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Thalgrund

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Mensajes publicados por Thalgrund


  1. Nombre: Jonas Dunn

     

    Ficha Generada
    Atributos
    7 Físico
    7 Destreza
    6 Inteligencia
    6 Espíritu
    7 Percepción

    Valores de combate
    28 Puntos de vida
    24 Mana
    9 Iniciativa
    9 Ataque CC Sutil (Arma Sutil - Sable)
    8 Ataque CC Sutil (Arma Sutil - Daga)
    9 Defensa
     

     

     

    Habilidades
    Físico
    2 Atletismo
    Destreza
    2 Arma Sutil - Sable
    1 Arma Sutil - Daga
    1 Bailar
    1 Escalar
    2 Defensa
    2 Robar bolsillos
    2 Sigilo
    1 Trampas/Cerraduras
    Inteligencia
    Espíritu
    Percepción
    2 Advertir/Notar
    1 Buscar
    2 Callejeo
    1 Disfraz
    2 Etiqueta
    2 Música
    2 Reflejos
    1 Rumores

     

    Escuelas/Especializaciones

     

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    Nombre del Personaje
    Jonas Dunn

    Raza
    Humano

    Sexo
    Hombre

    Edad
    33

    Altura
    1,82m

    Peso
    78kg

    Lugar de Nacimiento
    Ventormenta

    Ocupación
    Bardo - Vendedor de información - Truhán

    Joe – o al menos así se presenta-, o Jonas, es un hombre de mediana edad, de estatura media, complexión atlética y fibrada. La vida del trotamundos – y en ocasiones buscaproblemas o bardo, como prefieras considerarlo– le ha dejado alguna que otra marca en su cuerpo, bien una cicatriz, bien ojeras por la falta de sueño, etc.  El paso de los años, sumado a algún golpe de suerte, le permite ahora vestirse con mejores ropas – o al menos más vistosas para su oficio -. Pelo arreglado a la par que una barba arreglada, de una manera un tanto exagerada y con demasiado garbo incluso, a juego con sus ropas que, sin duda alguna, denota a leguas que son de segunda o tercera mano.

    Descripción Psíquica

    De tono grave, pero carismático y elegante a su manera. Por muy desaliñadas que puedan ser las prendas que viste, ‘Joe’, es un bardo que ha sabido actuar allá por donde ha ido, incluso codeándose con algunos mercaderes de buena reputación. Eso se refleja en su forma de ser: charlatán, vendeburras, bocazas y en ocasiones, irritante. Conoce lo complicada que puede ser la vida del bardo, con todo lo que eso implica, y a pesar de su forma de ser, agradece siempre una cama y una buena comida. Observador, atento e ingenioso cuando se requiere, algo que cuenta con los dedos de una mano – no suele requerirse esa situación a menudo-.

     

    * * *

    El anochecer del bardo

    El bardo se despertó sobresaltado, respirando incluso de manera agitada. Su pecho se hinchaba y se deshinchaba agitadamente mientras llevaba su mano derecha hacia su rostro, limpiándose después con el dorso de esta las gotas de sudor de su rostro.

    Su mirada recorrió la habitación de la posada que el tabernero le había cedido por aquella noche. Las canciones habían sido del gusto de este, así como de todos aquellos que aquella noche, habían decidido dejarse caer por ‘El Corcel Malparido’:

    - ¡Lanza al bardo moneeedas...! – canturreaban al unísono un par de borrachos que, posteriormente a la actuación, le habían invitado a un par de jarras de cerveza.

    Jonas intentó sosegarse, intentando relajar su respiración mientras su mirada, se adaptaba a la oscuridad de la habitación. Era aún de noche, bien entrada la madrugada, y no había sido capaz de dormir apenas un par de horas. El bardo no se movió aun de la cama, echando la cabeza ligeramente hacia atrás. Por el rabillo del ojo, observó el otro lado de la cama. No había nadie, más que su sombra y la tenue luz de la luna que entraba por los cristales de la ventana.

    - Quién me mandaría… - murmuraba, negando varias veces inmerso en sus propios pensamientos, hasta que finalmente, se levantó de la cama. Sus pasos, lentos y aletargados tocaban desnudos la fría madera, emitiendo un ligero quejido ante la falta de sueño. - … debería de haberle tirado los trastos a aquella comerciante, a lo mejor hubiera tenido un mejor… - emitió un gruñido, pero luego negó varias veces para sí mismo.

    Una promesa, era una promesa, y desde luego, no tenía intención de romperla. Los hombres por amor pueden llegar a hacer locuras, y este, por muy truhán y bocazas que fuera, pensaba cumplirla.

    El bardo se apoyó en el marco de la ventana, emitiendo un ligero bostezo, mientras su mirada recorría las calles, a estas horas silenciosas y sin ningún alma que las transitara. Sin embargo, un movimiento en la noche le hizo enarcar ligeramente una ceja. Un par de figuras se movieron hacia la taberna, una encapuchada, y otra, a la cual se le hizo reconocer:

    - No me jodas… - frunció ligeramente el ceño, maldiciendo en voz baja. A un paso ligero, avanzó hacia su cama, se inclinó y tomó un cuchillo de entre sus pertenencias.

    La vida de un bardo es simple, según lo simple que quiera hacerla uno en cuestión. El negocio está claro: cantas a cambio de comida, monedas y techo. Cuando decides enriquecerte, a costa de otros, es cuando empiezas a vender información o chismorreos que, en ocasiones, pueden resultar problemáticos para según que personas. Este último era del que intentaba escapar.

    Jonas avanzó hacia la puerta sigilosamente, situándose tras ella. Contuvo la respiración, mientras alguien al otro lado, tras unos minutos, comenzaba a intentar forzarla.

    Las ideas que rondaron la cabeza del bardo eran volátiles y sin duda, comenzaba a hilar según que cosas. Tal vez el tabernero estaba compinchado, tal vez…

    La puerta se abre, la adrenalina se dispara y una vez entra una sombra. La sombra entra, rápidamente al ver la cama vacía. En ese momento, el bardo cargó rápidamente hacia delante, derribando a la sombra contra el suelo. Jonas llevó su mano izquierda hacia la boca de este, silenciándolo, y su mano derecha alzó el cuchillo, en gesto amenazador.

    La figura, sorprendida, emitió un alarido, silenciado:


    - Vamos a hacer lo siguiente, contestarás asintiendo o negando. Si mientes, te clavo el cuchillo, ¿estamos? – el tipo, asintió, alguien enclenque y que, sin duda, todo le había pillado de sopetón. - ¿Te envía Roy? – niega - ¿Tristán? – vuelve a negar - ¿Clinton? – asintió.

    Clinton era un comerciante quien debía gran parte de su fortuna al poder que otorga en ocasiones la información. Si conoces los movimientos de los competidores de manera directa, puedes hacer una gran fortuna:

    - ¿Estás solo? – asintió, ante lo cual, Jonas clavó el cuchillo a escasos centímetros de su cara, golpeando el suelo. El bardo hablaba rápido, conocedor de que en cualquier momento podía aparecer el compañero. – No mientas, te he visto con alguien más. ¿Estás solo? – esta vez, negó. - ¿Está esperando abajo? ¿El tabernero está al tanto? – asintió dos veces.

    Jonas emitió un gruñido, tendría que buscar un plan B. Miró nuevamente al tipo, y emitió un resoplido:

    - Esto te va a doler más a ti que a mi – dicho esto, le arreó un fuerte golpe con el mango del cuchillo, el cual lo dejó aturdido. Tras un segundo golpe, el matón quedó K.O

    El bardo emitió un gruñido, mientras volvía a cerrar la puerta rápidamente, incluso colocando una silla a modo de bloqueo por lo que pudiera pasar. Las opciones estaban contadas. La ventana, descolgarse y largarse de allí. El bardo tomó nuevamente sus cosas, se vistió y se calzó, abriendo a posteriori la ventana.

    Se asomó, comprobando la distancia hacia el suelo. No había mucha pero más valía hacerlo bien. Un golpe sacudió la puerta: el compañero.

    - A la mierda… - murmuró.

    La caída desde la habitación fue un tanto aparatosa. Emitió un ligero gruñido, retorciéndose algo torpemente en el suelo mientras se incorporaba. Dolorido, y con algo de cojera, echó a correr como medianamente pudo.

    Las calles volvían a ser sus aliadas, y el insomnio, su mejor amigo. Tenía que salir de allí, incluso de la misma ciudad de Ventormenta. Debía dejar atrás las deudas de una vez por todas y los trabajos fáciles que, en aquella ocasión, le habían metido en un buen lío.

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  3. Atributos
    6 Físico
    7 Destreza
    6 Inteligencia
    7 Percepción

    Valores de combate
    24 Puntos de vida
    18 Mana
    8 Iniciativa
    8 Ataque a Distancia (Arma Rango)
    8 Ataque CC Sutil (Arma Sutil)
    8 Defensa

     

     

    Habilidades

    Físico
    1 Atletismo
    Destreza
    1 Arma Rango
    1 Arma Sutil
    1 Escalar
    1 Defensa
    1 Nadar
    2 Robar bolsillos
    2 Sigilo
    1 Trampas/Cerraduras
    Inteligencia
    1 Supervivencia
    Percepción
    1 Advertir/Notar
    2 Bailar
    1 Buscar
    1 Callejeo
    1 Disfraz
    2 Música
    1 Reflejos
    1 Rumores

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  4. cba70107f2a2b827ed3b74e4950acecd.jpg?wid

     

    Nombre del Personaje
    Jonas 'Jon' Van Jacen

    Raza
    Humano

    Sexo
    Hombre

    Edad
    29

    Altura1,79

    Peso
    67 kg

    Lugar de Nacimiento
    Ventormenta

    Ocupación
    Bardo, trotamundos, charlatán, tahúr, don juan

    Descripción Física

    Jon es un hombre de mediana edad, de estatura media, de complexión atlética y fibrada. La vida del trotamundos – y en ocasiones buscaproblemas o bardo, como prefieras considerarlo– le ha dejado alguna que otra marca en su cuerpo, bien una cicatriz, bien ojeras por la falta de sueño, etc.  Pelo algo alborotado, poco arreglado en comparación con su barba, la cual a pesar de ser desaliñada y en ciertos aspectos, extravagantes, trata de mantener bien perfilada.

    Descripción Psíquica

    Su voz es grave, aunque carismática a su manera y su porte, por muy desaliñado que parezca en ocasiones, le confiere un cierto atractivo que le ayuda a la hora de conseguirse unas cuantas monedas en sus actuaciones.  Parlanchin, bocazas ocasional y bravucón en otras tantas. La vida ha sido dura con él y le ha convertido en alguien con recursos y que sabe donde poner la oreja para, ante todo, buscarse las castañas. Observador, atento, entrañable a su manera e ingenioso para al menos a lo que su oficio respecta.

    * * *

    Un dia en la vida de un bardo

     

    ¡Venid y reuniros alrededor, bastardos, y alzad una jarra para acompañar este cántico! ¡Él llegó para liberar los fuegos del infierno y correr de montaña a montaña…!

     

    * * *

     

    Cuando Jon abrió los ojos con los primeros rayos del alba, su mano derecha se deslizó hasta sus ojos, los cuales frotó con poco ánimo. Cuando se incorporó lentamente, su dolorida espalda de dormir en aquella tienda de campaña de aquellos mercenarios se quejó. Su mirada, cansada, rebuscó su ropa por la tienda de campaña mientras a su lado, yacía la mercenaria de la otra noche. Jon emitió un ligero gruñido, rehuyendo con su mirada la presencia de la mercenaria.

     

    -          Demonios, si su brazo es más grande que mi cabeza… - murmuró

     

    Jon se vistió, aprovechando que su compañía estaba dormida. Cogió su instrumento, su espada y suspiró mientras salía de la tienda de campaña. ¿Cómo había terminado en aquel lugar repleto de mercenarios y gente de dudosa reputación? Bueno, una noche de trabajo en una taberna podía acarrear esas consecuencias, así como el exceso de alcohol. Si a eso le sumas que la comida no era precisamente abundante – al igual que bolsillo, que no era muy abultado – pues rápidamente, uno se emborracha.

     

    Entre gritos, berridos y canciones que en las voces de aquellos mercenarios sonaban muy mal, menos en la suya – o al menos eso pensaba él – terminó en su campamento base. Compartieron alcohol, monedas y comida con él mientras la juerga se extendía a largas horas de la noche. El bardo no tenía muchos recuerdos de ciertos momentos de la noche, pero desde luego, había resultado…

     

    -          ¿Ya has despertado, Jon? – inquirió uno de los mercenarios, quién parecía ser uno de los mandamases. Jon asintió, mientras aun intentaba recomponer su dolorida espalda. – Veo que Hilda te ha apañado la noche, ¿eh, golfo? Mejor que no se entere Stewart o a lo mejor te pega una paliza. En un par de horas pondremos rumbo a Ventormenta.

     

    Jon asintió lentamente, acercándose al corpulento mercenario que, bajo su tuerta mirada, observaba como el bardo tomaba asiento frente a la hoguera.

     

    -          Podrías quedarte con nosotros, ¿sabes? Alguien que nos anime las noches siempre va bien… - comentó él mientras llevaba un trozo de pan a su boca.

     

    -          Gracias por el ofrecimiento mi grandullón amigo, pero nunca he sido de estar en un sitio fijo. ¡Soy un alma libre, soy un…! – respondió Jon, algo jocoso, aunque el grandullón hizo un gesto con la mano para que omitiera su habitual monserga. – Ya me entiendes, compañero. Me he criado en las tabernas y en las calles, no soy alguien hecho para una ‘troupe’ de mercenarios.

     

    El mercenario se encogió de hombros. Jon lo prefería así. Nunca había estado en un lugar fijo, le inquietaba, no le dejaba incluso dormir. Le era más sencillo estar en un sitio un día y luego terminar en otro sitio otro día. Comida, refugio y bebida, eran sus tres condiciones para actuar en un lugar, y si se sacaba alguna moneda extra, bienvenida era. La juventud le había enseñado eso. Huérfano, desamparado, ¿qué sería de él cuando fuera mayor de edad y le tiraran del orfanato? ¿La vida del soldado? Demasiado estricta y aburrida para él. ¿Una vida de estudioso? Odiaba los libros, él opinaba que era mejor educarse en la ‘Escuela de la vida’. Invertía el tiempo en tocar un viejo laud

     

    Jon se acomodó en su sitio, mientras el mercenario le ofrecía un plato con algo de cecina y pan. Si, aquello le gustaba más.

     

    -          Lo que tú digas, jodido charlatán, pero eres de los pocos bardos que he visto llevar colgado además de su instrumento un arma. – inquirió el mercenario, quien, a pesar de estar tuerto, no se le escapaba ni una.

     

    Jon emitió una carcajada seca, negando varias veces. Le dedicó una mirada simple y llanamente a aquel tipo, dando a entender demasiadas cosas. La escuela de la vida era un lugar peligroso, a fin de cuentas. Espabiló rápidamente cuando le tiraron del orfanato. De vez en cuando robaba para sobrevivir, otras tantas se ganaba algunas monedas haciendo algún trabajo esporádico en el campo. Las calles, el mundo, era su hogar. Las noches en las calles al no tener ni una pieza de cobre no tenía donde reposar, ni siquiera donde caerse muerto, y en ocasiones, tener un puñal o una espada, podía marcar la diferencia entre ser asaltado o que alguien decidiera mantener las distancias. En un principio, él no sabía usar esas armas, era un mero elemento disuasorio para aquellos que tuvieran las intenciones de asaltare. Pero a veces, el elemento disuasorio no funcionaba. Una vez, resultó herido y otra vez, fue el asaltante quien resultó herido.

     

    -          Es una manera de decir a los asaltantes o ladrones que se lo piensen dos veces, ¿sabes? – explicó brevemente Jon. – Muchos de mi gremio optan, bueno, más bien intentan… - clarificó Jon - … actuar en grandes salones donde el vino y la buena comida desfilan, mientras que bellas doncellas y ricas damas te comen con su mirada. Esos, querido amigo mío, son los bardos que viven bien. Otros, en cambio, cuyo talento aún no ha sido descubierto, tenemos que conformarnos con las tabernas y allí donde nos dan techo, comida, y una buena bebida. – añadió Jon. – Y creedme, tampoco es mala vida en mi opinión.

     

    El mercenario soltó una carcajada hasta que le hizo un gesto. Bien se lo creyera, bien no, tampoco era una situación que le incumbiera. El grandullón se levantó y le arrojó una bolsita con unas cuantas monedas:

     

    -          Por tus servicios, considéralo una propina de los chicos. Partiremos en breve así que arregla lo que tengas que arreglar con Hilda. La oferta seguirá en pie hasta que lleguemos a Villadorada, después, tú por tu lado y nosotros por el nuestro – sentenció él.

     

    Jon bufó, mientras con su mano izquierda cogía la bolsa al aire. La pesó varias veces con su mano. No estaba muy abultada, pero por lo menos para unas cuantas comidas y bebidas tendría, tal vez con suerte alguna cama en una posada de mala muerte. A fin de cuentas, así era su vida, la vida de un bardo trotamundos forjada en las calles y las tabernas de variopintos lugares.

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  5. ¡Poj eso!

    ¡Hola a tod@s! El señor Prototaip me vendió la moto sobre este sitio y yo como me fio de él a pesar de las largas noches de flameo sobre videojuegos etc pues me he decidido a probar estos lares. Aún no tengo claro que seré ni nah de nah, ¡pero bueno! Hora de aventuras, como se dice.

    ¡Nos vamos viendo! :)

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