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Imperator

La Marcha de los Justos. (Andorhal)

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La Humanidad debe establecer un final para la no-muerte. Si no, ésta establecerá un fin para la humanidad. 

                                                                                                                                                                    -Capitán Leontus Konstantine 

Durante años, se preparó un plan que nunca obtenía el visto bueno de aquellos que lo proponían y meditaban. Caer Darrow había caído en manos de los justos, pero todavía quedaba un objetivo indispensable para la recuperación del oeste del antiguo reino, Andorhal. Fueron los mártires que cayeron en la gran campaña de Scholomance quienes establecieron los pilares de la gran cruzada que estaba por venir. Las tres grandes órdenes habían limado sus asperezas y se unieron bajo un solo estandarte, lanzando una de las mayores ofensivas de la guerra. 

Scholomance cayó, dando paso al florecimiento de la más joven de las tres. El Alba Argenta, creció y se hizo más fuerte, sin embargo, todos obtuvieron frutos de la victoria. Más otra mácula quedaba por tomarse. Fueron los años necesarios de planificación y de recuperación para establecer una punta de lanza contra Andorhal. El Azote se había guarnecido y preparado contra una contraofensiva tras su derrota en Scholomance, cuando las fuerzas de la Tumba de Uther detuvieron su avance contra la retaguardia aliada. Andorhal se reforzó tras esto, y mientras se lamía las heridas, se hizo más fuerte. Ningún ataque podía diezmar sus defensas, y ninguna de las tres órdenes estaba preparada todavía para una ofensiva total de nuevo. 

Pero tras diez años, el Justicar Jared Miller, héroe de Caer Darrow, decidió que la situación no podía seguir así. Fueron numerosas las misivas y mensajeros que se enviaron. Antiguos aliados y hermanos que todavía vivían respondieron y meditaron. El primero en acudir a la llamada del Justicar fue el Gran Templario Thomas, que en el saber de sus últimos días, vería fin a la amenaza del azote en el oeste. Fue con su primer apoyo, que el Alba Argenta de nuevo tomaría las armas junto a la Mano de Plata, y como hermanas, atacarían. 

El segundo fue una de las grandes promesas del Imperio. El Justicar reunión a decenas de Capitanes y oficiales del ejército Imperial, que tan solo ponían dudas y trabas en el plan que se proponía. Nunca ofrecían nada, y pronto se llegó a la conclusión de que no era la lógica lo que movía a estos capitanes, sino el miedo a enfrentarse a lo que Andorhal escondía tras sus muros. Pero de entre toda la cobardía, la Luz dio valor a su tercer elegido para esta ofensiva. El Capitán Leontus Konstantine no había dicho nada hasta ahora, y no se explayó mucho en sus palabras, más fueron suficientes para ser el indicado y al que seguirían otros. Se alzó de la silla y miró fijamente a los ojos del Justicar, el cual vio el fervor y la justicia de la misma energía sagrada a la que había jurado servidumbre. 

" La humanidad debe establecer un final para la no-muerte. Si no, ésta establecerá un fin para la humanidad. Seré yo en la vanguardia de los justos quien dará el primer golpe tras atravesar los muros de tan oscura ciudad" 

Los terceros y no menos importantes, fueron los viejos enanos Pico Tormenta que todavía quedaban desde la ofensiva desde hace diez años. Cuando el Justicar los preguntó, Thróin Picotormenta se plantó delante del humano, que sentenció rápido la situación: "Ningún enano quebrará el juramento que se ha hecho. Humanos y enanos lucharan como hermanos, como antaño lo hicimos y como en el futuro haremos."

La última persona fue la Cruzada Elizabeth. Vega del Amparo tenía otras preocupaciones y frentes a los que acudir. El asedio de Stratholme había sido un duro coste para la Cruzada Escarlata, para también tener que ocupar la guerra contra los Renegados. No querían negar la ayuda, pero no estaban en disposición de ofrecer mucho a la causa en estas horas oscuras. El Justicar no consiguió mucho en sus mensajes a la ciudad, más fue el Gran Templario quien cabalgó en persona hasta allí, donde tuvo una reunión privada con una de las Cruzadas del lugar. 

Al día siguiente, la Cruzada Elizabeth marchó con un batallón de grandes espaderos al lado del Gran Templario. Nadie supo que ocurrió o que hablaron, pero nadie pondría en duda que pese a las diferencias que el sol y la llama pudieran tener, ambos acudieron cuando la Luz los reclamó para la guerra.

Fue tras años de preparación y negociaciones, que el Justicar Jared Miller, al mando de soldados Imperiales, Enanos, Argentas y Escarlatas, marchó hacia las ruinas de Rosgith para iniciar la guerra total contra Andorhal. 

Más fue el Capitán Leontus quien ocupó la vanguardia con el beneplácito de todos. 

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En el año 37 después del Portal Oscuro, en el día 26 del mes décimo primero, las huestes del Justicar Miller atacaron en una ofensiva la antigua ciudad de Rosgith. De números indeterminados a la falta de escribas que pudieran darnos datos contrastados, la fuerza aliada y enemiga eran desconocidas. 

El Capitán Leontus lideró la caballería en un ataque de vanguardia junto los jinetes de oso enanos. La ciudad estaba en ruinas, por lo que muchas de sus defensas estaban inutilizadas. El enemigo abusó de las hordas de zombies para detener la ofensiva de la caballería, para luego, aprovechar tropas más diestras en retaguardia y acabar con ellos. 

El enemigo no contó con que los jinetes de oso lanzaron una salva de disparos antes de cargar, limpiando una parte de la marea y provocando que el plan del enemigo no surtiera tanto efecto. Los jinetes de Oso destrozaron la vanguardia enemiga, para luego ser apoyados por la caballería liderada por Leontus. Tras la sangrienta primera escaramuza, la caballería dio toque a retirada una vez la infantería estuvo lo suficientemente cerca. El Justicar batió al enemigo y lo obligó a retirarse a lo que antaño fue las puertas principales. 

El enemigo ya movilizaba todo su grueso cuando las alarmas sonaron de nuevo. En el viejo río, desde Caer Darrow, las barcazas aprovecharon la noche y la distracción de las fuerzas del Justicar para que la vanguardia Argenta pudiera tomar la costa y atacar la retaguardia con el apoyo auxiliar Escarlata. La Cruzada Elizabeth lideró la vanguardia Argenta junto con sus espaderos Escarlatas, apoyados en la retaguardia por el Gran Templario Thomas. 

El enemigo, superado en dos frentes y faltos de un líder capaz, sucumbió al caos. Las fuerzas aliadas entraron en la ciudad, no dejando piedad para los muertos ni para los vivos que pudieran alzarlos o liderarlos. Tristan Zangreb reunió un grupo de valerosos y aprovecho la batalla para intentar tomar el puente que conectaba con Andorhal lo más rápido posible y asegurar que el ejército, una vez reunido, pudiera atacar la ciudad mientras estuviera "dormida". 

Sin embargo, no todo sería tan fácil. Todavía en la madrugada del día 26, las ruinas de Rosgith fueron tomadas y el enemigo, pasado por la espada. Más la oscura ciudad de Andorhal se despertó antes de que la ofensiva pudiera reagruparse. Los testigos cuentan que la ciudad comenzó a brillar con un fulgor verde que iluminó la noche por completo, para luego proceder a lanzar rayos contra la ciudad desde sus zigurats. 

Las gárgolas comenzaron a tomar el vuelo, atacando desde el aire a los incautos ya fuera con sus garras o sus rayos oscuros. Las abominaciones salieron desde las puertas de Andorhal y atacaron desde el puente en una horda furiosa, seguidos por guerreros esqueletos, necrófagos y otras criaturas indescriptibles. 

El grueso del ejército aliado se vio superado de forma repentina, y como medida desesperada, el oficial del ejército Tristán Zangreb, se movilizó con un escuadrón y consiguió destruir el puente principal con ayuda de un grupo de montaraces enanos y las reservas de pólvora. Las ruinas de Rosgith fueron aseguradas de nuevo, pero la ofensiva hacia Andorhal fue detenida debido a las bajas y a la imposibilidad de acceder a la ciudad de forma directa. 

En el día 28 del año 37, los mensajeros partieron de Rosgith. La campaña por Andorhal había comenzado. Muchos nobles menores vieron la oportunidad de alcanzar gloria en esta campaña, por lo que contrataron mercenarios aquellos que se lo podían permitir o reunieron pequeñas huestes para ir hacia la ciudad.  Se dice que muchos se perdieron por el camino o se quedaron guerreando en las zonas circundantes de Trabalomas, mientras que otros pocos sufrieron motines en mitad del camino o sucumbieron en las penurias de las tierras muertas antes de llegar. 

Andorhal permanecería de nuevo dormida, a la espera. 

Editado por Imperator
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