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BenGal

Sir Lazarus Winfred der Maunder - "Diafragma"

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Nombre

Sir Lazarus Winfred der Maunder - "Diafragma"
Raza Esqueleto
Sexo Masculino
Edad 62
Altura 2,03 m
Peso Lo que puede llegar a ser la media para un esqueleto
Lugar de Nacimiento Lordaeron
Ocupación Asesino sin escrúpulos


 

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Descripción Física
Devuelto a la vida mediante extraños rituales que muchos tacharían de herejía debido a las macabras creaciones contra naturas fruto de ellos, es el caso del que antaño fue un hombre de bien, pues ahora, no se trata ni más ni menos que un saco de huesos podridos traídos de vuelta a la vida gracias a este tipo de artes prohibidas. Con las cuencas de los ojos totalmente vacías, carentes de emoción y sin ningún resquicio de vida, la criatura se alza imponente gracias a su gran altura, superior a la de su anterior raza. Su caja torácica es visible, pudiendo observar que dos de sus costillas están rotas. Portador de una gran armadura de malla reforzada, usurpada parte por parte de aquellos desafortunados que ya no la necesitarían más y que ahora él, le daría un mejor propósito.

 

Descripción Psíquica
El que antaño fue un buen hombre, noble y de gran corazón, fue asesinado a sangre fría por parte de uno de sus compañeros, devuelto a la vida con una nueva razón de ser. Ahora vaga sin rumbo alguno por el mundo, con su cerebro completamente podrido y deteriorado por la no-muerte, olvidando todo lo que una vez fue y desarrollando un sentimiento de sed de sangre y venganza en su interior. Da caza a aquellos cobardes que tienen la osadía de traicionar a sus cercanos, haciendo lo que cree mejor, asesinando a sangre fría a cualquiera que ose interponerse en su camino, buscando a las personas que una vez le fallaron a él, dándole un sentido a su nueva vida y a la de las pobres víctimas que se crucen con la mole de huesos.
 


 

Historia

 

Se despertó horas después en la ladera de aquella montaña, con su cuerpo cubierto por una fina capa de tierra y barro, rodeado de una multitud de cadáveres humanos, algunos con miembros amputados o faltos de carne en muchas partes del cuerpo, y totalmente envuelto en la oscuridad de la noche. El olor a podredumbre que emanaba de ellos ya empezaba a inundar el ambiente, llegando hasta las fosas nasales del hombre. Lazarus, ese era su nombre. Se llevó una de las manos a su cabeza para paliar el dolor que le estaba acosando en ese momento, conmocionado por lo que había ocurrido. No recordaba absolutamente nada, probablemente debido al alcohol, nunca tuvo suficiente autocontrol como para dejar de beber en esos momentos en los que estás a punto de perder el conocimiento. Sí, tenía que ser eso, solo una fuerte resaca fruto de alguna cogorza que habría cogido en alguna celebración, ¿Quizás el aniversario de algún amigo suyo? Podría ser. Lo único que le parecía extraño es por qué era de noche, o el por qué estaba rodeado de cadáveres. ¿Igual perdió el conocimiento en medio de algún camino y algún campesino creyó que era un cadáver más? Si, no se le ocurría otra explicación, lo confundieron con un muerto y lo dejaron en aquel lugar para en otro momento arrojarlo en alguna fosa común o algo por el estilo. 

Respiró hondo y se levantó, tomando su arma con la diestra y sacudiendo su cuerpo con la zurda para quitar toda la tierra que se podría quedar pegada a su ropa. Estaba confuso, por lo tanto, quería respuestas. Caminaba por el lugar con un andar lento y pesado, observando hacia los lados, buscando algo o alguien que le pudiese traer de vuelta algún recuerdo, aunque fuese lo mínimo, de lo que había pasado. Pasados unos minutos llegó hasta una especie de entrada, dos pilares sostenían lo que parecía un arco de piedra, rodeados por lo que era una gran valla de hierro acabada en punta de flecha. El hombre tardó en darse cuenta de que, efectivamente, esa era la entrada de un cementerio. No le sorprendió, viniendo de donde venía, al contrario, se esperaba algo por el estilo, que por algún capricho del destino o un malentendido por parte de un campesino o trabajador, había terminado allí. 

Tenía algo claro, si ahí había un cementerio, cerca tenía que haber un pueblo, o algún asentamiento, observó varias veces el lugar, buscando algo que le sirviese como referencia para empezar a buscar algún signo, aunque fuese mínimo, de población humana. Fue entonces, cuando escuchó a alguien acercarse, vislumbrando la tenue luz de una pequeña antorcha agitarse en el angosto camino que provenía de entre los árboles, eso hizo que Lazarus se pusiese en guardia, agarró su arma con sendas manos, alzándola frente a él. A esas horas de la noche solo un ladrón de tumbas o algo por el estilo podría estar presente en un lugar como era ese cementerio, por ende, él no permitiría que una sabandija falta de dinero desvalijara el lugar de descanso de muchas personas, aunque ya no estuvieran vivas. Poco a poco, el portador de la antorcha se fue mostrando, parecía más bien un mozo normal y corriente, que seguramente, había ido a visitar a algún fallecido o a mantener el orden por el lugar para asegurarse de que ningún animal salvaje revolucionara el camposanto. Pero entonces, al ver al hombre armado, una sensación de terror inundó la cara del muchacho. Soltó la antorcha, y salió corriendo por donde vino, gritando a las mil lenguas la frase, "¡Ayuda, un muerto viviente!".

Eso provocó un shock en Lazarus, el cual, intentó alzar la mano para detener al joven, sin tener ni un instante para preguntar nada, solo para descubrir algo de lo que no se había fijado hasta el momento, o más bien, algo lo cual su mente le engañó. Su mano estaba completamente falta de carne y de músculo, dejando ver solo los huesos, ya carcomidos por el paso del tiempo. La observó fijamente, ladeando la cabeza y recordando pocas cosas de su vida. Sólo un recuerdo en específico le vino a la mente, el día de su muerte cuando fue apuñalado por la espalda, traicionado por la persona en la que más confiaba, tornada en la mayor sabandija que él podía recordar. Se aferró a su arma cuando la sed de venganza se apoderó de él, cerró el puño y caminó lejos de ese lugar, ignorando todo lo demás y desapareciendo en la oscuridad de la noche... No sabía como ni por qué había vuelto a la vida, pero si el destino le había brindado esa oportunidad no la iba a desaprovechar. Aquel fatídico día Lazarus Winfred der Maunder había muerto, y en su lugar, se alzó una criatura de sangre fría y sin escrúpulos, movida por la violencia y la venganza. Una criatura llamada, Diafragma.

Editado por BenGal
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