidades.

El tráfico que transcurría en el sendero que partía desde el corazón de la aldea hasta las murallas orientales, mezclaba a los usuales mercaderes y jornaleros con los operarios encargados en las tareas de reconstrucción. El tráfico era tan caótico e incesante que terminaba siendo mejor opción recorrer la trayectoria bordeando el camino, pese a tener que ir con cuidado de no tropezar con las raíces de los árboles.

Era demasiado temprano y el sol empezaba a asomar quemando con fuerza por encima de las murallas. Con una mueca de molestia, Nadia alzó el antebrazo zurdo para darse algo de sobra sobre los ojos y poder discernir en la lejanía la muralla semi derruida. Bufó algo exasperada por tener que disipar las brumas del reciente sueño con un ambiente tan agobiante, y retomó sus pasos sobre las malas hierbas que crecían por la vera del sendero.

Las largas sombras que proyectaba la muralla le otorgaron cierto alivio bastantes metros antes de llegar a su objetivo. Con la mirada peinó las cercanías del gran portón del este, el cual se encontraba desencajado de las bisagras y apoyado sobre las grandes piedras que conformaban la muralla, hasta que divisó cerca de la caseta de guardia al oficial de turno hablando de manera seca a un efusivo comerciante que mantenía su carro tirado por un caballo parado. El guardia elevó los hombros como respuesta, y tras unos instantes, el exasperado mercader se frotó el rostro hasta que asintió al guardia, tiró de las riendas y se marchó de vuelta sendero oeste.

La joven había aguardado paciente hasta que el guardia quedase libre, instantes en que procedió a aproximarse a este y alzar el mentón para mirarle al rostro, nuevamente paciente esperando a captar su atención.

- Ah, sois vos…. –Espetó el guardia tras reconocerla.

- ¿Podríais revisar nuevamente en las listas de los caídos si ha aparecido algún Beauford? – Se apresuró a preguntar la joven con un deje de preocupación, mediante un tono neutro y desanimado.

- No deberíais pensar en esas listas, no son fiables. Al día hallamos decenas de cuerpos, muchos de ellos irreconocibles, y me temo que la cantidad de desaparecidos es aún mayor. – Exclamó el maduro guardia.

- ¿Ya puedo partir al este? Es temprano y el viñedo de padre se encuentra cerca del aserradero, para el atardecer podría estar de vuelta en Villadorada. - Preguntó de manera automática, con las ideas fijas y manteniendo el mismo tono en sus palabras.

El cano guardia expiró de manera entrecortada dudando en su respuesta, elevó la diestra tapándose los ojos y frotándose las sienes hasta que finalmente tomó aire, se encaró a la joven y apoyó la mano zurda sobre el hombro diestro de esta.

- Como os dije ayer y antes de ayer, las extensiones del este fueron pasto de los gnolls, y aunque hayamos podido repelerlos de la Villa y asegurar algunos senderos del este, aún quedan remanentes por la zona.

- No me saldré del sendero, os lo prometo, solamente quiero ver si queda alguien en la hacienda. -Replicó tras fruncir el ceño, sin moverse un ápice.

El guardia parecía esperar aquella petición y negó con firmeza justo en el instante que la joven terminó de hablar.

- No es posible, y asegurar los campos del este va a tomar bastante tiempo, haceros a la idea de que ahí ya no queda nada. – Espetó con severidad. Tras unos instantes suspiró y se inclinó sutilmente hacia Nadia, empleando un tono más comprensivo. -¿Queréis que haga llamar a un guardia para que os acompañe al albergue y os ayude a asentaros?

- Yo quiero ir al este, más allá de las murallas, no hacia la capilla de la aldea situada en el oeste. – Replicó algo refunfuñante y molesta ante la negativa del guardia. Frunció de manera marcada el ceño al ver como no conseguía hacer cambiar de parecer al inflexible guardia el cual solamente hacía su trabajo, y sin más, bajó el mentón para girarse y regresar sobre sus pasos.

El guardia auxiliar, un par de décadas más joven, había estado regulando el tráfico en el acceso a la villa, pues si no se mantenía cierto orden, con facilidad se generaba cuellos de botella. Con pasos lentos se acercó a su cano compañero mientras observaba marchar a la joven.

- Los vinos de la cosecha Beauford tenían carácter y aroma. Aunque sus viñedos no debían tener más de dos décadas, supieron granjearse cierta reputación. Lo solía beber de vez en cuando en la taberna, su precio era algo elevado como para servirlo en los barracones. – Comentó con confianza al guardia joven que se acababa de aproximar –Es un sabor que este conflicto también se ha llevado. Una lástima.

En cuanto el joven guardia perdió de vista entre el tumulto la imagen de la chiquilla, miró a su compañero y le palmeó un par de veces el brazo zurdo, reconfortándole. – Debemos emplearnos a fondo para evitar que algo así se vuelva a repetir.

- Estoy de acuerdo, por eso deberías echar un vistazo al portón, parece que no tenemos ni un segundo de descanso.

El joven miró extrañado a su compañero, desvió la mirada a la entrada y se percató como dos carros que no se pusieron de acuerdo habían quedado cruzados, bloqueando el tráfico. – Mecachis…

Editado por Curly
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