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Dagoth Gal

Artaris Nulond

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  • Nombre del Personaje
    Artaris Nulond
  • Raza
    Humano
  • Sexo
    Hombre
  • Edad
    22
  • Altura
    1,76 cm
  • Peso
    72 kg
  • Lugar de Nacimiento
    Este de Lordaeron
  • Ocupación
    Iniciado de la Liga de Arathor
  • Descripción Física

    Es un hombre de tez pálida, su rostro en sí es refinado, de buenas características, fino pero marcado también... Sus ojos serían de un tono gris profundo, y sus cabellos serían largos y de un negro puro. Su cuerpo no sería uno formado, lo que si es que tendría una contextura regular, sus manos llenos de cayos por los trabajos que hizo durante su adolescencia y niñez a la que fue obligado a hacer. 

  • Descripción Psíquica

    Artaris es un hombre de palabra, de bien. Fue criado desde los alborgeres de su casa durante su niñez... Y fue también criado como tal de manera humilde en su adolescencia, niñez y pronta adultez... Por ende, el mismo Artaris vendría a ser alguien honesto, humilde y sobretodo honrado y trabajador. El haría lo que fuese para proteger a sus aliados, y a gente que pudiera necesitar algo de mano para el apoyo mismo. Su mentalidad también estaría enfocada a su misma familia, quien los tendría en alta estima y siempre procuraría cuidar tanto económica como a nivel de protección. Durante sus años aprendió muchas cosas, y como las cosas se desenvolvían en el mundo, por ende tenía un gran respeto a las altas castas señoriales y tenía en fe que el sistema en el que estaban, por muy injusto que fuese. Servía de cierta manera, por ende y aún así, trataría de mejorar las cosas con quienes cruzaría en caminos, por sobre todo a campesinos y gente humilde y de bien. Odia la soberbia, la osadía impulcra y los malos adversos de hombres y mujeres que se harían llamar "Hábiles", pues consideraría que su sola presencia no debía ser tomada en cuenta, por ende solo lo ignoraría o voltearía a un lado para concentrarse en lo que de verdad importaba. Su palabra es su honor, por ende siempre querrá cumplir sus promesas, incluso las más imposibles.

  • Ficha Rápida
    No (600 palabras mínimo)
  • Historia

    Naciente de una familia Lordaerense Oriental con salud y pudiente… Dueña de unas tierras de las cuales se consideraría Feudo… debido al trabajo labrado de trabajadores pudientes… Y guardia personalizada que cubrían las murallas mismas… Dentro del pequeño castillo se encontraba un joven que relucía de vitalidad… Sus padres eran miembros de la familia por supuesto, como ostentaban de emparejar primos lejanos y gente consanguínea de los alrededores de las villas… Harold y Betsabeth Nulond, los padres de dicha criatura que lloraba en las habitaciones del castillo Nulond… Habitación dentro de una casa, que recibiría a un integrante más en la familia…

    Los Nulond eran descendientes de una leyenda que dio origen a la misma casa… El primero de los Nulond, Nulond “El hermoso” sería conocido, este siendo un gran y poderoso guerrero… Que llevaba la destreza humana y la hermosura andrógina que relataban los antiguos escritos de la familia… Dicho caballero lucho en las guerras Trolls, y estuvo presente en los orígenes del primer gran imperio humano. Leyenda que fue recorrida de generación en generación y sirvió como ejemplo a seguir a lo largo de toda la casta Nulond que le precedía, dicha casa obviamente, poseía de una belleza e inteligencia sin igual, en mayoría de cabellos negros puros, pero pálidos como la nieve y ojos grisáceos, representantes de la viva imagen de cómo fue aquella leyenda de antaño. Artaris fue cultivado y embarcado en la sapiencia de dichas leyendas antiguas, e incluso en las noches, su madre le contaba las hazañas en forma de cuentos, sobre caballeros salvando a damiselas de orcos feroces, siendo reciente el ataque mismo de estas bestias alienígenas, pero que, en combate feroz, no fueron ni hicieron cosquillas al poderoso reino de los humanos que era Lordaeron. Creció con dicha idea, viviendo su día a día honrando a las tumbas de sus familiares caídos en las guerras pasadas, deletreando y aprendiendo las costumbres de su reino y otros reinos semejantes. Como también y sobre todo, apreciar y valorar el conocimiento de la luz sagrada, bendito sea su nombre, Dicha apreciación común en todo sujeto proveniente de Lordaeron.

    Alcanzando cierta edad estuvo en entrenamiento de la espada, algo común y típico para los que se criaban en la familia, si no sabía blandir una espada, era algo vergonzoso, algo que por lo menos hasta el integrante que se enfocaba al 100% en los labores comerciantes y burgueses debía tener bien enmarcado. Entrenó así de manera básica con sus distintos congéneres, los cuales no eran tan numerosos, pero si eran considerables para llamarse un grupo de amigos, dichos entrenamientos no eran bruscos ni taimados, eran más ágiles y con estilo, sin perder la nobleza de su casa. También en esas épocas se adentró en las enseñanzas de tutores privados, como también era costumbre en aquella adinerada familia, estudiante de letras, leyes y poesía, que era lo que a él le encantaba, inclusive logró tocar algún tiempo atrás el laúd, danzar y perfeccionarse en esas artes que eran típicas de la nobleza, pero que el muchacho disfrutaba sin duda alguna… Una vez inclusive, su padre lo llevó a una gala en la capital de Lordaeron, la cual presenció la belleza de dichas fiestas y eventos especiales que solo la nobleza podría contemplarse… Pasaba por esas calles siempre con sus padres, con su hermano mayor, Hellian y su pequeño hermanito, Ivar. Siempre que cruzaba los caminos reales, no evitaba dar su mirada a los menos afortunados, quienes pedían limosna en su desgracia… Como niño, no podía entender dicho escenario que pasaba ante sus ojos… Más bien, le daba hasta miedo, pensar en algo tan diferente como la situación de ellos… ¿Por qué estaban así? ¿Qué fue lo que les pasó?... Eran ideas que rondaban en su cabeza… obviamente respondidas cuando llegó otro tipo de enseñanzas … y fue introducido al sistema monetario y feudalismo que se operaba en las tierras de Lordaeron… Ciertamente en un principio le parecía injusto que unos tuvieran más que otros… Pero luego entendió que así era como funcionaba los terrenos y como se mantenía un reino… Sobre todo, gente como los Nulond, quienes entregaban trabajos, comida y viviendas, a cambio de laborar sus tierras y sus ganados. Era perfectamente equilibrado… al menos en una mente considerablemente más entrenada como la de Artaris…

    La relación con sus hermanos no era muy diferente a la de un típico grupo de amigos… Hellian los llevaba eso sí, por varios años… mientras que Ivar cuando Artaris tenía 8 inviernos, tenía apenas 2… Pero en la adolescencia pudo avisparse mucho después. Su hermano mayor era su ejemplo a seguir, el siguió la línea de los Nulond de pies a cabeza… Entrenándose física y mentalmente, para ser un mozo hermoso y educado, pero también un ávido y presto en lo que vendría a ser la defensa, el habla y el combate. Que eran los tres factores que uno debía poseer para ser respetado en los reinos humanos. Artaris sí o sí quería ser como él…. Y eso reprodujo en su adolescencia, imitar su actuar… enfocarse en ser cada día… Un Nulond como él… Quien muchos consideraban el renacimiento de Nulond I… Una creencia en la familia que cada generación presentaba una viva imagen de su creador… Cuyo caso eran rebautizados como Nulond I… Nulond II… Nulond III, IV y V, e infinidad de números hasta que lo imposible, el fin de la casa misma llegara. Ivar en su pequeñez también seguía dichos factores… Pero admirando más a su hermano medio, Artaris, pues lo tenía más en cercanía que su mismo hermano mayor… Y sobre todo, siendo Artaris e Ivar más cercanos a Betsabeth Nulond, su madre… Que, a su padre, Harold, quien era mucho más cercano a Hellian, y por supuesto, siempre iban y venían juntos de sus quehaceres y trabajos personales y de la casa.

    Hubiera sido otro talvez el destino de dicha familia, quienes se habrían acercado a la nobleza alta de los reinos de Lordaeron por sus orígenes y trabajos, como su recolección y ofrendas hacia la corona de Menethil… Si las cosas continuaban como hubiesen continuado… Pero las desgracias caen sobre todos… En especial a estas poderosas familias… Numerosas, pero no menos importantes… Que conformaban el reino de Lordaeron.

    Un día llegó una carta, una carta de la que Artaris hasta el día de hoy, no tiene idea de lo que mencionaba. Pero apenas llegó el mensajero… y pasaron unas horas, este vio como la torre principal de los Nulond quedó vacía… Si el líder consejal… Ni los ancianos, ni si quiera los adultos… Solo los niños y vasallos, se quedaron ahí… Su hermano y su padre junto con otros familiares que consideraba los más fuertes… se habrían ido a cumplir deberes del reino unos meses atrás… Poco sabía de lo que era… pero se notaba importante… pero nada que no pudiesen superar, aun así… aquel día se tenía un terror inmenso de lo que hubiese pasado… Terror que solo pudo identificarse… cuando vinieron carros a llevarse a varios de sus primos… Solo quedando él e Ivar en la torre con los demás vasallos… Este no hacía más que poder abrazar a su pequeño hermano menor, quien aún solo tenía apenas 2 años de edad… y no tenía el confort de su propia madre… Fue cuando un Vasallo de la casa abrió las puertas de la misma, cogiendo a ambos hermanos y saliendo hacia por fuera de la torre… El clima era tenso, se sentía un aura fría recorriendo cada perímetro de la zona… Cuando bajaban las escaleras, se veía por fuera de los ventanales el cielo enrojecido. y el silencio sepulcral… Bajando se encontraron un carro por fuera… en el mismo, se encontraba su madre. Cubierta de unas frazadas que cubrían gran parte de su rostro, esta abrió los brazos y Artaris fue hacia esta de manera rápida, junto con Ivar claramente quien se calmó al tacto de su propia madre… El Vasallo enseguida habría cerrado la puerta del carruaje, y se subió encima de la misma… Emprendiendo una marcha con los mismos caballos por delante… Artaris por azar del destino, miró hacia detrás del mismo carruaje, observando como los demás vasallos corrían detrás del mismo, se les notaba el terror en sus caras… escuchaba gritos de desesperanzas, implorando que los esperaran, implorando que los recogieran… veía niños de la villa corriendo junto con sus padres... los más pequeños en brazos de sus madres que lloraban al ver al último carruaje llegar… Talvez promesas de que los iban a recoger habrían llegado para calmarles… Pero vieron como el último que transportaba a Artaris, habría partido. Esa imagen jamás se la pudo quitar de su cabeza, ni aún al día de hoy.

    Cuando pasaron unas horas y ya la noche había adjuntado a los mismos, se tornaron hacia un camino que nunca habría cruzado Artaris… Le preguntó a su madre adonde iban, pues no conocía de dicho camino… Su madre dijo con una sonrisa que se iban a mudar… Y que iban a estar fuera un buen tiempo… Artaris solo pudo quedarse callado, su educación le habría hecho un muchacho respetuoso a sus mayores… no iba a debatir ni a exigir nada de su antiguo hogar… Lo que sí, es que le iría a dar un último vistazo a las ventanas que estaban en el lado derecho… Y lo que vio… Fue aterrador… Un cielo rojizo… como si de la sangre se tratase, con múltiples poblados vecinos en llamas… Se escuchaban gritos a lo lejos… si es que él prestaba atención… Su madre hizo que este no viera más, tapándole la vista. Y así… pensando que era una pesadilla… Se quedaría dormido.

    Habría pasado un buen trayecto, un buen viaje. Inclusive se podría decir que los corceles del carruaje eran los más veloces… Este habría ido por muy delante… Llegando en pocos días a un aparente destino… Era de noche obviamente y Artaris estaría abrumado por el mismo viaje… que, levantándose, sentiría la pesadez… Entonces su madre lo despertó, y con una sonrisa, el mencionó de bajar… pues habían llegado a su nuevo hogar.

    Era una cabaña, una pequeña choza como la de las villas… Artaris no podía creerlo, ¿Era real, acaso todo esto podría serlo? Esta vez, le preguntó a su madre por qué se habían mudado… Su madre solo quedó en silencio, mientras que solo le instaba de avanzar a ver su nueva habitación. Si bien era una choza que parecía simple, dentro si tenían habitaciones separadas… Uno para los dos hermanos… Una sala y comedor… y una habitación más… Artaris pudo contemplar ese nuevo hogar a ciencia cierta… Pero aún no tenía una respuesta clara… Antes de que pudiera volver a exigir más respuestas… El hombre que los habría llevado hasta este punto, pasaría a la choza… se hubiera quitado los zapatos y se sentaría en la silla… mientras la madre de Artaris se mantendría cargando a su bebe… El hombre miraría a Artaris… y soltaría unas palabras.

    -Siéntate niño… Y escucha con atención. Sois lo suficientemente grande como para entender cosas de adultos.

    Artaris prestó atención, siempre se le enseñó que, sobre todas las cosa, se respetaran a 3 tipos de personas… Los mayores, las mujeres y los débiles. No iba a discriminar que este vasallo fuera un mero chofer sin duda alguna… Por ende, se sentó y prestó atención a lo que iría a decir.

    -Lo que sucede es lo siguiente… Vuestro hogar no es más… Debido a una maldición que cayó sobre vuestra tierra… Por muy fantasioso que suene… Los muertos se han alzado con esa maldita magia… Y han destruido nuestra nación… Nuestro príncipe nos ha traicionado… la corona ha caído… y nuestros familiares. Muertos.

    Dijo con voz seria, no importaba que Artaris fuese apenas un niño de 7 años, para el hombre, tenía que enfrentar la propia realidad.

    -Siento mucho lo que te diré a continuación…. Pero vuestro padre y hermano están muertos… Combatieron al lado del ejército real… Pero sucumbieron… Lo cual es el mismo caso que la mayoría de su familia... Cuanto lo lamento muchacho.

    Diría el mismo hombre, cada palabra que decía… Era un tajo entero para la mente y realidad de Artaris… quien se encontraba en Shock para ese momento, no podía creerlo, simplemente no… ¿Eran acaso los únicos que quedaban? Volteaba a mirar a su madre, tratando de encontrar respuestas, y apenas viéndola llorar mientras mecía a su pequeño hermano en sus brazos… Este volteaba al hombre… sin poder hablar.

    -Hice un trato con vuestra madre… Se quedarán aquí y no os faltará nada… Tendremos que cazar nuestra comida, y realizar los quehaceres de la casa… No os exigiré obviamente hasta que os recompongáis… Pero empezad a mentalizaros, sois fuerte, eres hombre.

    Diría por último el mismo, mientras se dirigía a su habitación, con una pipa en sus labios… Después de ello, dejaba a su madre sola con sus hijos. Después de un rato… En la habitación de ambos hermanos, Artaris encogería su cabeza en el vientre de su madre, sollozando de la desgracia aquerida a su familia… Su madre solo envalentonaba al mismo Artaris, pidiéndole ser fuerte, por su hermano sobretodo, y por el legado que la familia ha dejado. Ser fuerte por su hermano mayor, y su padre, que en la luz estén sus almas… Y después de unas horas, los 3 se encontraban en la cama, tratando de dormir… Mientras que la misma no se apartaba de sus hijos… Artaris solo cogería el brazo de su madre, y el de su pequeño hermano… y sentiría que, por lo menos, aún tenía a su círculo importante…

    Pasaron varios meses después de lo acontecido… Artaris podría salir y estar en mejor recuperación, sus puntos fuertes fueron su madre y su hermano ciertamente, pudiendo salir de un estado de shock y depresión, incluso apoyando a su madre para salir del mismo… Quien extrañamente, no la encontraba cuando despertaba en las mañanas, pues usualmente era costumbre despertarse en el alba. Con el Vasallo, quien se llamaba Enrick, tenía una relación formal de hablas y consejos… Este mismo le comentaba y enseñaba, e iba enseñando los quehaceres de la vivienda, las limpiezas y sobretodo, el afán de la cocina, pues era deber del hombre traer la comida al hogar… Cosa que le enseñaría sin duda a Artaris… El choque fue enorme, obviamente, puesto a que Artaris pasó de vivir en palacios, a vivir en una choza alejada en el bosque, pero pudo recompensarse… Ciertamente la adaptación no fue en unos años, si no en solo unos meses.

    El hombre ciertamente era una persona de misterios… Una noche Artaris le soltó la pregunta que siempre rondaba en su cabeza… ¿En dónde estaban? Enrick simplemente respondió que se encontraban en las lejanías de Stromgarde, en el antiguo pueblo de Arathir, aquel hombre era originario de ahí, y esta choza era la choza de sus padres, donde él vivió toda su vida. Artaris por muy pequeño que fuese, ciertamente se sintió agradecido por el hecho de que el hombre los hubiera acogido tan solemnemente. Disfrutó ese almuerzo con el calor de la protección de un hogar… Cosa que le habría faltado meses atrás…

    Artaris así pasó su vida, y más aún cuando fue creciendo. Hubo un momento en el que habría descubierto el romance en forma de trato que tenía el hombre con su propia madre, sintiéndose dolido por el hecho de que no pudo guardar luto ni honor a su padre en forma de años… Pero le pudieron explicar que, si se guardó luto, o al menos eso fue lo que le excusaron en sí… Pudiendo ser que el trato para salvarlos fuera ese mismo… Pero diera como fuese… veía a su madre feliz y no deprimida ni triste como osaba actuar… Su hermano habría avanzado de edad… Y para cuando Artaris llegó a la adolescencia, pudo cazar su propia comida, y realizar el esfuerzo trabajo que hacían cada mañana, la relación con Enrick mejoró considerablemente y por supuesto. Se denotaban como una familia real. Pero todo cambió una noche cuando unas criaturas repugnantes llegaron a la choza de Enrick… Artaris se encontraba dormido para aquel entonces, y curiosamente su habitación estaba aledaña a lo que era una ventana... Cuando apertura los ojos, notó una figura posada sobre aquella ventana, tenía los ojos rojos rabiosos. era demasiado enorme y corpulento… y sobretodo esos colmillos que parecían salidos de un cuento de terror… Artaris se quedó inmóvil… tratando de hacerse el dormido, aprovechando que las sombras que daba aquella figura podría tapar su rostro y evitar que se vieran sus ojos aperturados… Cosa que pudo funcionar, ya que aquella extraña figura se apartó después… Pero eso solo hizo que Artaris no pudiera moverse para nada… Aun siendo un adolescente y sabiendo que los peligros que acechaban los bosques eran resonantes… Nunca pensó que este día llegaría… El simplemente se alzó de su cama… y trato de correr hacia la puerta… Cuando abrió la manija, se escucharon platos y vasijas romperse… gritos de forcejeos y gruñidos... Enrick, estaba con un hacha en sus manos, tratando de combatir o matar a una de esas bestias… Pues eran dos en total… Trols del bosque… Carroñeros de seguro, uno de ellos combatiendo con el hombre, y el otro tratando de abrir la habitación de Enrick y su madre… Su hermano también se habría despertado, pero se quedó en la cama sin hacer ninguna clase de movimiento. Para cuando Enrick logró derribar a dicho trol, cortándole la cabeza, este fue hacia el otro, pero que, en un movimiento trampero, pudo acuchillar el estómago del mismo… Pero la valentía y honor de Enrick para con su ahora familia, pudo hacer que se mantuviera de pie, haciéndole frente a aquel troll, y dañándole considerablemente como para matarle… Aun así, las heridas pudieron más… y el troll seguía aún vivo… Artaris apretó fuertemente los dientes, y, cogiendo de la porta armas una espada ligera, antes de que el trol pudiera acabar con la vida de Enrick, este acabó con la vida del trol, acertando un corte limpio directo a la garganta. Dejando la espada ahí y viendo como el mismo iba cayendo lentamente… Muerto.

    Rápidamente su madre y el socorrieron a Enrick, pero era demasiado tarde, ese tajo habría abierto su canal, se veía sangre brotar del mismo… Y no había tiempo para curarle… Enrick solo pudo usar sus fuerzas últimas para tomar la mano de Betsabeth y Artaris… y mencionarles que se cuidaran los unos a los otros… Que había sido feliz durante ese breve momento que habría pasado… Pese a que esa vida no era digna de ser portada por un hombre de poca monta como él… Apreció de que alguien noble como lo era Betsabeth, le diera la oportunidad de ser feliz junto a él… Para luego denotar como la vida se iba de su propio cuerpo… Sin duda fue otra pérdida que Artaris le dolió… Si bien su padre era siempre su padre… Enrick era una figura paterna que no reemplazaba, pero si complementaba a lo que era esa figura, un hombre que pese a ser un vasallo cualquiera a ojos de la nobleza… Se portó y cuidó a su familia de una manera noble y bondadosa… Después de aquella batalla, soldados exploradores del reino se posaron frente a la choza, y resguardaron a los campesinos de esos lares… Cazando otros carroñeros trols que merodearían por esos lares.

    El funeral de Enrick sin duda alguna fue conmovedor, solo los 3 reunidos… Betsabeth, Artaris e Ivar Nulond… Quien este último por su corta edad si lo consideraba como un padre realmente… Por ende, la pérdida le afectó mucho más... La tumba del mismo al lado de la choza donde vio crecer… y donde su destino encontró el mismo final irónicamente. Por fortuna de la familia en sí se pudieron quedar en aquella choza, y gracias a la luz, se instauró un baluarte y creó un poblado por cerca de las chozas, lo cual permitiría mayor seguridad al mismo lugar. En ese aspecto habrían respirado de manera tranquila… Pero si bien el tema de seguridad propia habría sido solventado… El económico ciertamente no… Al presentarse la seguridad, los tributos no tardarían en llegar, y la señora de la casa, Betsabeth, no tenía los fondos suficientes como para solventar dichos precios. Entonces Artaris, siendo claramente ya un hombre, cogería las piezas de Enrick, y partiría directo hacia la capital en búsqueda de un trabajo honesto pero justo, y poder solventar a la par los dichos trabajos. Su hermano Ivar, ya también un mozo de mayoría de edad, sería puesto en sí como salvaguardador de la casa y de su propia madre, trayendo comida, cazando y siendo el hombre en sí… Por lo que todo vendría a estar seguro por el momento… Betsabeth se despidió de su hijo, claramente sabiendo que se iría en un largo tiempo, equipando sus cosas, le dio la Heráltica de la familia Nulond, para que siempre la llevase de recuerdo, pues eran los únicos que conocían que quedaban en sí… Por ende, Artaris juró en proteger dicho blasón familiar, besándolo y profesando que la luz iría a guiarlos a todos en su camino… Partiendo sin más a pie propio hacia las carreteras, hacia la ciudad misma…

    Cuando llegó hacia la ciudad en sí… Pudo denotar ciertamente ese cambio de ambiente… Se veía todo tan… Bien estructurado, casi y le daba nociones de su antiguo hogar… Lordaeron. Llendo hacia unos puestos en sí en encontrar trabajo. Caminando por los barrios en sí, y parlando con pregoneros, ciertamente habría encontrado oportunidades laborales, pero que serían demasiado empobrecedoras y requerirían un enorme esfuerzo, pero un largo tiempo y endeudarse a lo máximo si es que quería formar por ejemplo una granja…. O recibir una miseria que no iría a servir ni para sí mismo ni para su casa si debía servir como vasallo… Debía encontrar algo que le rindiera algo más de opción…  Incluso pensó de trabajar como mercenario, pues tenía algo de conocimientos en la espada ligera… Aun así, no era tampoco seguro, pues carecía de habilidad… Las dudas en su cabeza dieron fin, cuando, sentado en una vereda de la ciudad, vio pasar unos caballeros de placas relucientes, escoltando a señores de la guerra de Stromgarde… Los aplausos y admiraciones de los ciudadanos de Stromgarde se hicieron de notar… Cuando volteó la vista, y sus orejas pararon en alza para escuchar lo que habría sido, habría ciertamente escuchado actos heroicos contra trols y ogros… Eran sin duda alguna unos héroes de la ciudad… Eran nada más ni nada menos, que la Liga de Arathor, una orden de caballeros que protegerían Stromgarde como a sus ciudadanos… Quienes estaban para servir a la corona de los reyes de Stromgarde y que darían sus vidas por ellos… Cuando Artaris pudo escuchar lo que pregonaban algunos ciudadanos, y al ser contestado de preguntas curiosas más detalladas a estos mismos… Sus ojos se iluminaron, talvez la respuesta que tanto esperaba por fin estaría frente sus ojos… Si lograba entrar en la orden, entonces podría hacer lo que siempre se le enseñó a alcanzar… y se inspiró en ser… Un protector… un Caballero… Cogió sus cosas… su Heráltica y buscando direcciones, partió rumbo a la base de la Liga de Arathor, para probar su valía.

    No estaba muy lejos, pero tampoco era la vuelta de la esquina… Y por el viaje recorrido desde su hogar hacia Stromgarde, y luego hacia las sucursales de la Liga de Arathor, sería cansado… Pero sudando y con apenas unas piezas que se veían empobrecidas… Logró llegar hacia uno de los guardias que custodiaban la sede central de los caballeros de la orden… Estos pensando que era un mendigo sin más, ordenaron que se retirara… Este pidió su excusa para poder ingresar a la central y poder ser miembro de la misma orden… Los guardias, mirándose entre ellos, casi y soltarían una risa ante las dichas del muchacho. Sin duda alguna era divertida lo que diría… Pero en sí, y Cuando Artaris parecía hablar enserio, los guardias solo mencionaron que se le permitía el acceso a un descendiente de los 500 compañeros de Thoradin… y que sin serlo, sería imposible ingresar a la orden… Pero Artaris podría conseguir lo imposible, sacando su heráltica familiar… y mencionando unas simples palabras…

    “Mi nombre es Artaris Nulond, soy miembro de la casa Nulond de Lordaeron, descendiente de Nulond I “El Hermoso” Héroe de las guerras trols”

    Luego de ello, exigía que se buscara en los albores sobre el nombre mencionado y si verídicamente descendía de uno de los 500 compañeros de Thoradin, dicha que fue comprobada y corroborada… Artaris era sangre noble, eso nadie podía dudarlo una vez se requisaban los escritos de la liga… Artaris fue felicitado por su fortuna de nacimiento, y después de un ingreso un tanto peculiar… le dirían que a partir de ese momento… su destino cambiaría para siempre… y si sobrevivía no solo al arduo entrenamiento que se le llegaba por delante, si no también, los peligros en sí… Entonces su nombre se realzaría en honor y gloria… Algo que Artaris ciertamente habría soñado durante años… Pero lo importante también era su familia… Debería esforzarse para poder llegar con dinero y solventar a su propia familia, debía ser fuerte, debía ser. Un héroe para los suyos.

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