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Tercio

Hernán Saavedra

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  • Descripción Física

    Un hombre de mediana estatura, andar recto. Tiene el pelo ceniciento y los ojos verdes. Su cara es seria, de rasgos afilados. Presenta alguna cicatriz en la cara. Lleva la barba bien recortada con un bigote cuidado. Pelo corto. Se le ve un hombre entrenado aunque no excesivamente fuerte.

  • Descripción Psíquica

    Un hombre curioso, habido de conocimiento, leído en diversos temas. Es simpático y vivo, intenta no tener vicios, aunque le puede algo la avaricia.

  • Ficha Rápida
    No (600 palabras mínimo)
  • Historia

    Apunte de diario, día 1º de nuestra expedición.

    Hemos cargado todos los materiales en los bueyes; provisiones, armas, tiendas de campaña, mapas… Todo está listo para partir a las selvas de Tuercespina este mismo día. He estado limpiando los rifles a conciencia, casi obsesivamente. El capitán ha dado todo por correcto y las 50 almas partiremos al unísono. Quizás me hacen falta otro par de botas.

    Apunte de diario, día 5º de nuestra expedición

    El viaje ha transcurrido sin más incidentes que la rueda de un carro roto al paso del río al entrar a Páramos de Poniente. Estuvimos ahí unas cuantas horas parados. He encontrado en la expedición varios personajes pintorescos. Un simpático estudioso llamado Tomás, he compartido con él algunas conversaciones de diversa índole, un hombre bien formado en filosofía y otras ciencias como la astronomía y la alquimia. Hay una guardia de bonitos cabellos, llamada Diana. Me rechazó con mucha delicadeza.

    Apunte de diario, día 14º de nuestra expedición

    Lewis el cocinero ha muerto. No asaltaron unos bandidos a mitad de camino, antes del cruce de las montañas. Fue fulminante y no le fue doloroso. Lo enterramos a un lado del camino.

    Apunte de diario, día 23º de nuestra expedición.

    El cruce por las montañas está siendo más complejo de lo que parecía, la búsqueda de una ruta directa a Tuercespina fuera de los pasos tradicionales se ha saldado con la cuenta de otros tantos despeñados junto a un carro donde iba gran parte de nuestra ropa de recambio.

    Apunte de diario, día 30º de nuestra expedición.

    Hemos entrado a la jungla. El golpe de humedad ha sido terrible. Tomás me explicaba los diferentes tipos de plantas, de las que iba recogiendo. Para él esto es como un cambo botánico, tiene de todo. Las noches son apabullantes, el sonido de los cientos de animales que viven en la nocturnidad no te deja pegar ojo. Lo peor son los mósquitos, enormes, amanecemos con los cuerpos llenos de picaduras. Tengo la sensación de que nos vigilan. Debemos darnos prisa para llegar a la ruina troll, de donde volveremos todos ricos.

    Apunte de diario, día 50º y largos de la expedición.

    Diana ha muerto. Una serpiente se cobró su parte al caer de un árbol. La enterramos profundo, con los cabellos atados para que no la sacaran las alimañas. No creo que lo vayamos a conseguir pero intentarlo es al menos un consuelo. Tomás farfulla por lo bajo, esta muerte le ha afectado más de lo que se admite a reconocer, para mi viene siendo en estos dos meses ya casi un habitual. Hemos recibido algunos ataques de los trolls nativos, que se intensifican conforme avanzamos hacia la ruina.

    Apunte de diario, día alrededor del 70

    La espesura de la selva se ha vuelto tal que soy incapaz de discernir cuando pasan los días. Empiezo a contarlos a través del sueño, que cada vez es menos habitual por lo que los días son más largos. La lluvia torrencial ha vuelto un lodazal el terreno por lo que hemos tenido que abandonar los carros y cargar con lo que pudimos a la espalda. Quedamos alrededor de 20 almas. Empiezo a vislumbrar una gran cantidad de escombros. Debemos estar cerca de las ruinas.

    Apunte de diario, vuelta a casa.

    Escribo ya esto como último apunte, dispuesto a presentar el informe que verán nuestros promotores como único superviviente. La llegada a las ruinas Gurubasi fue un auténtico infierno. Las vimos abriendo un claro, imponentes y vacías. Acampamos esa noche a los límites de la linde. Tomás desapareció esa misma noche, decían que lo habían visto avanzar solo en la penumbra hacia las ruinas. Nunca más vimos el cuerpo, por lo que supongo que ha murió esa misma noche. Su locura se había acrecentado, nombrando a dioses que le hablaban en sueños. A la mañana avanzamos sobre la pirámide…

    Hernán levantó la pluma un momento del relato y apoyó la espalda contra la silla, mirando el techo de su habitación en una posada de Ventormenta ¿Debería escribir lo que de verdad pasó o una mentira? Mojó en la tinta reiteradas ocasiones, con un escalofrío, disponiéndose a acabar el escrito.

    … Nos adentramos en sus numerosas catacumbas, todo parecía saqueado, no había nada de valor. Si lo había no nos dio tiempo a juzgarlo tampoco, a las pocas horas fuimos atacados por una gran horda de nativos, las flechas abatieron a la mayoría y los que pudimos huir corrimos campo a través a adentrarnos en la jungla. No sé que sería de los otros, por mi parte pude llegar hacia los carros y de ahí huir hasta el puesto más cercano en Bahía del botín, donde cogí un barco a donde me encuentro.

    Tras las recomendaciones pertinentes, Hernán cerró el escrito. De mientras acariciaba con la mano un amuleto de oro, que formaba la cabeza de una serpiente.

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