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Nashe

Frieder Korn el Monje

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Nombre del Personaje

Frieder Korn

Raza

Humano

Sexo

Hombre

Edad

32

Altura

1,75

Peso

Delgado

Lugar de Nacimiento

Laderas de Trabalomas

Ocupación

Novicio de La Iglesia de la Luz, aspirante a capellan

Descripción Física

Es un hombre de estatura promedio y una complexión delgada. Su cabeza esta rapada al completo y en su rostro se dibujan pecas, lunares y una fea cicatriz de corte profundo que atraviesa su mejilla izquierda hasta su ojo. De irises tan brillantes como el sol. Tez blanca más no pálida. Sus rasgos se podrían definir como ásperos, al igual que su pasado. Sin embargo, su expresión calmada y decidida le salva de la desconfianza que puedan generar sus facciones.

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Descripción Psíquica

Es un hombre que responde enteramente a los principios de la bondad, el altruismo y la compasión, siempre dispuesto a entregarse para ayudar a quien sea y obrar por el bien común, y brindar protección a aquellos que la necesitan. Una vida ascética y abnegada de introspección le dotaron de un comportamiento disciplinado, callado y tranquilo, sabe mantenerse en calma y no siente la necesidad de disfrutar de lujos. Sin embargo, tras lo sucedido en Korn, descubrió que la paz en un monasterio no acabara con las hordas de la Oscuridad ni dará fin a la maldad del mundo, y esta decidido a salir al campo de batalla a apoyar con lo que tiene a los ejércitos del bien.

Historia
tengo que arreglarla un poco ya que la hice a la apurada je

Spoiler

 

-Mire esta canasta, Padre -exclamo con sorpresa el joven Hermano Karl, siempre atento a todo-.

 

-¿Que sucede, hijo? No me vengas con tonterìas, ya ha sido suficiente que hayas confundido un venado por un monstruo el otro día y... -los ojos del Padre Ralfang se abrieron como platos- Luz Santa, ¡un crio!

 

-Si lo creo, es un niño -añadió el Hermano Alan, acostumbrado a decir cosas obvias-.

 

-¿Y que hacemos con el? ¡Mírenlo, esta muriéndose! -decía angustiado el Hermano William, a pesar de que no estaba pasando nada malo realmente-.

 

-Ay Luz, que tipo de miserias azotan a esos pastores para que nos dejen a nosotros a sus criaturas -el Padre suspiró y no dudo en alzar al bebé en brazos- Volvamos a Korn, tenemos a alguien nuevo en la familia.

A medida que el sol se iba escondiendo en el ocaso de aquel dia, avanzaban en fila india cuatro figuras vestidas con hábitos, mirando embobados al bebe que sostenía en brazos el Padre Ralfang iban detras los jóvenes Hermanos, ansiosos y curiosos por ver un rostro nuevo, que no era cosa de todos los días en Korn. Altos pastizales, lugares empinados, barro o agua no eran obstáculo para los religiosos, pues habían vivido ahí toda su vida, y conocían cada cosa de aquella tierra, en las faldas de unas montañas de Trabalomas, bastante lejos de Costasur y de cualquier tipo de civilización. 

El monasterio de Korn había sido fundado hace mucho y se caracterizaba por su mensaje de proteger y resguardar a todo aquel que lo necesita. El primer registro de este lugar sagrado data de hace por lo menos mil años, en una triste historia de carácter legendario: "El viaje de Su Majestad a Korn y su posterior tristeza y feliz desenlace".

 Cuando en todo el Reino de Lordaeron se anunció que el joven Príncipe había quedado terriblemente enfermo. En todos los lugares se busco una cura a su enfermedad, pero ninguna resultaba bien. El rey, que se hallaba desesperado junto a su hijo en agonía, había aceptado una audiencia con unos pastores de Trabalomas, que le dijeron que en las faldas de una montaña había un monasterio donde toda enfermedad podía ser curada. Hacia allí partieron y guiados por los pastores, encontraron el monasterio. El abad recibió al Rey y su hijo y conto que la Luz le dijo en un sueño que si quería vivir, el Príncipe debía quedarse allí el resto de su vida. El Rey rechazó la propuesta, pues desestimo las palabras del abad como ridículas y , además, no quería alejarse de su hijo. Sin embargo, semanas después, el Príncipe falleció sin remedio. El Rey se sintió tan arrepentido y triste de no haber hecho caso a las palabras del abad que el mismo partió solo a caballo hacia el monasterio y entrego su vida a la contemplación y la búsqueda del perdòn. Se menciona al final de la historia que el Rey y el Príncipe volvieron a encontrarse en el Seno de la Luz.

De todos modos, volviendo a aquel bebe rescatado por los Hermanos monjes, se le bautizo como "Frieder de la Santísima Luz von Korn". Fue criado en los principios de la Luz Sagrada y vivió una vida de pacifica introspección aprendiendo a conectarse con aquella benévola energía junto a sus hermanos. 

Muchos mas años después, Frieder se había vuelto un hombre. Los días eran tranquilos y los monjes, en su humildad, vivían bien y con alegría. Pero en una de las caminatas rutinarias que hacían los Hermanos Alan, William, Karl, el Padre Ralfang, que estaba ya muy envejecido, ocurrió algo que cambiaria para siempre la vida de nuestro protagonista. 

-Frieder, en este mismo lugar te encontramos, hará ya mas de 20 inviernos-mencionaba con emoción el Hermano Karl-.


-Oh, Luz, Frieder, como has crecido -decia el Hermano William a punto de llegar a las lagrimas-.

-Sí, creció bastante -como no, el Hermano Alan-.

-Mmm...-meditaba el Padre Ralfang- ¿te conte alguna vez el por que de tu nombre, Frieder? 

-Ya lo sé, Padre, fue porque me encontraron un dia de San Frieder -respondía-.

-No, no, pero aparte de eso... Había otra razón... -el padre se puso a meditar y meditar y meditar, estático como una piedra, hasta que de la nada, cayo desplomado de cara en el suelo. Los hermanos no tardaron en darse cuenta de un pequeño dardo que el Padre tenia clavado en la espalda, y quisieron rápidamente socorrerlo, pero Karl, el mas avispado, se dio cuenta de algo, algo que se movía entre los  altos pastizales, y no respondía a sus llamadas de atención. Al momento, se escucho una explosión, como un fuerte estruendo a lo lejos, y tres figuras encapuchadas salieron de los pastizales. Frieder se dio cuenta al instante de lo que estaba pasando cuando el Hermano William puso el grito en el cielo de que los revivientes habían llegado.

Lo que sucede a continuación es un caos en las cabeza de Frieder, un rejunte de memorias dispersas que parece que su cuerpo decidió olvidar por su propio bien. Recuerda la carrera a la que se lanzaron el y sus Hermanos con el cuerpo del Padre Ralfang a espaldas de Alan para escapar de una muerte con los renegados. Recuerda los ruidos de los tiros, los gritos, el intento en vano de defenderse en el que sintió el frio acero de un cuchillo Mortacechador atravesar su mejilla. Lo que siguió a todo esto fue una larga persecución por los llanos de Trabalomas, como ya se ha dicho, Frieder no recuerda mucho de esto, pero sabe muy bien que, tras cruzar el Rio Darrowmere escapando de los muertos, el era el único que seguía con vida.

El norte de Trabalomas ya había caído, Frieder lo sabia bien, su corazón ardía en llamas por la impotencia y tristeza de no haber podido hacer nada por Korn y sus Hermanos. Sin embargo, en el carromato de viaje a Stromgarde que tomó , hizo un juramento a la Luz: daría todo de si por ayudar a acabar con las fuerzas de la Oscuridad.

 

 

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