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    La madera se curva con familiar nostalgia ante mis ojos cuando intento conciliar el sueño, y me confunde. Desorientado busco un atisbo de realidad que me diga que ya he caído presa de ese anhelo onírico, pero no es así. No es mi humor el que se ve variado, ni me levanta el pulso poder mantener una larga charla en Thalassiano, tampoco me exalta ver tantos de los míos fuera de los suburbios de una pestilente población humana. Sin embargo, me perturba a un nivel más profundo, que lacera mis adentros y me complace al mismo tiempo. Volveré a abandonarme a los murmullos de los durmientes, que respiran tranquilos por toda la estancia, a la brisa cada vez más cálida que anuncia la estación del sol. Quizás logre dormirme. Todos mis deseos Danzan vesanos Vigila y ensueño T.B'O ~ Junio Me he despertado descansado, cuando el sol, ya en su zenit, había ayuntado al resto de sus camastros. He dedicado algo de tiempo a hacerme al lugar, he paseado por Quel’danil y trazado sus formas en mi memoria. Por la tarde me disponía a salir por las inmediaciones más cercanas cuando Odriel y un pequeño sequito me han dado la bienvenida en el salón general que ocupo con ellos. Había un muchacho que aún no ha dejado la niñez atrás del todo. Se ha cubierto el rostro con presteza, no sé si por timidez, o en busca de ocultar las redondeces infantiles que aun poseen sus facciones. Si era esa su razón, el gesto fue vano, es aún muy bajo para que pueda pasar por un adulto, pesé a que la presencia de Thamireen lo disimule. Responde al nombre de Auric. Una joven rubia y de carácter más extrovertido era la última integrante del grupo. Se llama Alyra, y a lo largo de nuestro encuentro le he podido observar un carácter risueño y considerado. Tenían la intención de buscar pistas sobre la bestia que ronda el lugar. Como no planeaban enfrentarla, me he ofrecido a acompañarlos. Ha sido una necedad por mi parte. Demasiado agotados por la travesía en la foresta hemos sido asaltados por la inmensa bestia cuando tomábamos un descanso, imprudentes, al salir del abrigo de los arboles para refrescarnos en un lago. El ave era inmensa, más que la mayoría de la vegetación circundante. Sus plumas brillaban bermejas, intercalándose con otras tan negras como el carbón, o sus afilados pico y garras. Emitía un graznido furibundo, y corría a una velocidad vertiginosa. Parecía sacado de una oda de cazadores de bestias magnas de esas que gustan tanto a los niños enanos. La magia de Odriel nos ha salvado, en especial a mí y al más jovato, de nuestras torpezas y de la criatura. El muchacho no ha quedado impune, y he procedido a tratarlo al llegar a la avanzada. También tuve anoche la ventura de compartir un rato con la joven hechicera. Me ayudó con unas pociones de sanación, útil que empezaré a fabricar con más asiduidad dadas las circunstancias. Tiene una gran pasión por la magia, y habla con un entusiasmo contagioso de aquellas vertientes que la encandilan, sin embargo, también posee una falta de confianza que corta sus discursos o la hace tenerse en menos con regularidad. Pese a la torpeza que proclama con el cuerpo, y que poseer a ratos con las palabras, también brilla una inteligencia que no he visto mucho en aquellos que han vivido en el encierro. Se ruboriza con suma facilidad. ¿No está hecha a tanta atención o he perdido mano con los míos? El tiempo me ayudará a dilucidarlo. Con tétricos graznidos Cruje la foresta El pánico se extiende T.B'O ~ Julio He pasado el día haciendo memoria, añadiendo a mi herbolario aquellas plantas regionales cuya existencia aún recuerdo. He aprovechado para consultar a los locales aquellos detalles que había olvidado de las mismas para no dejar huecos. Así ha pasado rápido el día hasta media tarde. Antes de perder la compañía del sol he vuelto a pasear por el lugar. Me dijeron varias veces que planean hacer un huerto. Quizás pueda solicitar un pequeño espacio para plantar hierbas. Las plantas son, probablemente, una de las pocas cosas en las que podré ayudar. Mis viajes son una fuente de conocimiento variado, de curiosidades para las tabernas que ahora se presentan con un brillo nuevo de utilidad. Las formas que formaban parte de mi sistema de retos y acertijos, son ahora respuestas. El jabón madura en la amplia barandilla a la que da mi camastro, ya ha endurecido casi por completo, y le he dado las vueltas pertinentes. En un par de días estará listo para venderse, aunque no me siento con urgencia alguna de abandonar la avanzada, Pico Nidal esta lo suficiente cerca como para un trayecto corto, y hay varias villas por toda la región. Más allá de eso haré caso a mi anfitrión y descansare un tiempo. Mi cuerpo está cansado de los viajes, y aun resentido de las desventuras de la pasada tarde. Recordé anoche, y casi por casualidad, sobre los astros que nos abrigan. Aunque no soy hechicero, y no puedo aprovecharme de la ventura y la magia que contienen esas formaciones únicas, recuerdo a los míos invocando el nombre de Belore entre canticos, celebrando la llegada de días más largos. ¿Cuántos años hace que no toco esas melodías? Más de los que me gustaría. La pequeña hechicera me advirtió de no tocar el pasado delante del resto. Lo comprendo y lo entiendo, aunque mi cuerpo pena por el día en el que podamos volver a recordar nuestra cultura sin rompernos por dentro. Quizás recuperar pedazos de nuestros ritos nos ayude a sanar. Faro del alma Entre bruma y tormento Belore guía T.B'O ~ Julio Los sueños inquietos se han hecho con mi descanso tras la primera noche, y no parecen dispuestos a abandonarme pronto. Pese a ello, no he perdido la energía que me embarga al despertarme entre el arrullo de mi propia lengua. No soy un ser ocioso. La tranquilidad que me proporciona este lugar barre el apuro por conseguirme sustento, y deja un gran margen de horas libres de las que puedo disponer como me plazca, aunque, honestamente, no es que precisara de dedicar demasiado tiempo a mi supervivencia antes de llegar a la avanzada. La mañana ha transcurrido mientras tocaba al abrigo del porche. La presencia de los míos me ha acompañado hasta la media tarde. He compartido con Odriel mis inquietudes sobre el festival solar, y se ha mostrado dispuesto y acorde a interceder con el resto de la avanzada para intentar celebrarlo, aunque sea con parquedad. Además de consentir en ese proyecto, me ha contado sobre sus propios recuerdos al respecto. Buscando tomarle el pelo sin malicia le he llamado la atención sobre su aprendiza y hecho un par de insinuaciones para ver si, al igual que el resto de muchachos que he conocido en este lugar, era de rubor fácil. En vez de eso se ha confesado un pésimo bailarín, y ha accedido a mi oferta de remediarlo pidiendo mi secretismo. Tengo mis sospechas de los motivos. El resto de la tarde ha sido apacible. Pese a la falta de intimidad del lugar, agradezco la oportunidad de asearme con regularidad y de vestir algo más que mis ropas de viaje. Thamireen ha sido mi compañera esta noche. He buscado en ella la disposición de su ayuda para la cocina en el festival. Siendo el Alto reino un tema delicado, hemos salido a dar una vuelta mientras hablábamos de nuestros recuerdos. Ha mostrado una compasión que le imaginaba, y una delicadeza al no marcar con ostentación cuando se percató de mi melancolía que me resulta agradablemente extraña. Quizás porque llevo mucho tiempo entre otras gentes me he deshabituado a las sutilezas de los míos. La facilidad con la que se ruboriza me divierte, y me encuentro tentando su vergüenza con asiduidad. Aunque mis palabras son honestas, también me motiva ese pequeño juego de verla azorarse ante un cumplido que no se espera. Se esconde el niño De tímido azul Tras la dama blanca T.B'O ~ Julio El tiempo me falta y me sobra a partes iguales. Desde el encuentro con la bestia del bosque el sueño me rehúye, y cuando por fin lo alcanzo, solo logro un vaivén errático. Mi memoria se desordena a medida que pasan los días y los sucesos cambian posiciones en mi cabeza. Me obligo a ordenarlos por la luz o por detalles. Haber rehuido a escribir durante lo que juraría que han sido por lo menos dos jornadas no me ha ayudado. He aquí lo que retengo. He visitado la huerta, más de una vez, en compañía de Alyra, quien no solo es artífice de esta, también una cuidadora dedicada. Hablar con ella es ameno, tiene una sonrisa fácil y el atrevimiento de aquella clase que no se entierra ineludiblemente la inocencia. Su juguetonería ha sido capaz de tocar a Odriel esta última mañana, y por un momento no he visto esa seriedad de su autoimpuesta carga, solo dos muchachos jugando. Un sentimiento de hermandad que entibiece el alma. ¿Era la nostalgia que siento al mirarles lo me trajo? No lo descarto. Asumo, sin embargo, que era por la carencia de esa felicidad tan sencilla y tan nuestra que jamás me sentí bien entre los campamentos de refugiados. Loresh es un joven cuyo cabello hace de prologo sobre sus artes. Un piromántico que parece resonar con su propio elemento. ¿Hay seriedad en su cortejo? Lo observaré encantado en los días venideros. Alyra tiene un modo curioso de imponerle prendas. Cuando contemplo la forma en la que giran el uno alrededor del otro me pregunto hasta qué punto intentan, hasta donde se buscan o marean, aunque no se percaten de ello. A lo largo de las horas he tenido publico diverso, y no me he arrepentido de compartir una nota con ninguno de ellos. Aunque esperaba más reticencia, solo toco canciones del alto reino. Mis manos no se cansan de ello. La práctica y compañía que les comparto me dan aliento. Guardo en mi mente los recuerdos más bellos. Melodías que no se olvidarán mientras viva, y que anhelo ser capaz de compartir. Quizás cuando mis dedos alcancen sin lucha las notas, y la fluidez sea el tuétano de mis huesos, seré capaz de llenar el aire con las canciones llenas de color y sentimiento de las que una vez fui compañero en vez de admirador. He logrado reunir fragmentos de recuerdos diversos que no me pertenecen. Y llevo, desde entonces, ideando como entretejerlos. Odriel ha conseguido el permiso, y solo faltará escoger la fecha, pues no disponemos de recursos para celebrar el festival entero. Nos podemos permitir un día, quizás dos, aunque no lo hemos hablado claramente, presiento que nos entendemos en ese aspecto. Para el desfile de los carros, un paseo de flores que transplantare en las próximas jornadas. Para los adornos, guirnaldas con la flora que nos rodea. En vez de faroles, velas en las orillas. Debo conseguir para los postres algo de canela, y si la suerte acompaña, el festín será la lechubestia. Tengo las pinturas, y traigo conmigo la música, Loresh usará sus embrujos para liberarme de esa responsabilidad a ratos, y quizá logre otro trovador con el que pueda turnarme. Los parpados me pesan. ¿Habrá piedad para mí? Buscando lloro Me ahogo en seco Esquivo sueño T.B'O ~ Julio Cuando he abierto los ojos el sol aún no se había ocultado por completo. Estas pocas horas de sueño me han dado una poca claridad que atesoro. Mañana iré a Pico Nidal a buscar un remedio para mi problema, aunque tenga que relegar en las hierbas. También procuraré conseguir alguna receta con la que ayudar a los hechiceros, primera defensa entre la bestia del bosque y mi integridad. Aunque planeo prepararles pociones de salud sobradas para que puedan enfrentar a la criatura con menor problema, algo que fortalezca su magia, o restaure el maná que les cuesta sería una buena incorporación a mi exageradamente acotado recetario de alquimia. Mientras espero con ansia que pasen mis desvelos, buscare donde tocar sin importunar a aquellos que se acuestan mientras yo abandono el lecho. Con una fuerza que estremece Te deseo Y escapas entre mis dedos T.B'O ~ Julio El cuello me duele como si me hubieran atizado con una vara toda la noche, culpa mía por dejarme desfallecer en la glorieta que bordea el lago. Los sueños se han mostrado misericordiosos, aunque breves, pues reinaban ya las lunas en el cielo en mi último recuerdo, y el brillo morado del amanecer más temprano ha sido lo primero que he captado cuando he escapado del letargo que me tenía preso. He viajado con Odriel a Pico Nidal. El precisaba de unas tintas, yo de hierbas, remedios, y con suerte recetas. Solo él ha podido cumplir sus metas. No es sencillo encontrar quien merque enseres de botica, que no sean una estafa y que se hallen a un buen precio. Quizás de no haber encontrado a su viejo amigo habría seguido mirando, pero el tiempo no me apremia, aunque sienta la punzada desesperante que ansía un descanso largo y fructífero, azuzarme avidez. Es un enano llamado Bodvar, rucio, cuya familia comparte sangre y juramentos con los lugareños aun y no ser uno de ellos. La pasión bulle en él, así como el ansia de un sueño profético que le guía a su destino. Odriel no se ha mostrado convencido, pero si acostumbrado al apasionado y peculiar trato con él, y como si fuera un niño lo ha guiado a nuestro beneficio para que ayude a acabar con la bestia que nos acecha. Mejor que cualquier hierba sería acabar pronto con el ave, para seguridad de todos y mis desvelos. A la vuelta aun había sol, y por ello me he dedicado a los preparativos de la festividad. Recuperar canciones, y danzas. La pierna se queja si me fuerzo demasiado, pero me permite movimientos más libres que hace unos meses. Con una lentitud exasperante recupero los talentos que me han costado una vida ganar, y que se fueron en una sola noche, como cenizas en el aire. Intoxicantes con su recuerdo que impide ignorar que una vez fueron, pero sin poder reunirlas todas en algo compacto. Brisa tibia y roja Cigarras de verano Cae el sol tardío T.B'O ~ Julio
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