Saltar al contenido
Conéctate para seguir esto  
Tercio

Garçes de Áquila

Recommended Posts

 

  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    20
  • Altura
    1.83
  • Peso
    90kg
  • Lugar de Nacimiento
    Stromgarde
  • Ocupación
    Caballero errante
  • Descripción Física

    Joven de 20 años, con un buen físico por el ejercicio que ha llevado a cabo toda su vida. Es alto y apto para la guerra. De cabello castaño, al igual que sus ojos. Suele ir afeitado.

  • Descripción Psíquica

    Nacido como segundón de una familia hidalga, ha dedicado su vida desde los siete años al servicio de una casa noble superior. Es un hombre de su tiempo, centrado en el orden natural de las cosas, la nobleza y lo que implica. Siente reverencia por la Luz . Es de un caracter reflexivo, simpático, con un humor que se centra más en lo inocente. 

  • Ficha Rápida
    No (600 palabras mínimo)
  • Historia

    Hoy cumplo 20 años.

    Un muchacho, ya considerador hombre, se arrodillaba frente a un camastro de paja, entrada ya la noche. Unas ascuas daban los estertores últimos antes de apagarse a su derecha. El suelo de piedra le resultaba frío, pero él se había puesto una alfombra para cubrir sus rodillas. Realizaba sus oraciones en voz baja, pensando alto, intentando elevarse a través de la oscura noche que asomaba en la ventana. Apoyada en la cama se encontraba una espada desnuda. Él la miraba sumido en su murmullo, dejando navegar su mente a través del filo esperando encontrar en ello lo sacro, más se detuvo en varias mellas de las hoja, defectos otrora pasados por alto, pero que en aquel momento lo turbaron profundamente. Con un suspiro se metió en el jergón.

    Cuando los rallos de Sol alcanzaron la ventana, los jóvenes llevaban ya rato en sus quehaceres. La primera misa, aunque ya en la costumbre, era demoledora. Ahora mismo se encontraban ejercitando en el patio de armas, donde un sargento les hacía repetir una y otra vez distintos movimientos que ardían en sus brazos. Paradas, redobles, saltos, monta, tiro con arco. La mañana pasaba en una sucesión de entrenamientos para endurecerlos, tanto física como mentalmente. Garçes simplemente no estaba allí, por lo menos su cabeza. Repetía todo como un autómata, distraído. Su mente vagaba hacia otros mundos donde las preguntas se le agolpaban ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Cuál era el sentido? La respuesta era muy obvia claro, su vida, decían, mejoraría mucho desde una mejor posición como caballero al servicio de algún noble de más importancia. La lógica decía que ese era mejor camino, pero la realidad de lo que experimentaba se alejaba mucho de lo que decían. Él no hacía más que trabajar, constantemente, con un esfuerzo terrible. Una auténtica tortura para el cuerpo y la mente, siempre en tensión, sin tiempo para detenerse. Las jornadas duraban hasta prácticamente el anochecer donde caía rendido en la cama. Y todo esto para morir en el barro matado por alguna pedrada mal dada de un trol o un ballestazo fortuito en un castillo. Él lo había visto, había acompañado a su señor en alguna escaramuza, ya como escudero. No vio nada de honroso en lo que se presentaba a sus ojos. Hombres agónicos sangrando. Su señor los miraba con mucho respeto y reverencia ¿sería eso? Quizás algo que él no podía observar, un velo que él no era capaz de revelar. ¿Sería acaso la Luz? Los sacerdotes hablaban sobre el orden del mundo, aquello que estamos organizados para hacer. Le costaba creer, él quería creer a fe ciega. ¿Pero cómo se diferencia a los ojos de un mundano la Luz de la simple magia? Encontraba en esa pregunta un abismo insondable. Él sabía la verdad, claro, la Luz creadora, pero no sabía explicarlo, tenia una gran duda. Y con esa duda la existencia se volvía intrascendente ¿para qué esforzarse en todo lo que se le pedía? Cuando todo está tan a la vista es muy difícil discernir que cosas son verdaderas y cuales solo son relleno.  Admiraba a sus compañeros, no los veía en las mismas diatribas. Tan encaminados que llegarían al éxito. Pero él no podía hablar estos temas con ellos.

    Al llegar la noche se encontraba de nuevo arrodillado frente a su cama, pero esta vez no pudo dormir. Se levantó del camastro y anduvo en silencio por los pasillos del castillo, creyó escuchar aún un ruido en el salón. Al llegar vio aún la pira encendida y a un hombre ya entrado en años sentado en un sillón observando el fuego que reconoció al instante.

    -        Lo lamento señor, no sabía que había alguien aquí, no quise molestarle- dijo.

    El hombre no era más que el señor del castillo Sir Rodrerick, a quien otros llaman “el fuerte”. Ahora mismo se encontraba hundido en sofá, agarrando su espada envainada y con un rosario en la otra.

    -        No puedes dormir, yo tampoco – Lo miró un instante – Acompáñame entonces hasta que el sueño quiera alcanzarnos. –

    Garçés se acercó, respetuoso.

    -        Hay algo que te aflige – Dijo – Lo he visto en tu cara esta mañana en los ejercicios – Garçés mantuvo el silencio – ¿Se puede saber qué es? –

    -        La Luz no me responde señor, por más que rece no encuentro solución a mis pesares, ni una ayuda al alma que me permita llevarlos. No he sentido nada. – Se acongojó un poco al confesarlo.

    Tras un breve silencio, el señor contestó.

    -        Y por qué iba la Luz a hacer eso, eso es trabajo tuyo. – Garçés mostró duda en la cara – Cómo dice señor – Rodrerick se incorporó en el sillón, dejando ver la larga barba cana, antaño rojiza, que le llegaba hasta casi la tripa. – Te queda un año para hacer tu juramento hacia mi persona, y aún no sabes lo que es ser caballero. – Hizo una pausa – Es normal, no tanta gente se lo plantea, el año que viene juraré a muchos de los que hoy tengo a  mi cargo, más poco serán más que milites, tropas que han costado 14 años entrenar, algo que parece un caballero, pero que si escarbas un poco te das cuenta de que es solo eso, vacío, algo intrascendente. Aún no sabes lo que digo, pero el camino de la Luz es una lucha contra ti mismo, no todos gozamos de la gracia de la misma forma. Benditos sean los ignorantes, pues su fe en esencia vale como la nuestra, pues los que se platean las preguntas están llamados a pasar un camino difícil.

    -        Qué debo hace entonces – La voz quedaba acongojada – Cómo debo proceder –

    -        La decisión es tuya. Puedes vivir como el resto, fingir que nada de esto ha sucedido y la inercia, el pasar del tiempo simplemente borrará el recuerdo de la duda. O puedes iniciar tu búsqueda de lo que significa ser caballero, vestir el manto blanco y el escudo liso, y volver dentro de un año, a responderme tú mismo –

    A la mañana siguiente con sus armas y un palafrén viejo, cargó la lanza al hombro y salió del castillo con dirección a ninguna parte.

  • Like 1

Compartir este post


Enlace al mensaje
Conéctate para seguir esto  

×
×
  • Crear Nuevo...