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Brahen

Tindus

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  • Descripción Física

    ngcb1

    Un gnomo de altura promedio, ataviado con restos de ropas chamuscadas, sucias y deterioradas, aunque acostumbra a llevar un mono de trabajo de color azul. Sus manos suelen tener alguna que otra venda, así como quemaduras pequeñas y menores. Nariz chata, pelo marrón en forma de cresta, bigote y barbilla de chivo, así como ojeras de dormir muy poco. Orgulloso portador de un cinturón de herramientas y unas gafas gnómicas.

  • Descripción Psíquica

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    Egocéntrico, hiperactivo, parlanchín... se asemeja más a un goblin que a un gnomo: dinero, explosiones y fama, son sus tres debilidades.

    Su afición es crear explosivos.

    Su pasatiempos es inventar gadgets y mecanismos para solucionar problemas mundanos.

    Su pasión es crear "vida" robótica.

    Su mayor sueño crear un mecha, trabaja en los planos en sus ratos libres.

  • Historia

    -...¡Y así fue como acabé en tus redes! 

    El hombre, de unos cuarenta años largos, dio un largo silbido al terminar de escuchar la historia del gnomo del gnomo.

    +Tienes una imaginación increíble, maese gnomo. Un barco que navega bajo el agua, goblins, crímenes de guerra, contrabando, explosiones... ¡piratas! 

    El gnomo apretó los puños y la mandíbula, irritándose y tratando de contenerse dentro de sus capacidades, deseando abrirle la cabeza a ese hombre con su llave arcoluz, sopesando las posibilidades que tenía de reducir a ese hombre, teniendo el brazo entablillado y la pierna herida, por no hablar de que su rifle de chispas estaba a un metro de distancia y el traqueteo del carromato sobre los adoquines de piedra del camino costero que guiaba hacia Stromgarde le estaba revolviendo por completo el estómago.

    +¿Sabes? Tenía mis dudas, pero me has amenizado el viaje sobremanera, y esa idea tuya para un... ¿recogedor automo... como era?

    -Recogedor automatizado de torsión inversa...

    +Eso mismo... Jamás me había reído tanto con semejante ocurrencia... Un mecanismo para recoge las redes de mi barca... Ah... ojalá algo así existiera.

    Se dispuso a abrir su boca, pero aquel hombre había conseguido acabar con su paciencia, se limitó a gimotear en voz baja, pues el traqueteo del carromato también le balanceaba, haciendo que notase su pierna herida. Había agotado su paciencia y toda posibilidad de continuar con la conversación.

    +Ya estamos llegando... ¿Y que hay de todos esos papeles con garabatos que llevas en tu mochila? ¿Son valiosos? ¿Vas a venderlos en la capital?

    -¡El conocimiento no tiene precio, estúp...endo! ¿Dices que ya estamos llegando?

    +Ah, si... mira, ahí adelante ya se vislumbran las murallas... Buena piedra, si... El tío abuelo de un amigo mío, que tiene una granja de puerros bastante resultona, estuvo trabajando en la reconstrucción hace bastantes años... Es una ciudad hermosa, si...

    Pero el gnomo ya no escuchaba, se había hartado de ese humano insufrible, apeándose del carromato de un salto, mientras el seguía hablando, dando con sus pies sobre el terreno y notando como todo su peso, el de la mochila y su rifle, recaían de golpe sobre su pierna herida, arrancándole un gemidito de dolor de lo más profundo de su pecho. Apoyándose en su rifle como si fuese una muleta, tiró de la cuerda que estaba unida a la anilla de la granada de fragmentación, que había estado preparando horas atrás en ese mismo carromato y que estaba fijada a uno de los tablones. Pudo oír el sonido de la anilla caer al suelo y justo cuando terminaba de afilar su sonrisa... El sonido de una deliciosa explosión, así como el de las dos bestias que cargaban con el carromato, que salieron despavoridas.

    Sólo quedaban unos 12 kilómetros de distancia recorrido hasta la entrada, o eso alcanzaba a calcular por la sombra que proyectaban a esa hora del día. Mejor viajar solo sobre uno de esos borricos de carga, que soportar a ese hombre el resto del trayecto. Pasó sobre el imponente borrico por encima de los restos de madera y pescado quemados, ignorando las llamas y... trozos humeantes del pescador que ahora bañaban los adoquines, la cuneta del camino y unos arbustos, sin mirar atrás. 

     

    Los gnomos de verdad no miran hacia atrás cuando hay explosiones.

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