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Maw

Argron

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La exhalacion fue lenta escapandosele de entre los labios deslizandose al exterior trazando serpentinos movimientos danzarines.

Caia.

El cielo nublado era rápidamente sustituido por un estampado negro, descendió hacia la inexorable oscuridad.

 

Nadaba cegado sin rumbo en un mar de tinieblas, los perdidos y olvidados se se pisaban unos a otros en un intento por tomar una bocanada del infeccioso aire que les esepraba tras sacar la cabeza de la negra brea. Alli morian los deseos. Avanzo  por donde las pesadillas le guiaron. Reían jocosas al escuchar su lamento patético. Crueles carceleras. Ellas orquestaban las sinfonías de las infinitas legiones de los condenados.

Ojos que no conocerían mas la luz, su chispa tremulaba indecisa.
Aun asi siguio andando por las vísceras de la ruina aun a pesar de que sus piernas estaban cosidas a la baldía tierra sin vida. Los horrores susurraban sin entender por que aquel cascaron aun caminaba. El, estaba al filo de convertir su existencia en la mas absoluta nada. El alma vacía, su consciencia rota como la porcelana, sus ojos contemplaban el perdido infinito buscando una razón que ya no recordaba. Ninguna crueldad o engaño logro detener sus pasos, pues el mayor tesoro bajo llave había guardado, mas halla de la carne castigada por la agonía, mas halla del espíritu que le habían desollado, no era mas que el ultimo aliento de algo que ya habia dejado de existir. Hizo frente a las tormentas y conforme su avance implacable le alejaba, mas desazón despertaba en el rugiente vientre de la iracunda bestia negra, que veia como el extraviado cordero se escapaba de entre sus manos.

 

El eco de una risa infantil.

La calidez de unos labios en su frente.

Abrio los ojos.

El velo roto

Las sombras lejanas

La tierra muerta arrasada.

Alzo la mirada.


Se desperto sobresaltado del sueño . Sus iris de color azul expugnaron la la sala iluminada vagamente por la escasa luz que lograba atravesar la diminuta ventana con barrotes situada a unos metros sobre su cabeza. Tomo una bocanada de aire tras varios minutos sin acordarse de respirar.

Se incorporo con pesadez, sintiendo como sus músculos se estiraban dolorosamente bajo su piel. Partes de la armadura que vestía cayeron por si solas al suelo provocando un ahogado eco entre las paredes húmedas de la celda. El metal estaba desgastado cubierto por una capa de oxido.
Sus miembros adormecidos estaban agarrotados privándole de la sensibilidad del tacto en sus callosas manos, aunque esta sensación era fantasmal en su brazo izquierdo embutido dentro de una pieza de armadura. No habían correas ni sujeciones pues para su horror, el metal estaba fundido a la piel. Sobre el mismo hombro una tela raída y desgastada le servia para ocultarlo, mas, en su superficie rugosa la forma de un dibujo ahora ilegible permanecía deformado y borroso.

Una vez recompuso su cuerpo se dirigió con paso derrotado hacia la puerta, las bisagras chirriaron cuando se abrió tras el suave empujón. El deplorable hombre avanzo apoyado en la pared fria pasando las celdas vacías del largo pasillo hasta llegar a unas escaleras ascendentes. El segundo piso daba a unas galerías mucho mas amplias. Las cadenas colgaban del techo y las paredes. Los grilletes aun conservaban la sangre seca de las muñecas que apresaron. Las estrechas celdas estaban habitadas por polvorientos huesos y cráneos sonrientes, convertidos en un hogar para las alimañas, las ratas ante su presencia huían colándose por las cuencas oculares vacías de las calaveras.

Escucho el tintineo de los eslabones. Las sombras vivían en aquel lugar susurrando en voz baja sus lamentos. Prosiguió en silencio por el  laberinto hasta dar con una amplia sala circular expuesta a un cielo entristecido. Al mirar arriba pudo comprobar que estaba en un pozo. Sus botas metálicas quebraban los frágiles desperdicios óseos que cubrían el suelo pues no había rastro alguno de pavimento por mucho que intentara buscarlo entre el polvo blanco de los huesos. Sus ojos se vieron atraídos por un inusual resplandor famélico. Su corazón se acelero conforme se acercaba a la pila. Metió su mano en el interior alcanzando el tímido colgante angelical de entre los restos mortuorios.

 

Ascendió por la escalera tallada en la viva piedra hasta alcanzar el exterior del pozo. El valle yacía sembrado de tumbas hasta donde la vista alcanzaba. Prosiguió sin detenerse a mirar ningún nombre. Con la cabeza agachada sosteniendo su colgante. El tiempo era confuso, no era de día ni de noche. Poco a poco empezó a escuchar el sonido de los pájaros, el viento acariciar las ramas de los arboles y la luz de los farolillos en los caminos. Estaba envuelto en una densa niebla humeda he inquietante. Conforme el dia llego la luz fue abriendose paso a traves de la oscuridad.

Su mente permanecia en blanco. Algo le empujaba a seguir. Sintió de golpe ira, tristeza, frustración. Una vorágine de sentimientos que le obligaron a caer de rodillas al suelo frente al creciente astro ardiente asomando tras las montañas. Las lagrimas le recorrían el rostro. Desenvaino su vieja espada, mellada y partida, agujereada como una manzana agusanada.

"Vestigius" Susurro a su espada.

Apretó el puño izquierdo con fuerza concentrándose. No habia nada en su memoria, fragmentos esparcidos. Una mujer, una niña. El Águila cruel, la paloma vivaz. Una culpabilidad que fue llenado lentamente su corazón devolviendole todo su ser. El sentimiento de traición, de angustia, de dolor. No había nada bueno en su existencia, excepto una esperanza, una luz inamovible que nada ni nadie había logrado extinguir.

" Son...mias..." Al intentar levantarse sus piernas le fallaron, el violento movimiento hizo caer una pieza metálica frente a el. Dio la vuelta a la vieja mascara mellada, llena de surcos como cicatrices imborrables de un rostro. Abrió mucho los ojos sosteniendo el objeto con sus dos manos acercándoselo poco a poco a su cara mientras repetia en susurros la misma palabra.

"Dev...devuelvemelas..."

Toda su silueta se postro amenazante. No habia nada pero sabia que le escuchaban.

" Devuelvemelas..." Nadie le respondió. Se mofaron, orgullosos, arrogantes.

Se puso la mascara.

 

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Editado por Maw

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