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Curly

Nadwen Arathel

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 Nadwen Arathel 

(Sin espadas)

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  • Nombre: Nadwen Arathel
  • Raza: Sin'dorei
  • Sexo: Mujer
  • Edad: 94
  • Lugar de Nacimiento: Lunargenta
  • Ocupación: Alquimia (Tapadera), Demonología
  • Historia completa

 

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Misivas

Editado por Curly
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Descripción Físíca:

Su apariencia se encuentra dentro de los cánones raciales. Cabello rubio y lacio, facciones tenuemente redondeadas, físico desarrollado y altura media. Su firme pose no olvida las refinadas gesticulaciones que esgrime con orgullo y seguridad. Gusta de bisutería thalassiana y suele vestir con prendas socialmente correctas. Muestra una apariencia en general cuidada típica de una vida forjada en el sector adinerado.

 

Descripción Psíquica:

Educada y de carácter sosegado, esculpió los refinados protocolos sociales entre la clase alta del Alto Reino. A causa de los últimos sucesos su carácter complaciente y risueño tornó en uno más cenizo, irónico e independiente. Poco a poco aprende a canalizar en acciones la ira que le corre por las venas hacia ciertas razas y reinos.

 

 

 

Historia

 

Capítulo 1: Cimiento entre las cenizas

El silencio y la oscuridad en la pequeña morada de Lunargenta era casi absoluto. Continuas sombras bailoteaban sobre las paredes dibujadas por el conjunto escaso de velas ubicadas de forma estratégica, las cuales buscaban optimizar la poca luz que generaban, suficiente para que aquella mujer pudiera seguir enfrascada en sus labores realizando mezclas de compuestos que a posteriori guardaba en frascos.

  • Y así fue como hace ya ocho años vi a madre ser alzada por aquel nigromante. A duras penas tuve tiempo de provocar un incendio en la mansión y bloquear la puerta, reduciendo a cenizas lo que siempre fue mi hogar junto a lo que quedaba de madre.

El pequeño Imp situado en el extremo de la mesa de trabajo jugueteaba doblando una de las verdes hojas que había cogido de los pequeños montones que la mujer tenía acumulados con cuidada sobre la mesa.

  • Una joven acostumbrada a la cómoda vida ofrecida por la nobleza de el Alto Reino, cuya única preocupación eran sociales y académicas, todo ese futuro se consumió en cenizas. Un total desperdicio ¿no crees Ludwig?
  • Los tipos malos le quitaron todo a mi ama. –Habla con palabras entrecortadas mientras masticaba la hoja-.
  • ¡Un poco de modales! ¡Cuando me hables sácate la hoja de la boca si no quieres que te vuelva a mandar con los de tu estirpe! –Masculló Nadwen enfadada-.

El pequeño demonio se estremeció agitándose tras la repentina amenaza y con presteza se sacó la hoja de la boca. Durante unos instantes se quedó estático, y lentamente extendió su delgado brazo hacia otro montón, aferrando una de apariencia más espigada, volviendo a meterla en la boca.

  • Aquel trigo maldito que condenó a mi raza es creación de los tuyos, agradece mi benevolencia utilizándote en vez de acabar contigo una y otra vez. Si los humanos no hubieran pisoteado las viejas alianzas la situación actual sería totalmente diferente… Esos leones dorados no son mejores que la plaga y la legión.

Tras terminar de rellenar los últimos frascos, se dispuso a colocarlos rellenando los huecos vacíos de la estantería que se habían generado durante las ventas de la actividad diurna. Una vez terminado, se llevó las manos a las caderas y suspiró profundamente, agotada.

  • Pociones capaces de acelerar la regeneración del cuerpo así como el proceso de sanado de heridas, ¿Quién va a discutir la actividad de un negocio que ayuda a la sociedad? La tapadera perfecta.
  • Si si... mucho... la ama es lista… la ama es astuta… nga!

Durante unos instantes Nadwen fulminó con la mirada al pequeño imp, seguidamente la desvió a la palma de su mano la cual se vislumbraba contraída en garra, y una pequeña llama fel apareció sobre esta, la cual ganó en volumen y se condensó ardiendo con cierto descontrol. Las paredes ahora iluminadas con un estremecedor verdor mostraban un conjunto de sombras nuevas que se sacudían con virulencia.

  • Como sea, ahora todo eso es agua pasada. Demonios… pienso usaros hasta acabar con todas las amenazas que vuelvan a atreverse a hostigarnos. Quien no está con la horda recibirá un pasaje hacia los calderos más ardientes que consumirán su existencia… cueste lo que cueste…

El vestido de la Sin’dorei se sacudía azotado por la energía irradiaba por el pequeño núcleo de corrupción que sostenía sobre la palma de la mano. El conjuro latió unos instantes y empezó a perder intensidad de manera progresiva, hasta finalmente mitigarse en el instante que la mano se cerró.

  • Contrólate Nadwen… no llames la atención más de lo debido… - Esbozó una leve sonrisa - Si la academia Ocaso supiera de que me están sirviendo los archivos sobre artes corruptas… lástima que el material más interesante se halle en área restringida. Por suerte interesantes grimorios se mueven por ciertos sectores de la ciudad.
  • ¡Ngah! ¡¡¡Agh!!!

Nadwen miró al Imp el cual empezó a agitarse y hacer ruidos ahogados tratando de respirar, se percató que uno de los montones de hojas había desaparecido, alzó las cejas y enseguida entrecerró los ojos mientras se dirigía hacia los otros montones de hojas.

  • Así que te gustan las plantas… vas a tener la cena más sana de tu vida.

 

 

Capítulo 2:


Con la mirada vacía, las pequeñas aves enmudecidas y enjauladas sobre la mesa observaban la esquirla de cristal que tenían en frente. En silencio, el magister Eliandor observaba con mirada analítica las manipulaciones realizadas por la mujer.

Nadwen tomó unos instantes para normalizar la respiración así como su concentración antes de iniciar el proceso a la inversa. Uno a uno canalizó sobre aquellos cristales contenedores de fragmentos de alma. El escueto haz de luz verdosa que manipulaban sus manos penetraron en los cristales y aferraron aquella esencia que contenían, extrajo la energía vital y la desplazó aplicándola a cada una de las aves en un proceso donde volvía a ligar el alma con el cuerpo.

Con pesadez, la mayoría de los pequeños pájaros empezaron a agitar sus alas y recobrar un cansino piolar, mientras tanto la mujer volvió a dejar los cristales traslúcidos sobre la mesa, ahora sin el brillo que hace unos instantes contenían. Bufó pesadamente apoyándose en el borde de la mesa.

  • Parece que esta vez no tenemos que lamentar la pérdida de ninguna alma. –Eliandor se aproximó a la mesa analizando los cristales.
  • Por pequeñas que sean, al ser tantas, extraerlas y manipularlas es realmente agotador. -Replicó Nadwen mientras trataba de recuperar la compostura.
  • Quien me diría a mí que la pequeña Sin’dorei de hace diez años, la cual me acompañaba a tomar el té terminaría cambiando sus estudios sobre los elementos arcanos por un poder más... cuestionado por muchos. –Esbozó una sonrisa jocosa - Se llegan a enterar tus padres y me matan.
  • Justamente la muerte de madre me hizo cruzar esta línea, y si tengo que cruzar otras no dudaré en hacerlo si con ello consigo mis propósitos.

El silencio se hizo patente en la sala cuando el magister aguardó unos instantes entrecruzando la mirada con ella, se llevó las manos a la espalda y empezó a caminar de un lado a otro, pensativo. Se dirigió al estante repasando el lomo de los libros pero finalmente no extrajo ninguno.

  • Llevo años repitiéndote lo mismo pero esta vez no lo haré. Eres conocedora y consciente de los peligros que comportan la senda en la que te estás adentrando. Tu iniciación está prácticamente finalizada, solamente te resta reforzar algunas bases, practicarlas y experimentar haciéndo tuyo el control de la vorágine de caos que deben afrontar aquellos que flirtean con las artes demoníacas.
  • No tema maestro, no seré la practicante más aventajada, pero mi voluntad es firme y no permitiré que ninguna lengua bífida tome dominio alguno.

Algo más recuperada, Nadwen se incorporó desplazándose ante el magister, le observó y media sonrisa terminó floreciendo en sus labios.

  • Es casi la hora ¿Le apetece tomar un té, maestro?

El hombre no pudo reprimir una sonora carcajada y le acarició levemente el mentón en un gesto afectuoso.

  • Está bien, te lo has ganado, pero no olvides nuestro trato. El día que necesite hacer uso de tus habilidades tendrás que venir de inmediato.
  • Lo se lo se… siempre lo repites, solamente te falta tatuármelo en la frente. -Refunfuñó ante las palabras que tantas veces le había repetido - Anda vamos.
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